En un excelente trabajo realizado
por Armando Maronese llamado “Historia de la Ciudad de Mar del Plata” en el
conocido sitio http://www.mardelplata-ayer.com.ar/indice.html
nos explica como se desarrolló la época del fraude debido a los actos
corruptos de los gobiernos de turno.
Esto implicó que intervinieran las elecciones, imponiendo a los
gobernantes de nuestra ciudad. Conozcamos la historia:
SUFRAGIOS
Las sucesivas leyes electorales de la provincia proporcionaron, sin
duda, los instrumentos legales para la práctica electoral. Pero entre una y otra, entre la traducción
normativa y la realidad política efectiva, tenían lugar frecuentes
contradicciones. (Fuente: Fraude electoral."Ley y prácticas electorales en
la Provincia de Bs. As.", E. E. Rivarola, R.A.C.P., año 1 y 2, nov 1910,
pp 195-208 y sucesivos números de la revista). Desde el año 1821, en la provincia de Buenos Aires y a partir de 1853 en
todo el país, todas las personas nativas o nacionalizadas de sexo masculino y
mayores de 21 años, podían sufragar. Los extranjeros estaban habilitados sólo
en el ámbito municipal, siempre que fueran propietarios y pagaran un cierto
monto en concepto de tasas municipales.
Urna utilizada en las primeras elecciones
presidenciales realizadas en 1916, exhibida en el Museo del Bicentenario.
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En el caso de Mar del Plata, además de las condiciones nombradas, debían
estar domiciliados en el Partido de General Pueyrredón y estar anotados
-empadronados- en un registro electoral. Cumplidos estos requisitos estaba
listos para elegir en las urnas a las autoridades. El voto era voluntario y público, es decir, sólo votaban aquellos que
querían hacerlo y en el momento del comicio se decía en voz alta por quién se
votaba.
Además, se elegía por el principio plurinominal, es decir, los ciudadanos votaban por una lista cerrada de varios candidatos. Hasta ese momento, el caudillo del lugar podía saber quien lo votaba y quien no. De esta manera, fuera por la intimidación física que ejercían sus partidarios o por favores realizados o prometidos, muchos individuos se acercaban a sufragar presionados por los candidatos. El día de las elecciones, se instalaban las mesas receptoras de sufragios. Una vez que concluía el comicio la "Junta Electoral" procedía al recuento de votos en La Plata.
Además, se elegía por el principio plurinominal, es decir, los ciudadanos votaban por una lista cerrada de varios candidatos. Hasta ese momento, el caudillo del lugar podía saber quien lo votaba y quien no. De esta manera, fuera por la intimidación física que ejercían sus partidarios o por favores realizados o prometidos, muchos individuos se acercaban a sufragar presionados por los candidatos. El día de las elecciones, se instalaban las mesas receptoras de sufragios. Una vez que concluía el comicio la "Junta Electoral" procedía al recuento de votos en La Plata.
El presidente argentino Roque Sáenz Peña fue el autor de la Ley General de Elecciones que lleva su nombre |
En el año 1912, se sancionó la "Ley Sáenz Peña" que significó
una reforma muy importante en el sistema electoral. Con esta ley, el voto pasó a ser secreto y
obligatorio, que si bien no significó el abandono de los controles y de la
intimidación, permitió que aquellos ciudadanos que hasta ese momento no
votaban, comenzaran a hacerlo. La Ley
Sáenz Peña permitió que todos los ciudadanos pudieran emitir su voto, salvo las
mujeres, que recién para las elecciones de 1951 adquirieron ese derecho.
Algunos "ciudadanos" se opusieron a esta reforma porque decían
que su libertad se veía amenazada al ser obligados a sufragar.. La respuesta a esto, está precisamente en lo
que la oposición llamaba el sistema de corrupción y fraude electoral. Hasta 1912, la sucesión presidencial estaba digitada por los grupos de
poder político. El partido gobernante,
elegía al presidente del próximo período gubernamental, con lo cual se
aseguraba su poder por seis años más.
Para que esto fuera posible, se empleaban distintos tipos de fraude como
comprar los sufragios, hacer votar a los muertos, emplear la violencia para que
los ciudadanos no se acercasen a las mesas electorales, votar las mismas
personas varias veces en distintas mesas, adulterar los resultados una vez efectuado
el acto comicial.
En Mar del Plata, en 1881, se instalaron las primeras autoridades
designadas por la Provincia. A partir de
1886, se pudo elegir mediante el voto universal a los concejales. Sin embargo, el Intendente continuaba siendo
designado por el Poder Ejecutivo de la Provincia, lo que garantizaba que un
hombre de confianza del gobernador, controlara el pueblo. Por fin en 1890, el Intendente Fortunato de
la Plaza, logró la autorización para que el pueblo pudiese elegir a su
Intendente. En el año 1895 se llamó a
elecciones municipales y se mantuvo la continuidad electoral hasta 1902. Pero a partir de esa fecha y hasta 1916, el
intendente fue reemplazado por comisionados, es decir, interventores designados por el Poder
Ejecutivo Provincial. En cuanto al
período de elecciones municipales, el fraude fue una práctica común, de los
grupos políticos rivales. La
Municipalidad tenía un registro electoral y allí los ciudadanos se empadronaban
para luego votar.
