domingo, 22 de noviembre de 2020

JAZZ CLUB

Contrastando con lo escrito acerca de “Trenlandia” en el que hice una relación más o menos completa de los hechos, en el caso de Jazz Club, al que sin intervenir en forma directa, solo en la confección de sus murales, me vi igualmente ligado por vínculos afectivos. Por lo tanto me limitaré a narrar algunas anécdotas, rigurosamente ciertas, a través de las que podrá el lector compenetrarse de la marcha de aquel negocio. Después del fracaso de Trenlandia, la sociedad constituida para su explotación, se disolvió por completo. Uno de sus fundadores sin embargo, decidió en cumplimento a un viejo sueño, poner una “Boite”.


Jazz Club Mar del Plata. Año 1954 De izquierda a derecha: Aurelio Junco (maitre). Guido Valentinis (lavacopas), Pepete (Barmam), Orduna (amigo de la casa) Paredo "Master" (dueño) Foto de Marta Fiscella de Junco


Aquí es necesaria una aclaración. En aquel entonces (tmporada 53/54) la municipalidad tenía tres criterios de habilitación para los sitios bailables: Confitería bailable era aquella en que, de tarde y noche, generalmente con músicos en vivo, habilitaba una pista de baile y tenía que cerrar obligatoriamente a las 24 horas; las “boites” eran lugares nocturnos, con o sin espectáculo, luz reducida y podían permanecer abiertas hasta las dos de la mañana. Por último los “cabarets” se diferenciaban de las anteriores porque podían tener personal contratado para alternar con los clientes, vulgarmente llamadas “coperas” y podían permanecer abiertos hasta las cuatro de la mañana.

Por supuesto que siempre hubo licencias en estos límites y los entonces llamados “night clubs” eran una categoría ambigua entre las dos últimas y, solo por la tarde, de la primera. No existía el término “discoteca” y recién comenzaban algunos negocios, imitando el primero instalado en Punta del Este, con el nombre de “Whiskería”.


Aurelio Junco en Jazz. Imagen gentileza Vigina Marta Fiscella


Los cabarets y las “boites” tenían un público exclusivamente adulto y los adolescentes o jóvenes se sentían excluidos o directamente segregados. Además los precios no eran accesibles para ellos y tampoco la música era la que ellos preferían. Estas fueron las razones que impulsaron a su creador a instalar un lugar para gente joven, que pudiera escuchar su música y tomar una Coca Cola a precios razonables.

En realidad la Coca Cola no era fácil de conseguir por aquel entonces y se la remplazaba por una imitación de nombre “Bidú”. Pero la juventud quería emanciparse y los pioneros, especialmente en Mar del Plata en plena temporada, ya buscaban lugares donde ejercer sus primeras prácticas de seductores conociendo amigos y amigas nuevos.


Natalio Marengo Año 1953. Imagen gentileza Natalio Marengo

Motociclistas marplatenses, por la calle San Martín frente a Galerias Sacoa, década del '60. Foto: José Alberto Lago (3° desde la izq.). Imagen gentileza Lic. Angel J. Somma


Finalmente, el ex-fundador de Trenlandia decidió concretar su viejo sueño y encontró un lugar, precisamente en el mismo edificio del anterior negocio: el SACOA. El edificio tenía (tiene) departamentos y oficinas, en su frente hacia Rivadavia, la mayoría de los espacios destinados a oficinas, estaban todavía desocupados y uno, en el octavo piso pareció adecuado a sus creadores que con gran acierto eligieron el nombre “Jazz Club” y los detalles ornamentales.

Pero como las ideas necesitan siempre del odioso respaldo material, fue necesario un socio que bancara el proyecto y éste fue una persona, algo mayor que el resto, a quién apodaron “Master” y que ingresó con sus propias ideas, casi siempre opuestas al plan original. La primera de ellas fue la habilitación no como “Boite” sino como “Confitería bailable”.

Mural del Jazz Club - Año 1954. Imagen gentileza Natalio Marengo


En realidad, las dificultades surgidas de la elección del local, previsto para la instalación de oficinas y no una confitería, comenzaron antes de la inauguración. Uno de los problemas era subir la heladera comercial de cuatro puertas y 44 pies cúbicos hasta el octavo piso del SACOA. Para esto, los flamantes socios habían solicitado la intervención de varias casas de mudanza sin obtener resultados ya que algunas se negaron directamente y otras estaban económicamente fuera de las posibilidades de los propietarios. Pero esto no los desalentó y resolvieron hacerlo ellos mismos.

Un radiante día de enero del flamante año 1954, un gran camión se detuvo frente al edificio donde, desde las siete de la mañana se afanaban los forjadores de Jazz en desenredar el larguísimo aparejo de sogas prestado por una casa amiga instaladora de ascensores. Para esto se colgaban cinco voluntarios a la altura del primer piso de las sogas que estaban suspendidas en el noveno. Y al girar este curioso racimo humano, íbase desenredando lentamente el lío de cuerdas, cabos y poleas.


