martes, 18 de marzo de 2014

JOSE GREGORIO DE LEZAMA



Para entender como grandes terratenientes obtuvieron grandes cantidades de tierra y de que manera fueron vendiendo esa tierra, tendrianos que escribir un libro sin que sea ese nuestro proposito. Este blog ha estudiado este tema, cuando conocimos la vida de algunas de las familias mas elitistas de nuestro pais. (ver en este blog La Familia Martinez de Hoz ). Inclusive, para explicar la obtención de esa tierra, fue necesario explicar lo que significaba la "enfiteusis" (ver en este blog La Ley de Enfiteusis.) Jacinto Oddone en su clásico estudio sobre “La burguesía terrateniente argentina” publicado en 1956,  nos documenta en detalle a los “Nuevos Propietarios entre 1879 y 1928”, página 186. 

En este caso, al estudiar la vida de Gregorio Lezama, podremos entender otra variable de compra de tierras perfectamente legales, auspiciadas por gobiernos sospechados de corruptos. Veamos como se fue produciendo este hecho:

Gregorio Lezama fué un negociante aliado al poder público que se enriqueció comprando tierras que nadie quería en subastas públicas, a muy bajos precios; en la época estaba muy mal visto la compra de propiedades de los difuntos, como ejemplo citaremos las de los hermanos Reinafé (fusilados por ser hallados culpables de la muerte del caudillo riojano, Facundo Quiroga), como muchas otras más, compradas en estas circunstancias. Fue proveedor de los ejércitos de Juan Manuel de Rosas e íntimo amigo de éste, en la década de 1830 (le proveyó de armas y pertrechos durante la Batalla de los Libres del Sur, en el año 1839).


José Gregorio de Lezama


Lezama llegó a hacer negocios como comprar la tierra en 1847 de la Estancia de Laguna de los Padres en 4500 onzas oro y venderla en 30.000 onzas de oro a la Sociedad Rural Argentina de 1826 junto con otras dos estancias: La Armonía y San Julián de Vivoratá.

Según cita Leonardo Z. L. Tasca, en su libro Orígenes de Mar del Plata, 1856, don José Gregorio de Lezama llego a ser propietario de 300.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires. El 12 de marzo de 1847 compra a la familia Martínez Castro, tierras que en el actual partido de General Pueyrredón llegaban hasta la Laguna de los Padres, y a los límites del actual partido de Balcarce, llamadas de La Harmonía (era con H en un principio).

Martin de Älzaga - padre de Maria Carolina de Alzaga Perez - esposa de Jose Gregorio de Lezama-

Se casó con Maria Carolina de Álzaga Perez, descendiente del último alcalde realista de Buenos Aires (Martín de Álzaga, nacido en Aramaio, 1755 y fusilado en Buenos Aires, 1812), por lo que obtiene prestigio social y político. A la muerte de ésta, se casa con su hermana Ángela Isaura de Alzaga Perez quien al enviudar, vendió la Casona (actual Museo Histórico Nacional) y sus alrededores (Parque Lezama) a la Municipalidad de Buenos Aires por una cifra irrisoria. De su primer matrimonio tuvo un hijo llamado Máximo Lezama, quien fallece joven en circunstancias desconocidas, en un viaje a Europa. De su segundo matrimonio tienen a Isabel Lezama-Álzaga (murió en La Plata en 1921), quien a su vez, se casó con Francisco G. Silva López de Osornio (apellido materno de Juan Manuel Ortíz de Rozas López de Osornio, o alias Juan Manuel de Rosas; que también murió en La Plata en 1921) y tuvieron al Dr. veterinario-agrónomo Antonio Manuel Silva Lezama (31 de diciembre de 1887 - 1968?).

Quinta Lezama transformada en Museo historico

En 1850 compra tierras en la zona Baudrix. Las mismas, eran llamadas De Los Blandengues, porque había allí un destacamento con un sargento y ocho soldados (en el pueblo de Chascomús) para frenar la avanzada indígena que solían hacer malones hacia la llamada civilización en aquellos tiempos y atacar estancias para arrebatar ganado. En el año 1874, dona tierras para el paso del ferrocarril y para dependencia y casa de los empleados del mismo, en la zona de nuestro distrito, participando del directorio del ferrocarril del Sud, de capitales argentinos.

