YANKETRUZ O IANKÜ-TRUR (CHURRETE
CAÍDO).
Sindicado
pehuenche y ubicado en el siglo XVIII río Salado arriba, sería padre de
Yanketruz el viejo, o el jefe ranquel.
Habría heredado en 1787 el cacicazgo en el sur de la provincia de Buenos Aires,
a la muerte del cacique Negro, o Chanül, Chanel, Chanal o Chanil, quien puede
haber sido su padre, tío o hermano mayor.
Cacique Yanquetruz. Imagen Canal Encuentro |
En cuanto al cacique Negro, Francisco de Viedma (designado como Comisario Superintendente de los Establecimientos del Río Negro, al mando de las obras de construcción del Fuerte y ordenando diversas expediciones de reconocimiento de las zonas aledañas a él) lo identifica en un primer momento como jefe de los “pampas”. Con este grupo las relaciones fueron menos tensas y vale recordar que aún antes de la partida de la expedición hacia las costas patagónicas, este cacique ofrecía su ayuda a la misma en Buenos Aires (de la Piedra [5-12-1778]), aunque el Virrey lo identificaba como un “cacique principal de los Teguelchús” (Vértiz [3-12-1778]). La gente del cacique Negro había participado de malones sobre Buenos Aires o llegaban habitualmente hasta sus cercanías para comerciar o proveerse de algún recurso natural, es decir: eran territorios muy frecuentemente transitados por ellos.
El
nombre de esta familia de célebres caciques sería mapuche, a pesar de su
estirpe tehuelche según investigaciones del Dr. Rodolfo Casamiquela, que glosó
en un enjundioso libro todo el linaje de los Yanquetruz. Bajo la forma de
Llancathrur –según Cuadrado Hernández- en idioma mapuche, “deriva de llanca,
piedrecillas cobrizas, de color verde-azulejo horadadas, muy estimadas por los
mapuche para pagas y adornos, las que mezcladas con cuentas de vidrio se llaman
chaquiras, perlas, joyas, y thrur, que significa hermoso, precioso, sin
defecto, con la acepción también de cosa igual, ajustada, compuesta.
De
manera que Llancathrur o Llanquetruz se traduciría por: piedrecita preciosa o
igual a las piedrecitas, o piedrecita perfecta. Por su parte, llanca, es antecedentes
de apellidos y es el tótem de muchas estirpes araucanas. Yanquetruz muere en 1788.
JOSÉ MARÍA YANQUETRUZ -EL VIEJO-
Yanquetruz,
padre de Cheuqueta o Yanquetruz, fue el cacique mayor de los ranqueles en las
primeras décadas del siglo XIX, célebre por sus malones a la frontera Norte y
por su oposición a las fuerzas del Centro y Oeste de la expedición Rosas.
También citado por cronistas de la época como Llanquetruz o Chanquetrox, y cuyo
nombre en castellano fuera José María Yanquetruz.
Yanquetruz,
el viejo fue un lonko mapuche huilliche (o tehuelche septentrional para otros),
que en 1818 se estableció entre los ranqueles del sur de Córdoba, Santa Fe, San
Luis y La Pampa. Se lo llamó Yanquetruz el fuerte y tomó el mando de los
ranqueluches a la muerte de Carripilún, ocupando entonces el campamento de
Leuvucó. Habría sido chileno, emigrando a nuestro país hacia 1818 junto a cien
de los suyos, sucediendo por su notable capacidad de guerra al jefe ranquel
muerto sin descendencia Cari Agel (máscara verde).
cacique Yanquetruz el viejo |
Era
descendiente de Llanquitur, que en las últimas décadas del siglo XVIII luchó en
el sur de Mendoza contra Amigorena. La mujer de Yanquetruz era Carú Luán y su
hijo, bravo como él, Pichún. El 3 de diciembre de 1820, junto al pichi rey José
Miguel Carrera, atacó Salto destruyéndolo por completo, cautivando mujeres y
asesinando a los hombres. También maloneó contra Rojas, Lobos y Chascomús. En
1831, asociado con los voroganos Cañuiquir, Rondeau, Canuillán y Mellín, sitió
Río Cuarto y arrió gran cantidad de cabezas de ganado.
Estas
acciones derivaron en la ruptura con Rosas y en la favorable recepción del
unitario aindiado Manuel Baigorria que se refugió en las tolderías junto a buen
número de sus partidarios. Durante la campaña rosista al río Colorado,
Yanquetruz batió a Ruiz Huidobro causando su retirada. En 1834 fuerzas de San
Luis y Buenos Aires al mando de Pantaleón Argañaraz, derrotaron a Yanquetruz,
asesinando a los caciques Colipay, Pulcay, Pichul, Carrané, Pallán y Cutido.
