Para entender como grandes terratenientes obtuvieron grandes cantidades de tierra y de que manera fueron vendiendo esa tierra, tendrianos que escribir un libro sin que sea ese nuestro proposito. Este blog ha estudiado este tema, cuando conocimos la vida de algunas de las familias mas elitistas de nuestro pais. (ver en este blog La Familia Martinez de Hoz ). Inclusive, para explicar la obtención de esa tierra, fue necesario explicar lo que significaba la "enfiteusis" (ver en este blog La Ley de Enfiteusis.) Jacinto Oddone en su clásico estudio sobre “La
burguesía terrateniente argentina” publicado en 1956, nos documenta en detalle a los “Nuevos Propietarios entre 1879 y 1928”, página 186.
En este caso, al estudiar la vida de Gregorio Lezama, podremos entender otra variable de compra de tierras perfectamente legales, auspiciadas por gobiernos sospechados de corruptos. Veamos como se fue produciendo este hecho:
Gregorio Lezama fué un negociante
aliado al poder público que se enriqueció comprando tierras que nadie quería en
subastas públicas, a muy bajos precios; en la época estaba muy mal visto la
compra de propiedades de los difuntos, como ejemplo citaremos las de los
hermanos Reinafé (fusilados por ser hallados culpables de la muerte del
caudillo riojano, Facundo Quiroga), como muchas otras más, compradas en estas
circunstancias. Fue proveedor de los ejércitos de Juan Manuel de Rosas e íntimo
amigo de éste, en la década de 1830 (le proveyó de armas y pertrechos durante
la Batalla de los Libres del Sur, en el año 1839).
José Gregorio de Lezama |
Lezama
llegó a hacer negocios como comprar la tierra en 1847 de la Estancia de Laguna
de los Padres en 4500
onzas oro y venderla en 30.000 onzas de oro a
la Sociedad Rural Argentina de 1826 junto con otras dos estancias: La Armonía y
San Julián de Vivoratá.
Según
cita Leonardo Z. L. Tasca, en su libro Orígenes de Mar del Plata, 1856, don
José Gregorio de Lezama llego a ser propietario de 300.000 hectáreas
en la provincia de Buenos Aires. El 12 de marzo de 1847 compra a la familia
Martínez Castro, tierras que en el actual partido de General Pueyrredón
llegaban hasta la Laguna de los Padres, y a los límites del actual partido de
Balcarce, llamadas de La Harmonía (era con H en un principio).
Martin de Älzaga - padre de Maria Carolina de Alzaga Perez - esposa de Jose Gregorio de Lezama- |
Se
casó con Maria Carolina de Álzaga Perez, descendiente del último alcalde realista de Buenos
Aires (Martín de Álzaga, nacido en Aramaio, 1755 y fusilado en Buenos Aires,
1812), por lo que obtiene prestigio social y político. A la muerte de ésta, se
casa con su hermana Ángela Isaura de Alzaga Perez quien al enviudar, vendió la Casona
(actual Museo Histórico Nacional) y sus alrededores (Parque Lezama) a la
Municipalidad de Buenos Aires por una cifra irrisoria. De su primer matrimonio
tuvo un hijo llamado Máximo Lezama, quien fallece joven en circunstancias
desconocidas, en un viaje a Europa. De su segundo matrimonio tienen a Isabel
Lezama-Álzaga (murió en La Plata en 1921), quien a su vez, se casó con
Francisco G. Silva López de Osornio (apellido materno de Juan Manuel Ortíz de
Rozas López de Osornio, o alias Juan Manuel de Rosas; que también murió en La
Plata en 1921) y tuvieron al Dr. veterinario-agrónomo Antonio Manuel Silva
Lezama (31 de diciembre de 1887 - 1968?).
Quinta Lezama transformada en Museo historico |
En
1850 compra tierras en la zona Baudrix. Las mismas, eran llamadas De Los
Blandengues, porque había allí un destacamento con un sargento y ocho soldados
(en el pueblo de Chascomús) para frenar la avanzada indígena que solían hacer
malones hacia la llamada civilización en aquellos tiempos y atacar estancias
para arrebatar ganado. En
el año 1874, dona tierras para el paso del ferrocarril y para dependencia y
casa de los empleados del mismo, en la zona de nuestro distrito, participando
del directorio del ferrocarril del Sud, de capitales argentinos.