Fue también amigo del general Bartolomé Mitre y proveedor del estado en aquella época. Se cree que fue uno de los que pidieron la creación de nuevos partidos hacía el sur, surgiendo de la ley 422 del 25 de octubre de 1865 el antiguo partido de Biedma, en nuestro distrito. Participó de las negociaciones de la llamada Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), entre Uruguay, Brasil y Argentina, en la guerra contra el Paraguay. Tenía gran prestigio social y político, algunos autores coinciden en señalar que era un filántropo, ya que realizaba donaciones muy importantes a la beneficencia pública, como también se lo consideraba mecenas de artistas (como ejemplo citaremos su amistad y protección a José Hernández, autor del Martín Fierro, reconocida obra, entre otras).

En el año 1876, dos años después de la llegada del ferrocarril a Chascomús, pidió a la legislatura bonaerense de la época, la creación de un pueblo en esa zona, mostrando planos en el cual se preveían quintas, solares y terrenos presentando los lugares en donde se construirían futuras dependencias públicas, escuela (el predio para la escuela era el que ocupa hoy la centenaria escuela Nº 12 Francisco P. Moreno) e iglesia, los cuales serían donados al efecto.

La legislatura de la provincia de Buenos Aires pide al Consejo Deliberante de Chascomús informes de factibilidad y este se expide negativamente argumentando que geográficamente la zona presentaba bajíos y espadañas, y no presentaba caminos transitables hacía los centros urbanos de la época, (esta información está debidamente documentada en el archivo histórico de el museo de nuestro pueblo).

José Gregorio de Lezama fallece el 23 de julio de 1889, su viuda vende las tierras a una compañía inglesa. En el año 1898 las tierras son compradas por don Manuel José Cobo, fundando la Cabaña La Belén, y posteriormente Las Barrancas.

Fuente:
Quién fue José Gregorio Lezama?



La venta de tierras públicas

La creación de los Territorios Nacionales puede enmarcarse dentro del contexto político y económico de la llamada “Argentina moderna” (1880-1930). La medida constituyó una respuesta que se presumía “transitoria” pero que sin embargo se mantuvo vigente por más de setenta años y nació con la finalidad de dar una solución política a la cuestión de los espacios conquistados militarmente(1). Algunos de los llamados “Territorios Nacionales” fueron objeto de diversas disputas entre el poder central y las provincias a partir de 1862 cuando se gestó una progresiva centralización estatal en la que el gobierno nacional definió el ámbito de su incumbencia en desmedro de los derechos de algunas provincias(2). El nuevo panorama implicó a principios de la década de 1880 una reactualización de las contradicciones entre la dicotomía unitarismo-federalismo, en la que el Estado nacional albergó por un lado a estructuras descentralizadas y autónomas como las provincias y por el otro a espacios centralizados y dependientes como las gobernaciones federales (Ruffini, 2007:20).

El Estado nacional buscó priorizar el afianzamiento de su soberanía para detener disidencias y conflictos con algunas provincias díscolas que de no resolverse apuntaban a la dispersión de la soberanía en múltiples entidades independientes. En la década de 1880 tuvo lugar una serie de disposiciones que aumentaron las facultades del Poder Ejecutivo Nacional en detrimento de la autodeterminación de las provincias y modificaron significativamente las pautas de la relación existente ya que se suprimieron las milicias provinciales (1880), se aprobó la unificación monetaria (1881) y la ley de impuestos internos (1881) que concretaron la unidad bajo el proyecto hegemónico liderado por la burguesía de Buenos Aires que se alió fundamentalmente con las elites del Litoral y de la región cuyana (Ruffini, 2007:30). Esta situación permitió la puesta en marcha de un proceso modernizador que dotó al Estado de un aparato gubernativo y un sistema jurídico que aseguró las condiciones necesarias para la expansión de un esquema productivo asentado en la economía agro ganadera de la Pampa húmeda con una poderosa clase terrateniente en el poder central.

Una postura clásica de la historiografía en relación a la formación de la clase terrateniente en el interior del país, afirmaba que “en todas las provincias argentinas el origen de la burguesía es en general idéntico” (Oddone, 1967: 255). Sin embargo, el caso misionero fue particularmente diferente ya que en 1881, a raíz de la disputa, pujas y diferencias políticas entre Corrientes(3) y el Estado nacional, éste ultimo aprovechó la ocasión para crear la Gobernación de Misiones e incorporar un nuevo espacio al dominio nacional, aplicando la teoría esgrimida por un conjunto de legisladores en 1862 frente a hipotéticos conflictos entre las provincias o países vecinos (Ruffini, 2007:46).