Diarios y revistas de la epoca ironizando las elecciones |
Aquí comenzaba el fraude. Las comisiones encargadas del registro, iban seleccionando quienes podían votar y quienes no. A éstos últimos se les omitía un nombre, se les anotaba incorrectamente o bien, se les cambiaba el domicilio. Esto ocasionaba que cuando el ciudadano se presentaba a emitir su voto, no estuviese registrado en los padrones y por lo tanto, no pudiese votar. Si bien existía una "Junta de Reclamaciones", ésta arbitraba a favor de las autoridades de turno.
En el mes de noviembre de 1906, Ignacio R. Iramain en representación del
Comité Mar del Plata, que iba a intervenir en las elecciones de fines de ese
año, se dirigió al Ministerio de Gobierno para poner en su conocimiento
"los fraudes electorales cometidos por la "Junta de
Reclamaciones" nombrada últimamente, con el objeto de atender a las
inscripciones viciosas, indebidas y exclusiones al padrón nuevo, levantado por
orden del Gobierno de la Provincia...".
Agregando mas adelante que "en la depuración del padrón se han encontrado
escribiendo personas ajenas a la Junta y al pasarlo en limpio, han cambiado
nombres, domicilios y ha habido alteraciones mayores que violan los preceptos
terminantes de nuestras leyes". (Sobre la creación, composición y
funcionamiento de la Junta de Reclamaciones, ver la Ley 1067 (electoral),1876,
art. 17, en Ketzelman y De Souza, Tomo V, pag. 97).
El fraude continuaba con la selección de los integrantes de las mesas
electorales. Como la Municipalidad
era la encargada de hacer el sorteo de
los miembros de las mesas, estos sorteos no eran tales, dado que las personas
que salían sorteadas, eran los empleados que dependían del Comisionado, es
decir, el alcalde, el alguacil, los inspectores y los secretarios, aún cuando
se infringiera la ley electoral. Esto
permitía que al ser fieles colaboradores de la autoridad de turno, pudiesen
adulterar los resultados de las mesas.
Por este motivo, a fines de 1897, Alfredo Martínez Baya en representación de la Unión Cívica Nacional, José María Islas, por la Unión Cívica Radical y Juan I. Camet, por una fracción del Partido Autonomista Nacional, se dirigieron al Ministerio de Gobierno de la Provincia, "haciéndole saber que en la lista publicada por la Municipalidad para practicar el sorteo de las mesas receptoras de votos para las elecciones provinciales, figuran todos los empleados de la administración municipal, estando ello en contra de lo dispuesto en la ley de elecciones. (A.H.P.B.A., Sección Ministerio de Gobierno, Expte. 1278. 20/12/1897). Unos días después, el Ministro contestó diciendo que si la Municipalidad había incurrido en alguna violación de la ley, el Ministerio no era la autoridad competente para reprimir esa violación, ni para anular el sorteo, sino que era ante la propia Municipalidad, donde debían hacerse los reclamos. De este modo, las autoridades centrales cerraban el debate y se aseguraban una elección hecha a voluntad, a partir del "sorteo" de escrutadores que les eran adictos.
Alfredo Martinez Baya Int. 1892-1893 |
Por este motivo, a fines de 1897, Alfredo Martínez Baya en representación de la Unión Cívica Nacional, José María Islas, por la Unión Cívica Radical y Juan I. Camet, por una fracción del Partido Autonomista Nacional, se dirigieron al Ministerio de Gobierno de la Provincia, "haciéndole saber que en la lista publicada por la Municipalidad para practicar el sorteo de las mesas receptoras de votos para las elecciones provinciales, figuran todos los empleados de la administración municipal, estando ello en contra de lo dispuesto en la ley de elecciones. (A.H.P.B.A., Sección Ministerio de Gobierno, Expte. 1278. 20/12/1897). Unos días después, el Ministro contestó diciendo que si la Municipalidad había incurrido en alguna violación de la ley, el Ministerio no era la autoridad competente para reprimir esa violación, ni para anular el sorteo, sino que era ante la propia Municipalidad, donde debían hacerse los reclamos. De este modo, las autoridades centrales cerraban el debate y se aseguraban una elección hecha a voluntad, a partir del "sorteo" de escrutadores que les eran adictos.
Práctica frecuente era también que las minorías o la oposición,
desertaran del atrio de la iglesia parroquial (sede legal del comicio), en el
día de la elección, anticipándose a la coacción del sector oficialista. Así tenían lugar los llamados comicios
dobles. En 1903, el comisario de policía del pueblo levantó un sumario, con
motivo de las elecciones efectuadas el 29 de marzo de ese año, a fin de
"constatar la instalación de un doble comicio en el escritorio de un
conocido vecino". (Archivo de Tribunales del Ptdo. de Gral. Pueyrredón.