Calle Rivadavia en la decada del 60. Se puede ver al joven Jorge Chibana parado en las columnas de la via blanca de calle Rivadavia y los micros urbanos Nº 5 Belgrano. Imagen gentileza Jorge Chibana

Frente del edificio SACOA por calle Rivadavia


Pero subamos a la azotea y veamos, como fue resuelta la falta de una pluma para sostener el aparejo separado de la pared. Sobre el frente que da a la calle Rivadavia, se había apoyado, hacia afuera, en posición horizontal, un viejo caballete de los que sirvieron en Trenlandia para sostener la mesa de las locomotoras difuntas, y que luego se usó para pintar el cielorraso de Jazz. Este venerable caballete, distaba mucho de tener la solidez que hubiera podido tener en su lejana y casi olvidada juventud. Además estaba partido por lo que se le había agregado una quinta pata que le daba un aire de lisiado, altamente conmovedor.

Pues bien, sobre este caballete se habría de sostener todo el peso de la heladera y del aparejo de más de doscientos metros de sogas. Ambos, aparejo y caballete, se fijaron por medio de cuerdas y alambres al único sostén que se prestaba en las inmediaciones y que era la barandilla o pasamano de una escalera interna, a la que llegaban después de atravesar una ventana y una puerta en retorcida ese. Cuando se dio la orden de izar, el caballete crujió y se inclinó como asomándose para no perder detalle.

La unión de sogas y alambres cedió un poco y en las paredes que marcaban su sinuoso curso, trazó profundo surcos. Pero llegó a un límite y, por el momento, pareció detenerse. Claro está que, como prueba, solo estaban izando al racimo de voluntarios. Cuando ”Master” vió que no se les venía abajo el aparejo sepultándolos, decidió que era lo bastante fuerte para soportar una heladera y después de algunos tropiezos, se comenzó a levantarla. La gente que se había agolpado desde hora temprana viendo las maniobras, ya colmaba la calle Rivadavia dificultando el tránsito.

La heladera, gracias a la curiosa ubicación de las ataduras, iba tomando una posición oblicua que iba rompiendo los vidrios de los pisos por los que pasaba (las ventanas del edificio SACOA no tienen cortinas de enrollar ni ningún tipo de celosías). Entonces se decidió poner a dos voluntarios con sendas guías para que, desde la azotea del edificio de enfrente, la mantuvieran alejada de la pared.

La azotea de enfrente, posee tabiques bajos que la dividen en varios patios, para llegar a los que dan sobre la calle, había que escalarlos, no eran muy altos, alrededor de 1,80 m. pero cuando uno de los voluntarios fue a saltar uno de ellos, creyendo que del otro lado seguía la azotea, se enteró con espanto que daba a un aire y luz y el piso del patio estaba a más de veinte metros de profundidad. Milagrosamente pudo detenerse a tiempo quedando asido del muro lo que evitó que cometiera un torpe e involuntario suicidio. Mientras, allá en lo alto, el viejo caballete se inclinaba cada vez más, pero resistió.

Ya eran más de las doce y de cuando en cuando, se hacían pequeños descansos. En uno de ellos, los que sostenían las guías que habían arrollado a su cintura, las aflojaban hasta que la heladera quedaba apoyada al muro y las sogas hacían una gran comba a poca altura sobre la calle. De pronto una de ella amenazó engancharse en techo de un alto camión que pasaba a regular velocidad. Por un momento, pareció que uno de los guías saldría disparado como por una honda, pero gracias a que el techo del camión tenía los bordes redondeados, la cuerda se deslizó con un débil tironcillo.

Mientras, ya se había corrido la voz y una verdadera congregación habíase reunido debajo. Los vecinos que tenían balcones o ventanas a la calle, habían invitado a sus amigos y parientes a presenciar el espectáculo. Algunos hacían apuestas acerca del piso desde donde se iba a desplomar la heladera y ni los más optimistas se arriesgaban a pasar del sexto. Pero quedaron defraudados (íntimamente, a mi me sucedió lo mismo). A eso de las cinco de la tarde llegó la heladera al octavo y quedó, sin mayores averías en el salón de Jazz Club.


Palier del 8vo piso del edificio SACOA. Este era el camino hacia el Jazz Club


Sólo faltaba pasarla a la cocina por un estrecho vano que, según se midió, tenía la misma dimensión en ancho que la heladera. Pero notad que dije: la misma. Ni siquiera un centímetro más. Pero cuando los hombres han trabajado doce horas consecutivas, sin comer ni descansar, es justificable que olviden que poseen un cerebro o que éste pueda funcionar con eficiencia.

En forma democrática, por mayoría, se resolvió que la heladera tenía que pasar si se empujaba y tiraba de ella lo suficiente. Dos operarios (voluntarios por supuesto, todos lo éramos) entraron en la cocina y por medio de sogas tiraron del armatoste. El resto empujó ferozmente hasta que la heladera quedó calzada como un tapón de bebida espumante entre el salón y la cocina. Al ver que tampoco era posible hacerla retroceder, los que repentinamente veíanse emparedados sin poder salir de la cocina, comenzaron a chillar, posiblemente víctimas de la claustrofobia.

El caso es que hubo que llamar a un albañil para que picara la pared de cemento, cosa que llevó algunas horas, para poder llevar a buen fin la maniobra. Algo, sin embargo, se ganó con toda esta Odisea, y es que siempre aparecen los imprevistos factores de éxito. Hasta días más tarde no se conocía la existencia de Jazz Club, pero todos hablaban de “la boite de la heladera”. Milagro publicitario que no hubiera conseguido ni el mejor de los propagandistas.


