En
una extraordinaria síntesis desarrollada por la investigadora Mariana Boh, se
puede estudiar el tema de las denominadas “chatas” (grandes carretas utilizadas
para el transporte de mercaderías) que fueron utilizadas en nuestro país hasta
la llegada del ferrocarril e inclusive mucho después, ejerciendo un tipo de
transporte mixto para la misma época. Este tema desarrollado con lujo de
detalles en el libro de esta autora denominado “Gigantes de la llanura. Breve
historia de los grandes transportes de carga” nosotros lo podremos ver a continuación para
entender de manera muy escueta como funcionaba este tipo de transporte y cuales
eran las más conocidas.
Tapa del libro "Gigantes de la Llanura" de Mariana Boh |
Hacia
1860 la República Argentina era un país dividido políticamente. Su territorio
estaba escasamente poblado, sus fronteras eran imprecisas, no existía un
trazado de caminos y su tierra más fértil esperaba ser explotada. Al sur del
Río Salado, en la llamada campaña bonaerense, los malones azotaban a los
colonos. A mediados de 1860 vivir en la zona de Tandil o en Azul era aún
riesgoso. Recién a partir de 1865 la línea de frontera quedará establecida al
sur del Salado.
Por
aquel entonces eran prácticamente inexistentes los mapas exactos y el trazado
de los límites interprovinciales era bastante confuso. No existían las ciudades
como hoy las conocemos, sino unas pocas manzanas urbanizadas, ordenadas en
torno a una plaza y con suburbios desprolijos, a los que los viajeros
extranjeros se referían como “pueblos desparramados” o “colecciones de
ranchos”. En la provincia de Buenos Aires se concentraba el treinta por ciento
de la población del país.
Mas triste que jueves santo. Foto de Francisco Ayerza. año 1895. Se puede observar el típico rancho pampeano |
Era
evidente el desequilibrio demográfico, el verdadero impulso vendrá dado por la
llegada del tren. De los cambios introducidos por el ferrocarril dará cuenta el
Segundo Censo Nacional de 1895, allí queda en evidencia una mayor ocupación del
territorio. Entre 1860 y 1930 se desarrolla una economía primaria exportadora,
éste período se caracterizará por la expansión de las exportaciones
agropecuarias (paralelamente está aconteciendo la llamada “fiebre del oro
blanco”), el arribo de cuantiosos contingentes migratorios y la radicación de
capitales extranjeros que transformarán en pocas décadas la estructura
económica y social del país.(1)
Plaza Once año 1867. Archivo General de la Nación |
Por
ese entonces, 1860, los principales caminos seguían siendo los que vinculaban a
Buenos Aires con Charcas y con Chile. Los caminos secundarios eran los que
enlazaban a la ciudad porteña con Rosario y los de Córdoba que unía a la
provincia mediterránea con las provincias vecinas.
“Aquí no hay caminos.” se quejaba Guillermo Rawson, Ministro del Interior. “No se puede llamar caminos a esas huellas profundas y sinuosas formadas no por el arte sino por el ir y venir de las gentes a través de las vastas llanuras, por en medio de bosques o por las cumbres de las colinas y montañas” añadía el funcionario.
A
la vera de los caminos surgirán las postas y pequeños caseríos que procurarán
alguna mejora en el tránsito de hombres y mercaderías. A
las dificultades para transportarse, ya sea por falta de rutas, por falta de
urbanización debemos agregarle la inseguridad de los caminos y la lentitud de
los vehículos. A ello debemos sumarle las dificultades que surgían en torno a
las continuas contiendas derivadas de las guerras civiles, la presencia de
malhechores, soldados desertores e indios.
Las
estancias estaban alejadas de la ciudad. Algunas estaban emplazadas en la
llamada “tierra de indios”, denominada de este modo porque allí no llegaba la
“protección” de las tropas con asiento en los fortines. Para protegerse de los
posibles ataques el casco era construido en las partes altas (casa de la
estancia, casa de los peones, galpones de herramientas y cocheras) alrededor de
él, se realizaba un foso que se llenaba de agua. El paso del foso se hacía a
través de un puente levadizo.