Otra corriente clásica sostenía que la cuestión del traspaso de Misiones a la jurisdicción del gobierno nacional dio motivo a una comunicación de la provincia de Corrientes en donde ésta alegaba sus derechos sobre todo aquel territorio. La fuente principal de los recursos de esa provincia residía en “la administración de la tierra pública y el territorio de Misiones había aportado buena renta con la enajenación y la explotación de bosques y yerbales” (Cárcano, 1972:238). Sin embargo la enajenación de Misiones a la provincia de Corrientes era fundamental para dar un paso más en la consolidación de un ámbito de ejercicio pleno del Poder central por sobre las provincias ya que el Gobernador de los Territorios Nacionales era nombrado por el Poder Ejecutivo de la nación al igual que la Legislatura y el Poder Judicial y de ese modo quedaban restringidos a la elección por el primer mandatario territorial y un jurado de vecinos propietarios, los Jueces de Paz.

La interpretación propuesta por Jacinto Oddone, sostenía que la venta de las tierras de Misiones respondió más bien a un hecho fortuito y no a una negociación entre los poderes del ámbito nacional y provincial. Así, el “gobierno de Corrientes, quien el día 2 de junio de 1881, no sabiendo qué hacer con el Territorio de Misiones, resolvió venderlo […] los compradores que en número de veintinueve debían ya estar preparados para la compra […] adquirieron dos millones ciento un mil novecientos treinta y seis hectáreas (2.101. 936)”. Sin embargo, la venta que en efecto se realizó sobre mapas cuyas dimensiones eran estimativas, tenía un importante error de cálculo que sólo fue subsanado con las posteriores mensuras y de la que resultaron las dimensiones reales del Territorio en el que se halló un sobrante de 816.247 hectáreas “con gran sorpresa y a pesar […] por esa feliz circunstancia se salvaron del naufragio” (Oddone, 1967: 264-265).

Carlos Moret, Antonio Romero, Jorge Rohde, Rudecindo Roca, Luis Caronti, Serafín Galán Deheza, Manuel Mora, Augusto Spika y Celedonio Roca, 1898 Neuquén.

En los años posteriores, nuevas legislaciones de colonización y tierras intentaron enmendar las irregularidades de las ventas realizadas en 1881. Así, la ley 1552 de Derechos Posesorios del 27 de octubre de 1882, buscó reconocer en propiedad a sus ocupantes y otorgó títulos en Misiones a dos lotes, uno de 5.816 hectáreas y otro de 5.376. El 3 de diciembre de 1882 se sancionó la ley de remate público y el gobierno nacional vendió, como en los casos anteriores la tierra pública, pero limitó la adquisición a cuarenta mil hectáreas por comprador con el compromiso de colonizarlas. El artículo 1º de esa ley establecía la enajenación de todas las tierras de propiedad de la nación a licitar en remate público, no pudiéndose enajenar un área mayor de 250.000 hectáreas y estableció una base mínima de precios en los Territorios de la Pampa y la Patagonia de 0.20 centavos la hectárea, 0.30 centavos la hectárea de tierras de pastoreo para el Chaco –750 pesos fuertes la legua– (Oddone, 1967: 263-265:). En el artículo 13º de la anteriormente citada ley se declaraba al Territorio Nacional de Misiones en su totalidad como “tierras de pan llevar”(4) y se estableció que una persona o sociedad no podía comprar menos de veinticinco hectáreas ni más de cuatro lotes en la misma sección (con un tope en 400 has), siendo el precio mínimo de venta dos pesos fuertes y para el caso de Misiones, la extensión se redujo a cien hectáreas (Bartolomé, 2007:95-96).

