Lacteos El Amanecer |
La historia de sus fundadores
Esta
es una familia que tiene que ver mucho con la identidad de Mar del Plata, con
un pasado de trabajo, de dedicación e integración a la comunidad. Son
ampliamente conocidas las participaciones de los hermanos De Vega en nuestra
ciudad desde hace muchos años.
Esta
es una historia antigua que comienza en 1900 cuando Vicente De Vega llega a Mar
del Plata con muchos sueños y poco capital, como muchos de los inmigrantes que
nos antecedieron. Por supuesto él tenía cierta experiencia en tareas de campo y
a ello se dedica hasta que funda una pequeña empresa láctea llamada La Moderna,
donde comienza a trabajar con alguno de sus hijos y acompañado de su esposa Obdulia
Gutiérrez.
El ùltimo lechero que existiò en la ciudad de Mar del Plata...de la vaca a su mesa...el abuelo materno de Amalia de Vega, el Sr Fransisco Cascon Año 1935. Gentileza Amalia de Vega |
Amalia de Vega junto a su madre Maria Hortensia en el día de su comunión. |
Once
hijos tenía Vicente De Vega y esta empresa láctea -que empezó con un carro
tirado por caballos- durante muchos años entabla esa relación tan particular
entre los lecheros que repartían casa por casa este producto y en algunos casos
con la familiaridad deque los lecheros tenían la llave de cada casa y entraban
como un amigo más para dejar la leche que venía en tarros que luego volcaban en
las ollas que los vecinos dejaban.
Obdulia Gutierrez con algunos de sus hijos Juan, Soledad, Ramon, Jose, German, Teresa,Vicente, Gloria y Obdulia. |
Obdulia Gutierrez de De Vega |
20 de diciembre de 1943 Publicidad del Diario La Capital. Imagen gentileza Fredy Viaro |
Es
una de las tantas empresas que nosotros sentimos como muy nuestra, como una empresa
realmente marplatense y que más allá de su calidad como organización y del producto
que entregaban creo que lo más destacable era la laboriosidad que cada uno dedicaba
a su tarea. Se habían dividido las tareas pero es bueno reconocer la cantidad
de tamberos que tuvieron la oportunidad de colocar sus productos –algunas veces
al fiado o muy en confianza gracias al surgimiento de El Amanecer.
Obdulia Gutierrez de Vega junto a su nieta Amalia de Vega. Imagen gentileza Amalia de Vega |
Nota periodística del 20 de octubre de 1963 Diario La Capital sobre la Empresa lactea El Amanecer. Imagen gentileza Fredy Viaro |
Ellos
empezaron con una pequeña camioneta que repartía la leche en principio en
tarros pero luego en botellas que eran dejadas en cada una de las casas. Luego
compraron en San Martín y San Juan y pusieron allí su primera empresa, habían
empezado en 212 e Ituzaingó, en medio del campo en esa época. Fueron creciendo
en función del trabajo y la honestidad y pusieron en Tandil una usina, donde fabricaban
los quesos que hoy conocemos.
Amalia
De Vega comenta lo siguiente:
“… los cuatro abuelos míos fueron lecheros: Francisco
con las vacas y sus pequeñas hijas por la calle, el abuelo Vicente (paterno) en
carro...al igual q sus hijos (LA
MODERNA - LA
BUENA MEDIDA) hasta que se independizaron. Fueron, son y serán
MI ORGULLO... aunque partieron todos...”.
No se fueron quedando en una pequeña empresa sino que ahí termina la gran etapa de la modernización de la empresa en lo que hoy es la planta de Tierra del Fuego Nº 1650 entre Av. Luro y calle San Martín. Creo que ahí ellos llegan a culminar su sueño: que una pequeña empresa surgida de una pequeña camioneta y una compra a los tamberos de la zona se hubiera transformado en una empresa importante. Nunca dejaron de estar en la empresa. Siempre estuvieron con algunos de sus hijos trabajando en la empresa, ocupándose de los clientes y tamberos.