Grupo de marineros del porta-aviones norteamericano Roosvelt festejando en el Jazz Club - Foto enviada Natalio Marengo - Año 1954


Y ya que estamos en eso, digamos también que, tras muchas deliberaciones,” Master” optó por hacer afiches murales y encargó su colocación a un amigo. Éste no vió mejor lugar que las carteleras “Triplex” , que una conocida agencia publicitaria había colocado en varias esquinas del centro, con permiso municipal, y los estampó, en una noche de bien remunerado trabajo, sobre los avisos existentes.

Por la mañana, esperaban a “Master” en Jazz, tres iracundos individuos: uno era el representante de Triplex y los otros dos sus abogados. “ Master” no tuvo más remedio que pagar la indemnización y hacer retirar todos sus afiches que sólo habían estado en exhibición desde las 4 hasta las siete de la mañana. Pero el choque entre los sueños del creador de Jazz y las ideas del “Master” tendrían que producir un duro encuentro. Mientras el primero quería que prevaleciera la música de Jazz e invitar ocasionalmente algunos músicos profesionales y otros aficionados que luego se convertirían a su vez en famosos profesionales, a que improvisaran allí “jamm sessions” y mantener el local con una iluminación escasa, el “Master” quería música popular e iluminación “a giorno”.


Algunos integrantes del Jazz Club (sin el Master) que habían ido a festejar con sus amigos del Infierno de Col. La foto se tomó en la gambuza que era bastante parecida a la de Jazz, en ella están presentes: De pie detras, Natalio Marengo y un habitué de jazz cuyo nombre no recuerdo. Paradois, de izquierda a derecha: Guido Valentinis, Petete, empuña un instrumento, José María Brindici, maitre del Infierno que luego fue actor y, ya mayor, intervino en algunas películas, siempre en papeles de viejo malo, Berceche (habitué de Jazz), Desconocido, también de Jazz. De traje, Rómulo Catelli, luego arquitecto. Sentados: Mario Zohil y Cacho Hoyuelos, ambos barmen y lavacopas del Infierno. Año 1955


Pocos días después de la inauguración, las discusiones entre “Master” y el creador del negocio hicieron crisis y este se retiró de la socidad, dejando al “Master” que siguió adelante con sus ideas. Pero, con o sin carteles, con más o menos luz, con músicos o con discos, la idea del creador del negocio, prendió fuerte en el elemento juvenil de entonces que se lanzó en masa a ese lugar, único que los recibía y donde podían tomar un refresco, escuchar su música preferida, y ser recibidos por un simpático “maitre” que los conocía por sus nombres y que, cuando el “Master” no estaba, saldría a bailar y se sentaría a beber con ellos. Claro que a los vecinos no les hacía mucha gracia, ya que en los otros cuerpos del edificio había departamentos habitados.

El propietario de uno de ellos apareció una noche, con una bata, pijama y pantuflas, a increpar al “Master” y sus secuaces. Pero se lo convidó con unas copas y se quedó charlando hasta la madrugada. A partir de allí volvía cada noche, con el mismo atuendo y se quedaba charlando con el personal en la gambuza, tomando su bebida preferida que era el cognac, por supuesto, nacional.


Ascensores de acceso por calle Rivadavia a la Galeria Sacoa


Otra cosa que molestaba a los copropietarios del edificio era el uso de los dos únicos pequeños ascensores, ya que Jazz abría sus puertas por la tarde y desde las 17 o 18 horas se formaba una cola para hacer uso de los ascensores. Y por la noche, aunque había menos vecinos, el problema eran las parejitas que al salir detenían el ascensor entre los pisos para entregarse a expansiones eróticas.


Aurelio Junco (maitre) mientras terminaba sus estudios de arquitectura


Indudablemente la elección del lugar había sido un error, pero no el rubro. Aunque Jazz Club solo duró dos temporadas, o mejor dicho una y media, porque en la segunda fue clausurado definitivamente por la Municipalidad, la semilla fructificó, la enorme popularidad que había adquirido el local hizo que otros comerciantes, ya instalados, empezaran a copiar su estilo. Por su parte, la juventud ya no se resignaba a abandonar los boliches y la gente mayor iría emigrando hacia las pocas “Boites” y Cabarets que aun quedaban.

En unos pocos años más, el proceso se completaría y el término “Night Club” se derramaría a lo largo de la avenida Constitución evolucionando luego hasta las actuales “Disco”. Si bien Jazz no fue un triunfo, tal como lo había soñado su creador, sin duda fue el pionero de un nuevo estilo y una coyuntura social hacia un cambio de hábitos para la juventud.


Galería Sacoa, fines de los años 60. Colección Registros Urbanos. Foto de Simón Uriol


Unos versos que escribí sobre Jazz en sus últimas épocas...


EL OCTAVO DEL AMOR

Una cola impresionante
está frente al ascensor
para subir -¡Dios mediante!-
al octavo del amor.

Abajo una cartelera
“Alfajores Chapaleo”
Y si abajo chapa-leo,
arriba chapa cualquiera.

El ascensor sube ya
colmado de adolescentes
y una trompeta estridente
se escucha con claridad.
Y ya en el octavo piso
los recibe el “maitre” Aurelio
con expresión de sepelio,
pero le hacen caso omiso.

Los más quedan en la entrada
y hay algún gil que se sienta
(ese seguro la cuenta
va a pagar de las coladas).

Suena un “booguie” impresionante
y una pareja de tanos,
tomándose de las manos,
tiran coces por la pista

hasta que sale el patrón
y a su voz (la voz del amo)
se eclipsan pronto los tanos,
sin pagar de la emoción.

