Allá
por los comienzos de Tandl como aldea y aún años antes, hubo hombres
preponderantes de las parcialidades indígenas que fueron valiosos colaboradores
de los que en la frontera interior estaban forjando la Patria. Si bien la zona
del Tandil estuvo librada de malones importantes, salvo los de Yanquetruz en
1855-1856, las relaciones con los mapuches que barrieron a los antiguos pampas de
la zona, no fueron buenas, pese a que Rosas mantuvo pactos, ganado, provisiones
y otras prebendas que permitieron cierta paz, especialmente durante el
“imperio” de Calfucurá.
Hubo
en cambio otros caciques que prestaron valiosos servicios. Uno de ellos es el
que da pie a esta nota. Se trata de Venancio
Coñuepán. La historia de este cacique o lonco, es verdaderamente
legendaria. Nacido en el sur chileno, en la zona denominada Araucanía, más
estrictamente el Piuchén, desde el Bio
Bio al Tolten, se destacó por ser un valiente colaborador de los hermanos
chilenos en su guerra por la independencia.
También
conocido como Coñoepán, Coihuepán, Coyhuepán o Benancio a secas, en lugar de
Venancio, habría conocido a O’Higgins, según nos cuenta su tataranieto Antonio
Coñuepán:
“En los tiempos de La Independencia... ¿Yo no sé
realmente cómo se comunicaban? ¿Cómo se comunicó Bernardo O'Higgins con el
cacique Venancio Coñuepán? Pero resulta, que mi abuelo decía, que mi
tatarabuelo estuvo en el Desastre de Rancagua. A mí se me transmitió esto a
través de mis antepasados, de mi papá y de mi abuelo se me transmitió esto. Y
posteriormente nosotros lo comprobamos, porque resulta que O'Higgins le
escribía a mi tatarabuelo y esas cartas existen. En un libro escrito sobre La
Historia de Chile, ahí, aparece lo que le decía Venancio Coñuepán a O'Higgins.
Le decía: “ Pachencha general, pachencha.” Porque esas palabras están escritas
ahí. Siempre las han repetido. “Pachencha general, pachencha general.” Porque
no sabía pronunciar bien el dialecto huinca. Entonces en vez de decir “paciencia”
decía “pachencha.”
(Reproducido por Rigoberto Curivilu, en su nota” El
Cacique Venancio Coñuepán y la Independencia”
Revista Ser Indígena del 28-09-2005).
Venancio,
que hablaba español, llegó a detentar el grado de Sargento Mayor del Ejército
de Chile, participando en el sitio de Chillán, en 1813, a las órdenes de
O’Higgins. Acerca
de cómo llegó a nuestro país, existen versiones diferentes. Por un lado están
quienes, como su propio tataranieto, afirman que fue por invitación de Rosas, en 1827, que
cruzó la cordillera hacia la Argentina, con 900 indígenas y 100 soldados
chilenos al mando de Juan de Dios Montero, para luchar contra la banda de los
también chilenos hermanos Pincheira y de
Calfucurá. Al respecto el relato oral de su tataranieto Antonio
Coñuepán señala:
”…Una delegación de indígenas de Argentina lo vino a
buscar a mi tatarabuelo, aquí, a este mismo lugar. Tenía su ruca en la parte
más alta del campo para dominar todo esto. Incluso, están las huellas de los
fosos donde encerraba sus animales…”
Entonces llegó la delegación de indígenas argentinos
con una comisión de militares de Argentina, enviada de allá. Llegaron aquí, a
hablar para que él, hiciera la misión de ir a capturar a Calfucurá, al cacique
rebelde. Venancio Coñuepán los
recibió en su ruca y les dijo: “Esta noche voy a decidir si voy o no”. Porque
el cacique tenía su señal…
En la noche tendió su manta en el corral donde tenía
su caballada. Dentro de su caballada había un caballo que sobresalía. Según sus
creencias, si ese caballo se echaba sobre la manta le iba a ir bien en la
batalla. Hizo lo mismo cuando acompañó a O'Higgins. Entonces se levantó bien
temprano y el caballo que él montaba amaneció echado sobre la manta. Y les
dijo: “Ahora voy.” Así les dijo. “Vamos a tomar, pues, los acuerdos.”