Expte. 994, 29/3/1903). Pero lo más habitual era que no se necesitara levantar sumario alguno
para verificar la existencia de un doble comicio. Éste era instalado en otro
sector de la parroquia o en una escuela pública urbana. En 1906 se llevaron a cabo dos elecciones municipales donde no sólo se
produjo el doble comicio, sino que además éstas dieron lugar al reiterado
fenómeno del "conflicto municipal".
Según lo establecía el art. 40 de la Ley Orgánica, el escrutinio de las
elecciones comunales, debía ser efectuado por una Junta compuesta por el
Presidente de la Suprema Corte de Justicia, el Presidente de la Cámara de
Diputados y el Presidente del Tribunal de Cuentas. El procedimiento no traía
inconvenientes y de hecho terminaba allí, cuando se trataba de una elección
"normal". Pero cuando había un
doble comicio, esta Junta debía iniciar su intervención practicando el
escrutinio de la elección que reuniera "condiciones externas de
legalidad" y si ambas cumplían con este requisito, verificando el recuento
de ellas. (Ley 2383 Orgánica de Municipalidades, 1890, art. 40. En Ketzelman y
De Souza, op. cit., T. XII, pág. 83).
De modo que en la práctica, cuando se daban estos casos, se proclamaban
dos concejos deliberantes. Ante esta
situación anómala, la resolución quedaba en manos de la Justicia. El conflicto municipal debía ser dirimido en
el departamento judicial de Buenos Aires, por la Suprema Corte de Justicia y en
los otros departamentos por la respectiva Cámara de Apelaciones. (Constitución
de la Prov. de Bs. As., 1889, art. 210). De modo que con el Partido de General Pueyrredón, era la Cámara de
Apelaciones, de Dolores, la que entendía en los casos de conflicto municipal,
teniendo la última palabra.
Seguramente, un ejemplo podrá ilustrar mejor esta situación a la que se
hizo referencia. Como se dijo anteriormente, en el año 1906 hubo dos elecciones
municipales y en las dos se instaló un doble comicio. En la primera -junio de 1906- votaron en un
comicio los sostenedores de los Partidos Unidos, cuyo líder era Fortunato de la
Plaza. En el otro votaron los adictos al Comité Mar del Plata, de Miguel A.
Martínez de Hoz y Domingo Heguilor, entre otros. La Junta del art. 40, estimó que ambas
elecciones satisfacían las condiciones externas de legalidad.
En consecuencia, realizó el escrutinio de votos de las dos, consagrando a las respectivas listas, con lo que hubo dos concejos deliberantes. Como la situación no podía prolongarse en el tiempo, los municipales electos por el comicio de los Partidos Unidos, presentaron una demanda ante la Cámara de Dolores, alegando la nulidad del comicio donde había votado el sector opositor y fundando dicha demanda en que se habían suplantado las identidades de algunos escrutadores. El Comité Mar del Plata contrademandó a su vez a los Partidos Unidos, alegando los mismos motivos, vale decir, falsa identidad de algunos escrutadores. En su sentencia, la Cámara de Apelaciones dijo:
En consecuencia, realizó el escrutinio de votos de las dos, consagrando a las respectivas listas, con lo que hubo dos concejos deliberantes. Como la situación no podía prolongarse en el tiempo, los municipales electos por el comicio de los Partidos Unidos, presentaron una demanda ante la Cámara de Dolores, alegando la nulidad del comicio donde había votado el sector opositor y fundando dicha demanda en que se habían suplantado las identidades de algunos escrutadores. El Comité Mar del Plata contrademandó a su vez a los Partidos Unidos, alegando los mismos motivos, vale decir, falsa identidad de algunos escrutadores. En su sentencia, la Cámara de Apelaciones dijo:
"...que
en consecuencia de los actos fraudulentos que se han dejado señalados (...), se
resuelve dejar nulas y sin ningún valor ni efecto las elecciones verificadas el
24 de junio del cte. año, por los comicios celebrados en los atrios de la
iglesia parroquial de Mar del Plata por los que resultaron electos para
municipales los actores y demandados en este juicio." (Fuente: "El
conflicto municipal. La sentencia de los jueces". Diario La Capital
(L.C.), año II, 419, 2/10/1906).
El fallo de la Cámara de Apelaciones registró una disidencia, la del Dr. José A. Carrillo, quien -sosteniendo que debía "aceptarse la constitución del Concejo cuya elección contenga menos vicios e irregularidades"- proclamó municipales electos a los de los Partidos Unidos.
En consecuencia, se anularon ambas elecciones y el Gobierno provincial
llamó nuevamente a comicios municipales a fines de noviembre. También entonces hubo doble comicio,
participando las mismas agrupaciones políticas.
Pero esta vez el asunto no llegó a la Cámara de Dolores, sencillamente
porque la Junta del art. 40 que era la que debía entender en primer término, declaró manifiestamente
fraudulento el acto comicial de los Partidos Unidos y consagró electos a los
municipales que integraban la lista del Comité Mar del Plata. Así, como consecuencia de este fallo, llegó a
la Intendencia, Domingo Heguilor. ("Triunfo completo del pueblo.
Aprobación de la única elección legal": diario La Capital, año II, 473,
5/12/1906).