En el año 1891, se sancionó otra ley de liquidación de tierras que eximió a los concesionarios de la legislación aprobada en 1882 de la obligación de colonizar y de toda otra cláusula, siempre que devolvieran la cuarta parte de las tierras retenidas –si estaban situadas en los Territorios del Sur o la mitad si estaban en los del norte– o bien se la dejaba toda en propiedad si la pagaban a razón de 1500 pesos por cada 2000 hectáreas. “El resultado fue sorprendente, tanto que hoy, 39 años después de sancionada la ley, la mayoría de los concesionarios ni ha devuelto las tierras ni ha pagado un solo centavo” (Oddone, 1967: 260). La visión particularmente negativa remarcaba los incumplimientos de los compromisos contraídos al momento de la adjudicación de las tierras y aseveraba que al igual que en todos los casos anteriores, “nadie colonizó, aunque los adquirentes se comprometieron a hacerlo. Unas veces con el fin de “colonizar”, otras para “poblar”, otras para “liquidar” otras para obtener dinero, otras para “premiar”, etc. El hecho es que la tierra pública en los Territorios, fue uno de los mayores escándalos conocidos” (Oddone, 1967: 265).

La federalización de Misiones era inminente para algunos dirigentes a mediados de 1881, sobre todo para quienes gobernaban la provincia de Corrientes. En ese sentido, sus dirigentes buscaron anticiparse y vendieron las tierras fiscales que debían pasar a jurisdicción nacional. La provincia poseía además, deudas heredadas de gestiones anteriores que eran del signo del partido político contrario al gobernante en el Poder Ejecutivo Nacional5.
El gobernador, Antonio B. Gallino –un autonomista apoyado por el poder nacional– adujo ante la Legislatura correntina que con la venta de las tierras fiscales, se cancelarían las obligaciones provinciales ya vencidas para compensar el déficit provocado desde 1878 que generó la deuda de la provincia, la cual estaba emitida en bonos que estaban en manos de capitalistas y terratenientes como Gregorio Lezama.

Gobernador de Corrientes - Antonio B. Gallino

La venta de las tierras fiscales se hizo en lotes de veinticinco leguas cuadradas sin mensuras reales previas y trazadas en un plano existente en el Departamento Topográfico de la Provincia de Corrientes. El precio fijado oscilaba entre 500 $ y 1500 $ la legua cuadrada a pagarse al contado o en cuotas con la obligación de mensurar las tierras adquiridas en un plazo de diez años. La casi totalidad de las operaciones de contado se pagaron con los bonos provinciales que estaban en manos de los capitalistas especuladores y de ese modo las tierras se repartieron entre 29 propietarios, muchos de los cuales eran en realidad testaferros (Queirel, 1897).
 
Julio Argentino Roca
Un reducido grupo de personas allegadas al presidente Julio Argentino Roca y al gobernador de Corrientes acapararon la mayor parte de las tierras públicas de Misiones. Sin embargo, los principales beneficiarios de esas ventas fueron José Gregorio Lezama(6) con 607.464 hectáreas, el coronel Rudecindo Roca con 265.180 hectáreas y el Gobernador Antonio B. Gallino(7) con 161.990 hectáreas. El pago de la compra se hizo con bonos provinciales y otros bonos nacionales que también estaban en poder de Gregorio Lezama, Rudecindo Roca y Antonio Gallino. 

 
Rudecindo Roca

En ese sentido podría afirmarse que Rudecindo Roca sin dudas fue uno de los exponentes más paradigmáticos de la segunda generación de la “élite local” ya que estaba por sus relaciones personales geográficamente más próximo a las élites centrales–era hermano del Presidente– y también de todo ese conjunto de hombres era el que estaba más estrechamente ligado al nacimiento de una nueva estructura burocrática local que se necesitaba crear en Misiones para que actuase como el sector administrativo local que se ocupara de los asuntos y necesidades más específicos de la población y con dependencia directa del ámbito nacional.

Campamento militar, c. 1880 - Archivo General de la Nacion

Antes de la gran subasta, el Regimiento 3º de infantería con sede en Corrientes estaba a cargo del coronel Rudecindo Roca quien en el negociado de las tierras, se valió de testaferros que en su mayoría eran militares subalternos en esa unidad bajo su mando.(8) La compra tuvo lugar unos meses antes de que su hermano –Julio Argentino Roca– que estaba en la presidencia del país lo designara Gobernador de Misiones. Con esa estrategia el poder central se hacía de un aliado incondicional en una nueva entidad política a la vez que también posibilitó a una familia proveniente de la elite metropolitana hacerse con una considerable extensión de tierras ya que la Ley de ventas vigente limitaba a veinticinco leguas cuadradas –67.000 hectáreas– la extensión que una persona individual podía adquirir.

