Hay historias que a veces cuesta creerlas. Pero como
siempre la realidad supera a la ficción, no nos queda mas remedio que
incorporarlas. En este caso, la historia tiene por protagonistas al escultor
Hidelberg Ferrino y su obra conmemorando a Juan Baustista Alberdi. No voy a mencionar quien detuvo su
instalación, pero si les voy a contar quienes pusieron alma y vida para que
esta obra saliera adelante y llegara a su actual destino. Por supuesto, esta
confidencia me fue revelada por la artista plástica Elizabeth Eichhorn, esposa
del escultor, quien personalmente supervisó su instalación y feliz llegada a la
fuente desde donde ahora descansa esta escultura, allá por el año 2007. Pasaré a relatarles esta pequeña historia, la cual está llena de protagonistas que desinteresadamente pusieron
manos a la obra. Pequeños gigantes que ahora son traidos a la luz, revindicando
la fuerza de aquellos marplatenses que quieren a su ciudad y se interesan por ella.
Pues bien: arranquemos con esta historia....
La vida de Juan Bautista Alberdi
Juan Bautista Alberdi, el inspirador de la Constitución
Nacional y uno de los más grandes pensadores argentinos, nació en Tucumán el 29
de agosto de 1810. Su madre, Doña Josefa Rosa de Aráoz de Valderrama, murió en
el parto y el niño quedó al cuidado de su padre, Don Salvador Alberdi. En 1816,
mientras comenzaba a sesionar el Congreso de Tucumán, Alberdi ingresaba a la
escuela primaria que había fundado Manuel Belgrano. A los once años perdió a su
padre, y sus hermanos Felipe y Tránsita se hacen cargo de él y gestionan una
beca para que continúe sus estudios en Buenos Aires.
En 1824, con 14 años, llegó a Buenos Aires e ingresó en el
Colegio de Ciencias Morales. Tenía como compañeros a Vicente Fidel López,
Antonio Wilde y Miguel Cané -el padre del autor de Juvenilia- con quien
comenzará una profunda amistad. Alberdi no soportaba el régimen disciplinario
del colegio, que incluía encierros y castigos corporales, y le pidió a su hermano
Felipe que lo sacara de allí. Dejó momentáneamente los estudios formales, pero
no la lectura de pensadores europeos. Mientras trabajaba como empleado en una
tienda, leía apasionadamente a Rousseau, estudiaba música, componía y daba
conciertos de guitarra, flauta y piano para sus amigos. En 1831, retomó sus
estudios, ingresó a la Universidad de Buenos Aires en la carrera de Leyes, pero
no abandonó sus gustos musicales. En 1832, escribió su primer libro: El
espíritu de la música. Buscando escapar un poco a la pesada atmósfera que
imprimía el régimen rosista al ambiente intelectual de Buenos Aires, decidió
continuar su formación en Córdoba, donde se graduó de Bachiller en Leyes.
En 1834, regresó a su provincia y escribió Memoria
descriptiva de Tucumán. Su hermano Felipe se había convertido en un colaborador
cercano del gobernador tucumano Alejandro Heredia y le solicitó una carta de
recomendación para que Juan Bautista pudiera presentarla a alguna personalidad
influyente de Buenos Aires. A poco de llegar a Buenos Aires, Alberdi se dirigió
a la dirección indicada y allí lo esperaba el amigo de Heredia a quien le
entregó la carta. Juan Facundo Quiroga leyó el escrito y le dijo al joven
tucumano que le convendría estudiar en los Estados Unidos más que en Buenos
Aires y que él estaba dispuesto a pagar todos los gastos. Alberdi se entusiasmó
con la idea pero desistió cuando estaba a punto de zarpar. Pocos día después,
en febrero de 1835, Facundo Quiroga moría asesinado en Barranca Yaco, Córdoba,
y Rosas asumía por segunda vez la gobernación de Buenos Aires, esta vez con la
suma del poder público.
