Félix
Delor había llegado a Buenos Aires integrando uno de los contingentes
inmigratorios que desembarcaron en la cuenca del Plata. Llegó procedente de
Elbeuf, un racimo de casas pequeñas en el centro de la región alta de la
Normandía, al noroeste de París. Trató de cumplir el sueño americano importando
barriles de vino francés y distribuyéndolos entre una clase social que
comenzaba a preocuparse por acumular más hectáreas, cabezas de ganado, divisas
y poder. Y también, como le sucedió a muchos, llegó hasta sus oídos la noticia
de que había un lugar, en el sudeste bonaerense, que tenía cierto parecido a
los sitios que visitaba en la costa de su Francia natal.
Registro parroquial Ciudda de Buenos Aires. Nuestra Sra. de la Merced Matrimonios 1890-1895 |
Cuando comenzó, el siglo veinte trató de consolidar buena parte de lo que había prometido el colofón de la centuria anterior. Hasta Mar del Plata había dejado atrás los últimos vestigios del caserío costero que fue en sus inicios y poco a poco se vestía de gala y se convertía en el escenario donde pasaban sus días de ocio la crema terrateniente del país. En ese contexto, don Félix decidió construir una villa veraniega para pasar allí los soleados días de verano junto a su mujer y sus tres hijas: Brígida María Amelia, Hortensia Gabriela y Elena Ivone.
Postal coloreada “Loma Stella Maris”, década del ´20. Enviada por Enrique Mario Palacio..jpg |
Loma Stella Maris Casa Normandy año 1927. Gentileza Pasqualino Marchese |
Corría
el año 1915.Y como los hectolitros de vino francés que él importaba llenaban
más y más bodegas criollas, no había motivos para reparar en gastos. Ubicación,
de las mejores: justo enfrente de la Villa Ortíz Basualdo, cerca de la Iglesia
Stella Maris a un paso del barranco que los dejaría en la playa y con una vista
fantástica del paisaje costero.
El arquitecto francés Gastón Mallet |
Los
libros de arquitectura marplatense nos dicen que la mansión fue proyectada por
el arquitecto francés Gastón Mallet y fue construida por el señor
Pedro Besozzi, en 1919. Ambos siguieron las instrucciones de Don Félix en
cuanto al estilo. Quiero una villa como las de mi pueblo con esa estampa, les
confió el comerciante en una sobremesa, cuando se estaban garabateando los
primeros bocetos de los planos. Eso sí, el nombre ya estaba escrito de
antemano. Será la Villa Normandy una casa en la que reinará la felicidad y la
concordia para todos quienes vivan bajo su techo, pronunció esa misma tarde en
un francés aplomado.
Villa Normandi y capilla Stella Maris. |
Villa Normandy de Felix Deloir en el año 1919. |
Mallet
tuvo mucho trabajo por la poca superficie de tierra disponible. Los 12 por 30 metros en la esquina, con
orientación N.E., era la mejor posible en el amanzanamiento marplatense. Pero
era todo un desafío para el proyectista galo quien debió tachar algunas
necesidades habitacionales de Delor por no tener el lugar necesario. La falta
de espacio quedó evidenciada en tres hechos bien notorios de la casa: la planta
reducida a la rigidez de una envolvente de forma rectangular; el alzado marcado
por la verticalidad de cuatro niveles de plantas con áreas similares, y por el
ingreso principal poco remarcado, compartiendo la zona con el único acceso al
nivel de los servicios, dando ambos a un estrecho pasadizo difícilmente
identificable como entrada para vehículos. La distribución especial por plantas
no escapa al severo compromiso ante el extenso programa y las reducidas medidas
disponibles, señala el Arq. René E. Moreau, encargado de ponerla en valor a
partir de 1985, cuando la compró José Lorini.
Grupo de chalets en la Loma de Colón. Postal enviada por José Alberto Lago.. |
Villa Normandi. Colón y Viamonte “. Imagen gentileza de Ernesto Parra |
Y
es así que a excepción del nivel destinado a recepción y estar comedor, que cuenta
con ámbitos diseñados con relativa generosidad, los otros niveles distribuyen
la función propia en ambientes de medidas ajustadas, con muros horadados por
vanos de puertas o ventanas que hacen difícil proponer una distribución
correcta del mobiliario adecuado. La concordia que pregonaba don Félix al
momento de trazar sus máximas de convivencia comenzó a deteriorarse a los pocos
veranos. El problema siempre surgía a partir de las institutrices que
acompañaban a las hijas, cuenta María Esther Abraham, esposa de José Lorini, quienes
le compraron la villa a la familia Delor.
La Confesión vino de parte de la propia Brígida María Amelia, que con 96 años fue una de las que firmaron los documentos para la venta. Decía que una era alemana, grande, firme y de modales ampulosos. La otra era una italiana de semblanza angelical, pero con un carácter del demonio. Contó que discutían por cualquier cosa y las peleas incluían el vuelo de objetos diversos. Las voces en alto invadían los pisos superiores y no sólo se plegaba en ambos bandos el personal de servicios, sino que las propias hermanas Se ve que los gritos llegaron a cansar al señor Delor, quien de un día para el otro vendió la casa.
“Loma Stella Maris.vista aérea. Mar del Plata anuario,1939” Gentileza Ignacio Iriarte para Fotos de Familia del Diario La Capital |
El
ruego de las hijas, con la promesa de que todo sería distinto, a lo que se sumó
que dos instituciones paraban en la casa de un compatriota, hizo que el jefe de
familia recomprara la casa al verano siguiente. A partir de ese momento, si
bien la villa recuperó su armonía interior, comenzó a recorrer el camino casi
inexorable del resto de las casonas de verano. La lógica pirámide familiar con
sus nuevas generaciones y modalidades de uso fue alterando la intención
original de los mayores. La propiedad comenzó a deteriorarse paulatinamente y
el paso del tiempo acentuó la caída.