Corral de palo a pique. Ilustración Daniel Boh. |
Para
formar corrales se utilizaba el llamado “palo a pique”, generalmente realizados
en madera de ñandubay. Los corrales consistían en una empalizada de troncos
clavados uno al lado del otro, de modo que no quedara lugar entre ellos por el
que se pudiera escapar un animal. Hay registros de la utilización del cerco
vivo, aunque claro está, éste requería de más tiempo para su formación. Éste se
hacía con cactáceas, tunas, añapindá o ñapindá (acacia bonarensis)(2), tala
(celtis tala)
Gauchos pialando en corral de palo a pique. |
En
1845 el estanciero inglés Ricardo Newton introdujo varillas de hierro para su
huerta y jardín en su estancia “Santa María” en la localidad de Chascomus. Sin
embargo el verdadero impulsor del alambrado fue Francisco Halbrach, fundador en
1841 del Club de Residentes Extranjeros y uno de los fundadores de la actual
Bolsa de Comercio. Su estancia “Los Remedios” fue cercada enteramente en 1855
siendo su ejemplo imitado por otros hacendados.
José
Hernández en su obra Instrucción del estanciero de 1882 declara que:”La
modificación de mayor consecuencia introducida en la industria rural ha sido la
de los alambrados”
El camino de hierro
Decía
Alberti “El ferrocarril es el medio de dar vuelta al derecho, lo que la España
colonizadora colocó al revés en este continente. Ella colocó las cabezas de
nuestros Estados donde deberían estar los pies” y prosigue: “Es preciso traer
los capitales a las costas o bien llevar el litoral al interior del continente.
El ferrocarril y el telégrafo eléctrico, que son la supresión del espacio,
obran este portento mejor que todos los potentados de la tierra. El ferrocarril
innova, reforma y cambia las cosas más difíciles con decretos no asonadas.”
Lentamente
toda la provincia se irá desarrollando, se harán trazados de caminos, se
construirán los principales puertos, el ferrocarril traerá consigo el progreso,
fomentando la creación de pueblos y aparecerá un tipo mixto de transporte
integrado por la carreta, la galera, la chata de carga y el tren.
Medios de transporte
Antes
de la aparición de los grandes carros de carga conocidos como chatas, el
transporte de mercaderías era realizado a través de dos medios; la carreta, el
más grande e imponente, como los describen los viajeros de mediados de XIX “el
mastodonte de la carretería”4 y la galera que cumplía la tarea de mensajería
así como el transporte de pasajeros.
Tipos y Costumbre Criollos. Descanso y Pasatiempo. Imagen
gentileza del Dr. D. Francisco Ayerza remitida por D. Justo Solsona. Archivo General de la Nación
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Tipos y Costumbre Criollos. Descanso y Pasatiempo. Imagen gentileza del Dr. D. Francisco Ayerza remitida por D. Justo Solsona. Archivo General de la Nación |
En la estancia. Horas de solaz. Imagen gentileza del Dr. D. Francisco
Ayerza remitida por D. Justo Solsona.
Archivo General de la Nación
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La carreta
Las
dos ruedas son de dos y media varas de alto (3), puntos más o menos, cuyo centro
es de una maza gruesa de dos a tres cuartas. En el centro de ésta atraviesa un
eje de quince cuartas sobre el cual está el lecho o cajón, de la carreta. Éste
se compone de una viga que se llama pértigo, de siete y media varas de largo, a
la que acompañan otras dos de cuatro y media, y éstas, unidas con el pértigo
por cuatro varas o varejones que llaman teleras, forman el cajón, cuyo ancho es
de vara y media.
Carretas en la antigua estación Constitución año 1865. Imagen del libro "Historia del Ferrocarril Sud" de William Rögind |
Carreta de bueyes siglo XIX |
Vadeando una laguna. Imagen gentileza del Dr. D. Francisco Ayerza
remitida por D. Justo Solsona. Archivo
General de la Nación
|
Sobre
este plano lleva en cada costado seis estacas clavadas, y en cada dos va un
arco que, siendo de madera o especie de mimbre, hacen un techo ovalado. Los
costados se cubren de junco tejido, que es más fuerte que la totora que gastan
los mendocinos, y por encima, para preservarlas de aguas y soles, se cubren con
cueros de toro cosidos, y para que esta carreta camine y sirva se le pone al
extremo de aquella viga de siete y media varas un yugo de dos y media, al que
se uncen los bueyes, que regularmente llaman pertigueros.
La galera
La
galera era el medio de transporte de pasajeros más cómodo. Decir galera o
diligencia es igual en nuestro territorio. En España se trata de dos medios de
transporte bien diferenciados.