Daguerrotipo del teórico político y diplomático argentino, Juan Bautista Alberdi. La foto fue tomada en Valparaíso, Chile, en donde William George Helsby tenía su estudio. |
Desde 1832, un grupo de jóvenes intelectuales venía
reuniéndose en la librería de Marcos Sastre. Alberdi se incorporará a este
grupo, compuesto, entre otros, por Juan María Gutiérrez y Esteban Echeverría,
quien fundará el 23 de agosto de 1835 el Salón Literario, un verdadero centro
cultural y de difusión de las nuevas ideas políticas, vinculadas al
romanticismo europeo. En 1837, Alberdi publicó una de sus obras más importantes,
Fragmento Preliminar al estudio del Derecho, donde hacía un diagnóstico de la
situación nacional y sus posibles soluciones. El texto fue duramente criticado
por los antirrosistas exiliados en Montevideo porque, si bien atacaba duramente
al despotismo, no hacía ninguna referencia a Rosas. Por entonces, Alberdi
alquilaba una habitación junto a Juan María Gutiérrez en la casa de Mariquita
Sánchez de Thompson. Allí, en el mismo piano en el que se interpretó por
primera vez el himno, Alberdi componía sus Minués Argentinos.
Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina - Juan Bautista Alberdi. Edicion 1928. Talleres Graficos Argentinos de L. J. Rosso |
Durante ese mismo año, se inició en el periodismo con la
publicación de La Moda, gacetín semanal de música, poesía, literatura y
costumbres. Aparecieron 23 números y en sus artículos, Alberdi, que firmaba
bajo el seudónimo de "Figarillo" intentando burlar a la censura del
rosismo, deslizaba frases como ésta: "los clamores cotidianos de la
tiranía no podrán contra los progresos fatales de la libertad". En junio de 1838 junto a Esteban Echeverría y Juan María
Gutiérrez funda la Asociación de la Joven Generación Argentina, siguiendo el
modelo de las asociaciones románticas y revolucionarias de Europa. Este grupo
de intelectuales pasará a la historia como la "Generación del 37". La
mazorca, la policía secreta de Rosas, comenzó a vigilar de cerca las
actividades de la Asociación y comenzó la persecución. Alberdi optó por
exiliarse en Uruguay dejando en Buenos Aires un hijo recién nacido y varios
amores inconclusos. Llegó a Montevideo en noviembre de 1838. Allí se dedicará
al periodismo político colaborando en diversas publicaciones antirrosistas como
El Grito Argentino y Muera Rosas. De ese período son también sus dos obras de
teatro: La Revolución de Mayo y El Gigante Amapolas, una sátira sobre Rosas y
los caudillos de la guerra civil.
En mayo de 1843, partió con Juan María Gutiérrez hacia
Génova pero con destino final París, la meca de todos los románticos de la
época. Llegó a París en septiembre y visitó al General San Martín con quien
mantuvo dos prolongadas entrevistas. Quedó muy impresionado por la sencillez y
la vitalidad del viejo general, que lo abrumó con preguntas sobre la patria. A
fines de 1843, decidió regresar a América para radicarse, como Sarmiento, en
Chile. A su paso por Río de Janeiro, intentó infructuosamente entrevistar a
Rivadavia. Alberdi vivirá durante 17 años en Chile, la mayor parte
del tiempo en Valparaíso, donde trabajará como abogado y ejercerá el
periodismo. En uno de sus artículos publicado en El Comercio de Valparaíso
dirá: "Los Estados Unidos no pelean por glorias ni laureles, pelean por
ventajas, buscan mercados y quieren espacio en el Sur. El principio político de
los Estados Unidos es expansivo y conquistador".
Al enterarse del triunfo de Urquiza sobre Rosas en la
batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852, escribió en pocas semanas de
trabajo afiebrado una de sus obras más importantes: Bases y puntos de partida
para la organización política de la República Argentina, que publicó en mayo de
ese año en Chile y reeditó en julio acompañándola de un proyecto de
Constitución. Se lo envió a Urquiza, quien le agradeció su aporte en estos
términos: "Su bien pensado libro es, a mi juicio, un medio de cooperación
importantísimo. No ha podido ser escrito en una mejor oportunidad." La
obra será uno de las fuentes de nuestra Constitución Nacional sancionada el 1º
de mayo de 1853.