Fue
también amigo del general Bartolomé Mitre y proveedor del estado en aquella
época. Se cree que fue uno de los que pidieron la creación de nuevos partidos
hacía el sur, surgiendo de la ley 422 del 25 de octubre de 1865 el antiguo partido
de Biedma, en nuestro distrito. Participó
de las negociaciones de la llamada Guerra de la Triple Alianza (1865-1870),
entre Uruguay, Brasil y Argentina, en la guerra contra el Paraguay. Tenía gran
prestigio social y político, algunos autores coinciden en señalar que era un
filántropo, ya que realizaba donaciones muy importantes a la beneficencia
pública, como también se lo consideraba mecenas de artistas (como ejemplo
citaremos su amistad y protección a José Hernández, autor del Martín Fierro,
reconocida obra, entre otras).
En
el año 1876, dos años después de la llegada del ferrocarril a Chascomús,
pidió a la legislatura bonaerense de la época, la creación de un pueblo en
esa zona, mostrando planos en el cual se preveían quintas, solares y terrenos
presentando los lugares en donde se construirían futuras dependencias públicas,
escuela (el predio para la escuela era el que ocupa hoy la centenaria escuela
Nº 12 Francisco P. Moreno) e iglesia, los cuales serían donados al efecto.
La
legislatura de la provincia de Buenos Aires pide al Consejo Deliberante de
Chascomús informes de factibilidad y este se expide negativamente argumentando
que geográficamente la zona presentaba bajíos y espadañas, y no presentaba
caminos transitables hacía los centros urbanos de la época, (esta información
está debidamente documentada en el archivo histórico de el museo de nuestro
pueblo).
José
Gregorio de Lezama fallece el 23 de julio de 1889, su viuda vende las tierras a
una compañía inglesa. En el año 1898 las tierras son compradas por don Manuel
José Cobo, fundando la Cabaña La Belén, y posteriormente Las Barrancas.
Fuente:
Quién fue José Gregorio Lezama?
La
creación de los Territorios Nacionales puede enmarcarse dentro del contexto
político y económico de la llamada “Argentina moderna” (1880-1930). La medida
constituyó una respuesta que se presumía “transitoria” pero que sin embargo se
mantuvo vigente por más de setenta años y nació con la finalidad de dar una
solución política a la cuestión de los espacios conquistados militarmente(1). Algunos
de los llamados “Territorios Nacionales” fueron objeto de diversas disputas
entre el poder central y las provincias a partir de 1862 cuando se gestó una
progresiva centralización estatal en la que el gobierno nacional definió el
ámbito de su incumbencia en desmedro de los derechos de algunas provincias(2). El
nuevo panorama implicó a principios de la década de 1880 una reactualización de
las contradicciones entre la dicotomía unitarismo-federalismo, en la que el
Estado nacional albergó por un lado a estructuras descentralizadas y autónomas
como las provincias y por el otro a espacios centralizados y dependientes como
las gobernaciones federales (Ruffini, 2007:20).
El
Estado nacional buscó priorizar el afianzamiento de su soberanía para detener
disidencias y conflictos con algunas provincias díscolas que de no resolverse
apuntaban a la dispersión de la soberanía en múltiples entidades
independientes. En la década de 1880 tuvo lugar una serie de disposiciones que
aumentaron las facultades del Poder Ejecutivo Nacional en detrimento de la
autodeterminación de las provincias y modificaron significativamente las pautas
de la relación existente ya que se suprimieron las milicias provinciales
(1880), se aprobó la unificación monetaria (1881) y la ley de impuestos
internos (1881) que concretaron la unidad bajo el proyecto hegemónico liderado
por la burguesía de Buenos Aires que se alió fundamentalmente con las elites
del Litoral y de la región cuyana (Ruffini, 2007:30). Esta situación permitió
la puesta en marcha de un proceso modernizador que dotó al Estado de un aparato
gubernativo y un sistema jurídico que aseguró las condiciones necesarias para
la expansión de un esquema productivo asentado en la economía agro ganadera de
la Pampa húmeda con una poderosa clase terrateniente en el poder central.
Una
postura clásica de la historiografía en relación a la formación de la clase
terrateniente en el interior del país, afirmaba que “en todas las provincias
argentinas el origen de la burguesía es en general idéntico” (Oddone, 1967:
255). Sin embargo, el caso misionero fue particularmente diferente ya que en 1881, a raíz de la disputa,
pujas y diferencias políticas entre Corrientes(3) y el Estado nacional, éste
ultimo aprovechó la ocasión para crear la Gobernación de Misiones e incorporar
un nuevo espacio al dominio nacional, aplicando la teoría esgrimida por un
conjunto de legisladores en 1862 frente a hipotéticos conflictos entre las
provincias o países vecinos (Ruffini, 2007:46).