Esto
no les restó tiempo para integrarse a la comunidad, para hacerse partícipes de
la misma. Don Juan, que fue empleado ferroviario en Estación Camet funda luego
el Club Estación Camet, plenamente integrado a ese lugar, con tanta identidad y
donde tantas veces el Concejo Deliberante sesionó. A partir de ahí comienza a
hacer una tarea integrada con los lugareños; algunos de ellos también
participaron de comisiones directivas del Club Quilmes, un club tan querido por
nosotros.
O
sea que tuvieron espacio para llevar una actividad empresaria honesta –cosa que
puede mostrar a sus hijos y nietos- y mostrar asimismo cómo se puede trabajar
también en la comunidad, participando de las inquietudes de la misma. Creo que
el ejemplo de ellos debe servirnos a todos nosotros de compromiso que cuando
los objetivos están claros, cuando se trabaja con honestidad, los objetivos se
pueden lograr. Les agradezco mucho todo lo que han hecho por la ciudad, por los
marplatenses y porque sé que lo han hecho con mucho cariño y honestidad.
Los recuerdos del Sr. Juan Pelayo De
Vega:
“Les confieso que estoy un poco nervioso porque me ha
llegado una distinción que ustedes me dan a mis hermanos primero y luego a mí,
porque el que está en el medio de los tres es el mayor de los tres y siempre lo
respetamos como el mayor de los tres. A los 13 años me fui a trabajar a ganar
$25 a un tambo porque me gustaba andar a caballo, dos años después traté de ir
a las chacras pero en esos años los chacareros dejaban las papas sin sacar
porque no valía nada. Un hermano mayor-que fue como un padre, sin desmerecer a nuestro
padre que quedó con un brazo inutilizado por un vuelco en el carro de lechero-
fue acompañando a mi madre y ayudó a criarnos en una chacrita donde no hubo
plata pero nunca faltó en la mesa nada para comer. Mis padres y mis hermanos
mayores nos dieron tal ejemplo que no sé si nos lo hemos ganado, se lo debemos
a ellos y también a Dios que quisiera que esto sea también para todos los
presentes, para el país y para toda la gente que tanto necesita hoy por lo dura
que está la situación.
Carro de reparto de leche La Buena Medida en Mar del Plata. Tomas y Herminio Fernandez. Circa 1945. Fondo Historia y Memoria |
Pero en los años ’30 también la situación estaba dura, mis
hermanos contrajeron enlace, hicieron sus casas, fueron dejando y el que está
acá en el medio -que es el mayor de los tres- se fue a trabajar a una lechería
llamada “La Buena Medida”. Allí trabajó cuatro años y ahorró como para
comprarse un pequeño reparto. Yo entré en el ferrocarril porque tenía a mi
hermano mayor que había dejado el reparto y estaba en el ferrocarril. Teníamos
un cliente que cuando había huelga le llevábamos la leche para sus hijos a
caballo tapada con una bolsa. Ese señor se llamaba Jensen y nos dio trabajo
enseguida que le pedimos. Una vez que entré al ferrocarril enseguida quedé
efectivo y me nombraron en Camet pero en ese momento nuestro padre había
desaparecido, Germán se había hecho cargo de nuestra madre y del reparto y
nuestro otro hermano Angel -Pocho le decimos- salió de peoncito, peoncito que
no se malogró sino que, al contrario, fue para arriba y trabajaba fuerte para
un señor que trasportaba leche.
En Camet yo me prendía con los amigos en las
chacras porque no estaba acostumbrado a hacerme la comida y para no cocinar a
la noche iba a cenara la casa de ellos; en Camet no se trabajaba, se estaba
bien, era toda gente amiga. Me llevaron a la cooperadora del colegio pero no me
gustó mucho porque había otros que mandaban más que yo y entonces resolví
fundar el club y lo fundé como se hacía en aquel tiempo y ahora a veces
también: a dedo. Como era un muchacho joven sabía que no me iban a tener mucha confianza
y como revisores de cuentas elegí a un señor que tenía una gran casa comercial
allí en Camet y al jefe de la estación para que controlen. El señor Camet nos
autorizó a que hiciéramos la cancha provisoria en el campo de él y allí
debutamos. Se cobraba 50 centavos a los socios y aunque algunos no lo querían
pagar porque no nos tenían confianza había otros que nos tenían confianza.