Mientras que Sarmiento había abandonado Chile para sumarse al Ejército Grande de Urquiza, Alberdi permaneció en Valparaíso, atento a los problemas argentinos. Sarmiento regresó al poco tiempo desilusionado con Urquiza y acusando a Alberdi de ser su agente en Chile. Alberdi lo calificó de "caudillo de la pluma" y "producto típico de la América despoblada" y se decidió a colaborar con el proyecto de la Confederación de Urquiza. El gobierno de Paraná lo nombró "Encargado de negocios de la Confederación Argentina" ante los gobiernos de Francia, Inglaterra, el Vaticano y España. Antes de partir hacia su misión diplomática escribió: Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina y De la integridad argentina bajo todos los gobiernos”. En ambos ensayos defendía las teorías liberales de Adam Smith y David Ricardo y se oponía al monopolio, al trabajo parasitario, abogando por un orden que garantizara al productor el fruto de sus esfuerzos y elevara el nivel de vida en general.
El 15 de abril de 1855, partió finalmente hacia Europa.
Pasó primero por los Estados Unidos donde se entrevistó con el presidente
Franklin Pierce. Luego pasó a Londres, donde conoció a la reina Victoria y,
finalmente, a París, donde se radicaría por 24 años. En 1858, se entrevistó en
España con la reina Isabel II y consiguió el reconocimiento de la
Confederación. El 17 de septiembre de 1861, Mitre derrotaba en Pavón a Urquiza
y ponía fin al proyecto de la Confederación. Alberdi fue despedido por Mitre de
su cargo y reemplazado por Mariano Balcarce.
Gregorio Benites y Juan B. Alberdi en Francia durante la guerra del Paraguay |
La situación de Alberdi no podía ser peor. Se le adeudaban dos años de sueldos como embajador y el nuevo gobierno se negaba a pagárselos y mucho menos a pagar su viaje de regreso. Comentó entonces: "el mitrismo es el rosismo cambiado de traje." Tuvo que quedarse en París. Sus únicos y escasos ingresos provenían del alquiler de una propiedad en Chile.
Al producirse la Guerra del Paraguay, propiciada y
conducida por Mitre con el apoyo del capital inglés, Alberdi, como José
Hernández y Guido Spano, apoyó decididamente la causa paraguaya y acusó a Mitre
de llevar adelante una "Guerra de la Triple Infamia" contra un pueblo
progresista y moderno. Escribirá entonces: "Si es verdad que la
civilización de este siglo tiene por emblemas las líneas de navegación por
vapor, los telégrafos eléctricos, las fundiciones de metales, los astilleros y
arsenales, los ferrocarriles , etc., los nuevos misioneros de civilización
salidos de Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, San Juan, etc., etc., no
sólo no tienen en su hogar esas piezas de civilización para llevar al Paraguay,
sino que irían a conocerlas de vista por la primera vez en su vida en el
"país salvaje" de su cruzada civilizadora".
Juan Baustista Alberdi. Imagen extraida de "Historia de la Literatura Argentina Vol I, edited por el Centro Editor de América Latina. Publicado en el Año 1968 |
En 1872, bajo la profunda impresión que le produjo la
derrota paraguaya en el conflicto y sus secuelas en la población del país
hermano, escribió El Crimen de la Guerra donde dice: "De la guerra es
nacido el gobierno militar que es gobierno de la fuerza sustituida a la
justicia y al derecho como principio de autoridad. No pudiendo hacer que lo que
es justo sea fuerte se ha hecho que lo que es fuerte sea justo". Al
concluir el mandato Mitre, en 1868, asumió Sarmiento y las cosas no mejoraron
para Alberdi, que debió seguir postergando su regreso.
No podrá hacerlo hasta 1879 cuando una alianza entre Roca y Avellaneda lanzó la candidatura de Alberdi a diputado nacional. Llegó a Buenos Aires el 16 de septiembre de ese año. A poco de arribar se le brindó una recepción de honor en la Universidad en la que fue aclamado por los estudiantes. Por esos días, se entrevistó con el presidente Avellaneda y con el ministro del Interior: Domingo Faustino Sarmiento. Todo parece indicar que el encuentro fue cordial en un clima de reconciliación. El diario El Nacional comentó: "sus luchas tenaces y ardientes polémicas eran las de dos enamorados de una misma dama, nada menos que la patria".