Ahí llegaron a acuerdo. La comisión le dijo: “Esto es
lo que manda a decir el general Rosas. Mandó a decir si usted iba y capturaba a
Calfucura, allá se le va a pagar. Va a ser beneficiado”.
Curiosa
noticia cargada de subjetivismo y de costumbres ancestrales. Por otra parte,
otra versión indica que
” (...) el cacique Melipán con un sargento de la
República de Chile, llamado Venancio y un teniente Juan de Dios Montero con
1.000 indios y más de 30 soldados se hallan a cien leguas de la Sierra de la
Ventana. El gobierno chileno los ha enviado a perseguir a los que desbaratan la
provincia de Concepción. Han venido con otros caciques... pero no creyéndose
suficientes, piden auxilio lo que forma el objeto de su misión”.
En
ese sentido, la investigadora Silvia Ratto nos comenta:
”El ingreso e instalación de Venancio Coñuepan en las pampas ha sido exhaustivamente estudiado
por Daniel. Villar y J .F. Jiménez. Los autores consignan que Venancio, cacique
mapuche originario de Piuchén ingresaría a las pampas a mediados de la década
de 1820 integrando una coalición que reconocía tres bloques definidos: uno
conformado por soldados chilenos y liderado por Juan de Dios Montero y dos
grupos indígenas uno de los cuales se encontraba bajo las órdenes de Venancio.
Este contingente estaba conformado principalmente por hombres de pelea ya que
el objetivo declarado del mismo era atacar a los hermanos Pincheira que habían
cruzado la cordillera. La escasez de mujeres y la falta de alimentos para
sostener un grupo tan numeroso (las estimaciones de distintos autores mencionan
un millar de personas) frustró la posibilidad de establecer una base
territorial propia y de generar una estrategia de reproducción. La presión de
otros grupos, particularmente de la coalición Pincheira-boroganos aceleró la
ruptura de la alianza. Mientras un sector indígena regresó a Chile, los otros
"resignan su autonomía y refuerzan un acercamiento a los blancos".
Lo
cierto es que luego de combatir en la zona del río Colorado, el 8 de agosto de 1828 el comandante del
Fuerte Independencia (Tandil), coronel Ramón Estomba, informó al Gobierno de
Buenos Aires sobre la llegada de Venancio
Coñuepán a la zona serrana del
Tandil. En relación a don Venancio, Félix Weimberg-autor del “Manual de
Historia de Bahía Blanca”-nos dice:
“Unido a la empresa de Estomba dejó su lugar en
Tandil, donde se encontraba, y permaneció en las cercanías de la nueva
población sobre el arroyo Napostá, atrás de la Loma Paraguaya. Se mantuvo allí
en calidad de indio amigo durante ocho años, en los que intervino en numerosos
encuentros contra tribus rebeldes.”.
Acompañó
al ingeniero Narciso Parchappe, adelantado a la zona de la Bahía Blanca y quien
trazaría los planos de la Fortaleza que daría origen a la ciudad bahiense.
Acerca de Venancio nos dice:
“A nuestro arribo el cacique Venancio Coñuepán había enviado un mensaje a su lugarteniente
Montero, acampando con el resto de su gente en las cercanías del río Colorado;
llegó, al anochecer, acompañado de un enviado del mismo Montero. Estos indios
nos informaron haber visto nueve hombres a caballo en dirección a la Cabeza de
Buey; los suponían espías o vanguardia de indios enemigos, que aseguraban
venían en gran número con intención de atacarnos y de oponerse, con todo su
poder, a nuestra instalación, mirada por ellos como una usurpación a sus
posesiones; lo anunciaban, además como conocedores de nuestra poca fuerza y no
ignorando que el resto de la expedición no llegaría hasta pasado un tiempo. Lo
que parecía justificar las precauciones e indicar un peligro real era que el
cacique Venancio parecía atemorizado; reunió en asamblea a todos los suyos y
mantuvo consejo durante toda la noche. Nuestra posición parecía tornarse más
crítica y despachamos al día siguiente, un expreso al coronel Estomba
instándolo a apresurar la marcha y de a enviarnos refuerzos de tropa.”