Por su parte, José Gregorio Lezama, al igual que Antonio Gallino, también se valieron de testaferros, quienes luego cedieron sus derechos. Los títulos eran transferibles y por esa razón muchos de los prestanombres hicieron el traspaso de sus papeles al día siguiente. La mayor parte de las tierras adquiridas por Gallino fueron transferidas en venta unos meses más tarde a Gregorio Lezama; quien era un poderoso hacendado que ya se había enriquecido con anterioridad comprando tierras en subastas públicas a muy bajos precios para luego revenderlas.(9)

Las tierras compradas por Gregorio Lezama(10) en Misiones fueron vendidas en 1885 al Banco Nacional con opción de recompra y al año siguiente traspasadas en su totalidad a un consorcio constituido por Domingo Ayarragaray, Emilio Reus, Álvaro Istueta y Martín Errecaborde como socio gerente (véase mapa en anexo nº 3). Esta sociedad perduró hasta el año 1907, cuando fue disuelta la razón social que los aglutinaba y algunos ex socios optaron por vender sus tierras a terceros mientras que otros decidieron permanecer en posesión de las mismas (Costas, 1907:10).

Martin de Errecaborde

En el año 1888, Martín Errecaborde compró en forma definitiva a José Gregorio Lezama 607.500 hectáreas, declarando que la compra “la efectuaba para la sociedad accidental, que había formado con los señores Ayarragaray, Istueta y Reus”. Luego como consecuencia de que la mayoría transfirió sus derechos a terceros y la sociedad perdió su personería, se paralizaron sus operaciones y obligaron a salvar las dificultades originadas mediante una transacción con los cesionarios; el expediente de venta de estas tierras se tramitó en el Juzgado Federal a cargo del Dr. Ferrer y la Secretaría del Dr. Guiñazú que fue promovido por el Banco Nacional en Liquidación bajo una cláusula que prescribía que la tierra comprada en sociedad debía ser vendida, para distribuir lo recaudado en proporción al quantum del derecho reconocido a los coparticipes de la sociedad ya que “la venta resuelta, es un acto impuesto por la necesidad jurídica de liquidar una sociedad que se ha declarado disuelta por vía judicial”(Costas, 1907:11).

Esas circunstancias jurídicas y la situación de no habérsele objetado los trámites judiciales de mensura y amojonamiento facilitaron el acceso a los títulos de propiedad de esas tierras, las cuales pronto estaban en condiciones para realizar la transacción. Para las mismas se designó “al copropietario, que debe otorgar las escrituras de transferencia al dominio, para facilitar la realización inmediata de los actos reclamados por los contratos de compra y venta”. Las 243 leguas kilométricas –607.500 hectáreas– estaban divididas en tres fracciones desligadas unas de otras; la primera tenía una superficie de 270.000 hectáreas, la segunda fracción contaba con la misma extensión, mientras que la tercera abarcaba un área de 67.500 hectáreas (Costas, 1907:12).

En cuanto a las tierras de Rudecindo Roca en el Territorio Nacional de Misiones, éstas sumaban en su totalidad más de medio millón de hectáreas pero la mayoría de ellas fueron vendidas antes de finalizar el siglo XIX y las restantes por su esposa Teodósia Lencisa que enviudó en 1903 y por sus sucesores. Cuando contrajeron matrimonio la primera dama tenía la edad de 26 años mientras que su marido era un hombre ya cincuentenario que como gobernador(11) entre 1881 y 1891 recogió varias denuncias por abusos y defraudación al Estado, las que fueron elevadas ante el Ministerio del Interior en una causa iniciada el 12 de marzo de 1889 por un vecino de Santa Ana que lo acusaba junto a su secretario José Reyes, el Juez de Paz de Santa Ana, el Sargento de policía de esa localidad en la creación de cargos para funcionarios a los que nunca se les efectivizó el sueldo –porque no existían–, la construcción con dinero público y venta al Estado de la casa de gobierno, el uso de los transportes públicos con fines particulares y el robo de ganado perpetrado por sus funcionarios y luego hallado en sus estancias.