Galera que a principios de siglo XX cubría el recorrido entre Mar del Plata y Balcarce,
Foto suministrada por Lidia Chacón de Amestoy.
|
Era
un carro con ventanillas de vidrio, con suspensión y elásticos, pintado en
color amarillo o en colores chillones. En ella podía viajar entre 10 y 12
personas. Cada pasajero podía llevar consigo hasta una arroba de peso y los
víveres necesarios para comer y beber durante el viaje. Al llegar a la posta
podían encontrar aves y carne.
El
servicio de galera dependía de las llamadas mensajerías. A su llegada traía las
noticias, la correspondencia, la galleta y todo aquello que el mayoral aceptara
llevar a cambio de unos pocos pesos para aumentar su magro salario. Sus
grandes ruedas surcaban rudamente la llanura si el tiempo era lluvioso, por el
contrario si el clima estaba seco levantaban una gran nube de polvo, con la que
anunciaba desde lejos su presencia.
Galera en Lavalle, esperando el auxilio luego de una rotura de cincha. |
Cuando
no había posta o estancia dónde renovar los caballos de tiro, se movía
acompañada de una tropilla de caballos “frescos”. Los estancieros facilitaban
gratuitamente los caballos a la galera a cambio de que les llevaran su
correspondencia o encomiendas, siendo éste un gran servicio ya que era el único
medio de comunicación con que se contaba. Escribe Rögind: “La galera era una
verdadera Arca de Noé. En ella iba el estanciero rico, el gaucho pobre solo o
con su familia, el presidiario con sus grillos y los vigilantes que los
custodiaban; etc.”(4)
Si
todo transcurría normalmente la galera podría recorrer ochenta kilómetros en un
día. Refiere Rögind citando a Alfredo Ebelat y su libro La Pampa 1890. Existían
tres clases en este medio de transporte: A respecto existen innumerables
anécdotas. Una de las más simpáticas se le atribuye a Don Miguel Lugones.
Galera de Franceschi, que hacia el recorrido Miramar-Mar del
Plata. circa 1900. Foto gentileza de Luis Felipe Amadeo. Archivo Museo
Municipal Punta Hermengo
|
Al
preguntar él, por el importe del pasaje, el dueño del transporte le preguntó:
“¿Cómo quiere viajar, primera, segunda o tercera?” Algo sorprendido por la
pregunta pero sin atreverse a preguntar por la diferencia, indicó que viajaría
en segunda. Al llegar a una acequia desbordada, las ruedas traseras de la
galera se atascaron y se oyó la voz firme del mayoral decir: “Los de primera
quédense, los de segunda bájense y los de tercera a hombrear las ruedas.” Finalmente
Don Lugones comprendió el tema de las clases.
La chata
Dos
factores permitirán el desarrollo de las chatas de carga, en primer lugar el
comienzo del modelo agroexportador que requerirá del traslado de los insumos;
los primeros alambrados, las cosechas, el producto resultante de la esquila en
el caso de las ovejas. Y en segundo lugar la necesidad de que ese traslado
fuera realizado del modo más veloz posible. Ante la carreta el carro o “chata”
poseía la virtud de un mejor sostén sobre el suelo, considerando que el peso de
la carga se halla repartido sobre cuatro ruedas que lo soportan en lugar de
dos, como en el caso de la carreta. El hecho de poseer mayor estabilidad le
permitirá a la “chata” moverse más rápidamente. Las primeras será fabricadas a
mediados del siglo XIX, y entonces, los gigantes aparecerán en la llanura.
Chata "La Perezosa" que transpirtaba arena desde los médanos cercanos. Año 1910. Archivo Museo Municipal Punta Hemengo |
La
llegada del ferrocarril hará que las distancias se acorten y asimismo producirá
un desplazamiento de los medios de transporte hasta entonces vigentes, la mula,
la carreta y la diligencia. La mayor capacidad de carga de las chatas con
respecto a las carretas, así como también la mayor estabilidad de las chatas
respecto de estas al poseer cuatro ruedas provocara una lenta desaparición de
las carretas y su reemplazo por las chatas. De esta manera surge un modo de
transporte mixto integrado por el ferrocarril y los carros de carga.