Otra
corriente clásica sostenía que la cuestión del traspaso de Misiones a la
jurisdicción del gobierno nacional dio motivo a una comunicación de la
provincia de Corrientes en donde ésta alegaba sus derechos sobre todo aquel
territorio. La fuente principal de los recursos de esa provincia residía en “la
administración de la tierra pública y el territorio de Misiones había aportado
buena renta con la enajenación y la explotación de bosques y yerbales” (Cárcano,
1972:238). Sin embargo la enajenación de Misiones a la provincia de Corrientes
era fundamental para dar un paso más en la consolidación de un ámbito de
ejercicio pleno del Poder central por sobre las provincias ya que el Gobernador
de los Territorios Nacionales era nombrado por el Poder Ejecutivo de la nación
al igual que la Legislatura y el Poder Judicial y de ese modo quedaban
restringidos a la elección por el primer mandatario territorial y un jurado de
vecinos propietarios, los Jueces de Paz.
La
interpretación propuesta por Jacinto Oddone, sostenía que la venta de las
tierras de Misiones respondió más bien a un hecho fortuito y no a una
negociación entre los poderes del ámbito nacional y provincial. Así, el “gobierno
de Corrientes, quien el día 2 de junio de 1881, no sabiendo qué hacer con el
Territorio de Misiones, resolvió venderlo […] los compradores que en número de
veintinueve debían ya estar preparados para la compra […] adquirieron dos
millones ciento un mil novecientos treinta y seis hectáreas (2.101. 936)”.
Sin embargo, la venta que en efecto se realizó sobre mapas cuyas dimensiones
eran estimativas, tenía un importante error de cálculo que sólo fue subsanado
con las posteriores mensuras y de la que resultaron las dimensiones reales del
Territorio en el que se halló un sobrante de 816.247 hectáreas
“con gran sorpresa y a pesar […] por esa feliz circunstancia se salvaron del
naufragio” (Oddone, 1967: 264-265).
Carlos Moret, Antonio Romero, Jorge Rohde, Rudecindo Roca, Luis Caronti, Serafín Galán Deheza, Manuel Mora, Augusto Spika y Celedonio Roca, 1898 Neuquén. |
En
los años posteriores, nuevas legislaciones de colonización y tierras intentaron
enmendar las irregularidades de las ventas realizadas en 1881. Así, la ley 1552
de Derechos Posesorios del 27 de octubre de 1882, buscó reconocer en propiedad
a sus ocupantes y otorgó títulos en Misiones a dos lotes, uno de 5.816 hectáreas y
otro de 5.376. El 3 de diciembre de 1882 se sancionó la ley de remate público y
el gobierno nacional vendió, como en los casos anteriores la tierra pública,
pero limitó la adquisición a cuarenta mil hectáreas por comprador con el
compromiso de colonizarlas. El artículo 1º de esa ley establecía la enajenación
de todas las tierras de propiedad de la nación a licitar en remate público, no
pudiéndose enajenar un área mayor de 250.000 hectáreas
y estableció una base mínima de precios en los Territorios de la Pampa y la
Patagonia de 0.20 centavos la hectárea, 0.30 centavos la hectárea de tierras de
pastoreo para el Chaco –750 pesos fuertes la legua– (Oddone, 1967: 263-265:).
En el artículo 13º de la anteriormente citada ley se declaraba al Territorio
Nacional de Misiones en su totalidad como “tierras de pan llevar”(4) y se
estableció que una persona o sociedad no podía comprar menos de veinticinco
hectáreas ni más de cuatro lotes en la misma sección (con un tope en 400 has),
siendo el precio mínimo de venta dos pesos fuertes y para el caso de Misiones,
la extensión se redujo a cien hectáreas (Bartolomé, 2007:95-96).
En
el año 1891, se sancionó otra ley de liquidación de tierras que eximió a los
concesionarios de la legislación aprobada en 1882 de la obligación de colonizar
y de toda otra cláusula, siempre que devolvieran la cuarta parte de las tierras
retenidas –si estaban situadas en los Territorios del Sur o la mitad si estaban
en los del norte– o bien se la dejaba toda en propiedad si la pagaban a razón
de 1500 pesos por cada 2000
hectáreas. “El resultado fue sorprendente, tanto que
hoy, 39 años después de sancionada la ley, la mayoría de los concesionarios ni
ha devuelto las tierras ni ha pagado un solo centavo” (Oddone, 1967: 260).
