La estancia La Providencia (previamente denominada
Los Sauces de Quelecintá por los Hnos. Montoto en 1865) tiene su origen en la enfiteusis de un terreno de 12
leguas cuadradas que, en 1832, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires
otorgó a Juan Manuel Bayá. Este transfirió los derechos a Victoriano Barbosa
quien, finalmente, adquiere la propiedad por compra al estado en 1839. En 1863
se produce la testamentaría de Barbosa, y la heredad le corresponde a su
esposa, Dolores Pavón, y a sus siete hijos.
La estancia Los Sauces de Quelecintá,
de una legua y tres cuartos, le correspondió a Regino Barbosa. En 1863, la
esposa de Regino, Petrona Zabala, vende la estancia a Roque María Suárez quien,
en 1868, la pierde en pago por una deuda hipotecaria a cargo de Juan Pedro
Esnaola. En 1882, este campo es heredado por Dorotea Esnaola, casada con José
María Gallardo, a quien arrienda Manuel Suárez Martínez. Luego, es heredada por
su hijo, León Gallardo, y en 1893 por los hijos de éste, José León y Angel
Gallardo.
La Providencia experimentó, a lo largo de sus veinte años, bajo la propiedad de Manuel Suárez Martínez, tres grandes modificaciones edilicias y mejoras en sus dependencias, arboleda, frutales y huerta.
A pedido de su hijo, Manuel Suárez Martínez comenzó a escribir un año antes de su muerte (1917), su autobiografía. Estos apuntes autobiográficos, que abarcan de 1845 a 1880, quedaron inconclusos y, fueron luego completados por su hijo, José María Suárez García, que escribió Notas Biográficas y que completan el período 1880-1917. La edición original se editó en 1943 con una tirada de cien ejemplares, encabezada con el siguiente título: “Manuel Suárez Martínez. - Paladín del orden y gestor del progreso del Partido de Lobería”.
La Providencia experimentó, a lo largo de sus veinte años, bajo la propiedad de Manuel Suárez Martínez, tres grandes modificaciones edilicias y mejoras en sus dependencias, arboleda, frutales y huerta.
A pedido de su hijo, Manuel Suárez Martínez comenzó a escribir un año antes de su muerte (1917), su autobiografía. Estos apuntes autobiográficos, que abarcan de 1845 a 1880, quedaron inconclusos y, fueron luego completados por su hijo, José María Suárez García, que escribió Notas Biográficas y que completan el período 1880-1917. La edición original se editó en 1943 con una tirada de cien ejemplares, encabezada con el siguiente título: “Manuel Suárez Martínez. - Paladín del orden y gestor del progreso del Partido de Lobería”.
La familia de Manuel Suarez Martinez en 1901 - |
Manuel
Suárez Martínez nació el 30 de enero de 1845 en Sarela (provincia de La Coruña,
España). Hijo de Juan Suárez y María Martínez, labradores, desde pequeño formó
parte de la fuerza de trabajo familiar que incluía a cuatro hermanos más (tres
mujeres y un varón). A la edad de once años, y habiendo comenzado a concurrir a
la escuela, su padre murió, con lo cual se dio por terminada su educación. El
nuevo casamiento de su madre con un hombre despótico e interesado en los
escasos bienes familiares, motivó su partida del hogar paterno y el comienzo de
una vida dura pero independiente a la edad de catorce años.
Recomendado a un
vecino de su aldea, Don Francisco Botana, residente en Cádiz y al frente de una
confitería, Suárez Martínez llevaba el encargo de presentarse a un pariente de
su madre que vivía en la misma ciudad y tenía un puesto de frutas. Pero al
llegar a Cádiz, el mencionado Botana lo presenta a su patrón, Manuel Nieto,
quien lo termina adoptando como a un hijo y lo contra-ta para trabajar en su
comercio. Fue entonces que, a la par que iniciaba una carrera ascendente en el
comercio (desde ayudante hasta dependiente), retomó sus estudios y aprendió a
leer y a escribir.