El “maitre”, Pepete y Guido
también salen a bailar
Y el mozo ¡bruto sin par!
los persigue enfurecido.

Es que el patrón ya se ha ido
y entonces todo mejora,
la luz enceguecedora
por arte se ha diluído.

Las parejas… ¿Son parejas
o está bailando de a uno?
Bueno, el caso es que ninguno
de bailar deja una pieza.

Y todos, cosa curiosa,
se amontonan a un costado
(el del aplique apagado)
bailando en una baldoza.

¡Oh juventud respetuosa!
¡ Oh vecinos desvaríos!
¿Quién ha dicho que hacen ruido?
Quizás, alguna otra cosa…

Ni siquiera el combinado
aulla discos de jazz
pués ya no colocan más
y todo ha sido apagado.

¿Por qué crueldad indecible,
por qué torcidos destinos
dicen luego los vecinos
que “Jazz Club es imposible?

¿Cómo acusan criaturas
tan calladas y decentes?
¿Cómo pudo el Intendente
ordenarle la clausura?


Fuentes:
Textos del escritor Natalio Marengo Palacios
Edición Pablo Junco - Fotos Viejas de Mar del Plata

domingo, 8 de noviembre de 2020

JUAN CARLOS GARCIA REIG

Juan Carlos Garcia Reig (1960.1999)

Nace en 1960 en la ciudad de Mar del Plata. Su madre es la reconocida escultora marplatense Lina Reig y su padre fue el odontopediatra Juan Carlos Garcia Jansa. En 1973 egresa de la escuela primaria (Gutenberg Schule, de la Asociación Cultural de Habla Alemana). En 1976 recibe el Premio Salomón Wcipnir, Concurso Nacional de Cuentos para Adolescentes (cabe la aclaración: no escritos por adolescentes sino destinados a ellos), organizado por la Fundación Judía Argentina con el auspicio del Comité de Asesoramiento y Promoción para la Literatura Infantil y Juvenil (CAPLI). Integraron el jurado: Marcos Aguinis, Syria Poletti y Susana López dé Gomara. La entrega tuvo lugar en la II Exposición Feria Internacional El Libro, del autor al lector.

Juan Carlos Garcia Reig junto a su hermana Chelin. Decada del 60
 
Juan Carlos Garcia Reig junto a sus hermanos y su padre el odontopediatra Juan Carlos Garcia Janza en el Día del Padre. Decada del 60

Juan Carlos Garcia Reig el primer día de colegio junto a sus hermanos

Juan Carlos Garcia Reig durante una presentación en el colegio. Decada del 70

En 1978 obtiene el Tercer Premio en el Certamen Literario para Cuento Breve del XVI Concurso Anual de Estímulo a la Producción Artística y Literaria, instituido por la Dirección de Cultura de la Municipalidad del Partido de Grál. Pueyrredon. Integraron el jurado: Horacio Armani, Jorge Calvetti y Federico Peltzer. Es galardonado, junto a otros treinta escritores de toda América, en el Concurso Panamericano de Cuento Breve Jorge Luis Borges, organizado por la Fundación Givré.

En 1979 egresa del colegio secundario (Instituto Mar del Plata Day School). Integra la Antología de Cuentos Breves, editada por la Dirección de Cultura de la Municipalidad del Partido de General Pueyrredon. En 1980 cumple el servicio militar en Olavarría. Sus cuentos se publican en el Suplemento Literario del diario La Capital y en la revista Puro Cuento.

Juan Carlos Garcia Reig en el Colegio Gutemberg. Año 1973.
Juan Carlos Garcia Reig graduado en el Colegio Gutemberg. Año 1973.
 
Nota Diario La Capital del 19 de abril del año 1977

Nota del Diario La Capital del 22 de junio de 1978.

Juan Carlos y Cachi en la Rambla Bristol. Año 1978

Juan Carlos Garcia Reig conduciendo el auto de colección de su padre.
En 1978 con 18 años solamente obtiene el Tercer Premio en el Certamen Literario para Cuento Breve del XVI Concurso Anual de Estímulo a la Producción Artística y Literaria, instituido por la Dirección de Cultura de la Municipalidad del Partido de Grál. Pueyrredon. Tapa del libro "Antología de Cuentos breves" Año 1978

En 1981 reside en Buenos Aires. Realiza el Curso de Guionista desarrollado por la Facultad de Ciencias de la Educación y de la Comunicación Social de la Universidad del Salvador. Y asiste al curso Panorama de la Literatura Argentina Contemporánea, dictado por Raúl H. Castagnino, Federico Peltzer, Mirta Arlt, Juan C. Ghiano y José E. Clemente, en el Ciclo Cultural de la Librería Clásica y Moderna. Escribe el Epílogo para El Dr. Fischer de Ginebra de Graham Greerie, quien lo califica como "una excelente idea".

En 1982 asiste al curso en Ciencias y Filosofía desarrollado por la Escuela Universitaria de Teología. Publica en la revista "Aletheia" dirigida por Elio Aprile. El Fondo Nacional de las Artes le concede un préstamo destinado a la edición de "Bacará", su primer libro de cuentos.