Estos métodos alejaban a los marplatenses de votar en las elecciones
municipales. En Mar del Plata, como en
las demás municipalidades, el vínculo de apoyos y acuerdos se reforzaba entre
gobernador y los poderosos locales, dado que cuando la ciudad era intervenida,
se colocaba al frente del municipio, a comisionados adictos al régimen y ajenos
a la localidad. Estas situaciones fueron
denunciadas permanentemente por los socialistas y los radicales marplatenses,
contrarios a los conservadores en el poder.
En el año 1910, el diario La Capital se preguntaba:
"¿Qué interés moral, que entusiasmo puede tener
un ciudadano en el cumplimiento de sus derechos cívicos, si sabe que todos sus
esfuerzos quedarán inutilizados por el fraude y la mistificación? (...) Puede
decirse que quizá no haya un 20 % de los que pueden votar que lo hagan y de
éstos últimos, acaso ni el 5 % lo hace por verdadera simpatía y con plena
conciencia del acto que realiza; en otros términos, uno de cada 100 votantes
procede como ciudadano honesto que cumple un deber y ejercita un derecho.
El resto van, vendidos como viles carneros o a cambio de concesiones, de
empleos u otras gangas, cuando no, y es lo más triste, obligados por capataces
electorales o caudillejos de baja ralea. ("Deberes cívicos", diario
La Capital, año V, 1433, 18/1/1910).
Según Ezequiel Gallo, "en circunstancias normales no votaba más del
10 % del electorado y en épocas de entusiasmo político (1890-95, por ejemplo),
la participación sólo se elevaba a un 20 ó 25 % de los habitantes con derecho a
voto". (Gallo. E.: "El Roquismo", en "Todo es
Historia", 100, septiembre de 1975, pág. 23).
Un análisis de las elecciones efectuadas entre 1880 y 1916, muestra que
el fenómeno se repetía en el ámbito local.
La participación electoral, era escasa, dándose el caso de elecciones
donde los candidatos obtenían 50 ó 60 votos y con ellos eran consagrados
concejales, como sucedió en 1891 y 1892; incluso los padrones electorales
muestran cifras muy bajas, aunque nada extrañas para este período.
Pero tal vez, el caso más significativo haya sido el de los
inmigrantes. Por un lado el número de
inscriptos en el padrón de extranjeros, en lugar de ir creciendo, fue disminuyendo
con el tiempo. En 1886 arrojaba un total
de 48 personas y en 1910, apenas 32.
Además, si se tiene en cuenta las personas que ocuparon cargos de Juez
de Paz, Intendente, Comisionado y Concejal, durante el período 1880-1916, se
verá que su número total asciende a 91.
De ellas, sólo 15 eran extranjeros (6 españoles, 3 italianos, 2 suizos,
2 franceses, 1 alemán y 1 uruguayo) y tan solo uno, Juan Pose, permaneció por
más de cuatro años al frente de esos cargos, considerados globalmente. (A.C.D.,
R.O.P.B.A. y expedientes correccionales del Archivo de Tribunales).
De modo que la participación de extranjeros en el gobierno comunal, no
fue numéricamente muy importante. Esta
parece ser una peculiaridad de Mar del Plata, pues muestra un comportamiento
diferencial con respecto a otras ciudades de la Provincia, como Tandil,
Necochea, etc., donde la inserción de los inmigrantes en la estructura
institucional de poder fue muy alta. ("Documento de Trabajo", 87,
Centro de Investigaciones Sociales del
Instituto T. Di Tella, agosto 1973).
El gobierno comunal quedó, entonces, en manos de un sector dirigente de
origen predominantemente nativo (91 personas entre el período 1881-1916). Estos
ocuparon los principales cargos de la estructura institucional. Pero, si se
analiza profundamente, esa cifra es ciertamente engañosa. Un análisis un poco más riguroso, revela que
de ellas, 46 (50 %), estuvieron menos de un año al frente de esos puestos de
gobierno y que, en contraposición, 19 personas acapararon los cargos por más de
tres años. Juan I. Camet fue concejal por más de tres años y, además, diputado
provincial.
Clemente Cayrol fue concejal, intendente y juez de paz, totalizando una actuación de siete años y medio. Fortunato de la Plaza, fue juez de paz e intendente municipal, cargos que ocupó durante ocho años (además fue diputado provincial). Fructuoso D. García, también estuvo casi siete años como concejal y juez de paz. Un caso similar al anterior, fue el de Domingo Heguilor, con casi siete años de actuación siendo concejal e intendente. Alfredo Martínez Bayá, estuvo casi cinco años como concejal e intendente.
Eduardo Peralta Ramos también fue concejal, juez de paz e intendente, con una actuación total de siete años y medio. Pero sin duda, el caso más espectacular fue el de Juan B. Goñi, quien siendo concejal, juez de paz e intendente, permaneció en la escena política local 16 años y 9 meses.
Clemente Cayrol int 1891-1892 |
Clemente Cayrol fue concejal, intendente y juez de paz, totalizando una actuación de siete años y medio. Fortunato de la Plaza, fue juez de paz e intendente municipal, cargos que ocupó durante ocho años (además fue diputado provincial). Fructuoso D. García, también estuvo casi siete años como concejal y juez de paz. Un caso similar al anterior, fue el de Domingo Heguilor, con casi siete años de actuación siendo concejal e intendente. Alfredo Martínez Bayá, estuvo casi cinco años como concejal e intendente.