A
los diecisiete años, cansado de las duras condiciones de trabajo en el comercio
y cuando se acercaba el momento de cumplir con su servicio al rey, decide
emprender un viaje a Buenos Aires donde estaban establecidos unos parientes de
su madre. Por tal motivo, le solicita a ésta permiso para viajar y una carta de
recomendación de su parte. Como la ley militar prohibía salir antes del sorteo,
debió hacerlo de contrabando; gracias a los arreglos (de fuga, pago de pasaje
y entrega de sus ahorros) que hizo su patrón con los antiguos dueños de la casa
naviera donde había trabajado de joven, se embarcó como marinero en una fragata
de carga rumbo al Río de la Plata en 1864 junto a otros veinte prófugos.
Sin
pasaporte ni documento alguno, y después de una intensa y dura travesía de setenta
días, Suárez Martínez llegó al puerto de Buenos Aires el 22 de septiembre de
1864. Casi de inmediato, se presentó en la casa del primo de su madre, José
María Blanco, con la carta de recomendación que ésta le había dado. Blanco, a
su vez, le dio una carta de recomendación para un amigo suyo, José Uncal,
asturiano y vicecónsul de España, quien tenía además una casa de comercio en
Concepción del Uruguay (provincia de Entre Ríos), donde quedó contratado. Este
fue su primer trabajo en tierra americana:
“Me destinaron al despacho de almacén; la casa
abarcaba ramos generales, incluso barraca de frutos del país. Al día siguiente
me mandaron a la barraca para enfardar y estibar fardos de lana”.
El
clima y lo duro del trabajo hicieron que le escribiera a su pariente Blanco
pidiéndole una nueva colocación pero, al no tener respuesta, decide igualmente
dejar la casa de Uncal y regresar a Buenos Aires.
Sin
apoyo de parte de su pariente, resuelve buscar trabajo por sí mismo. Llegado a
este punto, acude nuevamente a su red de paisanos y amigos para encontrar una
nueva colocación. En el diario La España, que se publicaba en aquella época,
encuentra un aviso que pedía un “joven español para dependiente de
almacén...” Al presentarse, ve que el
almacén resulta ser propiedad de unos hermanos catalanes de avanzada edad que
conocían a su primo José M. Blanco por ser consocios fundadores de la Sociedad
Española. Pero antes de hacerse cargo del nuevo trabajo, el mismo Blanco le
propone ir como empleado a una casa de comercio en Tandil, que acababa de
comprar. Hacia allí se traslada y, al mes de haberse abierto el negocio, es
ascendido a “dependiente mayor de almacén”, pero las cosas no continuarían así
de bien.
Pintura de la pulperia y ramos generales La Providencia - Loberia. Oleo sobre tela -por Angeles Lynch |
Al
cabo de unos meses, y debido a continuas desavenencias, personales y políticas,
con el habilitado de la casa, el oriental Manuel Iñíguez, decide aceptar la
propuesta de éste, quien para apaciguar los ánimos y evitar que Suárez Martínez
se fuera y le contara todo lo sucedido a su pariente Blanco, le propone salir
de gira comercial por la campaña. En consecuencia, en 1866 emprende un
recorrido por distintos partidos de la provincia de Buenos Aires (Juárez,
Necochea, Tres Arroyos) con el fin de vender mercaderías. El trato por parte
del habilitado fue proveerlo de los caballos y carros necesarios, dos peones de
confianza que conocían la campaña, y la mercadería a precio de factura, más un
10% en concepto de fletes y comisiones.
El
surtido incluía artículos de almacén, tienda, ropería, talabartería, calzado y
algo de platería que sumaba un total de 74.000 pesos moneda corriente. El único problema es que no llevaba patente,
esto es permiso de venta, y sólo contaba con cartas de recomendación del Cnel.
Machado para los jefes de tropa apostados en la frontera y para los jueces de
paz de Tres Arroyos y Necochea, a fin de que lo dejaran vender las mercaderías
en los campamentos y pueblos. Las páginas dedicadas a la descripción de este
viaje de tres meses por la campaña bonaerense son muy ricas en vivos de la
época, sobre la vida y las costumbres en las estancias, puestos y campamentos
de frontera.
A
pesar del éxito comercial de éste viaje por la campaña, a su vuelta decide
arreglar sus cuentas con el habilitado Iñíguez y regresar a la ciudad de Buenos
Aires. El viaje le había dejado un beneficio neto de 10.000 pesos moneda
corriente más el saldo de su cuenta sueldos que fue de 11.250 pesos moneda
corriente, pero, lamentablemente, en
Buenos Aires fue asaltado en el tranvía en lo que perdió todo lo que tenía.