Fiesta de graduación llendo a bailar el vals con su madre. Año 1979
Juan Carlos Garcia Reig en su fiesta de egresados. Ano 1979
Juan Carlos Garcia Reig durante el egreso del colegio secundario Instituto Mar del Plata Day School. Año 1979
 
Juan Carlos Garcia Reig durante el servicio militar obligatorio en Olavarría. Año 1980

Juan Carlos Garcia Reig durante el servicio militar obligatorio en Olavarría. Año 1980

Juan Carlos Garcia Reig durante el servicio militar obligatorio en Olavarría. Año 1980

Juan Carlos Garcia Reig durante su viaje por Europa. Decada del 80
Juan Carlos Garcia Reig durante su viaje por Europa. Decada del 80

Tapa del libro "Mar del Plata - Argentina" publicado por Manrique Zago

Tapa del libro "Mar del Plata - Argentina" publicado por Manrique Zago

En ambos libros figura diferentes aspectos sobre arte, escultura y literatura.: En uno de ellos está Juan Carlos Garcia Reig como uno de los jovenes exponentes de la cultura marplatense junto a Eros Vans, Pablo Menicucci y Washington Castro. Decada del 80.

En la descripción de Juan Carlos Garcia Reig del libro sobre Mar del Plata, se hace referencia a los galardones obtenidos por Cachi como representante del cuento breve.

Manrique Zago editó durante el período de Angel Roig dos libros enormes y magníficos sobre toda Mar del Plata. eran para promoción de la ciudad y para regalar a personajes importantes que nos visitaron. Son libros por tamaño y calidad imponentes. En ambos libros figura diferentes aspectos sobre arte, escultura y literatura.: en uno de ellos está Juan Carlos Garcia Reig como uno de los máximos exponentes de la cultura marplatense junto a Eros Vans, Pablo Menicucci y Washington Castro.

En 1983 ingresa a la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata donde estudia profesorado en Letras. Asiste al curso de actualización sobre Kafka: tres aspectos de su obra dictado por Rodolfo Modern. Gana el "Concurso Permanente para Cuento Breve" convocado por la revista Humor Registrado & Juegos. 

El Rotary Club Mar del Plata le hace entrega del Premio Juventud otorgado "a los jóvenes que se distinguen en la ciudad por sus relevantes condiciones en el campo del arte". Ediciones Corregidor publica Bacará. En 1984 coordina para el Departamento de Letras de la Facultad de Humanidades el Concurso Literario Universidad Nacional de Mar del Plata. La Sociedad Argentina de Escritores le otorga la Faja de Honor por su libro "Bacará".

Juan Carlos Garcia Reig (1960-1999)

Tapa del libro "Bacara" de Juan Carlos Garcia Reig. Ediciones Centro Cultural Corregidor

En la imagen se encuentra el actor Luís Brandoni, la Dra. Elisa Calabrese (que en esos años, dictaba Literatura Argentina en el Depto. de Letras de la Facultad de Humanidades de la UNMDP) y Juan Carlos Garcia Reig quien se encontraba muy feliz durante la presentación de su libro "Bacara".

En la imagen se encuentra el actor Luís Brandoni, la Dra. Elisa Calabrese (que en esos años, dictaba Literatura Argentina en el Depto. de Letras de la Facultad de Humanidades de la UNMDP) y Juan Carlos Garcia Reig quien se encontraba muy feliz durante la presentación de su libro "Bacara".

En la imagen se encuentra el actor Luís Brandoni, la Dra. Elisa Calabrese (que en esos años, dictaba Literatura Argentina en el Depto. de Letras de la Facultad de Humanidades de la UNMDP) y Juan Carlos Garcia Reig quien se encontraba muy feliz durante la presentación de su libro "Bacara".
Juan Carlos Garcia Reig con una de sus amigas. Decada del 80
Juan Carlos Garcia Reig con una de sus amigas. Decada del 80

Toda la familia reunida: Julián (actual ing. Sonido) Ernesto (actualmente odontólogo) Nacho (actualmente músico) Juan Carlos Garcia Reig "Cachi" (Lic en Filosofia) Chelín (actualmente odontóloga) Lina Reig y su marido Juan Carlos Jansa (odontopediatra). Foto Pupeto Mastropascua. Año 1983.
Juan Carlos Garcia Reig disfrutando de una tarde junto su perra "Negra". Es la protagonista de uno de sus cuentos llamado "Perdoname Negra"

Juan Carlos Garcia Reig junto a su madre la escultora Lina Reig durante su estadía en la sierras de Cordoba donde Lina tiene su atelier conocido como "La Tapera". Nos comenta la escultora que ese año cumplió 30 años en esa localidad, y que se había trasladado para escribir su novela "El país del diablo" pero que no lo consiguió pues no podía escribir nada fuera de su amada ciudad de Mar del Plata. Año 1990.

En 1985 gestiona y coordina para la Secretaría de Educación y Cultura de la Municipalidad del Partido de Gral. Púeyrredon, el Primer Concurso de Leyendas de Mar del Plata, e integra el jurado junto a Elio Aprile y María Adelia Diaz Rónner. 

Funda, junto a Mario Gemin y Roberto Gispert, la Editorial de Rescate Libros para Nada, íntegra el libro Colecticia Borgeisiana, junto a Carlos y Oscar Balmaceda, Luis Alberto Lecuna, Marcelo Maran, Julio Neveleff y Juan Pablo Neyret. Ingresa al Departamento de Turismo Receptivo Internacional de Dynamic Viajes donde se desempeña como recepcionista de grupos y guia de turismo.