No podrá hacerlo hasta 1879 cuando una alianza entre Roca y Avellaneda lanzó la candidatura de Alberdi a diputado nacional. Llegó a Buenos Aires el 16 de septiembre de ese año. A poco de arribar se le brindó una recepción de honor en la Universidad en la que fue aclamado por los estudiantes. Por esos días, se entrevistó con el presidente Avellaneda y con el ministro del Interior: Domingo Faustino Sarmiento. Todo parece indicar que el encuentro fue cordial en un clima de reconciliación. El diario El Nacional comentó: "sus luchas tenaces y ardientes polémicas eran las de dos enamorados de una misma dama, nada menos que la patria".
Pero más allá de estas grandes satisfacciones, Alberdi se
había ganado en estos años enemigos poderosos como el General Mitre, que no le
perdonaba su campaña a favor del Paraguay y sus acusaciones de falsear la
historia y de compararse con San Martín y Belgrano, lanzadas en su obra Grandes
y Pequeños Hombres del Plata. Tuvo una participación decisiva en los debates
parlamentarios sobre la Ley de Federalización de Buenos Aires, que le dio
finalmente una Capital Federal a la República.
Cuando el nuevo presidente electo en 1880, Julio A. Roca
quiso que el Estado argentino publicase las obras completas de Alberdi, Mitre
lanzó, desde las páginas de La Nación, una feroz campaña en contra del proyecto
que terminó por ser rechazado por los senadores que también rechazaron su
nombramiento como embajador en Francia. Cansado y un tanto humillado decidió
alejarse definitivamente del país. Partió rumbo a Francia el 3 de agosto de
1881 confesándole a un amigo: "lo que me aflige es la soledad". Murió
en Nueilly-Sur-Seine, cerca de París, el 19 de junio de 1884. Sus restos fueron
repatriados en 1889 y descansan en el cementerio de la Recoleta.
El relato de Elizabeth Eichhorm
Elizabeth Eichhorm y yo tenemos una comunicación epistolar muy fluida. Generalmente charlamos de temas relacionados al arte en la ciudad de Mar del Plata. Mirando sus fotos recientemente me encontré con unas fotos del reconocido monumento de Juan Bautista Alberdi y le pregunte por ellas. La respuesta fue tan espectacular que motivó mi empeño en publicarlas, no sin antes pedirle permiso y darle el debido contexto. Pues bien, sin mover una sola letra de aquella carta, les muestro la historia de esta escultura, tal como me la relató esta queridisima artista plástica...
La carta
"...El Monumento a Alberdi fue hecho por el escultor Hidelberg Ferrino, a pedido de una comisión cultural en defensa de la Constitución y del nombre de Juan Bautista Alberdi. La obra se terminó en el año 1992 o /94, en este momento no me acuerdo bien, pero puedo averiguarlo más tarde.
Asegurándolo con sogas. |
Muestra al prócer declamando, con las Bases de la Constitución sobre su pecho, y su delgadez extrema y su elegancia con las ropas de la época. Las manos que sirvieron de modelo para esta obra fueron las del querido amigo más amigo de Ferrino, José D. Fiorello, Senador catamarqueño, Diputado por Pomán, tomadas de una foto suya en una regia oratoria de las que sólo él sabía hacer.
Elizabeth Eichhorn revisando el pasillo angosto |
Esperando su emplazamiento, que debía ser en la fuente en la que está ahora, iniciando la diagonal homónima y luego de haber llevado al Monumento al Pescador de Capurro, al lugar en el que tanto lo reclamaban sus legítimos destinatarios, en el Puerto, la escultura de Alberdi quedó en el patio de la casa del escultor, sobre un fuerte carro con ruedas y de madera dura.
Pasaron los años y, gente que conozco muy bien y que no merece la pena que la nombre, formando una comisión "reguladora" de obras públicas, decidió poner palos en la rueda para impedir que el monumento se emplazara. Una persona, en especial, era la más encarnizada para hacer la contra, por una cuestión de celos profesionales y de soberbia.
El artista plástico Victor Hugo Coluccio levantandolo del piso |
El Honorable Concejo Deliberante (y tengo TODOS los documentos de prueba), aprobó DOS veces que tal Monumento se emplazara. Sin embargo, las trabas de esta gente rayaban el absurdo y seguía, tenaz, en su ignorancia y envidia ciegas.
El expediente ya tenía el grosor de una almohada, pero catorce años después, formándose una Comisión reforzada con sangre joven, ya que los principales gestores habían fallecido, esta comisión se llamó "Poniendo a Alberdi en su lugar", y quien la lideraba fue el actual concejal Hernán Alcolea.
