Basilio
Hector Celestino es un dibujante y pintor argentino nacido en Buenos Aires el 9
de mayo de 1922. Egresado de la
Academia de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, continúa su
formación artística en la
Universidad de Cuyo, Mendoza. Su trayectoria fue influenciada
por Emilio Centurión, Lino E. Spilimbergo y Ramón Gómez Cornet, a quién siempre
recordó con gran afecto por haber sido su maestro y con quien compartió años de
taller en Mendoza y Santiago del Estero. Su carrera se vio marcada por viajes y
mudanzas: Santiago del Estero, Madrid, Tetuán, París, Mar del Plata, donde se
instala durante casi veinte años. En 1971 se va a vivir a Caracas, Venezuela,
donde fallece en febrero de 1976. Se considera que su producción alcanza a las
3.000 obras, que abarcan los estilos Expresionismo, Surrealismo y Nueva
Figuración. Conozcamos su historia…
Historia
Desde
muy chico se podía encontrar a Basilio dibujando en cualquier circunstancia y
lugar. Las escenas cotidianas que asomaban a través de la ventana, los muebles
de la casa de sus padres y hasta una lata de bebida chocolatada eran recreados
por la precoz destreza de su lápiz. El mundo que lo rodeaba, junto con sus
objetos, por insignificantes que estos fueran, despertaban su curiosidad. La
vocación brotó en él como una marca de nacimiento, y todo aquello con lo que
sus ojos se topaban era sujeto de ser dibujado. Nació el 9 de mayo de 1922 en
Buenos Aires, en la calle Paraguay 2043, en el seno de una familia descendiente
de inmigrantes italianos.
Tenía dos hermanas menores, la primera, Josefina, y la segunda, Yolanda. Toto, tal su sobrenombre familiar, vivió después en Zabala y Forest, barrio de Chacarita. Su madre, Leonor, proveniente del sur de Italia, era una mujer siciliana de carácter, pragmática y determinada. Su padre, Don José, de origen calabrés, pertenecía al grupo de italianos que llegaron a Buenos Aires a construir el subterráneo y luego trabajó durante muchos años como sereno en una fábrica textil. Celestino lo recordaría como un hombre virtuoso, “ejemplo de rectitud”, con quien tuvo siempre excelente relación.
Tenía dos hermanas menores, la primera, Josefina, y la segunda, Yolanda. Toto, tal su sobrenombre familiar, vivió después en Zabala y Forest, barrio de Chacarita. Su madre, Leonor, proveniente del sur de Italia, era una mujer siciliana de carácter, pragmática y determinada. Su padre, Don José, de origen calabrés, pertenecía al grupo de italianos que llegaron a Buenos Aires a construir el subterráneo y luego trabajó durante muchos años como sereno en una fábrica textil. Celestino lo recordaría como un hombre virtuoso, “ejemplo de rectitud”, con quien tuvo siempre excelente relación.
Basilio Hector Celestino junto a su padre José Celestino posando para una imagen. Decada del 40. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
Cuando
Basilio tenía doce años, Pascual, un tío materno, quien ya conocía las
inclinaciones plásticas del niño, lo llevó a visitar a un amigo dibujante que
trabajaba en el diario Crítica. Al llegar a la sede del diario, el amigo de su
tío le dio una hoja en blanco y le dijo que se sentara y dibujara lo que quisiera.
Durante toda la charla de los adultos, el pequeño se concentró en su dibujo. Al
terminar, el amigo observó lo que había hecho y le recomendó firmemente que
fuera a la Escuela
Manuel Belgrano. El tío, entusiasmado, comunica estas
opiniones a la madre de Basilio. Le habla insistentemente sobre la importancia
y la responsabilidad de tener un hijo con esas capacidades: “un hijo pintor”,
le dice.
La madre, confiando en la experiencia del dibujante y en los consejos de su
hermano, atiende a estas palabras y decide apoyar su vocación artística
inscribiéndolo, tras concluir la primaria, en el curso Preparatorio de Dibujo y
Pintura de la Escuela
Manuel Belgrano, en donde estudia desde 1936 hasta 1940.
Don
José, su padre, estuvo de acuerdo con esta decisión y, a pesar de ser su
primogénito y único hijo varón, nunca le exigió ejercer una profesión que no se
correspondiera con su deseo. Al contrario, se mostró siempre respetuoso con la
elección de su hijo y con su vocación por la pintura. El encantamiento de
Celestino por las artes plásticas fue tan temprano y se manifestó de manera tan
determinada y constante que todos en casa lo percibían como alguien diferente,
por lo que desde muy chico lo llamaron “el pintor” y dejaron que tomara sus
decisiones con libertad. Su primer taller fue una habitación acondicionada por
él mismo en el hogar familiar de Chacarita, tras quedar libre una pieza extra
que le alquilaban a un italiano. La ocupó transformándola en su lugar de trabajo,
al que guardaba con mucho celo ya que le permitía dibujar y pintar con
tranquilidad.