Juan Carlos Garcia Reig navegando en uno de sus viajes
Juan Carlos Garcia Reig viajando por Chile en un tren del siglo XIX.

Juan Carlos Garcia Reig bromeando en uno de sus viajes a Chile

Juan Carlos Garcia Reig disfrutando de una tarde reparadora

Juan Carlos Garcia Reig en uno de sus viajes

Forro protector de la tapa del libro "Los días miercoles" de Juan Carlos Garcia Reig. Año 1986.

Tapa del libro "Los días miercoles" de Juan Carlos Garcia Reig. Año 1986.

En 1986 Ediciones Del Castillo publica "Los días de miércoles". Integra la Comisión Directiva de la Filial Mar del Plata de la Sociedad Argentina de Escritores. La Secretaría de Cultura de la Nación le otorga una Mención Especial en el Premio Regional de Literatura.

En 1987 Reside en Barcelona durante diez meses, donde se desempeña como Director de Arte y Redactor Creativo free-lance para varias Agencias de Publicidad. Reside temporariamente en Londres e investiga en el British Museum la documentación relativa al jesuita inglés Thomas Falkner. Toma contacto con directivos del ICA Institute of Contemporary Arts y se documenta sobre su organización.

En 1988-1989 reside en Buenos Aires, se desempeña como creativo publicitario. Realiza el Curso de especialización en redacción publicitaria desarrollado por la Asociación Argentina de Agencias de Publicidad.

Toda la familia reunida: Julián (actual ing. Sonido) Ernesto (actualmente odontólogo) Nacho (actualmente músico) Juan Carlos Garcia Reig "Cachi" (Lic en Filosofia) Chelín (actualmente odontóloga) Lina Reig y su marido Juan Carlos Jansa (odontopediatra). .

Juan Carlos Garcia Reig junto a sus padres y su hermano. Decada del 90

Juan Carlos Garcia Reig junto a Marcelo Maran. Decada del 90
Juan Carlos Garcia Reig junto a Roberto Gispert. Decada del 90

Juan Carlos Garcia Reig junto a Virginia Ceratto

Juan Carlos Garcia Reig junto a un grupo de reconocidos artistas de la ciudad. Entre ellos Oscar Elissamburu (der), Daniel Besoytorube (izq) Roberto Gispert, su cuñado y al lado Cecila Gisper, su mujer y Alejandro de Ilzarbe.

En 1990-1994 reside en La Cumbre, Córdoba. Se dedica a tareas comerciales. Estudia e investiga, en la Biblioteca Mayor de la Compañía de Jesús, el accionar de los jesuitas en la segunda mitad del siglo XVIII. Colabora con los programas de Extensión Cultural de La Casa de Manuel Mujica Lainez. Integra Nada Serio, Textos para reír con todo editado por Libros del Quirquincho, junto a Macedonio Fernández, Julio Cortázar, Oliverio Girondo, Silvina Ocampo y Jorge Luis Borges.

En 1995 se radica nuevamente en Mar del Plata. Se reincorpora al Departamento Receptivo de Dynamic Viajes. Se inscribe en la carrera de filosofía de la Facultad de Humanidades. Participa de las Jornadas Wittgenstein "Nuevas Lecturas" organizadas por el Instituto de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Integra el libro de texto Para Comunicarnos, Lengua y Literatura I, de Marta Lescano y Silvina Lombardo.

Juan Carlos Garcia Reig junto a Nino Ramella y Patricia Kumar de Ceremonial. Decada del 90

Juan Carlos Garcia Reig junto a Nino Ramella y Graciela Di Iorio. Decada del 90

En 1996 ingresa al Ente de Cultura de la Municipalidad del Partido de General Pueyrredon, como asistente en Presidencia. Realiza el curso Inducción a la Administración Municipal desarrollado por el Instituto Nacional de la Administración Publica (INAP). Gestiona la relocalización del Espacio Joven en el Pabellón Torre del Agua.

Integra el Comité Ejecutivo de la Primera Bienal de Arte Joven. Integra el jurado del Premio José María Vilches. Colabora en las comunicaciones del área de Preservación Patrimonial. Recepciona y asiste a los escritores participantes del Ciclo de Escritores de Villa Victoria. Recepciona y asiste a los miembros de la Academia Argentina de Letras. Gestiona y coordina el Premio Municipal de Literatura.

Asunción de Juan Carlos Garcia Reig como Director de la Villa Victoria. Imagen Diario La Capital

En nota del Diario La Capital, Juan Carlos Garcia Reig, Director de la Villa Victoria Ocampo explicaba que su viejo auto, un Peugeot 403 modelo 65 color azul era igual al que tenía Victoria Ocampo para pasear por la ciudad. Lo conto antes de posar para la foto con Loredana Rocca, titular la la Asoc. Amigos de la Villa Victoria y claro, con una escultura bien gauchita en la inauguración de una muestra sobre Florencia Molina Campos

Juan Carlos "Cachi" Garcia Reig, Nino Ramella y Juan Carlos Vilches en el Festival de Cine de Mar del Plata

Gestiona y coordina el programa de actividades en conmemoración de los 250 años de la Reducción del Pilar, que incluyó la edición del Catálogo de Bibliografía Jesuita, las conferencias de los padres jesuítas Osvaldo Pol y Jorge Chichizola, la creación del Archivo de Documentación Prefundacional y la sesión plenaria de la Academia Nacional de la Historia, (cabe destacar que este ciclo, de favorable impacto socio-cultural, se desarrolló a costo cero para el Ente de Cultura). 