Venancio
estuvo junto a Estomba en la fundación
de la Fortaleza Protectora Argentina, luego Bahía Blanca, el 11 de abril de
1828, obteniendo el grado de teniente coronel del Ejército nacional otorgado
por el gobernador Manuel Dorrego, quien al respecto dice:
“…al Sargento Mayor don Venancio Coihuepán, he tenido
a bien nombrarlo como le nombro Teniente Coronel en Guerra al servicio de la
Patria. …El coronel Estomba me previno que debía partir el 12, acompañado de
una escolta de treinta hombres y del cacique Venancio con los suyos, para hacer
un reconocimiento preliminar de Bahía Blanca a fin de resolver... y elegir, por
adelantado el sitio donde debía comenzar a formarse el establecimiento”.
Venancio Coñuepán y sus seguidores aceptaron la invitación de establecerse en la zona de la flamante Fortaleza Protectora Argentina y los soldados chilenos se incorporaron al ejército de Buenos Aires, quedando Montero en la Fortaleza. A poco de levantada la misma, el 25 de agosto de 1828, fue atacada por Pablo Pincheira y sus aliados indígenas, participando en la defensa Venancio Coñuepán y el citado capitán Montero. Así lo deja documentado el mismo Estomba, al decir:
“En la madrugada del 25 del actual vinieron los
bárbaros a estrellarse contra la Fortaleza, en numero de 400 a 450 hombres, entre
ellos como 100 de tercerola; teníamos avisos anticipados y los esperamos desde
medianoche; hice formar fuera a caballo la tropa disponible, en su totalidad
130 hombres y con los indios amigos del cacique Venancio y el capitán Montero,
salimos a encontrarlos; ellos aguardaban y resistieron la carga pero el fuego
de una pieza que sacamos con nosotros
los hizo retirarse, después de haber dejado en el campo 8 a 10 hombres”
La
campaña militar de Rosas, dirigida contra los indios maloqueadotes, en el año
de 1833, representó para Venancio Coñuepán
y su tribu, que colaboraron con el Restaurador, una buena oportunidad para
pasar la cordillera y volver a sus antiguas tierras, ya que en 1832 la banda de
los Pincheira había sido definitivamente eliminada y Chile y Argentina habían
consolidado su independencia. Su misión y su promesa estaban cumplidas, pero
Venancio no regresó.
Vista del Fuerte Fortaleza Protectora Argentina (Roncoroni) |
Luego
de la masacre de boroanos perpetrada por Calfucurá en Masallé el 9 de
septiembre de 1834, Coñuepán participó con 60 lanzas junto a los boroanos
sobrevivientes y con tropas de la Fortaleza Protectora Argentina
al mando del Cnel. Francisco Sosa, en la
persecución de Calfucurá, que fue obligado a huir.
Cuando
el boroga Cañiuquir proyectó una invasión y una partida de soldados fue
atacada, el coronel Francisco Sosa, comandante de la Fortaleza, dirigió contra ellos dos avances de la
guarnición de blandengues de la Fortaleza Protectora Argentina el 22 de marzo y
el 26 de abril de 1836.
Venancio Coñuepán participó en los ataques con sus 200 auxiliares
indígenas y los 270 hombres del cacique
Meligur, derrotándolos en las tolderías de Cañiuquir en el arroyo del Pescado y
en Lanquillú en las proximidades de la actual ciudad de 9 de Julio, matando a 650 borogas, entre ellos al cacique
Cañiuquir, que fue degollado, tomando 900 prisioneros y rescatando el ganado
y los cautivos.
El
24 de agosto de ese año, Calfucurá, como represalia, lanzó un feroz ataque a la
Fortaleza y produjo bajas y llevó cautivas, los soldados combatieron junto a
los hombres de Venancio, quien era considerado traidor por boroganos y el mismo
Calfucurá, por la muerte de Cañiuquir, aunque como sostiene Weimberg “los
documentos demuestran lo contrario”. Al regresar a la fortaleza unos 800
auxiliares aliados se sublevaron, mataron a cuantos cristianos encontraron,
entre ellos dos oficiales y 70 soldados, y apresaron a Venancio Coñuepán, quien luego murió ese mismo año, en situación poco clara. Acerca de la
confusa muerte de Venancio, no todas las
versiones son coincidentes. La citada autora S. Ratto comenta:
“Poco tiempo después, producido el ataque de Masallé
sobre la tribu borogana y producto de la dispersión de la parcialidad, un
sector con aproximadamente 300 indios de pelea negoció su incorporación al
grupo de amigos de Bahía Blanca inmediatos a Venancio. La relación entre los
boroganos y la familia de Venancio era de extrema rivalidad y se remontaba a la
época de la "guerra a Muerte" en Chile. La alianza gestada sobre esta
base sería totalmente inestable y apenas dos años mas tarde su produjo una
cuenta sublevación de los indios amigos inmediatos al fuerte y dirigida por los
boroganos, en el cual fue asesinado el cacique Venancio”.
Después
de ocho años en las pampas, la magia imponente de las llanuras, sus rebaños y
los honores, contribuyeron en la formación de
una nueva perspectiva en él, sus hijos y sus seguidores, que decidieron
quedarse en forma definitiva.
Venancio Coñuepán murió como había vivido haciendo honor a su
condición de patriota e indio amigo, fiel a su palabra empeñada en los
tratados, Fueron años en los que se ganó
un nombre y el aprecio por su valentía y sus servicios. Aquí había recalado en
su calidad de tribu amiga, según lo establecido
por Rosas en 1831, para la luego conocida como “etapa del negocio pacífico”, en
la cual se señalaba como lugares de asentamiento, los cercanos a los fuertes.
Los
espacios asignados por Rosas a las parcialidades, no coincidían con el patrón de su
subsistencia, porque el pastoreo del ganado y su caza, necesitaba de
movimientos permanentes. Así lo expresaba el comandante del Fuerte
Independencia; la indiada de las inmediaciones no quería estar reunida como se
preveía:
"…por
tener sus majadas de ovejas y algunas vacas, sino que andan en continuo
movimiento buscando los mejores lugares en los dos arroyos que corren a uno y
otro lado del fuerte y seguramente hasta una legua de distancia a diferentes
lados hay tolderías apostadas".
Los
mismos caciques solicitaban el traslado
de su tribu por el avance de las estancias así, por ejemplo, nuestro
personaje, el cacique Venancio Coñuepán
cuando estaba asentado en inmediaciones del arroyo Azul pidió trasladarse a
Bahía Blanca porque el crecimiento del pueblo estaba "invadiendo las tolderías".
Directorio de la sociedad Caupolicán, febrero de 1931, sentados de izq. a der.: Esteban Romero, José Cayupi, Venacio Coñuepán y Avelino Ovando. |
Casamiento de Venancio Coñuepan quien luce su atuendo tradicional |
Es
interesante conocer en qué condiciones se encontraban las tribus de la zona,
entre ellas las de los famosos Catriel,
Cachul y el mismo Venancio. Sabemos por los estudios de Ratto (2005), lo
siguiente:
“El cacique Venancio, por ejemplo, recibía de manera
regular 1.000 pesos en billetes de 20 y de 10 pesos, entrega que debía realizar
el comandante del fuerte de Bahía Blanca; a solas para que no lo sepan los
demás indios"; y 6 reses personales para su consumo. Gracias a éstos y
otros regalos, Venancio dejaría como herencia para su hijo Ramón la cantidad de
1.000 pesos metálicos en diferentes monedas (505 patacones, 301 bolivianos, 80
peruanos, 43 patrios, 19 mexicanos, 4 españoles de rostro, 13 chilenos, 13 macuquinos
cordoncillos y 33 cortada y ropa y aperos por valor de 2.499 pesos”.
“El grupo que respondía al cacique chileno Venancio
fue un ejemplo típico de rápido crecimiento de población merced a la
incorporación de nuevos contingentes”
Venancio
Coñuepán, el “cacique amigo de los blancos” hoy es recordado con el nombre de
una calle y de un paraje en Bahía Blanca, escenario de algunas de sus hazañas.
Fuentes:
“El
cacique amigo de los blancos: don Venancio Coñuepan” por Daniel Eduardo Pérez. http://historiando.escribirte.com/13675/venanancio-conuepan.htm
Los caciques Coñuepan Hombres de paz http://liwen.org.zorro.avnam.net/sites/default/files/fp20071934da_0.pdf
Familia Coñuepan - https://es.wikipedia.org/wiki/Familia_Co%C3%B1uepan
Se desdibuja, a mi parecer, la nota, con la cita de otros Venancio Cañupán de Chile, que serían, tal vez, parientes, o tal vez no. No queda claro
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