La visión particularmente negativa remarcaba los incumplimientos de los
compromisos contraídos al momento de la adjudicación de las tierras y aseveraba
que al igual que en todos los casos anteriores, “nadie colonizó, aunque los
adquirentes se comprometieron a hacerlo. Unas veces con el fin de “colonizar”,
otras para “poblar”, otras para “liquidar” otras para obtener dinero, otras
para “premiar”, etc. El hecho es que la tierra pública en los Territorios, fue
uno de los mayores escándalos conocidos” (Oddone, 1967: 265).
La
federalización de Misiones era inminente para algunos dirigentes a mediados de
1881, sobre todo para quienes gobernaban la provincia de Corrientes. En ese
sentido, sus dirigentes buscaron anticiparse y vendieron las tierras fiscales
que debían pasar a jurisdicción nacional. La provincia poseía además, deudas
heredadas de gestiones anteriores que eran del signo del partido político
contrario al gobernante en el Poder Ejecutivo Nacional5.
El
gobernador, Antonio B. Gallino –un autonomista apoyado por el poder nacional–
adujo ante la Legislatura correntina que con la venta de las tierras fiscales,
se cancelarían las obligaciones provinciales ya vencidas para compensar el
déficit provocado desde 1878 que generó la deuda de la provincia, la cual
estaba emitida en bonos que estaban en manos de capitalistas y terratenientes
como Gregorio Lezama.
Gobernador de Corrientes - Antonio B. Gallino |
La
venta de las tierras fiscales se hizo en lotes de veinticinco leguas cuadradas
sin mensuras reales previas y trazadas en un plano existente en el Departamento
Topográfico de la Provincia de Corrientes. El precio fijado oscilaba entre 500
$ y 1500 $ la legua cuadrada a pagarse al contado o en cuotas con la obligación
de mensurar las tierras adquiridas en un plazo de diez años. La casi totalidad
de las operaciones de contado se pagaron con los bonos provinciales que estaban
en manos de los capitalistas especuladores y de ese modo las tierras se
repartieron entre 29 propietarios, muchos de los cuales eran en realidad
testaferros (Queirel, 1897).
Un
reducido grupo de personas allegadas al presidente Julio Argentino Roca y al gobernador de Corrientes acapararon la mayor parte de las tierras públicas de
Misiones. Sin embargo, los principales beneficiarios de esas ventas fueron José
Gregorio Lezama(6) con 607.464
hectáreas, el coronel Rudecindo Roca con 265.180 hectáreas
y el Gobernador Antonio B. Gallino(7) con 161.990 hectáreas.
El pago de la compra se hizo con bonos provinciales y otros bonos nacionales
que también estaban en poder de Gregorio Lezama, Rudecindo Roca y Antonio
Gallino.
En ese sentido podría afirmarse que Rudecindo Roca sin dudas fue uno
de los exponentes más paradigmáticos de la segunda generación de la “élite
local” ya que estaba por sus relaciones personales geográficamente más próximo
a las élites centrales–era hermano del Presidente– y también de todo ese
conjunto de hombres era el que estaba más estrechamente ligado al nacimiento de
una nueva estructura burocrática local que se necesitaba crear en Misiones para
que actuase como el sector administrativo local que se ocupara de los asuntos y
necesidades más específicos de la población y con dependencia directa del
ámbito nacional.
Antes
de la gran subasta, el Regimiento 3º de infantería con sede en Corrientes
estaba a cargo del coronel Rudecindo Roca quien en el negociado de las tierras,
se valió de testaferros que en su mayoría eran militares subalternos en esa
unidad bajo su mando.(8) La compra tuvo lugar unos meses antes de que su hermano
–Julio Argentino Roca– que estaba en la presidencia del país lo designara
Gobernador de Misiones. Con esa estrategia el poder central se hacía de un
aliado incondicional en una nueva entidad política a la vez que también
posibilitó a una familia proveniente de la elite metropolitana hacerse con una
considerable extensión de tierras ya que la Ley de ventas vigente limitaba a
veinticinco leguas cuadradas –67.000 hectáreas– la extensión que una persona
individual podía adquirir.