Chata del Lanero del Sur. |
Según
relata Daniel Mc Cormick, en la revista de la Sociedad Rural: “En primavera y
otoño las chatas viajaban a Buenos Aires coincidiendo con la esquila. En
octubre o noviembre se llevaban las lanas (…) también los cueros o cerdas de
vaca y en algunos casos yeguarizos. De regreso traían harina, yerba, café, sal,
polenta y bebidas, ropa de trabajo o telas. Estos viajes tanto de ida como de
vuelta se hacían en quince días de marcha (de no haber mal tiempo). El segundo
viaje coincidía con la esquila de marzo-abril.”
Chata en Miramar. Año 1920 |
El
experto en carruajes, discípulo del Ing. Alberto Labiano, Luis María Loza, en
un artículo de su autoría nos cuenta: “En el año 1951, Dohme10 realiza un viaje
a los pagos bonaerenses de San Cayetano, y en esa ocasión encuentra, al costado
de los caminos, infinidad de chatas esperando ser cargadas.
Chata La Mosca Muerta propiedad de la familia Sotham - Miramar |
Él
las denomina indistintamente: chata grande, chata o carro. A su conductor lo
llama manejante o chatero, mientras que al ayudante, lo nombra peón,
caballerizo o boyero, aclarando que este último nombre era utilizado
antiguamente en las primitivas carretas tiradas por bueyes. La principal carga
de las chatas fue, sin duda, el cereal, pero entre cosecha y cosecha se las
vieron cargadas de arena, ladrillos, madera, papas, cueros y, ocasionalmente,
ganado en pie. La mayoría de los manejantes estaban al servicio de un patrón,
el carrero. Estos poseían comúnmente más de una chata y solían andar al frente
de sus vehículos a caballo o en sulky.
Por
su parte, Aguirre (5) hace una diferenciación en sus nombres, y dice que carros
eran los fabricados en el centro y sur de la provincia de Buenos Aires,
haciendo hincapié, que los mejores y de mayor tamaño se fabricaron en la zona
de Azul y Tandil. También señala que pasando General Alvear, hacia el norte,
era difícil encontrarlos, puesto que se utilizó otro vehículo llamado chata,
que no tenía laterales y cargaba solamente entre 60 y 70 bolsas y eran atadas a
seis caballos, en caminos normales.
Chata de Gutierrez Necochea 1927 |
A
los construidos en Azul, él los denominaba “carros de corte azulero”,
existiendo tres fábricas en dicha ciudad. La más importante fue la de Souvielle
y Pedestarres, también conocida como la fábrica de Yampier. Las otras dos
fueron la de Nebia y la de Viel. En la primera fábrica citada se construyó un
carro para un tal Alcorta –quien derivó su manejo a don Pedro Gotero–, que
tenía un diámetro en sus ruedas traseras de 3,15 metros y cargaba
400 bolsas de trigo.
En
Tandil, la fábrica más importante fue la de Ángel Costa, quien trabajaba junto
a sus siete hijos varones. Y él precisamente fabricó la chata más grande vista
en aquellos caminos del sur. Fue construida para Feliciano Tolosa, de Balcarce,
en el año 1927. Sus ruedas traseras, de 24 rayos, tenían 3,60 metros de altura y
llegó a transportar una carga 500 bolsas de trigo.”12
Estos
enormes carros recorrían diariamente cinco leguas. Las tareas comenzaban muy
temprano y luego de un austero desayuno se procedía a atar los caballos. La
atada solía durar una hora aproximadamente. El peso de la chata era de 3000 a 3800 kg . Y su longitud
entre 5 y 8,5 m .
según se tratara de chatas medianas o grandes respectivamente.
Chatas tiradas por bueyes |
Las
ruedas traseras llegaron a medir 3,5
m de altura, las cajas eran de lapacho y las ruedas de
quebracho colorado. El detalle de las ruedas traseras es importante puesto que
además de facilitar el desplazamiento una vez puesta en marcha, ponía a salvo
del agua su carga en los inevitables cruces de lagunas, arroyos, bañados,
cañadas, etc. muy comunes en los caminos de nuestra campaña. En cuanto a la
capacidad de carga soportaban un total de hasta 200 bolsas de entre 60 y 70 kg .
Aunque
podían soportar mayor cantidad los carreros preferían evitarlo, puesto que a
mayor peso de carga aumentaban las dificultades en cuanto a la maniobrabilidad
y la estabilidad del transporte. Las cargas estaban siempre condicionadas por
varios detalles: distancia a recorrer del campo a la estación, estado de los
caminos y en especial los pantanos; condiciones de la caballada, factores
climáticos, etc.