Habría fallecido hacia 1836, luego de la expedición de Rosas, cuando decidió
retirarse hacia la cordillera. Yanquetruz fue sucedido por Painé Nürü.
JOSE MARIA BULNES YANQUETRUZ
Nació
en la provincia de Buenos Aires, en 1831, hijo del cacique Cheuqueta. A los seis años de edad, fue tomado
prisionero por los pehuenches del norte, y seguramente vendido llegó a Chillán
para formar parte de la servidumbre de algún potentado local (¿General Manuel
Bulnes?) que se preocupó de darle instrucción.
Aprendió a leer y escribir de manera rudimentaria y conoció las
costumbres del pueblo. En
1850, repitió la proeza de su padre dándose a la fuga. Logró reclutar una partida de guerreros,
quizá mocetones que estuvieron a las órdenes de su progenitor con los que
cometió una serie de tropelías por Patagones y Bahía Blanca.
Luego
de aumentar las filas de su escuadrón, optó por incorporarse a las huestes de
Calfucurá. Su alianza no fue
duradera. Adquirió gran ascendiente, y
tomó como mujer a una de sus hijas llamada Mashal. Durante la época en que estuvo al lado suyo
participó activamente en las campañas depredatorias. Temeroso aquél de su combatividad y talento,
urdió trama para eliminarlo, pero Yanquetruz consiguió ponerse a salvo con su
gente yendo a ocupar el territorio de sus mayores.
Cruzó al
sur del río Limay y venció a una parcialidad de patagones, que dominó aliándose
de inmediato con ellos. Reforzadas sus
tropas, atacaron a Calfucurá, quien los derrotó, obligándolos a retirarse a sus
lares, y ambos jefes quedaron más enemistados que nunca. Después
de la caída de Juan Manuel de Rosas buscó la amistad del cristiano, pero sin
conseguirla mayormente. A fines de 1854
o 1855, atacó a Calfucurá, el que ya actuaba a favor de Urquiza, en Salinas
Grandes, consiguiendo arrebatarle crecida cantidad de hacienda que comerció en
Patagones con la autorización del comandante Julián Murga. Desvinculado de
Calfucurá, por estar distanciado, realizó por su cuenta varios ataques
sucesivos a Patagones.
Batalla de San Antonio de Iraola
El
8 de septiembre de 1855, Yanquetruz y sus hombres invadieron campos y poblados
en la zona donde hoy se ubican, entre otras, las ciudades de Juárez, Chillar y
Tandil; ante tal situación, el general Hornos, acantonado en Azul, ordenó al
teniente coronel Nicanor Otamendi que, con 124 soldados, marchara en auxilio de
las poblaciones en peligro. El 12 de
septiembre, el escuadrón llegó a la estancia San Antonio de Iraola (actual
Partido de Benito Juárez)
Al
parecer, tanto Yanquetruz mismo como la indiada en general tenían mucho respeto
por el teniente coronel Otamendi y, como se dirigían en esa dirección, le mandó
a su lenguaraz (traductor), a los efectos de convencerlo de que lo dejara pasar
sin entrar en combate, ya que arreaba, como producto de sus correrías, 20.000
animales robados, amén de algunas cautivas, con el propósito de venderlos en
Chile. Otamendi aprisionó al lenguaraz,
ante lo cual la indiada, enardecida, se lanzó contra sus tropas.
Al
amanecer del 13 de septiembre, y después de algunas escaramuzas, advirtiendo que
no sería posible enfrentar a 2.500 indios de lanza en campo abierto, el
teniente coronel y sus hombres se abroquelaron en un corral de palo a pique de
la estancia mencionada, comenzando un combate desesperado. Otamendi resolvió atacar, abriendo el fuego
con un pequeño cañón y disparos de carabinas; a la cabeza de sus soldados fue
el primero en cargar contra el enemigo cayendo muerto en la puerta del
corral. Los indios echaron pie a tierra
y llevaron un ataque formidable con sus lanzas y boleadoras en medio de una
gritería infernal, que hizo espantar a la caballada encerrada, lo que motivó
que los animales pisotearan a los defensores.
Los
soldados, entorpecidos por su propia caballada, resistían el ataque de oleadas
de indios, los cuales desmontaban y echaban por delante sus caballerías, para
protegerse de las balas de los defensores.
Tras más de dos horas de lucha, los pocos soldados de Otamendi que aún
se encontraban vivos, incluyendo los heridos, se reunieron en círculo alrededor
de su jefe y del glorioso estandarte celeste y blanco, peleando cuerpo a cuerpo
y cayendo uno a uno, sin dar ni pedir piedad.
Cuando el humo de la pólvora y el polvo de la caballada se disipó, sólo
se sintió el grito victorioso de la indiada degollando a los enemigos heridos.