Eduardo Peralta Ramos - intendente 1885 |
Eduardo Peralta Ramos también fue concejal, juez de paz e intendente, con una actuación total de siete años y medio. Pero sin duda, el caso más espectacular fue el de Juan B. Goñi, quien siendo concejal, juez de paz e intendente, permaneció en la escena política local 16 años y 9 meses.
Si se presta atención a la ocupación de estos hombres, se verá que la
mayoría de ellos eran hacendados, fuertes propietarios rurales y si no poseían
grandes extensiones de tierra, se hallaban vinculados con algún gran
propietario; tales fueron los casos de Juan B. Goñi (mayordomo de la Estancia
"Cabo Corrientes", de Jacinto Peralta Ramos) y de Victorio Tettamanti
(mayordomo de la estancia "Chapadmalal", de Miguel A. Martínez de
Hoz).
De modo que esta elite, sólidamente articulada entre sí, emparentada con
la clase alta y vinculada - a través de diversos canales- con los ámbitos
superiores de decisión, fue la que condujo la administración municipal y que
transformó a Mar del Plata para la aristocracia porteña. En las tareas de construir una ciudad con estas características, la
elite local no tuvo otra oposición que no fuera la que surgía de su propio
seno. Sabido es que los partidos políticos de la época, no presentaban
diferencias substanciales en cuanto a sus postulados programáticos, tanto en el
ámbito local como nacional. (J. C. Chiaramonte."Nacionalismo y liberalismo
económico en la Argentina", 1860-1880, Bs. As. Solat 1982, cap. VII).
En 1913, la Unión Mar del Plata -agrupación política vecinal que
llevaría a la intendencia a Florencio Martínez de Hoz- dio a publicidad un programa de gobierno de
nueve puntos que podría haber sido el programa de cualquier partido político,
puesto que mencionaba cosas tan generales como una buena política de obras
públicas o una mejor administración de los recursos financieros municipales.
(Fuente: "Manifiesto de la Unión Mar del Plata. El programa de esta agrupación
vecinal". Diario La Capital, año VIII, 2395, 6/3/1913).
Los cambios en este sentido solamente sobrevinieron recién con la
aparición del Partido Socialista, en la política local. Entre octubre de 1903 y junio de 1906, fue comisionado municipal Miguel
A. Martínez de Hoz. El diario La Capital -a través de sus editoriales- apoyó
totalmente la administración comunal, llenándola de elogios y buenos
comentarios. Esto no era de extrañar,
dada la buena vinculación del fundador y propietario del diario, con el
Comisionado. (Fuente:"Ante la campaña realizada por "El
Progreso" en contra de Miguel Alfredo Martínez de Hoz, el Sr. Tettamanti
cambió impresiones con el Dr. Ricardo Davel y otros calificados vecinos,
resolviéndose fundar un periódico...".
Así apareció La Capital, el 25 de mayo de 1905. R. T. Barili, op. cit., pág. 391).
En junio de 1906, el Poder Ejecutivo provincial convocó a elecciones en
Gral. Pueyrredón. La Capital no le veía sentido a esta decisión de las
autoridades centrales y en editorial del 8 de junio planteaba:
"Se
explica que algunas poblaciones, hartas de malos gobiernos, se regocijen ante
el anuncio de una elección comunal que las salve de manos que solo saben de
despilfarros, pero aquí, en Mar del Plata, donde está visible, patente,
exteriorizado en hechos y más hechos reales la acción de un Comisionado probo y
laborioso que sólo sabe de buena administración, aquí donde están tan frescos
en la mente de todo el mundo la desidia y avidez de pasados mandones (...),
aquí decimos, nadie puede desear la suplantación de las actuales autoridades
(...), pero felizmente, las cosas seguirán como hasta el presente y con ello
puede descansar tranquilo el pueblo de Mar del Plata, pues sus autoridades no
serán cambiadas. Es justo que alguna vez triunfe la buena causa".
(Fuente:"Elecciones municipales. Regocijo de la oposición. Indiferencia
pública", La Capital, año II, 320, 8/6/1906).
Contra la opinión del diario y la voluntad
de un sector, las elecciones tuvieron lugar el 24 de junio de ese año. Cuatro días antes, La Capital sacaba un nuevo
editorial de sugestivo título: "En plena labor ciudadana". En él,
incitaba a sus lectores "a traer el mayor número de votantes a sostener la
lista del Comité Mar del Plata", la cual estaba integrada por los propios
Martínez de Hoz, Victorio Tettamanti, Félix Camet y Domingo Heguilor, entre
otros. (Fuente: "En plena labor
ciudadana", La Capital, año II, 330, 20/6/1906).
Producido el doble comicio del 24 de junio de 1906, la Comuna quedó
acéfala y fue convocada nuevamente a elecciones para fines de 1906. Durante
esos meses, el diario apoyó ampliamente al Comité Mar del Plata, celebrando el
triunfo de su lista de municipales y el acceso de Domingo Heguilor a la
Intendencia. Incluso durante todo 1907, fue posible enterarse de los asuntos
tratados por el Concejo deliberante, gracias a las amplias reseñas que
insertaba el diario en sus páginas.