Por
su parte, José Gregorio Lezama, al igual que Antonio Gallino, también se
valieron de testaferros, quienes luego cedieron sus derechos. Los títulos eran
transferibles y por esa razón muchos de los prestanombres hicieron el traspaso
de sus papeles al día siguiente. La mayor parte de las tierras adquiridas por
Gallino fueron transferidas en venta unos meses más tarde a Gregorio Lezama;
quien era un poderoso hacendado que ya se había enriquecido con anterioridad
comprando tierras en subastas públicas a muy bajos precios para luego
revenderlas.(9)
Las
tierras compradas por Gregorio Lezama(10) en Misiones fueron vendidas en 1885 al Banco
Nacional con opción de recompra y al año siguiente traspasadas en su totalidad
a un consorcio constituido por Domingo Ayarragaray, Emilio Reus, Álvaro Istueta
y Martín Errecaborde como socio gerente (véase mapa en anexo nº 3). Esta
sociedad perduró hasta el año 1907, cuando fue disuelta la razón social que los
aglutinaba y algunos ex socios optaron por vender sus tierras a terceros
mientras que otros decidieron permanecer en posesión de las mismas (Costas,
1907:10).
Martin de Errecaborde |
En
el año 1888, Martín Errecaborde compró en forma definitiva a José Gregorio
Lezama 607.500
hectáreas, declarando que la compra “la efectuaba
para la sociedad accidental, que había formado con los señores Ayarragaray,
Istueta y Reus”. Luego como consecuencia de que la mayoría transfirió sus
derechos a terceros y la sociedad perdió su personería, se paralizaron sus
operaciones y obligaron a salvar las dificultades originadas mediante una
transacción con los cesionarios; el expediente de venta de estas tierras se
tramitó en el Juzgado Federal a cargo del Dr. Ferrer y la Secretaría del Dr.
Guiñazú que fue promovido por el Banco Nacional en Liquidación bajo una
cláusula que prescribía que la tierra comprada en sociedad debía ser vendida,
para distribuir lo recaudado en proporción al quantum del derecho reconocido a
los coparticipes de la sociedad ya que “la venta resuelta, es un acto
impuesto por la necesidad jurídica de liquidar una sociedad que se ha declarado
disuelta por vía judicial”(Costas, 1907:11).
Esas
circunstancias jurídicas y la situación de no habérsele objetado los trámites
judiciales de mensura y amojonamiento facilitaron el acceso a los títulos de
propiedad de esas tierras, las cuales pronto estaban en condiciones para
realizar la transacción. Para las mismas se designó “al copropietario, que
debe otorgar las escrituras de transferencia al dominio, para facilitar la
realización inmediata de los actos reclamados por los contratos de compra y
venta”. Las 243 leguas kilométricas –607.500 hectáreas– estaban divididas
en tres fracciones desligadas unas de otras; la primera tenía una superficie de
270.000 hectáreas,
la segunda fracción contaba con la misma extensión, mientras que la tercera
abarcaba un área de 67.500
hectáreas (Costas, 1907:12).
En
cuanto a las tierras de Rudecindo Roca en el Territorio Nacional de Misiones,
éstas sumaban en su totalidad más de medio millón de hectáreas pero la mayoría
de ellas fueron vendidas antes de finalizar el siglo XIX y las restantes por su
esposa Teodósia Lencisa que enviudó en 1903 y por sus sucesores. Cuando
contrajeron matrimonio la primera dama tenía la edad de 26 años mientras que su
marido era un hombre ya cincuentenario que como gobernador(11) entre 1881 y 1891
recogió varias denuncias por abusos y defraudación al Estado, las que fueron
elevadas ante el Ministerio del Interior en una causa iniciada el 12 de marzo
de 1889 por un vecino de Santa Ana que lo acusaba junto a su secretario José
Reyes, el Juez de Paz de Santa Ana, el Sargento de policía de esa localidad en
la creación de cargos para funcionarios a los que nunca se les efectivizó el
sueldo –porque no existían–, la construcción con dinero público y venta al
Estado de la casa de gobierno, el uso de los transportes públicos con fines
particulares y el robo de ganado perpetrado por sus funcionarios y luego
hallado en sus estancias.