Emilio Garbiso con la chata "La Bienvenida" Estancia San Martin Año 1921. Archivo Municipal Punta Hermengo |
En
las chatas grandes el eje estaba mantenido en su lugar mediante un anclaje
denominado pata de gallo. En tanto que el eje delantero tenía ruedas más
pequeñas para que al manejar, pudieran pasar debajo del piso de la caja. El
tamaño de las ruedas traseras facilitaba como hemos dicho, el manejo en
terrenos difíciles. Éstas estaban aseguradas mediante fuertes cuñas que
entraban en muescas que se realizaban en el eje.
Chata con doce caballos de tiro llevando fardos |
Chata con doce caballos de tiro |
Chata preparada para realizar un viaje |
Chata utilizada para el transporte de cereal |
El manejo se hacía mediante
varas enganchadas en el balanzón que se mantenían levantadas mediante cadenas
unidas a un elástico o resorte. Sin los caballos, las varas se mantenían levantadas
mediante una cadena sujeta al pescante. Dos vigas exteriores corrían por debajo
del piso, sobresaliendo medio metro por la parte trasera, eran los limones
donde descansaba la culata bajada y en cuyos extremos llevaban argollas en las
que se ataban los caballos de reserva.
Acarreando la trilla (la cosecha), Óleo sobre lienzo, Ricardo Raúl Bossié. |
A la derecha del manejante se encontraba
la manija de freno que mediante resistentes barras permitía apretar firmemente
las zapatas. Relata Garbiso que para optimizar el freno, en las zapatas se
colocaban alpargatas que evitaban el deslizamiento y reforzaban el freno. El
manejante llevaba generalmente las riendas en la mano izquierda en tanto que en
la derecha sostenía el látigo. Éste estaba formado por un cabo, una trenza de
fino mimbre, de 1,2 m .
de largo, de donde se prendía la larga trenza de finas lonjas. A pesar de lo
que pudiera imaginarse el buen carrero utilizaba poco su látigo y trataba a los
caballos como “cristianos”. El látigo solo servía para tocar al caballo nunca
para castigar.
Chata La Pichona de Pozzo |
La atada de los caballos
Me
referiré a continuación a uno de los aspectos más importantes de la chata como
lo es la atada de los caballos, sus diferentes roles en el trabajo, y la manera
en que estos se ubicaban y se ataban ya sea al carro o se acollaraban a otro
caballo. De las varas de la chata se ataba el caballo denominado varero (a),
éste era presumiblemente el caballo más fuerte.
Tomado de Luis María Loza, quien a su vez lo toma de "La Chata Grande" de Guillermo Dohme. Ilustración de Daniel Boh |
En sus costados se ubicaban los
tronqueros (e), éstos iban enganchados de los balancines y éstos a su vez en el
balanzon de la chata, asimismo iban acollarados al varero. En unas argollas
colocadas en las puntas de las varas se sostenía el balancín del cadenero (b),
quien junto con el varero, constituían la pieza principal y de mayor
responsabilidad del conjunto. Habitualmente estos eran los caballos a los que se
manejaba. Acompañando al cadenero se ubicaban los balancineros (c) que tiran
con balancines sujetos por medio de cuartas del eje delantero.
Todos los
caballos mencionados llevaban pecheras y anteojeras, razón por la que también
se los llamaba pecheros. Los demás caballos laderos (f,g,h) marchaban sueltos,
acollarados entre sí. Llevaban un recado al cual se ataba una cuarta que se
sujetaba al lado derecho o izquierdo de la chata, según la ubicación del
caballo. Para evitar que las cuartas rozaran el piso se pasaban por un soporte
fijado en los laterales del carro. Los culateros fueron una creación argentina.
Éstos eran utilizados cuando las bajadas eran muy pronunciadas, el freno de la
chata y el varero no podían soportar todo el peso.
Entonces los culateros que
eran generalmente dos se ataban en contra de la dirección de la marcha, para
evitar accidentes. Había otro caballo con una tarea específica: el llamado de
costilla. Cuando un camino tenía una inclinación pronunciada hacia uno de los
lados, existiendo peligro de vuelco éste se ataba al llamado candelero de caja,
tirando en sentido contrario a dicha inclinación para mantener el equilibrio.
En tramos pantanosos, el número de caballos podía aumentarse cuando varios
viajaban juntos. Se prestaban los laderos entre sí, los que ataban delante de
los caballos vecinos del cadenero, tirando entonces 18 a 22 caballos.