Ante este problema, y sin querer informarle a su pariente Blanco de lo
sucedido, acude nuevamente a su red de paisanos.
Esta vez a Manuel Conde, un compañero suyo de Cádiz, quien había venido dos años antes y había conseguido trabajo en la casa del ministro inglés, y que pudo prestarle 700 pesos hasta tanto volviera a conseguir un nuevo trabajo. De forma inmediata, recibe una nueva propuesta de parte de su pariente Blanco, que esta vez le propone se ponga al frente del almacén en Tandil. En 1867, regresa nuevamente a Tandil y se hace cargo del negocio hasta que su pariente lo termina vendiendo por sus desavenencias con el habilitado; Blanco le promete la habilitación de una nueva casa de comercio pero, en el ínterin, recibe otras propuestas de trabajo:
Esta vez a Manuel Conde, un compañero suyo de Cádiz, quien había venido dos años antes y había conseguido trabajo en la casa del ministro inglés, y que pudo prestarle 700 pesos hasta tanto volviera a conseguir un nuevo trabajo. De forma inmediata, recibe una nueva propuesta de parte de su pariente Blanco, que esta vez le propone se ponga al frente del almacén en Tandil. En 1867, regresa nuevamente a Tandil y se hace cargo del negocio hasta que su pariente lo termina vendiendo por sus desavenencias con el habilitado; Blanco le promete la habilitación de una nueva casa de comercio pero, en el ínterin, recibe otras propuestas de trabajo:
“...tuve dos
proposiciones para colocarme bien. Una de D. Ramón Santamarina, que me quería
mandar a su casa de El Cristiano, pero no acepté porque en mi gira, había
conocido la exposición de esos parajes a los malones de los indios y la clase
de población que había...”
Finalmente,
se quedó con la propuesta de su pariente e inició una nueva etapa en su “carrera
comercial”.
Los reveses de Manuel Suárez Martínez
Manuel
Suárez Martínez, por su parte, mientras esperaba una nueva carta con
instrucciones de su pariente José M. Blanco, volvió a salir varias veces en
gira comercial por la campaña (esta vez bajo las órdenes de un comerciante de
origen francés). Llegada la carta de Blanco, éste le informaba que lo ponía a
cargo de la nueva casa comercial que había comprado en Tandil.
“...a los
veinte y cuatro años, José Ma. Martínez y yo, dejábamos de ser dependientes,
pasando como habilitados de Blanco, a ser patrones”.
La
casa abrió en 1868, bajo el rubro comercial Martínez, Suárez y Cía., y constituida
por José María Martínez, Manuel Suárez Martínez y Blanco Hnos. como socios
comanditarios.
Por
esos días, 1869, su compadre, Arturo Hernández, le comunicaba que un vasco
español, de nombre José Lasota, quería vender su casa de negocio denominada
Los sauces de Quelecintá en el partido de Lobería. Lasota había obtenido esa
casa de comercio en propiedad a cambio del cobro de unas mercaderías que había
fiado a sus dueños anteriores, los hermanos Montoto, quienes la habían fundado
en 1862. Como
Lasota ya tenía una casa de comercio en el Partido de Ayacucho y no le
interesaba quedarse con aquella, hizo trato con José M. Blanco a través de su
pariente Manuel Suárez Martínez.
En
1872, Suárez Martínez se separa de José M. Martínez. Mientras éste último se
quedó con la casa de Tandil, Suárez Martínez se quedó con la casa de Lobería,
ahora denominada La Providencia, y con una nueva sociedad comercial constituida
por su socio (que había sido su dependiente y habilitado), Julián Izaguirre, de
origen vasco, y los dependientes, José Astelarra, también de origen vasco, y
Andrés Piñeiro, gallego como él. La casa constaba de “ramada” o despacho de
bebidas, almacén, tienda, perfumería, botica, talabartería, carpintería, herrería,
corralón, panadería y confitería. 27
Las
llamadas pulperías primero, esquinas después y almacenes o casas de comercio
luego, se convirtieron en el centro neurálgico del “pago” en varias leguas a la
redonda. A más de proveer todo tipo de productos, sobre todo importados, estas
casas, con sus distintas dependencias, hicieron las veces de capillas para
bautismos y casamientos, centros sociales para festejos patrios y reuniones
sociales, hosterías, postas de galeras, estafetas de correo, asiento de
juzgados y alcaldías (de hecho, Suárez Martínez fue Alcalde del cuartel 5° de
Lobería por varios años), escuela, bancos de ahorro, mercado de transacciones
comerciales con compra y venta de los “frutos del país” (cueros, lanas,
cereales, etc.). Pero más allá y por encima de todo eran importantes centros de
intercambio e información.