Salón Garibaldi Agosto de 1906, festejo del nombramiento del Comisionado Agustín Muguerza que ejerció del 22/6/1906 al 24/11/1906. Foto Caras y Caretas. Gentileza Lic. Angel J. Somma |
Pero hacia mediados de año la
situación comenzó a complicarse, en parte por el conflicto con el sector
comercial -consecuencia de la nueva ordenanza de impuestos- pero sobre todo
porque el propio Intendente alteró sus relaciones con la oposición. En este juego de nuevos entendimientos,
asistió a un banquete donde el principal orador fue Fortunato de la Plaza,
líder de la agrupación oponente.
"La Capital", comenzó a entrever el derrumbe del gobierno
comunal y la desintegración de la agrupación política que lo había
sostenido. En octubre de 1907, cuando ya
se sospechaba la renuncia de Heguilor y de varios concejales, La Capital decía:
"Ningún distrito puede regirse acertadamente sin
la existencia de los departamentos deliberativo y ejecutivo, puesto que sólo
ésta es la forma más razonable de encarnar los principios constitucionales,
solo éste es el medio legal representativo de un pueblo (...), la implantación
de un gobierno comunal dirigido por un comisionado vendría a ser para Mar del
Plata una rémora, hoy que abriga grandes proyectos que realizar (...) Apartemos
pues la vista de semejante suposición, esperando que la sensatez sea causa
suficiente para impedir tal realización, porque ella es inconstitucional y
atentatoria no solamente a intereses privados como los mencionados, sino
también al progreso marplatense". (Fuente: "La acefalía
municipal", La Capital, año III, 746, 26/10/1907).
Pero nuevamente los sucesos fueron a contramano de las expectativas de la gente de La Capital, Heguilor renunció y en la ciudad se instaló un nuevo comisionado. La pesadumbre se reflejaba así en la noticia: "Por decreto dictado anteayer por el Poder Ejecutivo de la Provincia ha sido nombrado comisionado de esta infortunada comuna, el Dr. Juan José Urdinarrain" (Fuente: "Comisionado Municipal", La Capital, año III, 752, 2/11/1907).
El nuevo Comisionado, se mantuvo en su cargo hasta mayo de 1910. Con anterioridad, en enero de ese año,
comenzaron a soplar rumores sobre nuevas elecciones. El diario La Capital
comentaba así el hecho:
"Hay quien asegura que el ministro Carranza ha
manifestado el propósito de convocar a Mar del Plata a elecciones para febrero
próximo. Esto nos parece difícil. Primero por la eterna razón: falta de
registro de extranjeros y la ampliación del registro cívico, a menos que ambos
se depurasen en el corriente mes, lo que no es muy probable. Y segundo
porque no es prudente ni de buen gusto una elección municipal en plena
temporada balnearia, cuando los habitantes radicados, necesitan libertad de
acción para trabajar y cosechar y los forasteros tranquilidad y sosiego, para
descansar a sus anchas". (Fuente: "Elecciones", diario La
Capital, año V, 1420, 1/1/1910).
Fuera por una cosa o por otra, la posición del diario era nuevamente
contraria a la convocatoria a elecciones municipales. Consecuente con esta postura, celebró así la
designación del nuevo comisionado, César A. Ceretti:
"Esta
designación, que pone término al breve interinato del Sr. Laborde, constituye
una bella promesa para este vecindario. El Sr. Ceretti es uno de los
diputados provinciales más laboriosos de la Cámara y a su vasta preparación
administrativa, une relevantes condiciones personales que le han conquistado
consideración y afecto en el seno de la Cámara joven. Últimamente fue
comisionado municipal en Las Flores y su acción sobresaliente en pro de los
intereses a él confiados, obtuvo la sanción unánime de todo el vecindario.
Recibámosle complacidos, mejor dicho, jubilosos y esperemos confiados en que su
gestión ha de ser provechosa en alto grado para Mar del Plata". (Fuente:
"D. César Ceretti, nuevo comisionado municipal", diario La Capital,
año V, 1532, 14/5/1910).
Este apoyo a la gestión Ceretti recuerda la postura frente a la
administración de Miguel A. Martínez de Hoz. Seguramente no fue ajeno a esta
situación, el voto de confianza depositado por el comité local del Partido
Conservador al Gobernador Coronel Arias y a "su comisionado municipal,
César A. Ceretti, en la confianza que seguirá como hasta ahora desarrollando
una acción altamente benéfica para los intereses generales y en especial para
el progreso del balneario. Firmaban la declaración: Miguel A. Martínez de Hoz,
Presidente; Agustín Muguerza, Vice 1º y Fructuoso D. García, Vice 2º y entre
otros, los vocales Victorio Tettamanti. (Fuente: "Partido Conservador.
Declaración" Diario La Capital, año V, 1568, 26/6/1910).