En
el lugar, yacían los cuerpos de 124 soldados, así como los de más de 300
indios, amontonados en inmediaciones del corral. Sólo quedaron vivos un corneta de alrededor
de 15 años, herido levemente, a quien Yanquetruz llevó a Chile con él, pues le
gustaba oír tocar ese instrumento, así como un soldado de apellido Roldán
(gravemente herido, con 7 lanzazos en el cuerpo), quien fue encontrado por una
patrulla de la división Azul y llevado a esa localidad, donde médicos militares
le salvaron la vida.
Aún
calientes los cuerpos del teniente coronel Otamendi y sus 124 soldados muertos
en combate, el capitanejo Yanquetruz, ebrio de poder y ginebra, se pavoneaba de
la victoria en las tolderías del cacique Calfucurá, arengando a la indiada
manifestándole que las cautivas cristianas iban a ser entregadas a ese jefe
indio, previo sometimiento de las mismas, y que él se iría a Valdivia por el
Camino de los Chilenos, a fin de negociar la hacienda robada con comerciantes
de ese país, que eran sus únicos amigos.
Firma del tratado de paz
Durante
los siguientes meses de 1855, Yanquetruz continuó maloneando por la zona de
Tandil, Lobería y La Tinta, robando hacienda, asaltando estancias, secuestrando
cautivas y matando a cualquier colono y/o soldado que tratara de impedir su
obra maléfica. Relevado
Julián Murga, lo reemplazó el comandante Benito Villar, en octubre de ese año,
quien no tardó en trabar amistad con Yanquetruz, logrando pocos meses después
su alianza, sin reticencias, alentado sobre todo, por su resolución de
aniquilar el poderío de Calfucurá con la ayuda de milicianos bien armados. El
gobernador Pastor S. Obligado, interesado en evitar los malones, y asegurar un
refuerzo serio para la lucha contra Calfucurá, le remitió en 1856, dos cartas
en las que le hizo ofertas tentadoras.
Por su parte, el coronel Villar comisionó al capitán Pablo Morón, de
Guardias Nacionales y al teniente Morando para que sirvieran de enlace entre
los caudillos indios y las autoridades.
Jose Maria Bulnes Yanquetruz |
Con el ánimo dispuesto para celebrar la paz y alianza ofensiva y defensiva contra las tribus enemigas del Estado, Yanquetruz llegó a Patagones el 13 de abril de 1857, para entrevistarse con el coronel Villar. Terminadas las ceremonias protocolares en la Comandancia, se embarcó en el vapor “Belisario” para dirigirse a Buenos Aires a fin de ratificar y firmar el tratado de paz y alianza, recomendado a Mitre por el Juez de Paz, Manuel B. Alvarez. El 14 de mayo de 1857, el gobierno de la provincia de Buenos Aires firma un tratado de paz con el capitanejo Yanquetruz, donde se le reconoce el grado militar (teniente coronel), sueldo y cargo, así como uso del uniforme.
Invitado
de honor a Buenos Aires, es recibido personalmente por el gobernador
Obligado. Entre muchos agasajos y
banquetes que tuvo, fue convidado, con su comitiva, a una función de gala en el
teatro Colón, donde se les brindó la ópera “Il Trovatore”; Yanquetruz no sólo
se durmió en la butaca de tan respetable Coliseo, sino que, embebido en
alcohol, dejaba escapar todo tipo de gases de naturaleza humana ante lo más
encumbrado de la sociedad porteña.
También fue invitado a una fiesta en una residencia particular El 19 de
mayo de 1857, en el acto de asunción del nuevo gobernador, Valentín Alsina,
Yanquetruz estuvo a su lado, presidiendo la festividad y la parada militar
correspondiente. Con el gobernador
saliente, recorrió la ciudad de Buenos Aires a caballo, acompañado por su
séquito.
Valentin Alsina (1862) |
Estuvo en los festejos del aniversario de la Revolución de Mayo, y el 26 se embarcó en una lujosa goleta en el puerto de Buenos Aires, con rumbo a Carmen de Patagones (donde se encontraban sus toldos y casi siempre realizaba sus correrías), siendo despedido por el gobernador en ejercicio, funcionarios de turno, políticos y la banda del Ejército tocando marchas acordes con el “emocionante momento”. Llanquetruz, indudablemente, era el más talentoso entre sus pares, porque “sin haber estudiado en la Escuela Superior de Guerra, ni derecho internacional y sin ser un estadista –como dice el doctor Vignati- supo comportarse a la altura de cualquiera de ellos con rasgos bien perfilados”.
Apenas
llegado a Patagones se entregó a los excesos y desarreglos del alcohol. Reconvenido seriamente por el coronel Villar,
prometió abstenerse de beber para cumplir sus compromisos. Finalmente cambió su comportamiento y se
situó en Valcheta interesado en formar un establecimiento. En 1858, arribaron a
Patagones, Yanquetruz y su primo Sayhueque, con otros capitanejos, animados de
las mejores disposiciones de obediencia al gobierno, lo que exasperaba a
Calfucurá. A pesar de ello, mantenían
relaciones diplomáticas, ya sea por correspondencia o por emisarios.
Gustavo Manuel, interprete del cacique Sayhueque. |
Guardó mucha afición por el alcohol, y una vez ebrio, le daba por pelear. En uno de esos entreveros, el 28 de octubre de 1858, fue muerto de una puñalada por la espalda, en la pulpería de Luis Silva, frente a la plaza de Bahía Blanca, por el capitán de Guardias Nacionales Jacinto Méndez. Al conocer su trágico fin, Calfucurá y sus huestes olvidaron todos los resquemores y no pensaron más que en vengar en él la muerte de uno de los suyos. Con ese fin organizaron prontamente una expedición formidable que saqueó el pueblo de Bahía Blanca, el 19 de mayo de 1859, último malón, donde Calfucurá salió mal parado. El viajero y cronista Augusto Guinnard no ocultó su admiración por el cacique, y según él, la destreza y valentía de Yanquetruz eran tan relevantes que lo convirtieron “en una especie de personaje que los españoles (seguramente debería decir argentinos) procuraron atraerse a toda costa”.
El
explorador Guillermo Cox, informa que Yanquetruz no era alto, pero tenía su
imponencia; su rostro, aunque feo, expresaba audacia y franqueza; magnífico en
su indumentaria, casi siempre vestía casaca fina, sombrero claro, chiripá azul
y calzoncillos bordados. Y jamás se
desprendía del sable, cuya empuñadura y vaina era de plata maciza, como los
estribos, el freno, las cabezadas y otras prendas de su apero. Y les complacía que los mocetones de su
escolta fueran así, igualmente ostentosos”. A
su vez, George G. Musters, que anduvo por Patagones en 1870, lo cita en su
obra, titulándolo poderoso cacique, y dice que logró concluir los antiguos
feudos, y unir bajo su mando a los indios de ellos. Era alto ( a diferencia de lo que expone
Cox), musculoso, de serio y grave continente, de agilidad felina, tenía músculo
de acero, ha escrito un contemporáneo, Sánchez Ceschi. Presumía de elegante.
Por
último el doctor Vignati, ha expresado: “Llanquetruz no era un indio vulgar; era
capaz de elevarse a especulaciones intelectuales de orden étnico –la influencia
telúrica es tan violenta en él como en otros de mayor prosapia- que, por
disparatadas y pueriles que sean, muestran un cerebro que pensaba en algo más
que en satisfacciones materiales como lo hacían sus connacionales. Llegó a exponer tesis propia relativa al
parentesco que vinculaba a los alemanes con los habitantes
norpatagónicos”. Posteriormente agrega:
“no era un hombre vulgar”.
JUAN YANQUETRUZ
Nació en 1890. Entrevistado
por primera vez por Rodolfo Casamiquela en 1953, esa vez en compañía de Tomás
Harrington. Considerado punta visible del hilo por el primero de ellos. Decía
carecer de nombre indígena propio; era poblador de Blan Cumtre, paraje al
sureste de Gastre (Centro-Norte del Chubut). Ese primer encuentro fue en pleno
campo, al pie de la piedra pintada de Blan Pilquín. Casamiquela volvió a
visitarlo en 1972, cuando el hombre había cumplido sus 82 años. Era entonces el
último cacique tehuelche septentrional o Yanquetruz.
Juan Yanquetruz |
Fuente
“Jose Maria Bulnes
Yanquetruz” del sitio Revisionistas.com.ar http://www.revisionistas.com.ar/?p=9755
Cutolo,
Vicente Osvaldo – Nuevo diccionario biográfico argentino – Buenos Aires (1985).
Efemérides
– Patricios de Vuelta de Obligado.
Pérez,
Daniel Eduardo – Nicanor Otamendi, el héroe de San Antonio de Iraola.
Portal
www.revisionistas.com.ar
Torti,
Enrique – El escuadrón inmolado – La Nueva Provincia (Bahía Blanca).
Vignati,
Milcíades A. – Un capítulo de etno-historia norpatagónica – Buenos Aires
(1972).
"El
linaje de los Yanquetruz". por Rodolfo Casamiquela
Yanquetruz
el viejo. Del sitio Lagrimas de Circe.com
Muy buena la página y magnífico su contenido. Carlos RODRIGO -REALICÓ (LP).
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