Concejal Hernan Alcolea |
Movió todo lo que era necesario para saltar a toda la gente inoperante y fue directamente al primer poder, el intendente del momento, ofreciéndole emplazar la obra con CERO costo comunal. Desde el vamos se hacía todo con el bolsillo de los patrocinadores, pero esta vez lo dejaron asentado de manera indiscutible, terminante.El intendente era Katz y firmó por decreto la autorización, con lo que se le dio fin a una larga agonía de esperas absurdas.
Todos tirando para llevarlo a Juan Bautista Alberdi hacia el pasillo angosto |
Pero, mientras tanto, el carro que sostenía a la obra de Ferrino, convirtiéndose en póstuma porque el maestro falleció en 1997, comenzó a ceder y a amenazar con hacer caer la escultura de tres metros, para lo cual debió ser apuntalada con gruesos tacos de quebracho del ferrocarril, amarrarla con cuatro vientos y rezarle a Dios porque no matase a nadie con una infortunada caída.
Alberdi subiendo sobre los techos. Con la mano en la boca, el artista plastico Sebastian Paoletich observa preocupado |
Por lo tanto, por ser imposible de quitarse del patio rodando, se trajo a la casa la grúa más grande del Puerto, con un maestro a su volante que antes nos había hecho trabajos levantando esculturas. La pluma extendió su larguísimo brazo de 30 metros por sobre la casa y así, a ciegas, con sólo las voces de una cadena de hombres, el habilidoso conductor de la pluma la levantó como a una porcelana, sin siquiera rozar una de las estrechísimas paredes de las galerías. Verás en las fotos las caras de susto de los chicos que nos ayudaban, que ya veían a la escultura desprendida y caída sobre alguna cama de algún dormitorio de la casa...
Alberdi salía de la casa mientras el habilidoso conductor de la grua lo levantaba a ciegas, solo gracias a las voces de los hombres que lo guiaban |
Alberdi en pleno vuelo mientras Carlos Bertelli lo observa desde abajo |
El trabajo fue tan magnífico que fue inolvidable, digno de total admiración. La gigantesca pluma dejó las veredas perforadas con sus patas eyectoras de sujetación, pero estábamos tan felices que no nos importó en absoluto. Fue un magnífico y merecido final.
Finalmente, todos respiran aliviados. La escultura de Ferrino descienda hasta el camión. Elizabeth sigue mirando la pluma hasta el último momento |
El monumento se emplazó inmediatamente sobre una base muy aérea y apropiada y se hizo un bonito acto de inauguración y desagravio, para lo cual la familia Ferrino se unió por entero, aun los que debieron viajar desde lejos. Muy emotivo.
Elizabeth Eichhorn inmovilizándolo sobre el camión. |
Por eso me ves, en las fotos, parada sobre la obra, dando órdenes y atendiendo todos los detalles técnicos de la movida. Fue una experiencia muy importante.Ésa, y no otra, es toda la historia. Un abrazo grande, Pablo..."
Inauguración de la escultura de Juan Bautista Alberdi por Hidelberg Ferrino. Gentileza Elizabeth Eichhorn |
Inauguración de la escultura de Juan Bautista Alberdi por Hidelberg Ferrino . Gentileza Elizabeth Eichhorn |
Inauguración de la escultura de Juan Bautista Alberdi por Hidelberg Ferrino . Gentileza Elizabeth Eichhorn |
Inauguración de la escultura de Juan Bautista Alberdi por Hidelberg Ferrino.Gentileza Elizabeth Eichhorn |
Inauguración de la escultura de Juan Bautista Alberdi por Hidelberg Ferrino. Gentileza Elizabeth Eichhorn |
La Fuente y Juan Bautista Alberdi. Foto de Yanina Arizaga |
Fuentes:
Relato escrito por la artista plástica Elizabeth Eichhorm
Relato escrito por la artista plástica Elizabeth Eichhorm
para
Fotos Viejas de Mar del Plata.-
http://www.lagaceta.com.ar/nota/603350/sociedad/retrato-alberdi-joven.html
http://www.concejomdp.gov.ar/biblioteca/docs/o17543.htm
http://www.concejomdp.gov.ar/biblioteca/docs/o17543.htm
Un verdadero patriota Alberdi.
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