Temporada de 1912. El comisionado municipal César A. Ceretti y su secretario, La Roza, en la rambla Lasalle. Foto de Jose Alberto Lago para Fotos de Familia |
En julio de 1910, La Capital
sostenía:" la teoría de lo innecesarias que son para Mar del Plata las
elecciones comunales...En la práctica dicho sistema no ha dado resultado,
habiendo fracasado la organizada hace algunos años y formada por vecinos
caracterizados, teniendo el inconveniente, cualquier municipalidad que se
constituya, de suscitar luchas locales de predominio, con menoscabo del
progreso del balneario". (Fuente:
La Capital, año V, 1575, 5/7/1910).
Pero este apoyo inicial se convirtió primero en una tenue crítica y
finalmente, en franco antagonismo. Ya no
se trataba únicamente de una oposición contra el administrador de turno, sino
que era el propio régimen de los comisionados el ahora cuestionado en su esencia.
Durante 1911, la ciudad asistió a la formación de un movimiento social
de protesta nunca visto hasta entonces, que se cristalizó en la llamada
"Junta Popular de Resistencia a los Comisionados". Se hicieron tres juntas (mitines) populares
(como lo llamaba la crónica de la época) y se enviaron dos delegaciones a La
Plata, con el objeto de entrevistarse con el Ministro de Gobierno y el
Gobernador, a fin de sugerirles la remoción del Comisionado y el pronto llamado
a elecciones. (Fuente: La Capital, 17/6/1911, 27/6/1911, 30/6/1911 y 30/3/1912).
La negativa del Dr. French y del coronel Arias, determinó el fracaso de
las gestiones ante las autoridades provinciales, de modo que la Junta decidió
recurrir a una instancia superior: el Ministerio del Interior de la Nación. En
una extensa presentación, la Junta comenzaba reseñando los móviles que habían
conducido a su creación y las diversas gestiones llevadas a cabo ante el
Gobierno provincial. Seguidamente fijaba
su posición respecto del problema de la autonomía municipal:
"El régimen comunal es insustituible; así lo
concibieron los constituyentes, la comuna es hija y madre de la democracia; sin
ella, el juego regular de las instituciones superiores, de los poderes que de
ella nacen no es posible (...). Nos dirigimos a V.E. para que por su intermedio
llegue al conocimiento del señor Presidente de la Nación la anormalidad vigente
en Mar del Plata, no queremos ni pretendemos que se utilice el resorte supremo
de una intervención federal, que se perfilaría de oficio, sino que ambicionamos
la sencilla "advertencia" al Gobernador de Buenos Aires, advertencia
que nos es debida siquiera en obsequio de nuestra serena y democrática
tenacidad con que hemos defendido el derecho que nos acuerda la Constitución
(..). Si el mecanismo político de la Provincia reposa en el régimen comunal
electivo, todo lo que conduzca a garantizarlo y construirlo donde no exista
como aquí, es lo que resta poner en manos del pueblo electivo de Mar del Plata.
(...) Que habiendo agotado todo recurso en el orden local, no nos asiste otra
perspectiva, en presencia de derechos tan incuestionablemente ciertos como insistentemente
denegados, que la irremediable gestión del Sr. Ministro, propiciatoria del
éxito que ha de consagrar una aspiración popular".(sic) (Fuente:
"Otra protesta", diario La Capital, año VII, 2115, 30/3/1912).
El diario La Capital apoyó desde sus páginas, este reclamo de los
diversos sectores agrupados en la Junta de Resistencia. En febrero de 1913, el comisionado Ceretti
renunció y las inmediatas elecciones de marzo, condujeron a Florencio Martínez
de Hoz a la Intendencia. Con todo, la renuncia del Comisionado Ceretti solo se
produjo cuando el Senado provincial, le negó el permiso para continuar en su
cargo. (La renuncia de Ceretti se puede ver en La Capital, año VIII, 2377,
13/2/1913).
Florencio Martinez de Hoz Intendente en el periodo 1913-1914 |
Florencio Martinez de Hoz uno de los viejos fundadores de Mar del Plata retratado en la revista Caras y Caretas del 14 de marzo de 1914 |
En cierto sentido, la historia volvió a repetirse, pues el diario apoyó
la candidatura y posteriormente la gestión del Intendente, hasta que la
política de éste, se tornó manifiestamente errática e impopular. Entonces, el mismo diario se encargó de
remarcar que Florencio, no era Miguel Alfredo (sic), que a pesar de los altos
impuestos no se hacían obras, que las arcas municipales estaban exhaustas y que
la comuna "víctima del desquicio administrativo y del derroche que caracteriza
a esta desgraciada administración (iba) conducida por la pendiente de la
bancarrota hacia la vergüenza más penosa". (sic). (La Capital, 17/1/1915,
31/1/1915, 26/2/1915 y 27/4/1915. La
cita corresponde al editorial "La administración actual. Un ejemplo bochornoso",
L.C., año X, 2979, 26/2/1915).