Participa, junto al Presidente del Ente de Cultura, Niño Ramella y al Jefe de Compras, Lic. Sergio Pelinski, en el Seminario Marketing cultural y gestión de productos culturales desarrollado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana en el Centro Cultural Borges.

Juan Carlos Garcia Reig. Imagen sacada el dia 4/02/1999. Gentileza Lina Reig

Placa recordatoria del arbol ginkgo biloba plantado en homenaje a Juan Carlos Garcia Reig en Villa Victoria como recordatorio de su fallecimiento en el año 1999.
Placa recordatoria del arbol ginkgo biloba plantado en homenaje a Juan Carlos Garcia Reig en Villa Victoria como recordatorio de su fallecimiento en el año 1999.
Placa recordatoria del arbol ginkgo biloba plantado en homenaje a Juan Carlos Garcia Reig en Villa Victoria como recordatorio de su fallecimiento en el año 1999.

En 1997 asume como Jefe de Departamento a cargo interinamente de la Dirección del Museo Municipal de Arte Juan Carlos Castagnino. Lleva adelante las muestras de Leopoldo Presas y Juan Lascano. Coordina el "Encuentro de Barriletes Pintar y Volar". Integra el jurado del Premio José María Vilches. Gestiona la imposición del nombre Osvaldo Soriano al Premio Municipal de Literatura teniendo a su cargo la coordinación del mismo para la edición de ese año. No obstante. mientras desarrollaba varias ideas para el Ente de Cultura, el 6 de febrero de 1999 fallece de un ataque al corazón.

Desarrollo de su obra

Los cuentos de Juan Carlos Garcia Reig son analizados en libros de texto secundario y son utilizados como ejemplo para la enseñanza de la materia Literatura. Al día de la fecha son considerados uno de los mejores ejemplos del microrelato argentino, y son analizados en diferentes trabajos de tesina en universidades europeas tan destacadas, como la Universidad de Salamanca y la Universidad Complutense de Madrid. 

Tapa del libro. "Los dias miercoles y otros cuentos" de Juan Carlos Garcia Reig. Edición 2008. Cachi escribió cuentos fantásticos, un domicilio y un género para la escritura que, en su momento, llamaron la atención de Juan Sasturain, autor del 'Prólogo' a la primera edición de Los días de miércoles, un pequeño volumen publicado por una efímera editorial marplatense en el año 1986. Elegidos por sus antólogos y editores en virtud de su humor, de su brevedad, por su apuesta al efecto sorprendente e inesperado, por su especial manera de moverse en el género fantástico.En Los días de miércoles y otros cuentos, -ilustrado por Rep- el lector encontrará la suma de ese recorrido, aquellos dos libros, y sus textos anteriores.

Guía del Náufrago Solitario. Juan Carlos Garcia Reig. Año 1985

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En el año 2007 la Editorial La Flor vuelve a presentar en la Feria del Libro de Buenos Aires su obra “Los días de Miércoles y otros cuentos”. En la misma se pueden encontrar cuentos que alguna vez fueran publicados en el Diario La Capital.

Gustavo Bombini gestionó gracias a la confianza de Lina Reig este hermoso libro. Lina decidió que Gustavo fuera albacea de la obra. Le llevó los cuentos a Daniel Divinsky y el le dio la noticia unos meses mas tarde de que se publicaría el libro y acordaron convocar a Miguel Rep para la ilustración de tapa y las pequeñas viñetas que están en su interior. A la vez Daniel le encargo escribir el prologo de ese libro y decideron incluir también el de Juan Sasturain de la edición anterior.

En el año 2009 las autoridades municipales realizaron en la Biblioteca Publica Municipal Osvaldo Soriano un homenaje a diez años de su fallecimiento. Como recordatorio de su fallecimiento, la Secretaría de Cultura de Mar del Plata impone su nombre a una de las salas de la feria.

Tira de REP en Pagina 12 dedicada a Juan Carlos Garcia Reig. Año 1999
Homenaje a Juan Carlos Garcia Reig. Teatro Auditorium

En el año 2020 serán publicados sus cuentos en la “Feria Virtual del Libro” que desarrollará la Dirección de Cultura de la Municipalidad de General Pueyrredon. También la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) tiene como proyecto para el futuro reeditar nuevamente su obra. Como un detalle al margen cabe destacar que uno de sus cuentos “Curiosidades del reino animal” es interpretado en diferentes escuelas que aun llaman para pedir su autorización. La obra de Juan Carlos Garcia Reig es ahora más conocida que hace 20 años atrás. Y con el paso de los años no nos extrañaría que aun siga creciendo...

Recordando a “Cachi” García Reig

El periodista Nino Ramella no solamente fue su jefe sino que además fue uno de sus mejores amigos. En el año 2019 escribió una nota en el Diario La Capital titulada: “Juan Carlos García Reig, el mejor de todos” en la cual expone de manera sintética, los momentos más relevantes de la vida de Juan Carlos Garcia Reig. En aquella ocasión, y entre otros tantos recuerdos, escribiría estas líneas para recordar a su amigo:

Juan Carlos Garcia Reig junto a Nino Ramella. Decada del 90. Imagen gentileza Nino Ramella

“El tiempo lo cura todo. No es cierto. Exactamente hace hoy 20 años el absurdo nos robó a Juan Carlos García Reig y nos duele como aquel 6 de febrero de 1999. Tenía 38 años. Se murió del corazón. De qué otra cosa. Suelo jugar a adivinar qué diría hoy Cachi sobre tal persona o situación. Qué intrascendente cosa lo inspiraría para escribir lo inesperado, lo que sólo a él podría ocurrírsele. Y estoy seguro que no acertaría. En alguien que no tiene molde, no hay pistas para seguir.