Para
su surtido, Suárez Martínez, generalmente, viajaba a la ciudad de Buenos Aires
en el mes de marzo, donde efectuaba diversas y numerosas compras que le
permitían abastecerse para todo el invierno, hasta el mes de octubre. En uno de
esos viajes conoció a Micaela García con quien se casó en 1879. Micaela García
era hija de Miguel García, también de origen gallego que había emigrado a Cádiz
como él y de ahí, con toda su familia (esposa y cinco hijas), a América.
Como a su llegada a estas tierras, nuevamente las redes amicales y paisanas vuelven a socorrerlo, esta vez, en cuestiones del corazón. Conoció a Micaela en una reunión social en la propia casa de ésta, ya que Rita Andrade, su ahijada, y a quien había ido a visitar antes de su regreso a Tandil, estaba casada con un tal Puente, cuyo hermano Gumersindo estaba casado con la hermana de Micaela, Concepción, y el otro hermano, José V., con Andrea Machado (hija del Cnel. B. Machado y a quien conocía de Tandil).
Actual estado de la pulperia La Providencia - Extraido del sitio BA Film |
Como a su llegada a estas tierras, nuevamente las redes amicales y paisanas vuelven a socorrerlo, esta vez, en cuestiones del corazón. Conoció a Micaela en una reunión social en la propia casa de ésta, ya que Rita Andrade, su ahijada, y a quien había ido a visitar antes de su regreso a Tandil, estaba casada con un tal Puente, cuyo hermano Gumersindo estaba casado con la hermana de Micaela, Concepción, y el otro hermano, José V., con Andrea Machado (hija del Cnel. B. Machado y a quien conocía de Tandil).
Pulperia La Providencia año 1887 Manuel Suarez Martinez con su familia - Extraido del sitio Proyecto Pulperìa |
Antes
de su casamiento, Suárez Martínez decide independizarse y liquidar su sociedad
con Julián Izaguirre. Para ello, le propone quedarse con todos los créditos a
pagar y a cobrar (“lo que fue un desastre” según sus propias palabras, y entregar al contado su parte, que resultó
de 335.000 de pesos, suma que entregó de inmediato solicitando para ello un
préstamo de 200.000 pesos al Banco de la Provincia de Buenos Aires, que se lo
acordó sin dificultad. Pero este no fue el único revés que sufrió. En 1879, al
regresar después de su casamiento con Micaela García en Rosario, se encontró
con que una gran sequía amenazaba con convertirse en un desastre.
“...yo sufría
pensando en mis compromisos y en las malas condiciones de mi negocio para poder
hacerles frente. Las ventas disminuían de una manera alarmante. Los clientes
que en su mayoría debían a la casa, dieron casi todos la voz de ¡sálvese quien
pueda! Y así lo hicieron”.
En
1882, León Gallardo, dueño de la estancia donde se encontraba la casa de
comercio de Suárez Martínez, le ofrece en arrendamiento la totalidad del campo,
que pasa también a denominarse La Providencia con cinco puestos dedicados a la
producción ovina 30. En
cartas del año 1882, mencionadas por su hijo José M. Suárez García en las Notas
Biográficas, Gallardo le dice:
“En vista de
haber comprado un campo en Lincoln, me hallo en condiciones de arrendarle a Vd.
todo el campo nuestro en Quelecintá. Ponga Vd. lo que realmente pueda pagar...,
cuando Vd. baje a la ciudad formularemos el contrato, no necesito fianza, me
basta su responsabilidad.”