Elegí los colores de Camet porque en ese entonces había llegado el señor Sola
con el cuñado Eduardo Menta y con el tema del club fuimos haciendo amistad y tomando
confianza; le puse los colores de Banfield porque sabía que el señor Sola era
de Banfield y enseguida recibí diecisiete equipos con los colores de Banfield.
En ese entonces, no sólo era el que mandaba a dedo sino que era la época de los
conservadores y el Intendente -que era conservador- al enterarse de que el club
se había fundado nos mandó dos pelotas de fútbol nuevas que tuve que ir a
buscar a Casa Muñoz. Nos hizo debutar con Vivoratá con la condición de que
teníamos que ganar el partido y lo ganamos. El Intendente González Segura y el
secretario estan en la foto de ese partido debut. También tengo que agradecer
que cuando a mi hermano mayor le tocó la conscripción el Intendente socialista
de entonces hizo las gestiones para que lo exceptuaran del servicio porque
nosotros éramos todos chicos. Más tarde, cuando estábamos haciendo el club un
vendaval nos llevó el techo y luego de un almuerzo la gente de la Intendencia
nos ofrecieron hacer la mitad del techo si la otra mitad la poníamos nosotros.
Al poco tiempo teníamos techado el club. Por eso, nosotros no hacemos
distinción de colores políticos entre los partidos sino que valoramos a las
personas y todos hemos tenido la ayuda y el acompañamiento para luchar en la vida.
Mis hermanos me invitan a trabajar con ellos; yo era el más pobre porque el que
comandaba la lechería era mi hermano menor y el que era jefe, ya tenía su
reparto y su camioneta, era Germán, que había sido empleado de “La Buena
Medida” durante cuatro años ahorrando peso a peso y sin un franco porque el
único día que no se trabajaba era el 1º de mayo. No me gustó mucho que me
llamaran porque ya me había acostumbrado a otra vida pero me dijeron “vení para
atender al público y los tarros”. Renuncio y me vengo de Camet. El día antes de
venirme viene un señor Eduardo Menta -encargado de la estancia El Casal- que
sabía que me iba y me dice “Mire, De Vega, tenemos un tambo y vamos a poner
cuatro, si ustedes necesitan la leche, es para usted”. No podía creerlo y
cuando le digo a mis hermanos lo que traía hacía de cuenta que traía los
bolsillos llenos de plata porque en ese tiempo se habían largado los campos de
Peralta Ramos, cada vez se largaban más tambos, cada vez había menos leche,
repartíamos en invierno a lo mejor tres veces por semana, vendíamos de a medio
litro, en fin, era un desastre. No me pidieron ninguna garantía (eso se lo debo
a mi actuación en el club) y mi hermano, que era el que manejaba el dinero, fue
absolutamente cumplidor y puntual con los pagos, aunque no le quedara un
centavo en el bolsillo. Entré para atender el mostrador y los tarros pero empezamos
a crecer y pasaba de lavar un tarro a otro y tenía que ir agachado porque no me
daba la cintura, entonces tuve que ir mirando otra cosa. Cuando había
licitación en los asilos viajaba a Buenos Aires y allí me contacté con una
gente que tenía una fábrica, le presté la casa para que vengan a conocernos,
nos hicimos amigos y nos mandaban leche en verano y ya venía enfriada y
pasteurizada en el mismo campo. Nos gustó e hicimos la sociedad. Como era preferible