Los
autores de la denuncia eran dos periodistas vinculados al partido liberal
mitrista de Corrientes y expusieron públicamente a Rudecindo Roca y Antonio
Gallino, ambos autonomistas. Suponían que la gran mayoría de la población
misionera conocía la forma en que éstos "se han repartido el pedazo de
tierra más rico que tiene la República Argentina” y buscaban alcanzar a la
opinión pública nacional. Sin embargo, no mencionaban nada sobre José Gregorio
Lezama, el principal beneficiario de esas ventas –fallecido en 1889– y Martín
Errecaborde, que adquirió las tierras del anterior y preferían acusar con
dureza a los primeros a Rudecindo Roca y Antonio Gallino porque de ese modo
desprestigiaban al partido que ambos representaban.
Al
respecto afirmaban, “en caso que algunos creyesen exagerado cuanto asevero,
no tienen más que pedir en el Departamento de Ingenieros Nacionales de esta
capital o en la mesa topográfica de Corrientes, el plano general de Misiones”(12).
Los denunciantes expusieron la estrategia de la cual se valieron los
compradores para sortear los impedimentos legales para acaparar la mayor
cantidad posible de tierras. Aquellos testaferros eran “los nombres de los
jefes y oficiales de la guarnición interventora, al mando del entonces coronel
Rudecindo Roca, como solicitante de 25 leguas; a estos agréguesele algunos
parientes de éste y los de Gallino” y también “la mayor parte de los
empleados que formaban parte de esa administración provincial y se convencerán
de cuanto se ha dicho” (Romero y Cortés, 1890:2).
Las
maniobras esgrimidas durante la gran venta de las tierras fiscales de Misiones
también quedaron reflejadas tiempo después en las notas de los viajeros,
quienes señalaban a los acontecimientos ocurridos en ese momento como “el
año funesto” (Queirel, 1897) ya que la gran propiedad obstaculizó la
fundación de colonias con inmigrantes y contribuía a mantener el Territorio
despoblado y señalaban que “en esta parte de Misiones [actual Puerto
Piray] es muy difícil que pueda haber progreso, por las grandes extensiones
de campo que poseen algunos pocos propietarios [Martín Errecaborde por
entonces era el propietario de esa zona] lo único que se hace, es una
explotación salvaje de las yerbas y maderas sin sembrar una cuarta de tierra” (Ambrosetti,
1892: 96).
REFERENCIAS
1 El 22 de diciembre
de 1881 fue creado por decreto del Poder Ejecutivo Nacional el Territorio
Nacional de Misiones, separándoselo de la provincia de Corrientes y
asignándosele una capital en la población de “Ciudad San Martín”. La
provincialización fue concretada en el año 1953 durante el gobierno peronista.
2 En el caso de Corrientes, realizó tempranamente acciones
de ocupación y legislación sobre el espacio misionero que legitimaban sus
pretensiones territoriales.
3 El gobernador de Corrientes Miguel Goyena apoyó
abiertamente la revuelta de Carlos Tejedor, Gobernador de Buenos Aires, quien
se resistía a la federalización de la ciudad porteña y se levantó en Armas
contra el gobierno del Presidente Julio Argentino Roca.
4 Se denominaban con ese nombre a las tierras aptas para la
agricultura (Oddone, 1967: 263-265).
5 El gobierno correntino de tinte liberal mitrista apoyó en
el levantamiento de 1880 a
Carlos Tejedor que se oponía tajantemente a la unión de su provincia a la
Confederación. Al ser derrotado, los gobernantes correntinos fueron
reemplazados desde Buenos Aires por Antonio B. Gallino, afín al nuevo gobierno
nacional.
6 José Gregorio Lezama fue proveedor de víveres y demás
menesteres del ejército argentino durante la Guerra de la Triple Alianza,
mientras operaba en territorio nacional. Cuando el ejército aliado se instaló
en territorio paraguayo, la logística estuvo a cargo de la compañía Lezíca y
Lanús que contaba en la localidad correntina de Paso de la Patria con grandes
instalaciones para el acopio de provisiones (Véase: Larguía, 2006 y Freaza,
2009). Muchas de las tierras de Gregorio Lezama fueron mensuradas por el
agrimensor Juan Queirel y sus anotaciones personales fueron publicadas luego en
la obra Misiones de 1897.
7 Al inicio de su mandato como Gobernador había comprado fusiles
remington a Gregorio Lezama, con el beneplácito del Presidente Julio A.