Y en carta subsiguiente:
“Renueva Vd. los que toca para poder mejorar su
oferta anterior de $30.000 m/c por el campo que en parte ocupa Vd. actualmente.
Por mi parte en el deseo de serle agradable y de conservar un inquilino de sus
buenas condiciones, que conozco por las referencias de los señores Lafuente,
López y Leguineche, cedo en mis anteriores pretensiones...
Espero que quedará Vd. satisfecho y yo quedo a su
disposición para legalizar este convenio en el momento que le sea a Vd. oportuno”.
De la totalidad del campo, Suárez Martínez subarrendaba, a su vez, una fracción
a José del Carmen Andrade, “gran amigo y paisano de mi padre.”
En
1889, según cuenta su hijo, Suárez Martínez decide abandonar La Providencia
“...acobardado
por los negocios poco prósperos a pesar del mayor volumen de las transacciones,
por el fracaso de la fundación del pueblo, por las perspectivas calamitosas que
se vislumbraban para el país a corto plazo (crisis de 1890), y, más que todo,
por el deseo de dar a sus hijos (once) buena educación...” (Suárez García
1944:219).
Por
tal motivo, liquida todos sus bienes, vendiéndole la casa de comercio, junto a
2.500 vacas, 13.000 ovejas y 200 yeguarizos, a su habilitado Andrés Piñeiro,
respaldado con la garantía de Ramón Santamarina, “antiguo y gran amigo de mi
padre.”
De
La Providencia se marchó directamente a Buenos Aires donde invirtió su pequeño
capital en una fábrica de clavos. La pequeña empresa, dada la situación de
descalabro económico y financiero que sufría la Argentina en ese momento a
causa de la crisis de 1890, resultó un rotundo fracaso y fue a la quiebra. El
paso siguiente fue regresar a Tandil y aceptar la propuesta de Ramón
Santamarina (h) para encabezar la nueva firma que compraría el Molino Viejo.
La
sociedad Manuel Suárez Martínez y Cía, formada por Juan Anderson, Manuel Suárez
Martínez y Manuel María Fernández, debió disolverse al año siguiente debido a
la total restricción del crédito por parte de los bancos. Ante esto, decide
comprar una panadería y alquilar la “casa de altos”, donde funcionaba la fábrica
y el despacho. Pero la situación no mejoró; a los conflictos obreros y
administrativos se sumaban las dificultades financieras debido a que aún continuaba
cerrado el acceso al crédito. Nuevamente recurre a su red de amigos, quienes le
renuevan sus documentos con las mayores facilidades.
Dada
la situación, le escribe a su amigo Ramón Santamarina (diciembre de 1892), a
fin de solicitarle información sobre la casa de comercio de su estancia San
José de la Tinta en el partido de Juárez y qué posibilidades tenía si sus
actuales arrendatarios se retiraban. También intenta volver a La Providencia y
con ese motivo le escribe a su antiguo habilitado, Andrés Piñeiro, para
proponerle una nueva sociedad. Piñeiro le responde que dada la situación
económica del país no cree que La Providencia dé para dos familias, pero que si
él la necesitaba se la cedía; ante esa respuesta, Suárez Martínez desistió de
la propuesta.
Su
situación financiera se agravaba cada vez más. Afectado por la crisis, su
concuñado, Francisco Mairini, le reclama 10.000 pesos moneda nacional (m/n) que
le había prestado en 1888 para comprar una chacra en Mar del Plata (25.000
pesos m/n). Por tal motivo, en 1894 decide rematar un terreno adquirido en la
ciudad de Buenos Aires, por el que obtiene 12.000 pesos m/n, y vender un solar
urbano que había comprado en la ciudad de Tandil antes de casarse.
Actual estado de la pulperia La Providencia |
En
1895, después de todos estos arreglos, se aventura a comprar la propiedad donde
tenía instalado su nuevo negocio y una quinta de pastoreo para la caballada en
25.000 pesos con hipoteca de 16.000 pesos. Aunque levantó los documentos a su
debido tiempo, se vio obligado a hipotecar nuevamente las propiedades en 25.000
pesos a su antiguo ex socio y amigo de La Providencia, Julián Izaguirre.
Finalmente, en 1908 decide vender la panadería y alquilarles a los nuevos
dueños el local, para retirarse de la actividad comercial y dedicarse a la
fabricación de “Agua Javel”.