esto que lavar tarros, me comprometí a irme a Tandil y allí estuve cuarenta
años de lucha y de suerte porque encontré gente que me ayudó. En un momento de
huelgas enormes en las fábricas de Magnasco donde tenían que tirar la leche, me
acerco a don Atilio Magnasco y le propongo que me venda la leche ya que en Mar
del Plata faltaba leche. Me dijo que sí yeso trajo una amistad que durante
diecisiete años toda la que nos sobraba a nosotros se la entregábamos a él y
toda la que precisábamos en invierno y verano la retirábamos de la fábrica como
si la fábrica fuera nuestra. Tal era la confianza que nos teníamos y me
emociono al recordarlo. Volviendo para atrás, cuando yo estaba en Camet había
quedado muy bien con este señor Menta y lo recuerdo permanentemente. Ayer, a
última hora, cuando voy a llevarle el recibo de lo que había comprado para
donarle al colegio me encuentro con una de las maestras, nieta del señor
Atilano Suárez, que fue el tesorero del club. Estando allí me entero que en ese
colegio está la hija del señor Menta, que ya falleció hace muchos años. Fue una
emoción muy grande. Por último, les deseo a todos la misma dicha aunque siempre
hay algo no tan bueno que se cruza en la vida, que todos tengan la misma suerte
en la vida que he tenido yo. Me sobran los dedos de la mano para señalar a la
gente que no fue buena conmigo. Estoy muy agradecido y hoy me superó esto
porque quisiera haber hablado mejor pero me superó porque no lo esperaba y les
quedo muy agradecido. Cada uno de nosotros estuvimos en nuestro lugar; yo me
retiré hace unos años pero tengo un hijo en Tandil que se está haciendo su
fabriquita. Me queda la esperanza de que en poco tiempo los pueda invitar a comer
aunque sea una quesada. Muchas gracias.”
Los recuerdos del Sr. Germán De Vega:
“Bueno, estoy un poco emocionado. Tendría mucho para
contar, para agradecer a la Municipalidad. Recuerdo que cuando empecé a
repartir el mayordomo –así se le llamaba- de la Municipalidad me habría la puerta
para traer la leche porque los empleados municipales tomaban la leche al son de
sus primeros trabajos. El mayordomo que me abría la puerta -que tenía una
cantidad enorme de llaves-era el padre de monseñor Plaza, que vivía en la zona
que está entre el Hogar Unzué y el Instituto Peralta Ramos, en el medio de esas
tierras despobladas donde había una casa. Yo entraba antes que los empleados.
Es muy larga la historia para contarla y sé que los señores que nos han
invitado y tenido la gentileza de traernos acá también tienen sus cosas que
hacer, por lo que no quisiera robarles el tiempo porque hoy los concejales
tienen una actividad intensa y con muchos problemas, que también había antes
pero ahora somos muchos. Recuerdo mi pasado y quiero agradecer que cuando empecé
dos firmas me ayudaron: “La Buena Medida” y “Navarro Hermanos”. Todo lo que precisábamos
en cuanto a camiones en esa difícil época de la guerra civil española y luego
la guerra que empezó en 1939 justo cuando me independicé nos fue facilitado. Ya
no quedarán clientes de los que tenía, repartía 150 litros cuando empecé
y debía recorrer todo Mar del Plata, 99 eran los clientes, 22 litros por día me
pagaban por año y había que financiarlo, de alguna manera siempre salí a flote.