Roca
8 Los militares subalternos del Coronel Rudecindo Roca eran
los siguientes: Teniente Coronel Ruperto Fuentes, Sargento Mayor Lino Andrade,
Capitán Miguel Malarín, Teniente Coronel Dionisio Álvarez, Ayudante Mayor
Manuel Herrera y el civil Eladio Guesalaga, luego secretario privado del
Gobernador Rudecindo Roca y jefe de la policía del Territorio Nacional
(Larguía, 2006: 109).
9 En otros tiempos, Gregorio Lezama fue proveedor de los
ejércitos de Juan Manuel de Rosas –etapa en la que llegó a ser propietario de
aproximadamente 300.000
hectáreas en la provincia de Buenos Aires–; también fue
efímero banquero del General Urquiza y más tarde, financista de determinadas
operaciones del General Mitre –como el desembarco en Uruguay del General
Flores– y proveedor en la Guerra de la Triple Alianza.
10 José Gregorio de Lezama nació en Salta en 1802, como
negociante siempre buscó ser aliado del Poder Político de turno. En 1866, firmó
el acta constitutiva de la Sociedad Rural Argentina. Su fortuna se consolidó
aún más gracias a que el General Mitre le asignó el rentable papel de proveedor
principal del Ejército de la Triple Alianza. Falleció el 23 de julio de 1889 y
su viuda vendió muchas de sus tierras a una compañía inglesa y otro tanto a
Martin Errecaborde Léstar (Véase en: Tasca, 1856; también Chávez, 1985).
11 Rudecindo Roca, durante su gestión buscó priorizar la
organización política y administrativa y logró trasladar la capital a Posadas
mediante un canje en el que el antiguo pueblo jesuítico de San Carlos y una
porción de territorio circundante pasaron a jurisdicción correntina.
12 La denuncia circuló en forma de folleto el último año que
Rudecindo Roca ejerció el cargo de Gobernador, quien más tiempo permanecía
ausente y quedaba a cargo de esa dependencia su secretario de gobierno. Tal vez
por esas circunstancias los denunciantes expusieron con mayor crudeza la
estrategia del traspaso de los derechos de sus testaferros:“pasaron esos
terrenos más tarde al dominio de Roca y Gallino en su mayor parte, se puede ver
por los traspasos de venta a favor de éstos, sin contar que muchos de esos
solicitantes o fingidos propietarios, traspasaron sus derechos directamente a
un tercer comprador y mientras Gallino y Roca embolsaban el importe de esas
ventas sin ningún escrúpulo”, incluso sugerían que el destino incierto de
la vida de algunos que se resistieron a ceder los mismos estuvo en juego: “los
solicitantes que figuraban en los títulos, apenas recibían en recompensa
algunas promesas para mejorar su posición, que la mayor parte de las veces no
fueron cumplidas, como sucedió con el que en vida se llamara Manuel Herrera,
solicitante de 20 leguas, cuya muerte y traspaso, aún quedan en el misterio” (Romero
y Cortés, 1890:2).
Fuente:
"El nacimiento de una burocracia y elite local en el territorio nacional de Misiones a fines del siglo XIX" - La creación del
Territorio Nacional de Misiones y la venta de tierras públicas. Por Alcaráz,
Alberto Daniel - UNaM-CONICET
El Parque Lezama
El
Parque Lezama está entre las calles Defensa, Brasil, Av. Paseo Colón y Av.
Martín García, San Telmo. En la época de la colonia se lo conocía como "La
punta de doña Catalina" y en otra época como "Laquinta de los
ingleses" que se inauguró en noviembre del 1917.
Comienza en el bar
Británico, luego por la Iglesia Ortodoxa Rusa, Loba Romana, Anfiteatro, Fuente
Du Val D´Osne, Mirador, monumento a la Cordialidad Internacional, Museo
Histórico Nacional, la Feria Artesanal, Templete con distintas esculturas y
finaliza en El Cruceiro. En la casona se instaló desde 1897 el Museo Histórico
Nacional. Es el más antiguo de la ciudad y, con 80.000 metros
cuadrados, también es uno de los más grandes. En el
reparto de tierras en 1583 realizado por su fundador Juan de Garay, estos
terrenos fueron adjudicados al Capitán Alonso de Vera.
Reseña histórica
Fue
creado sobre una de las barrancas naturales de la ciudad. El lugar era conocido
como la Quinta de los ingleses, por sus dueños originarios. En 1700 se instaló
una barraca perteneciente a la Compañía de Guinea, dedicada al tráfico de
esclavos negros. Algunos historiadores sostienen que en ellas fue establecido
el primer asentamiento que tuvo Buenos Aires, en 1536, por Don Pedro de
Mendoza. El
origen del parque fue la quinta de Horne, de propiedad de Carlos Ridgely Horne,
norteamericano nacido en Baltimore en 1801, casado con una argentina, hermana
del general Lavalle. Este había llegado a Buenos Aires en 1830. La quinta que
adquirió conocida como "la cuesta de Horne" estaba al lado de la
quinta del Almirante Brown. En 1907 la vendió a 900 mil pesos al salteño
Gregorio Lezama casado con doña Ángela de Álzaga en segundas nupcias.
La
barranca era a fines del siglo XVIII propiedad de Manuel Gallego y Valcárcel,
secretario del Virrey Pedro Melo de Portugal quien es el quele vende en plena
Subasta a Daniel Mackinlay. El inglés Daniel Mackinlay nace en Londres en 1772.
Su mujer era Ana Lindo, había nacido en Jamaica en 1782 siendo hija de un
aristócrata español. Mackinlay, quien la había adquirido la casona de 42
habitaciones en una subasta pública instaló su quinta y levantó la casa, sobre
la barranca y frente al río. Sobre el edificio flameaba la bandera inglesa, por
ese motivo la gente se acostumbró a llamarla "La quinta de los
ingleses".
Daniel
Mackinlay era herrero y fallece luego de habitar la quinta 14 años en1826.
Veinte años después de la muerte de su consorte en 1845, su viuda vendió la
casona a Carlos Ridgely Horne, quien amplió la residencia adquiriendo terrenos
vecinos. Ana Lindo se refugia en
Inglaterra. Horne anexó varios terrenos e hizo construir una nueva mansión
sobre la calle Defensa que fue la más lujosa de Buenos Aires. Horne fue expulsado después de Caseros por la
buena relación con Rosas y en 1857 la propiedad fue confiscada después de la
caída de Rosas y Horne se instala en Montevideo. La casona fue escenario de
combates, entre las fuerzas porteñas y el coronel Hilario Lagos.
A
principios de este siglo en 1857 la quinta fue comprada por Gregorio de Lezama
para instalar su casa de veraneo. Su esposa María Carolina de Álzaga, amante de
las plantas exóticas, hizo traer colecciones de ejemplares de todas partes del
mundo que aún algunas se conservan. Ella era hija de Félix de Álzaga. Lezama
con su esposa tuvieron un solo hijo Máximo que fallece en París a los 27 años.
Ellos vivieron 17 años en la casona. Fallecida su primera esposa Lezama se casa
en segundas nupcias con su cuñada Ángela de Álzaga. Ella fue quien sobrevivió a
su esposo. Más tarde, el lugar fue adquirido por la Municipalidad de Buenos
Aires y transformado en parque.
Lezama
también anexa un terreno vecino extendiendo la propiedad hasta la calle Brasil.
Contrató en Europa un especialista en el trazado de parques Varekee, y
consiguió poseer el parque privado más hermoso de Buenos Aires. Eran famosas
las magnolias que cubrían canteros bordeados de Arrayanes. Amplió y mejoró la
mansión de dos pisos rematados por un alto mirador, los salones de la residencia
fueron decorados por el artista uruguayo León Pellejó.
Museo Historico Nacional - Parque Lezama |
Cuando
Gregorio fallece su viuda lo cedió a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires en 1894 por una suma irrisoria, a condición de que fuera un parque
público y llevara el nombre de su marido. Desde 1897 funciona en la mansión el
Museo Histórico Nacional (Defensa 1600) que se conserva allí una reliquia de
valor incalculable: El estandarte real (que era el símbolo de poder del rey) que
regaló al Cabildo porteño el capitán don Hernando de Vargas en 1605 (año de la
gran epidemia de viruela en Buenos Aires que deja la ciudad desprovista de
sirvientes y mano de obra). Don Hernando de Vargas fue el primer contador de
Buenos Aires designado por el rey y enemigo personal de Hernandarias.
Fuentes:
Extraido
del sitio: “Arcón de Buenos Aires”
Quién fue José Gregorio Lezama?
"El nacimiento de una burocracia y elite local en el territorio nacional de Misiones a fines del siglo XIX" - La creación del
Territorio Nacional de Misiones y la venta de tierras públicas. Por Alcaráz,
Alberto Daniel - UNaM-CONICET
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