Actual estado de la pulperia La Providencia |
La
mala suerte lo volvió a acompañar en los negocios: Ferrari (que fue primero su
empleado y luego su socio) abusó del crédito que Suárez Martínez le había
abierto antes de emprender, en 1912, un nuevo y último viaje a su tierra natal.
A su regreso, debió enfrentar nuevas y extenuantes deudas que sólo pudo
sobrellevar gracias al otorgamiento de nuevas líneas de crédito por parte de
los bancos y bajo garantía de familiares y viejos amigos.
Don Manuel Suarez Martinez a los 70 años- fundador de La Providencia |
A
pesar de sus reveses económicos, Suárez Martínez fue un hombre reconocido
socialmente y con participación activa en la vida comunitaria. Así, por ejemplo,
en 1902 es nombrado consejero de la Sucursal del Banco de la Nación Argentina
en Tandil; en 1907 es nombrado por el Comisionado Municipal para integrar la
Comisión Administrativa del Hospital Municipal “Ramón Santamarina”; en 1913 es
designado por el Comisionado Municipal Antonio Santamarina a integrar la
Comisión de Vecinos; ese mismo año es elegido Consejero Escolar y miembro de la
Comisión de Mayores Contribuyentes; fue socio fundador de la Sociedad Española
de Socorros Mutuos de Tandil y del Hospital Español de Buenos Aires a los que
se suman un sin número de nombramientos honoríficos. En
1916, su familia se trasladó a Buenos Aires y él se quedó en Tandil, en
compañía de una de sus hijas.
“Fue por entonces, dice Suárez García, que para
buscarle una distracción, que imaginaba había de serle íntimamente grata, le
pedí que nos dejara la relación escrita de su vida, rica en episodios y digna
de conservarse en el recuerdo de la familia”.
Manuel
Suárez Martínez falleció en Tandil en 1917.
"La Providencia" en la actualidad
A continuación se expondrá una excelente muestra fotografíca de "La Providencia" realizada por el fotografo Javier Pintos para el sitio ubicado en Facebook "De Pueblo en Pueblo". Un gran material que sirve para retratar esta histórica locación...
"La Providencia" en la actualidad
A continuación se expondrá una excelente muestra fotografíca de "La Providencia" realizada por el fotografo Javier Pintos para el sitio ubicado en Facebook "De Pueblo en Pueblo". Un gran material que sirve para retratar esta histórica locación...
Fuentes:
- LA MULTIPLICIDAD DE LOS POSIBLES. LAS FORMAS DEL EMPRESARIO RURAL EN LA ARGENTINA DEL SIGLO XIX - CONTRAPUNTO DE CASOS - Por Andrea Reguera
- "Viejo Almacen La Providencia" - Partido de Loberia - Proyecto Pulperia / Facebook
- Portfolio de Angeles Lynch del sitio www.artmajeur.com - Pulperia La Providencia
- La Providencia BA Film - www.bafilm.com.ar
- https://www.facebook.com/DEPUEBLOENPUEBLO?fref=photo
Excelente material. Soy de Lobería y tengo el libro de Suarez Martinez. El relato es tal cual. Gracias por compartir esta información y por el interés en nuestra historia
ResponderEliminarMuchas gracias por el material. Soy biznieto de Manuel Suarez Martinez. Le agradezco mucho su recuerdo.
ResponderEliminarHola! Acabo de leer tu comentario. Yo soy nieto (político, mi abuela es hermana de Micaela García)esposa de Manuel. Si quieres conectarte conmigo mi mail es rapuentesolari@hotmail.com o como el indicado en la pagina.
ResponderEliminarEn una parte del texto nombra" Necochea ". Seguro debió ser " Quequén ". Porque Para esa fecha en la actual necochea no había nada, salvo algunas estancias esparcidas. En cambio en la actual Quequén había hasta movimiento portuario. Muchas gracias
ResponderEliminarcomo era antes necochea podrias explicar ?
Eliminartengo una consulta estoy estudiando la historia de loberia y queria saber si estaba distribuida en rural y urbana ? voy a seguir buscando informacion gracias por todos los datos que ponen sobre este lugar me gusta mucho el respeto sobre todo
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