Tengo el recuerdo y la alegría de saber que muchos empleados nuestros el primer
trabajo lo consiguieron en El Amanecer, allí formaron su hogar, hicieron sus
casas porque tuvimos la suerte de poder ayudarlos y se jubilaron en la empresa;
más de uno el único patrón que tuvieron fuimos nosotros. Esa es la satisfacción
que me que da de haber ayudado a todos los que pude. Recuerdo que el tío del
doctor Romanín es el que más nos exigía a nosotros el cumplimiento de la
calidad de la leche porque había que avanzar, mejorar y quería que
pasteurizáramos la leche. Él fue el que nos dio el empujón para edificaren
Tierra del Fuego y cuando terminamos allí creímos que habíamos cumplido con
todo pero no, había que seguir trabajando. Cuando Mar del Plata cumplió 100
años, en un libro que editó La Capital, nosotros pusimos un saludo para todos
nuestros clientes principalmente, sin olvidarnos de los proveedores y
productores de leche, que hoy como hace 60 años tenían dificultades para
colocar el producto pero siempre fuimos para adelante. He crecido en estos sesenta
años junto a los clientes y junto a mis hermanos, que me acompañaron siempre,
que nunca me preguntaron por qué faltaba plata hoy o algo parecido. Ellos
siempre tuvieron confianza en mí y yo en ellos; nunca pensamos en cobrar a fin
de mes, cobrábamos cuando podíamos y pagábamos lo antes posible. Tanto es así
que cuando llegó la hiperinflación de 1989/90 no le debíamos nada a nadie y a
nosotros nos debían todos: los clientes, los supermercados, etc. Ahí tuvimos un
momento duro porque al no deber nada no nos beneficiamos con nada pero sí se
favorecieron los que nos debían. Pero siempre estábamos con la conciencia
tranquila y el gusto de poder ayudar a un empleado, sea para casarse o para comprar
una casa (cuando se trataba de comprar un auto ya éramos más reacios y
exigíamos un poco porque sabíamos que era un socio más que teníamos que mantener).
Pero a todos llegamos bien y todos quedaron conformes; muchos empleados han
hecho sus casas con su trabajo y con la ayuda de El Amanecer, por qué no
decirlo, pero esa satisfacción la tenemos siempre. No quiero ser muy extenso
porque quienes nos trajeron también tienen sus obligaciones. Quiero saludar a
aquellos 99 clientes, el doctor Palá era
uno de los clientes que tenía y que cuando tenía alguna mamá que no tenía para
la leche de su criatura me recomendaba a la casa y me recibían con mucho agradecimiento
y yo iba aumentando mi reparto. Tuve muchos y muy buenos clientes y con todos
he quedado conforme. Cuando se casaba alguno, yo compraba un hervidor de acero
inoxidable y era el regalo que hacía; después cuando tuve auto cuando algún
cliente se casaba hasta lo llevaba a la iglesia y era el invitado principal.
Hay muchas cosas más para recordar pero lo dejaremos para otra oportunidad.
Vuelvo a agradecer a la Municipalidad, a los clientes, a los proveedores y a
los productores que lucharon mucho y siempre nos atendieron bien. También
quiero agradecer a los empleados, llegamos a tener 240 empleados y 10 carros de
reparto, carros que hicieron los Duhalde. Hablar de Duhalde y hablar de Quilmes
es la misma cosa. Cuando llegaron los autos, un amigo –cuya esposa se encuentra
acá- me dijo que me comprara un auto, “pero don Pepe, si yo no sé manejar” le
dije, “no importa, yo te voy a enseñar” me dijo. Con su coche particular me
enseñó a manejar mientras llegaba la última unidad que llegó a Mar del Plata antes
de empezar la guerra del ’39. Ese fue el primer gran paso que di en el avance económico.
La empresa creció mucho y nosotros también; de los 84 años que tengo, 70 los dediqué
a vender leche. Quiero saludar a la escuela Nº 13 donde todos los De Vega
estudiaron lo poco que se podía enseñar porque no había más que cuarto grado y
con eso salíamos a trabajar. Conocí maestras-madres que hacían de todo, tuve el
gusto de ser alumno de César Ibarroso, un maestro de maestros, y agradezco las
lecciones recibidas.”
Los recuerdos del Sr. José Ángel De Vega:
“Yo fui el menor y el que tuvo la suerte de reunirlos
en el lugar que lo hicimos, que fue en la lechería “Tamberos Unidos” donde yo
trabajaba. Por eso tengo que agradecerle a Mar del Plata, a los clientes, a las
amistades que nos han quedado, a los empleados que nos han ayudado. También
quiero agradecer a la Municipalidad, a la gente tan servicial que tenemos acá
con la comunidad, porque esto que han hecho es para la misma comunidad. Les
agradezco, muchas gracias y suerte para todos.”
El
Amanecer comienza su historia en el año 1939 de la mano de su fundador el Sr.