Cuando
una mañana del 84 apareció el cartel de venta pegado a sus muros, para muchos
fue el preludio de otro golpe mortal a la identidad marplatense. Pero no para
José Lorini, quien hizo todo lo posible para devolverle el brillo de otros
tiempos. La vida le regaló la posibilidad para cumplir un sueño largamente
anhelado, aunque la muerte le quitó la posibilidad de disfrutarla una vez que
estuvo rehabilitada. Su esposa no logró consolidar el proyecto de convertir a
la villa en un centro cultural y gastronómico debido a los vaivenes económicos
de esos años. Eran épocas muy duras y nosotros no contábamos con ningún apoyo
oficial para mantener la Villa, explica.
Placa declarando Patrimonio Histórico a la Villa Normandy |
En
1988,la Universidad tampoco pudo trasladar hasta Colón y Viamonte los estudios
centrales de lo que sería Radio Universidad, por lo que la oferta del Consulado
de Italia para trasladarse a la Villa fue la tabla de salvación para asegurar
su permanencia física. Félix Delor inauguró la villa, en pleno verano, desde
entonces sus techos recortan el horizonte de la loma y la belleza normanda que
posee obliga a los feligreses que peregrinan por Colón a mirar su fachada. Después
de tantas comisiones de trabajo, seminarios, charlas y conferencias que
pugnaban por la preservación de nuestro patrimonio, al menos en la Villa
Normandy los conceptos lograron apuntalar la conciencia colectiva y algo más: también
afirmaron sus paredes.
José
Lorini, llegó a Mar del Plata en 1966.Tiempo después montó una empresa
constructora, su admiración por la Villa Normandy fue creciendo en formar
continua. Cada vez que pasaba por la esquina, rumbo a su casa de la calle
Bernardo de lrigoyen, le daba rienda suelta a su admiración. Cuando vio el
cartel de venta se volvió loco. Hasta que no consiguió la plata para comprarla
no se detuvo, confiesa su esposa. El sueño lo concretó el 31 de julio de
1985.Un día antes que saliera en sucesión, esperaban treinta herederos.
Detalle cubierta de techos con mojinetes mochados de la Villa Normandy |
Los punzones que coronaban el techo tenían un agujero en la base como para ir agregándole motivos, según el gusto del cliente. |
Fue
el primer emprendimiento enteramente privado para conservar el patrimonio, tal
vez porque de chico vivió junto con sus padres en una casa que databa de 1486, José
aprendió muy pronto a valorar y respetar la tradición. El estado de Villa
Normandy: la casa estaba muy abandonada, los más de treinta años que había
estado deshabitada se sintieron mucho, sobre todo en los techos, se sacaron
tres camionadas con estiércol de paloma; Se contrataron a los mejores techistas
y albañiles y el trabajo fue excelente. Se pusieron las mismas tejas francesas
en el techo y los mosaicos en el patio interior son los mismos que los de la
vereda.
Sobre
las modificaciones que se le hicieron en su interior: se tiraron un par de
paredes para agrandar los ambientes en el primer piso, donde funcionaban cuatro
de las siete habitaciones. El estilo normando, tiene como característica
principal la utilización del pan-de-bois (paños de madera) en la construcción
de sus muros. En Europa eran entramados de tirantes de madera que tenían el
ancho del muro, es decir, que se veían de adentro y desde afuera, explica el
arquitecto Cova, experto en el tema. Entre tirante y tirante, antiguamente se
rellenaba con ramas, hojas secas, piñas y restos de basura;
Eso
se mezclaba con cal, se aprisionaba y luego se hacía el revoque. Eso se
comprobó en la Casa que vivió Shakespeare en Inglaterra. Se sacó un entrepaño
para mostrar cómo estaba construido, acá ese pan-de-bois fue aparente, es
decir, fueron fajas de revoque salientes que luego se pintaban. El único
Original que hubo en Mar del Plata fue el primer pabellón del Bristol Hotel. Otro
elemento distintivo del estilo normando surge en el diseño del techo. Acá hay
varias cosas que merecen considerarse, continúa Cova, por ejemplo, los
mojinetes están mochados, es decir en un techo a dos aguas, la línea del alero
es paralela al frente.
Patio interno de la Villa Normandy en la actualidad |
Patio interno de la Villa Normandy en la actualidad |
En
el normando, a medida que sube se aleja del frente, fiel a su estilo, arriesga
una hipótesis: en los pisos superiores siempre estaba el granero y necesitaban
de una roldana para subir fardos de pasto .Con ese tipo de mojinetes la
protegían de las inclemencias del tiempo. Otro elemento característico son las
tejas, son planas y muy costosas, ya que una vez colocadas, el sol solo ilumina
un tercio del total, el resto está debajo de la otra teja, explica Cova. Los
punzones que coronaban el techo tenían un agujero en la base como para ir
agregándole motivos, según el gusto del cliente. Había angelitos, pájaros, flores.
La más refinada en ese aspecto fue Villa María, que estaba en Bolívar y
Corrientes. En Villa Normandy había hasta un gato en el tejado. Presumo que
había catálogos y se mandaban a pedir a Francia, concluye.
Fuentes.
Basado en la investigacion de Roberto Garrone
https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:939D-VBBW-9?i=319&wc=MDBK-G29%3A311514201&cc=1974184
Basado en la investigacion de Roberto Garrone
https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:939D-VBBW-9?i=319&wc=MDBK-G29%3A311514201&cc=1974184
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