Algunos modelos de chatas de la zona
Chata de los Hnos. Nicholson. Dionisia. 1915 |
Chata de Casimiro Medina- Balcarce. Año 1928 |
Chata de Gutierrez Necochea 1927. |
Chatas construidas en 1926 en los talleres "La Rural" de Casimiro Medina - Balcarce |
La chata de Garbiso desfilando en la Fiesta de la Tradición frente al mar. Miramar. año 1986 |
Emilio Garbiso en La Bienvenida. |
Chata La Pichona de Pozzo |
Imagen de una chata del Sr. Carlos Espinoza. |
REFERENCIAS
1. Ferrer, Aldo, La economía argentina. Las etapas de su desarrollo y perspectivas actuales (México 1963
2. Derivado de la voz guaraní Añapindá (aña= diablo, pinda=uña
3. La vara era una unidad de longitud española antigua que equivalía a 3 pies. Dado que la longitud del pie (patrón de los sistemas métricos arcaicos) variaba, la longitud de la vara oscilaba en los distintos territorios de España, entre 0,8380 metros de la vara mexicana y los 0,7704 metros de la vara aragonesa. No obstante, la más empleada era la vara castellana o vara de Burgos, de aproximadamente 83,5 centímetros, múltiplo del pie castellano de aproximadamente 27,8 centímetros
4. Rögind, William, Historia del Ferrocarril del Sud,
5. Aguirre Marcos - Manuscritos
Fuentes:
Investigación basada en el libro “Gigantes
de la llanura. Breve historia de los grandes transportes de carga” por Mariana Boh – Editorial Martin – Año 2011
Muy interesante la historia de las chatas. Poseemos una chata de bolsa de Maipú, Prov. Buenos Aires.
ResponderEliminarHabrá que hacerse el viaje a Maipú para datarla, gracias por la info!
EliminarExcelente artículo, muy ameno e instructivo. Gracias por el trabajo.
ResponderEliminarGracias y a Pablo Junco el creador de este espacio de difusión.
EliminarBuenas,
ResponderEliminarUna buena introducción a este tipo de carro. Me pregunto si habrá en existencia planos de alguna chata? Serían genial para construir una miniatura semejante a las gingantes.
Saludos cordiales...
Francisco Torres
Hola Francisco, sí hay planos y trabajos en 3d que te permiten tener una idea de las dimensiones. Hace dos años, luego de que el libro fuera presentado en Estados Unidos, recibimos fotos con una maqueta que se había realizado en Holanda. Un abrazo y gracias por el interés.
EliminarMUY INTERESANTE TODA EL TRABAJO, ESTOY CONOCIENDO SOBRE EL TEMA.UN BIS ABUELO Y SU PADRE TENIAN UNA TROPA DE CARROS A LARGA DISTANCIA EN BERNASCONI LA PAMPA EN 1900.SE LLAMABA CIRILO LOPEZ CAMELO.TRANSPORTE DE TODA CLASE DE MERCADERIAS Y PRODUCCIONES.SALUDOS CORDIALES.
ResponderEliminarHola, buenas noches, te comento que estamos restaurando " La luz del Desierto" acá en Navarro, pcia de Buenos Aires; la idea es poder atarla para desfilar el Día Nacional del Gaucho en Diciembre.
ResponderEliminarLa chata pertenece a la Municipalidad de Navarro ya que fue donada por los herederos del propietario.
Somos inteligentes del Centro Tradicionalista " Las Aromas" de la ciudad de la ciudad de Navarro y a través de un acuerdo con la Secretaria de Cultura municipal la estamos reacondicionado.
Saludos cordiales..
Hola ..no sabía de este libro sobre las chatas....en mi ciudad Azul hay una muy conservada en el parque municipal Domingo Faustino Sarmiento....
ResponderEliminarHola estoy restaurando un carro de 2,15 metros de rueda muy viejo tirado por bueyes antiguamente era de mi bisabuelo que fue de apellido Machicote el era quien tenia las chatas y trasporte desde el riachuelo puente alsinaa puerto y desembarcaban entrando al rio de laplata , tiraba con percherones y con bueyes
ResponderEliminarExcelente ojalá siempre tengamos este tipo de narrativa instructiva que a medida que uno leé va viviendo todo el relato una maravilla muy instructivo de beria ser obligatorio un tipo de libro de estas características en los colegios Ricardo
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