German de Vega con su primer reparto de leche. A partir del año 1962 se convierte en una SA. Inaugurando su planta
donde está actualmente en calle Tierra del Fuego 1650 de ésta ciudad dejando su
vieja planta de calle San Martín 4170. En cuanto hace al personal la empresa El
Amanecer llegó a tener una planta de empleados fija alrededor de las 180
personas que se incrementaba en un 10/% en los meses de temporada.
Origen de la Cooperativa Nuevo Amanecer
Luego la situación se fue deteriorando, llegando al año 1998 en que los dueños iniciadores venden la empresa al Sr. Florencio Aldrey quien la tuvo hasta el año 2008. En febrero de 2008 se hace cargo de la empresa el grupo Santa Bárbara quien ya estaba manejando el Frigorífico Sadowa y Elevadores en el Puerto de Mar del Plata. Con esta gestión la empresa continuó su declinación hasta el 15 de marzo de 2009 en que abandonaron la empresa dejando a la deriva a todo el personal que ese momento ascendía a 110 empleados.
Luego la situación se fue deteriorando, llegando al año 1998 en que los dueños iniciadores venden la empresa al Sr. Florencio Aldrey quien la tuvo hasta el año 2008. En febrero de 2008 se hace cargo de la empresa el grupo Santa Bárbara quien ya estaba manejando el Frigorífico Sadowa y Elevadores en el Puerto de Mar del Plata. Con esta gestión la empresa continuó su declinación hasta el 15 de marzo de 2009 en que abandonaron la empresa dejando a la deriva a todo el personal que ese momento ascendía a 110 empleados.
Instalaciones de la Cooperativa Nuevo Amanecer en la actualidad |
En octubre de 2010 se presenta el empresario representante de la firma Milita S.A. quien se hace cargo del manejo de la empresa. Con esta gestión se llego a tener 16/17 tambos que proveían para la producción de las dos plantas un promedio de 55.000 ltrs. diarios. Del total de los 110 empleados que conformaban la planta de personal solo llegaron a reingresar un total de 83 personas. Cuando se funda la cooperativa la misma estaba formada por 70 socios pues algunos de los empleados se habían considerado despedidos.
Empleados de la Coop. Nuevo Amanecer en la actualidad |
El
consejo administrativo de El Amanecer se encuentra compuesto por siete
integrante, los cuales son: Fabio José Pandiani (presidente), Roberto Vilani,
Carlos Horacio Castro, José Humberto
Miranda, Hugo Roberto Casanovas, Fernando Maximiliano Sayas, Héctor Gustavo
Ugarte y Alberto Horacio Mesas, con unanimidad de votos. La sindicatura se
integra por: Síndico titular, el señor Horacio Eduardo Torres y síndico
suplente el señor Elbio Orlando Calderón.
Instalaciones de la Cooperativa Nuevo Amanecer en la actualidad |
Instalaciones de la Cooperativa Nuevo Amanecer en la actualidad |
La organización está compuesta por 70 asociados, los cuales 15 radican en Tandil y 55 en la sede de Mar del Plata. Dicha empresa tiene como función asumir por cuenta propia, valiéndose del trabajo personal de sus asociados, las actividades inherentes a higienización y pasteurización de la leche producida en tambos, a saber:
- Industrialización, fraccionamiento, distribución y venta de leche, productos y subproductos de ella derivados, tales como: yogur en todas sus variedades, ricota, manteca, crema de leche, quesos en todas sus variedades, dulce de leche y productos derivados del mismo.
- Explotación de la industria lechera en todos sus aspectos.
- Habilitar locales especiales para la exposición y/o venta de todos sus productos;
- Fomentar el espíritu de solidaridad y ayuda mutua entre los asociados;
- Cumplir con el fin de crear una conciencia cooperativa.
Documental Cooperativa Nuevo Amanecer
Gentileza INTA Informa - INTA Balcarce
Fuentes:
Distinción
al Mérito ciudadano a los Sres. Juan Pelayo, Germán y Jose Angel De Vega en el
Honorable Concejo Deliberante. 27 de abril del 2000.-