Los autores de la denuncia eran dos periodistas vinculados al partido liberal mitrista de Corrientes y expusieron públicamente a Rudecindo Roca y Antonio Gallino, ambos autonomistas. Suponían que la gran mayoría de la población misionera conocía la forma en que éstos "se han repartido el pedazo de tierra más rico que tiene la República Argentina” y buscaban alcanzar a la opinión pública nacional. Sin embargo, no mencionaban nada sobre José Gregorio Lezama, el principal beneficiario de esas ventas –fallecido en 1889– y Martín Errecaborde, que adquirió las tierras del anterior y preferían acusar con dureza a los primeros a Rudecindo Roca y Antonio Gallino porque de ese modo desprestigiaban al partido que ambos representaban.

Al respecto afirmaban, “en caso que algunos creyesen exagerado cuanto asevero, no tienen más que pedir en el Departamento de Ingenieros Nacionales de esta capital o en la mesa topográfica de Corrientes, el plano general de Misiones”(12). Los denunciantes expusieron la estrategia de la cual se valieron los compradores para sortear los impedimentos legales para acaparar la mayor cantidad posible de tierras. Aquellos testaferros eran “los nombres de los jefes y oficiales de la guarnición interventora, al mando del entonces coronel Rudecindo Roca, como solicitante de 25 leguas; a estos agréguesele algunos parientes de éste y los de Gallino” y también “la mayor parte de los empleados que formaban parte de esa administración provincial y se convencerán de cuanto se ha dicho” (Romero y Cortés, 1890:2).

Las maniobras esgrimidas durante la gran venta de las tierras fiscales de Misiones también quedaron reflejadas tiempo después en las notas de los viajeros, quienes señalaban a los acontecimientos ocurridos en ese momento como “el año funesto” (Queirel, 1897) ya que la gran propiedad obstaculizó la fundación de colonias con inmigrantes y contribuía a mantener el Territorio despoblado y señalaban que “en esta parte de Misiones [actual Puerto Piray] es muy difícil que pueda haber progreso, por las grandes extensiones de campo que poseen algunos pocos propietarios [Martín Errecaborde por entonces era el propietario de esa zona] lo único que se hace, es una explotación salvaje de las yerbas y maderas sin sembrar una cuarta de tierra” (Ambrosetti, 1892: 96).