Juan Carlos Garcia Reig junto a Nino Ramella y amigos. Parados: Armando Blumetti, Nino Ramella, Willy Wullich y Mabel Pasetti. Sentados: periodista Felipe Celesía, Juan Carlos Garcia Reig, Virginia Ceratto Baños y amigo. Imagen gentileza Lina Reig.

Construía universos con aquello que ninguno veíamos y que parecían creados sólo para que él los descifrara. Un detalle resultaba el principio de una catedral. También podía ser un disparo a su costado más vulnerable. Una palabra podía desgarrarlo. Teníamos que tener cuidado con eso. “A mí, sabés, no me es muy fácil andar por la vida”. Es que compartir la existencia con quienes andan en otra frecuencia no es sencillo. Ser único destierra de las convenciones. Esa alteración de la obviedad constituía en Cachi la cantera de situaciones que sus amigos atesoramos como para una antología de las anécdotas más delirantes, que luego él interpretaba con argumentos más excéntricos todavía. Si bien la ironía es producto del infrecuente encuentro entre el humor y la inteligencia, en Cachi era natural y espontánea.

Nino Ramella y Juan Carlos Garcia Reig en Los Acantilados. Imagen gentileza Nino Ramella

No conocí a alguien que, tratándolo, dejara de quererlo. Fue siempre una debilidad para sus amigos y conocidos. Una debilidad producto de su talento, pero básicamente porque todos intuíamos que había que protegerlo. Era fácil adivinar que bajo la piel de ese ser tan dotado se escondía un niño expuesto a las acechanzas que implica vivir. Dos fueron sus libros de cuentos. “Bacará” (1983) y “Los días de miércoles” (1986). Con ellos se colocó entre los escritores más reconocidos de nuestra ciudad. Sus cuentos aparecieron un varias antologías aquí y en el exterior. Era, por otra parte, muy localista. Sus historias reflejan ese escenario y los personajes de ambos libros suelen inspirarse en sus relaciones marplatenses.

Nino Ramella y Juan Carlos Garcia Reig durante una cena de amigos.Imagen gentileza Nino Ramella

No fue sólo por su aporte como escritor el reconocimiento que merece. Fue un funcionario que inspiró y concretó valiosos proyectos en el por entonces Ente de Cultura. Fue su idea recuperar el Premio Municipal de Literatura, olvidado por años, que luego llevó el nombre de Osvaldo Soriano. Se empeñó también en recordar la gesta de los jesuitas al cumplirse 250 años de haber llegado a nuestra región y se hizo con una rica programación. 

Junto al productor Marcelo Franganillo y  un grupo de alumnos del último año de Susana Gutierrez y otros profesores de la Escuela de Cerámica Rogelio Yrurtia, se encargaron de trasladar el dibujo de Borges a las dimensiones finales. No obstante, Nino Ramella como Miguel Rep destacaron el rol preponderante que tuvo el reconocido escritor Juan Carlos "Cachi" García Reig para la concreción de la obra. "Toda la gestión se la encargué a él y se puso verdaderamente el proyecto al hombro" comentó Nino Ramella.

Cuando decidimos realizar el mural de Borges que Miguel Rep regaló a la ciudad, fue él quien tuvo la responsabilidad de gestionar su concreción. Más tarde ocupó la dirección del Centro Cultural Victoria Ocampo. En esas funciones lo encontró la muerte. En ese lugar, fusilados de tristeza, a sólo cuatro días debimos celebrar el aniversario de la ciudad. Fue el cumpleaños más desgarrador que recordarse pueda. Plantamos al mes de su partida un ginkgo biloba que hoy crece robusto en Villa Victoria.

Nino Ramella Presidente del Ente de Cultura, Juan Carlos Garcia Reig, Director de la Villa Victoria y Willy Wulich Director del Teatro Colón. Decada del 90. Imagen gentileza Nino Ramella

Diez años antes de su partida Cachi escribió en el dorso de una postal: “Nino, en 1986, para tu cumpleaños, te regalé una botella con un pergamino enroscado adentro. Te hice un gran regalo. Es lo único que escribí en serio en toda mi puta vida. Desenroscalo y leelo una vez más. Pasan los años y no paro de reírme. Te quiere y te abraza. Cachi”. Lo desenrosco, lo leo y también me río: “Guía del náufrago solitario. Sobrevivientes del último naufragio del mundo. Coronados por el desvarío del tiempo. Comprendimos al fin que todo es simplemente bello. Burlamos las trampas del amor y la verdad. Para nosotros ya no hay rescate. Estamos condenados a morirnos de risa”.

Viviana Gáspari (la mujer de Pichi Benitez), Daniel Garcés (acordoneonista), Stella Maris Fortunato  y Mirta Rábano en Villa Victoria cerca del ginkgo biloba que hoy crece robusto en Villa Victoria en recuerdo de Cachi.. Año 2013. Imagen gentileza Nino Ramella.

 
Fuentes: