Junto con los veraneantes llegaron también algunos
pescadores de grupos de inmigrantes
establecidos en la Boca
y el Tigre, en su mayoría italianos del Mezzogiorno, formados en el
oficio de la
pesca. El
Mezzogiorno (en italiano normativo, literalmente "Mediodía", con el
significado de zona sur o meridional) es la macrorregión meridional de la República Italiana.
Dentro de la península itálica, el límite septentrional del Mezzogiorno suele
marcarse por una línea sesgada que va desde Anzio, en el mar Tirreno, hasta
Ancona, en el mar Adriático.
Este grupo
inmigratorio no sólo
aportó la principal
mano de obra para la
pesca, sino que
además consolidó un
mercado consumidor de
pescado de mar
en un país en el que no imperaba
el hábito de su consumo. La
piedra sobre la que se construyó la empresa de la familia Solimeno fue colocada por Luis Solimeno
(padre), quien llegó de Sorrento a la Argentina en 1935 con 14 años de edad.
Su padre vendía pescado por las calles, canasta en mano. Por seis años
se dedicó a la pesca en el Río Paraná y el Río de la Plata, hasta que en el año
1942 llegó a Mar del Plata, donde junto a otros inmigrantes,
verdaderos artesanos de la pesca, convirtieron a esta ciudad en el principal
puerto pesquero de Argentina. Fue así que Luis Solimeno encontró un negocio rentable en la pesca del tiburón.
A
comienzos de los cuarenta, en pleno conflicto bélico internacional, la Fuerza Aérea de los
Estados Unidos buscó
optimizar la capacidad
visual de sus
pilotos. La vitamina A cumplía
esa función y su
producción devino prioritaria para los intereses geopolíticos norteamericanos. El aceite de hígado de tiburón posee un alto rendimiento
y excelente calidad de este componente, por lo que comenzó una intensa pesca de tiburones
en las costas californianas. Como esta producción no satisfacía la demanda, agentes económicos
de ese país buscaron mercados de
explotación fuera de sus fronteras, siendo la costa Argentina uno de los más
apetecibles.
La pesca
del tiburón se
realizaba con las embarcaciones pesqueras
cuyo registro oscilaba entre 6 y 12 toneladas. Esta pesca puede realizarse todo el
año, lo que significa que el pescador marplatense tenía oportunidad de
efectuar una pesca provechosa en los meses de otoño y principios de invierno,
que eran los de menor
movimiento en esta dársena.92La especie más
buscada era el cazón, un tiburón relativamente pequeño que al llegar a su máximo desarrollo mide poco más
de metro y medio, pesando aproximadamente 15 kg. Era la variedad más cotizada, dado que
entre las especies conocidas era
la que más
rendía en aceite
y en porcentaje
de vitaminas.
Asimismo,
el apreciable valor comercial de su carne, cuero y aletas evidencian el aprovechamiento integral
del ejemplar y por lo tanto el potencial económico de su explotación. La captura
de esta especie se
efectuaba en las
proximidades del puerto, en un radio
de 10 millas
de la costa, utilizándose como arte
de pesca el
espinel (cuyo número de anzuelos variaba entre 500
y 700). Estos
espineles eran encarnados con trozos de pescadilla, caballa
y anchoa de banco, especies usualmente utilizadas para la
industria de variada y
por lo tanto
de escaso valor comercial, situación que hace más
rentable aún esta captura dado que la deducción de los costos de carnada del
gasto general es relativamente reducida.
Esto
estimuló la radicación de una gran cantidad de fábricas ligadas a la industrialización
del tiburón, registrándose para 1945 veinticuatro establecimientos, entre los cuales 15 contaban con instalaciones apropiadas para la extracción
de los aceites. Directamente relacionado con
esta expansión industrial, los pescadores vieron alteradas sus demandas
de captura, a tal punto que gran parte de la flota costera marplatense orientó su actividad hacia
esta lucrativa empresa.
Muchos
pescadores, y no pocos audaces adaptaron
sus embarcaciones y se dedicaron a la pesca
de tiburones. Este caso particular se enmarca en una percepción
generalizada de este proceso: atribuir el
incremento de sus
ahorros y de su capacidad de compra
y de equipamiento de
embarcaciones a los dividendos generados
durante esos años, lo cual permitió continuar creciendo una vez terminado
el auge
de esta captura. Un ejemplo
de este itinerario
fue el de
Luigi Solimeno, proveniente
de Sorrento, quien en su testimonio relata
que un amigo
lo alentó a
embarcarse en esta
rentable captura.
“La importancia inesperada adquirida por la pesca del
tiburón en nuestro litoral marítimo, con
fines industriales, ofrece al aguerrido gremio de los
pescadores locales nuevas y fructíferas posibilidades a su ruda y
azarosa labor en el mar”
“... desde hace algunas semanas el movimiento
que se registra
en la banquina de pescadores en
horas de la tarde cuando arriba la flotilla de embarcaciones pesqueras,
es realmente inusitado”
“En el curso del mes de agosto se han enviado al
Mercado de Concentración de Pescado de Buenos
Aires 123.170 kg.
de tiburón. Agregando
los 80.050 kg.
retirados por las
fábricas locales de conservas de pescado (...) es posible entonces
vaticinar un brillante porvenir a la pesca e industrialización del tiburón en
nuestro litoral marítimo”
Don Luis Solimeno en el San Antonino
y la pesca de magru./caballa. Año 1967.
Durante 1943, cada ejemplar de tamaño medio se
pagaba $2, en tanto que
para el año siguiente la media ascendía a $ 8,
llegándose a cotizar los mejores ejemplares a $23. La demanda del aceite era
alta y su precio por demás alentador: $33 el litro para 1944. Con una captura
media de 500 ejemplares para 1945,
las tendencias optimistas estimaban que
esta demanda se elevaría a entre 12 y
15.000 piezas diarias.
Entre otros efectos, el incremento de la demanda hizo que algunas
empresas adquiriesen nuevas
embarcaciones y extiendan su radio de acción a puertos tales como Rawson, Pto.
Mardryn, Comodoro Rivadavia, Necochea y Bahía Blanca. Luego
de 1949 este auge declinó por falta de interés por el aceite vitamínico en el
mercado internacional. El fin de
la contienda bélica, la fabricación sintética
de vitamina A en Suiza (laboratorios Roche) y luego en EEUU y la competencia generada por los puertos de
Quequén y Bahía Blanca fueron los
factores que llevaron
al fin de
esta floreciente industria
en Mar del Plata.
Antonio y Luis, fueron los encargados de transformar el pequeño emprendimiento familiar emergido de una lancha, en una actividad industrial con proyección global. Según cuenta la historia, Don Luigi Solimeno fue a Perú a interiorizarse de la pesca con red de cerco con jareta. Vuelto a al Argentina armó en secreto una red en el taller y la probó en el San Antonino, que no tenía la maquinaria adecuada para ese equipo. Luís Solimeno e Hijos, se construyó formalmente como empresa en el año 1976, acompañando la construcción de la planta industrial y frigorífico. En notable destacar que su hijo, Antonio Solimeno, comenzó a trabajar a los 12 años en la banquina chica.
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Antonio Solimeno. Año 2011. Imagen gentileza Mar&Pesca |
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Antonio Solimeno arriba de uno de sus barcos. |
Luego junto
con su hermano Luis, transformaron el pequeño emprendimiento
familiar, en una importante actividad empresaria dedicada a la pesca y a la
industrialización, llegando hoy en día a ser una de las empresas pesqueras más
grandes del país, que emplea a más de 1.000 personas y comercializa anualmente
más de 20.000 toneladas. A finales de la década del 70, la empresa familiar comenzó con la incorporación de sus propios barcos costeros, como primer
paso de su plan de inversiones para lograr el autoabastecimiento de materias
primas.
Entre las anecdotas existentes en esta empresa familiar, siempre se destaca el empuje de Antonio Solimeno. En
2008 ante un conflicto del SOMU con empresas marplatenses que obligaban a las
navieras a bajar contenedores refrigerados con esa mercadería como condición
necesaria para prestarles el servicio, Antonio
Solimeno, presidente del Grupo Solimeno, decidió llevarla en camión a Buenos
Aires para embarcarla allí. Su empresa exporta 1000 contenedores por año.
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Antonio Solimeno con Miguel Braun Secretario de Politicas Economicas Año 2018. |
"Me frenaron ocho contenedores. No le pude
cumplir al cliente; voy a tener que renegociar con los franceses y seguro con
una quita [había acordado un embarque de 120 toneladas, a US$ 2700 cada una,
con la cadena Auchan]. Cada día que pasa sin cobrar es un agujero financiero.
Si no embarco, no cobro. Y si no cobro, no puedo pagar. ¿Cómo hago, en este
momento, para suspender a un trabajador?", señaló el empresario, tras
agregar que emplea a 1000 personas (600 en tierra y 400 embarcados) en forma
directa.
El
presidente de Cafrexport, Fernando Mellizo -de la cámara que agrupa a los
frigoríficos exportadores, que no cuentan con buques propios- alude a la fuerte
oscilación del precio de la materia prima que provoca la migración masiva.
“El nivel de productividad en los frigoríficos se
reduce un 60% en ese período"
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Antonio y Luis Solimeno frente a todos los empleados de la planta Solimeno Mare |
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El presidente del HCD Saenz Saralegui junto al senador Miguel Pichetto y Antonio Solimeno en la empresa pesquera ubicada en el puerto de Mar del plata. Año 2019. Imagen Elretratodehoy.com |
En 2018 el kilo de merluza entera llegó a $48 cuando se redujo la oferta y bajó a $24 a fin de año cuando volvieron los barcos. En esos días se generó otro cuello de botella: no hubo tantos obreros para cortar tanto pescado y los barcos estuvieron más de tres días con la bodega llena amarrados a puerto. Ese producto final termina compitiendo con el filet congelado a bordo, de mejor calidad y bajo costo, en el mercado brasileño, el principal comprador de la merluza hubbsi nacional.
"No sé si US$200, pero sí, perdemos plata",
confiesa Mellino.
Mar
del Plata ha perdido la capacidad de procesar merluza en tierra. Al no ser
negocio, han ido desapareciendo actores importantes, frigoríficos o plantas de
corte. En 2019 comentó Antonio Solimeno, uno de los empresarios más importantes
de la industria, en la mesa pesquera que encabezó el presidente Mauricio Macri
en Puerto Madryn el mes pasado.
“Pierdo 200 dólares por cada tonelada de merluza que
proceso en mi planta y gano mil haciéndolo a bordo del barco"
La empresa
Solimeno
S.A. tiene su base en la ciudad de Mar del Plata, sobre los mares del Atlántico
Sur. Desde allí, lleva a cabo sus principales actividades de captura,
industrialización y comercialización, para su amplia gama de productos,
destinados a sus mercados nacionales internacionales. Su puerto marítimo es una
postal típica de la ciudad, y se destaca por ser el principal en operaciones
pesqueras.
Las ventajas de su ubicación geográfica, infraestructura y tránsito
fluido, permiten el acceso a buques de gran calado, con el beneficio de poseer
en su jurisdicción, una delegación de la Aduana Nacional. La
frescura y calidad, son características fundamentales que distinguen a los
productos del Grupo Solimeno. En la planta se emplean estrictos controles de
elaboración en cada etapa, garantizando un producto superior, que conserva
intactas sus cualidades de origen. Veamos en detalle algunas de ellas:
Irala: planta de procesado y frigorífico:
En 1987 adquirimos una nueva
instalación para procesado, frigorífico y una de las mayores fábricas de hielo
en escamas de la ciudad, que nos permite garantizar la frescura de la materia
prima durante el proceso productivo. Desde la adquisición de la planta Irala,
la ampliamos y reconstruimos para atender las crecientes demandas.
En
esta planta, también localizada en Mar del Plata, se procesa exclusivamente merluza Hubbsi, una especie típica de los mares
argentinos, muy demandada por el mercado interno y por los clientes
internacionales. La merluzza Hubbsi es capturada por sus buques arrastreros y
posteriormente, en planta Irala es procesada en sus sectores de limpieza,
corte, fileteado, clasificación, envasado, congelado y almacenado. Contamos con
estrictos controles en todas las etapas del proceso productivo lo que nos
permite asegurar la calidad superior de nuestro producto final.
Pesquera comercial. Planta Frigorífica:
En 1999 se inauguró en Mar del Plata
la pesquera comercial, una importante planta frigorífica, dotada de la más alta
tecnología y con una capacidad de almacenamiento de 3.000 toneladas de
mercadería paletizada. Todas las plantas industriales del Grupo como los
barcos, cuentan con la más alta calificación de los entes de control sanitarios
como el SENASA y la Unión Europea, basando sus procesos en las normas HACCP.
Sumado
a todo ello, la oficina principal de comercialización y administración de
personal, opera desde un lugar muy cercano a los sectores de producción y
procesamiento, lo que permite mejorar continuamente el servicio brindado a los
clientes locales e internacionales, cuidando la calidad que caracteriza a sus
productos y que se envian cada día a los cinco continentes.
Solimeno Mare. Planta de procesado y
frigorifico: En el año 2003 el grupo
adquirió una moderna planta, inaugurada 10 años atrás por la firma Zanella
Mare. Allí, sobre sus 18.000
m2 de superficie existente, se construyeron 11.000 m2 que responden a
las necesidades del grupo y su necesaria compatibilidad con las tendencias
mundiales de la actividad. Con
esta planta, ubicada en el corazón industrial de la pesca marplatense, el Grupo
Solimeno apunta a consolidarse en el terreno de los productos con alto valor
agregado. La moderna planta cuenta con dos niveles: En la planta baja se
instalaron tres líneas integrales y paralelas para el procesamiento de
pescados, lavado, corte, prolijado, empaque y congelación. El complejo
frigorífico tiene capacidad para congelar 70 ton. diarias, a partir de una
potencia de 2000 HP distribuida en túneles, placas de contacto y girofreezers,
cuya planta frigorífica: cuenta con una capacidad de almacenamiento de 4.500
tons.
La
planta superior cuenta con dos líneas de productos rebozados, con una capacidad
diaria de 25 tns. Allí se realizan todo tipo de formados a partir de minced de
merluza así como filet de merluza empanado, rabas, langostino rebozado e
incluso empanados de pollo y milanesa de soja. El objetivo de Solimeno Mare es
abastecer la demanda de un segmento creciente: comidas congeladas listas o
semi-listas. Estos productos de alto valor agregado, son cada vez más
consumidos en el mundo, pues permiten ahorra tiempo y brindar buenas soluciones
a las familias, conservando la mejor calidad nutricional.
La flota del Grupo Solimeno
La
flota pesquera del Grupo Solimeno cuenta con una gran capacidad de captura y
diversificación, respecto a las distintas especies con posibilidad de pesca.
Sumado a su infraestructura en plantas y
el invalorable KNOW HOW que requieren los distintos oficios, para la pesca de cada
especie, permiten asegurar una permanente provisión de materia prima a sus
plantas, durante todo el año.
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LUCA MARIO. Buque Congelador a Bordo Arrastrero |
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NAVEGANTES II Buque Congelador a Bordo Potero Pesca del calamar. |
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NAVEGANTES III Buque Congelador a Bordo Potero pesca del calamar. |
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PAKU Buque Congelador a Bordo Tangonero Pesca del langostino. |
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PONTE DE RANDE Buque Congelador a Bordo Arrastrero. |
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SCIROCCO Buque Congelador a Bordo Potero pesca del calamar. |
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UR ERTZA Buque Arrastrero Fresquero pesca merluza Hubbsi. |
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PROMAC Buque Arrastrero Fresquero. |
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VIRGEN MARIA Buque Arrastrero Fresquero pesca merluza Hubssi. |
Números de Solimeno
La
empresa comenzó a crecer en 1976 y hoy posee 14 barcos, varios frigoríficos y
emplea a 850 personas. Procesa 70 toneladas diarias y puede conservar 2500
toneladas congeladas listas para exportar. Los Solimeno gastan 28 litros de gasoil por
minuto, 1500 kilos de víveres por año para la flota y en 1998 procesaron en
tierra 11.000 toneladas de pescado.
•
890 trabajadores
•
12 barcos (y en expansión)
•
3 plantas de elaboración
•
49 destinos en exportaciones
•
500 toneladas/mes en ventas de producto terminado
Videl InstitucionalEmpresa Solimeno
Fuentes:
http://www.solimenosa.com.ar/
El
Puerto, 11-9-1943 p.1, La pesca del tiburón
Charlas entre Antonio Solimeno y Pablo Junco