REFERENCIAS

 1 El 22 de diciembre de 1881 fue creado por decreto del Poder Ejecutivo Nacional el Territorio Nacional de Misiones, separándoselo de la provincia de Corrientes y asignándosele una capital en la población de “Ciudad San Martín”. La provincialización fue concretada en el año 1953 durante el gobierno peronista.
2 En el caso de Corrientes, realizó tempranamente acciones de ocupación y legislación sobre el espacio misionero que legitimaban sus pretensiones territoriales. 
3 El gobernador de Corrientes Miguel Goyena apoyó abiertamente la revuelta de Carlos Tejedor, Gobernador de Buenos Aires, quien se resistía a la federalización de la ciudad porteña y se levantó en Armas contra el gobierno del Presidente Julio Argentino Roca. 
4 Se denominaban con ese nombre a las tierras aptas para la agricultura (Oddone, 1967: 263-265). 
5 El gobierno correntino de tinte liberal mitrista apoyó en el levantamiento de 1880 a Carlos Tejedor que se oponía tajantemente a la unión de su provincia a la Confederación. Al ser derrotado, los gobernantes correntinos fueron reemplazados desde Buenos Aires por Antonio B. Gallino, afín al nuevo gobierno nacional.
6 José Gregorio Lezama fue proveedor de víveres y demás menesteres del ejército argentino durante la Guerra de la Triple Alianza, mientras operaba en territorio nacional. Cuando el ejército aliado se instaló en territorio paraguayo, la logística estuvo a cargo de la compañía Lezíca y Lanús que contaba en la localidad correntina de Paso de la Patria con grandes instalaciones para el acopio de provisiones (Véase: Larguía, 2006 y Freaza, 2009). Muchas de las tierras de Gregorio Lezama fueron mensuradas por el agrimensor Juan Queirel y sus anotaciones personales fueron publicadas luego en la obra Misiones de 1897.
7 Al inicio de su mandato como Gobernador había comprado fusiles remington a Gregorio Lezama, con el beneplácito del Presidente Julio A. Roca 
8 Los militares subalternos del Coronel Rudecindo Roca eran los siguientes: Teniente Coronel Ruperto Fuentes, Sargento Mayor Lino Andrade, Capitán Miguel Malarín, Teniente Coronel Dionisio Álvarez, Ayudante Mayor Manuel Herrera y el civil Eladio Guesalaga, luego secretario privado del Gobernador Rudecindo Roca y jefe de la policía del Territorio Nacional (Larguía, 2006: 109).
9 En otros tiempos, Gregorio Lezama fue proveedor de los ejércitos de Juan Manuel de Rosas –etapa en la que llegó a ser propietario de aproximadamente 300.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires–; también fue efímero banquero del General Urquiza y más tarde, financista de determinadas operaciones del General Mitre –como el desembarco en Uruguay del General Flores– y proveedor en la Guerra de la Triple Alianza.
10 José Gregorio de Lezama nació en Salta en 1802, como negociante siempre buscó ser aliado del Poder Político de turno. En 1866, firmó el acta constitutiva de la Sociedad Rural Argentina. Su fortuna se consolidó aún más gracias a que el General Mitre le asignó el rentable papel de proveedor principal del Ejército de la Triple Alianza. Falleció el 23 de julio de 1889 y su viuda vendió muchas de sus tierras a una compañía inglesa y otro tanto a Martin Errecaborde Léstar (Véase en: Tasca, 1856; también Chávez, 1985). 
11 Rudecindo Roca, durante su gestión buscó priorizar la organización política y administrativa y logró trasladar la capital a Posadas mediante un canje en el que el antiguo pueblo jesuítico de San Carlos y una porción de territorio circundante pasaron a jurisdicción correntina.
12 La denuncia circuló en forma de folleto el último año que Rudecindo Roca ejerció el cargo de Gobernador, quien más tiempo permanecía ausente y quedaba a cargo de esa dependencia su secretario de gobierno. Tal vez por esas circunstancias los denunciantes expusieron con mayor crudeza la estrategia del traspaso de los derechos de sus testaferros:“pasaron esos terrenos más tarde al dominio de Roca y Gallino en su mayor parte, se puede ver por los traspasos de venta a favor de éstos, sin contar que muchos de esos solicitantes o fingidos propietarios, traspasaron sus derechos directamente a un tercer comprador y mientras Gallino y Roca embolsaban el importe de esas ventas sin ningún escrúpulo”, incluso sugerían que el destino incierto de la vida de algunos que se resistieron a ceder los mismos estuvo en juego: “los solicitantes que figuraban en los títulos, apenas recibían en recompensa algunas promesas para mejorar su posición, que la mayor parte de las veces no fueron cumplidas, como sucedió con el que en vida se llamara Manuel Herrera, solicitante de 20 leguas, cuya muerte y traspaso, aún quedan en el misterio” (Romero y Cortés, 1890:2).  

Fuente:
"El nacimiento de una burocracia y elite local en el territorio nacional de Misiones a fines del siglo XIX" - La creación del Territorio Nacional de Misiones y la venta de tierras públicas. Por Alcaráz, Alberto Daniel - UNaM-CONICET

 
Parque Lezama
El Parque Lezama

El Parque Lezama está entre las calles Defensa, Brasil, Av. Paseo Colón y Av. Martín García, San Telmo. En la época de la colonia se lo conocía como "La punta de doña Catalina" y en otra época como "Laquinta de los ingleses" que se inauguró en noviembre del 1917. 



Comienza en el bar Británico, luego por la Iglesia Ortodoxa Rusa, Loba Romana, Anfiteatro, Fuente Du Val D´Osne, Mirador, monumento a la Cordialidad Internacional, Museo Histórico Nacional, la Feria Artesanal, Templete con distintas esculturas y finaliza en El Cruceiro. En la casona se instaló desde 1897 el Museo Histórico Nacional. Es el más antiguo de la ciudad y, con 80.000 metros cuadrados, también es uno de los más grandes. En el reparto de tierras en 1583 realizado por su fundador Juan de Garay, estos terrenos fueron adjudicados al Capitán Alonso de Vera.