En enero de 1915, comenzó a rumorearse la reorganización de la Junta de
Resistencia, por considerar que con la acefalía municipal, habían renacido las
causas que le habían dado origen cuatro años antes. Un editorial del diario
señalaba:
"El objeto de la Junta sería, entonces, dar
unidad de acción a la resistencia al Comisionado y emprender de inmediato una
enérgica campaña hasta obtener la autonomía que ha de devolver al pueblo la
capacidad y ejercicio pleno de sus derechos políticos, ahora conculcados por
las maniobras del Comisionado". (Fuente: "La Junta de Resistencia.
Próxima reorganización", L.C., año X, 2935, 7/1/1915).
1916 - Teodoro Bronzini arengando a la ciudadania, atrás la Catedral, todavía estaba el arroyo sin entubar. Foto enviada por Eduardo Bronzini para Fotos Viejas de Mar del Plata |
El círculo se cerraba nuevamente y la autonomía municipal volvía a estar
en el centro de las preocupaciones. La Capital, despojada un tanto de su
carácter de representante de intereses sectoriales, se mostraba ahora mas
abierta y permeable a los reclamos de la comunidad en su conjunto. Un editorial de 1915, escrito en un lenguaje
vigoroso e impensable para otras épocas, refleja con claridad lo que finalmente
llegó a sustentar:
"Los
gobiernos centrales compuestos siempre de camarillas oligárquicas, atentas a
los reducidos intereses de círculo, (...) lejos de dejar libre el camino del
comicio para que con el ejercicio del voto hiciera su práctica republicana el
pueblo, le han puesto una barrera, muy eficaz hasta hoy, con el sistema de lo
comisionados. Estos, aspirantes en la carrera política, entregáronse en
brazos de las camarillas electorales para convertir las comunas en un vivero de
voraces paniaguados. Este lamentable estado de cosas no podía prolongarse por
más tiempo, puesto que ya bastante había machacado la oligarquía provincial con
su justicia venal y policías bravías, en la conciencia del pueblo, para que
ésta despertara a la triste realidad. Este es el pensamiento de los
vecindarios que como los de Mar del Plata, han dado prueba acabada de tener
conciencia de sus derechos inalienables. Se hace necesario, pues, que el
P.E. satisfaciendo las aspiraciones populares y las prescripciones de la
Constitución abra al pueblo el camino de los comicios, de cuyo fallo han de
resultar sus autoridades inteligentes y honestas". (Fuente: "Gobierno
propio", La Capital, año X, 2985, 5/3/1915).
El
sistema electoral anterior a 1912, no ofrecía garantías a aquellos movimientos
o partidos que se oponían al Gobierno, pues éste controlaba el voto y
garantizaba que sus candidatos llegasen y permaneciesen en el poder. Este sistema de control institucional sobre
las autoridades como sobre el ciudadano, a través del fraude y de la
manipulación del voto, se mantuvo durante casi treinta años, hasta la reforma
de Roque Sáez Peña en 1912.
Comisionado del Partido de Gral. Pueyrredon,Sr. Martín de Alzaga. |
25 de Mayo de 1918,Banquete en homenaje al Comisionado de Gral. Pueyrredón Sr. Martín se Alzaga. |
Teodoro Bronzini en el centro para el año 1921 siendo intendente |
Teodoro Bonzini en la plaza Rocha para el año 1924 |
Entonces, el carácter secreto del voto, garantizaba la libertad de
elegir a los candidatos y la independencia del sufragante en su relación con
los gobernantes. La obligatoriedad
aseguraba que todos los ciudadanos que reunían las condiciones para votar,
pudiesen emitir su voto, con lo cual se evitaba la adulteración de los
registros electorales. Este sistema permaneció hasta el año 1929, año en que Mar del Plata fue
nuevamente intervenida por la Provincia.
Con el golpe militar de 1930 del general José Félix Uriburu, se inició
un proceso que continuó con las intervenciones y el retorno a las prácticas
fraudulentas.
Los conservadores implementaron "ajustes" al sistema electoral
como "Ley Trampa", llamada así porque el partido gobernante era el
encargado de controlar las Juntas revisoras de votos de cada ciudad. También en 1937 hubo una nueva reforma,
denominada "Ley de voto cantado". El sufragio debía ser exhibido
públicamente antes de ser depositado en la urna.
4 de junio de 1946 - Peron asume su primera presidencia |
Eduardo Manuel Teisaire. Comisionado MDP 1954-1955. Gentileza Lic. Angel Somma |
Durante la década de 1940, hubo denuncias sobre otro tipo de fraude
cometido por los peronistas. Los
ciudadanos que ya no vivían en la ciudad pero sí estaban anotados en los
Registros Electorales, "especialmente empleados estatales", eran
llamados a sufragar. De esta manera,
distorsionaban los resultados de la elección pues votaban supuestamente a favor
del gobierno de turno. Desde 1958 y hasta 1973, fueron los peronistas quienes denunciaron
fraude, porque el gobierno no los autorizaba -los proscribía- a participar de
las elecciones a quienes eran seguidores de Juan Perón. Por otra parte, el sistema electoral diseñado por Roque Sáez Peña y los
gobiernos democráticos surgidos por esta Ley, fueron interrumpidos
permanentemente por golpes militares desde 1955 hasta 1983.
Fuente:
La Historia de Mar del Plata - por
Armando Maronese
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