Reseña histórica

Fue creado sobre una de las barrancas naturales de la ciudad. El lugar era conocido como la Quinta de los ingleses, por sus dueños originarios. En 1700 se instaló una barraca perteneciente a la Compañía de Guinea, dedicada al tráfico de esclavos negros. Algunos historiadores sostienen que en ellas fue establecido el primer asentamiento que tuvo Buenos Aires, en 1536, por Don Pedro de Mendoza. El origen del parque fue la quinta de Horne, de propiedad de Carlos Ridgely Horne, norteamericano nacido en Baltimore en 1801, casado con una argentina, hermana del general Lavalle. Este había llegado a Buenos Aires en 1830. La quinta que adquirió conocida como "la cuesta de Horne" estaba al lado de la quinta del Almirante Brown. En 1907 la vendió a 900 mil pesos al salteño Gregorio Lezama casado con doña Ángela de Álzaga en segundas nupcias.

La barranca era a fines del siglo XVIII propiedad de Manuel Gallego y Valcárcel, secretario del Virrey Pedro Melo de Portugal quien es el quele vende en plena Subasta a Daniel Mackinlay. El inglés Daniel Mackinlay nace en Londres en 1772. Su mujer era Ana Lindo, había nacido en Jamaica en 1782 siendo hija de un aristócrata español. Mackinlay, quien la había adquirido la casona de 42 habitaciones en una subasta pública instaló su quinta y levantó la casa, sobre la barranca y frente al río. Sobre el edificio flameaba la bandera inglesa, por ese motivo la gente se acostumbró a llamarla "La quinta de los ingleses".

Daniel Mackinlay era herrero y fallece luego de habitar la quinta 14 años en1826. Veinte años después de la muerte de su consorte en 1845, su viuda vendió la casona a Carlos Ridgely Horne, quien amplió la residencia adquiriendo terrenos vecinos.  Ana Lindo se refugia en Inglaterra. Horne anexó varios terrenos e hizo construir una nueva mansión sobre la calle Defensa que fue la más lujosa de Buenos Aires.  Horne fue expulsado después de Caseros por la buena relación con Rosas y en 1857 la propiedad fue confiscada después de la caída de Rosas y Horne se instala en Montevideo. La casona fue escenario de combates, entre las fuerzas porteñas y el coronel Hilario Lagos.

A principios de este siglo en 1857 la quinta fue comprada por Gregorio de Lezama para instalar su casa de veraneo. Su esposa María Carolina de Álzaga, amante de las plantas exóticas, hizo traer colecciones de ejemplares de todas partes del mundo que aún algunas se conservan. Ella era hija de Félix de Álzaga. Lezama con su esposa tuvieron un solo hijo Máximo que fallece en París a los 27 años. Ellos vivieron 17 años en la casona. Fallecida su primera esposa Lezama se casa en segundas nupcias con su cuñada Ángela de Álzaga. Ella fue quien sobrevivió a su esposo. Más tarde, el lugar fue adquirido por la Municipalidad de Buenos Aires y transformado en parque.

Lezama también anexa un terreno vecino extendiendo la propiedad hasta la calle Brasil. Contrató en Europa un especialista en el trazado de parques Varekee, y consiguió poseer el parque privado más hermoso de Buenos Aires. Eran famosas las magnolias que cubrían canteros bordeados de Arrayanes. Amplió y mejoró la mansión de dos pisos rematados por un alto mirador, los salones de la residencia fueron decorados por el artista uruguayo León Pellejó.

Museo Historico Nacional - Parque Lezama

Cuando Gregorio fallece su viuda lo cedió a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires en 1894 por una suma irrisoria, a condición de que fuera un parque público y llevara el nombre de su marido. Desde 1897 funciona en la mansión el Museo Histórico Nacional (Defensa 1600) que se conserva allí una reliquia de valor incalculable: El estandarte real (que era el símbolo de poder del rey) que regaló al Cabildo porteño el capitán don Hernando de Vargas en 1605 (año de la gran epidemia de viruela en Buenos Aires que deja la ciudad desprovista de sirvientes y mano de obra). Don Hernando de Vargas fue el primer contador de Buenos Aires designado por el rey y enemigo personal de Hernandarias.


Fuentes:
Extraido del sitio: “Arcón de Buenos Aires”
Quién fue José Gregorio Lezama?
"El nacimiento de una burocracia y elite local en el territorio nacional de Misiones a fines del siglo XIX" - La creación del Territorio Nacional de Misiones y la venta de tierras públicas. Por Alcaráz, Alberto Daniel - UNaM-CONICET

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