En
1940 continuó su formación en la Academia Nacional de Bellas Artes Prilidiano
Pueyrredón, en donde conoció a los maestros Lino Eneas Spilimbergo, Emilio
Centurión y Pío Collivadino, director de la Academia en este período. En esta época se siente
estrechamente identificado con sus maestros, a quienes admira profundamente y
con quienes comparte su disconformidad con el academicismo. Era tal la
necesidad que tenían de deslindarse de los dictámenes de la academia (en una
Buenos Aires que aparentaba un pensamiento progresista sin llegar finalmente a
materializarlo), que deciden abandonar la Capital para adentrarse en el interior de la Argentina y asentarse en
provincias que pudieran otorgarles nuevos paisajes, nuevos colores y personajes
comunes y corrientes para sus obras. Obtiene de ellos la concepción del dibujo
como una manifestación plástica de valor autónomo.
Desde
los años de su formación en Bellas Artes, ya podía observarse en su dibujo un
trazo distintivo y personal. Contaba con una enorme habilidad para dibujar
líneas que describían y descubrían un universo propio en el que se reflejaba el
conflicto de la condición humana como el gran tema y motivo de su obra. En el
año 1943 gana el segundo premio en el Salón Colectivo de la Mutualidad Estudiantes
de Bellas Artes, MEEBA, y ese mismo año se recibe de la Academia de Bellas Artes
con el título de Profesor de Dibujo.
Mendoza, un premio y una decepción
Celestino
viaja a Mendoza en 1946 para realizar estudios de especialización en la Academia de Bellas Artes
dependiente de la
Universidad Nacional de Cuyo. Aquí conoce a Ramón Gómez
Cornet (1898 -1964), artista santiagueño considerado el precursor de la Pintura Moderna en
Argentina, y uno de los grandes maestros del arte argentino. Siempre
reconocería a Don Ramón como su maestro y sostuvo con él un vínculo sumamente
afectivo y una intensa relación artística. Su hija, Adelina Gómez Cornet, recuerda
que “Don Ramón sentía un cariño entrañable por Celestino, lo quería como a un
hijo. Era tan simple, tan puro de alma y a su vez se divertía mucho con él”.
Gómez Cornet, profesor de la cátedra de pintura, lo designa como su ayudante.
En
1948 la Universidad
de Cuyo le otorga una beca de perfeccionamiento artístico durante un año en
París. Emocionado y agradecido, viaja a Buenos Aires para hacer los trámites
necesarios. Obtiene el pasaporte y vuelve a Mendoza para tener una reunión con
el Rector de la
Universidad, quien le recomienda que aproveche al máximo su
tiempo de estadía en París. Al terminar la reunión, deja la oficina del Rector
y se reúne con sus compañeros, quienes cuestionan que le hayan otorgado una
beca por el hecho de no ser mendocino. Le dicen que no tienen nada en contra
él, pero que desaprueban esta elección. Molesto y decepcionado, Celestino
abandona Mendoza y vuelve a Buenos Aires. Entre tanto, un allegado a la familia
planeaba viajar a España, y despierta en él la idea de cambiar el viaje a
Francia por uno a la península. Con su pasaporte vigente y algo de dinero
reunido, decide cambiar el rumbo de su búsqueda artística.
España y Marruecos
Es
el año 1949 cuando viaja a España en barco, en tercera clase. En el trayecto
conoce a otro argentino. Ambos, jóvenes y artistas, no tardan en hacerse
amigos, pero al llegar a Barcelona, cada uno toma su camino. Celestino se
traslada a Madrid, ciudad sumida en la crisis social, política y económica
durante la dictadura de Franco. Alquila una habitación compartida en una pensión
estudiantil, recibe su carnet de racionamiento (documento que conservaría
posteriormente como recuerdo de esa dura época), y comienza a vivir con
austeridad.
Su
principal interés al viajar a Europa era conocer y aprehender de la manera más
fiel posible las técnicas tradicionales del dibujo y la pintura. Para lograrlo
se dedica a estudiar disciplinadamente en el Museo del Prado, donde realiza una
estupenda copia del famoso autorretrato de Durero. Organiza su primera
exposición de óleos en Madrid, auspiciada por la Embajada Argentina,
y al finalizar el año acepta la invitación del amigo que había conocido en el
barco y se traslada a Marruecos.
El
pintor hace sus valijas y juntos toman un tren rumbo a Andalucía, a la ciudad
de Algeciras. En el trayecto son detenidos por guardias civiles que los dejan
un día incomunicados, interrogándolos por separado, hasta que liberan a
Celestino. Si bien nunca más volvió a ver a su amigo, supo que se había convertido
en un poeta reconocido. Celestino vivió seis meses en Marruecos y de aquella
estadía conservó algunos retratos realizados a los marroquíes y numerosas
anécdotas. Recordaba con frecuencia las travesías en “un trencito de trocha
angosta” por los campos sembrados de alhucemas y los festejos del Ramadán.
Ese
mismo año viaja a la ciudad de Tetuán, donde un día se encontró en una plaza a
un hombre pintando. Celestino se acercó con curiosidad para conversar con él y
el pintor le contó que acababa de recibirse de la Academia en Bellas Artes
de Suecia. Su nombre era Alvar, pero no pudo precisarse su nombre completo para
esta biografía. Celestino perfeccionó, a través de Alvar, el manejo de la
acuarela. Adquirió técnicas para optimizar su uso y a partir de entonces se
pudo apreciar en sus trabajos realizados con esta técnica una estela muy
transparente, muy diluida, una textura que solía utilizar para crear fondos.
Basilio Hector Celestino junto a su amigo sueco que conoce en Tetuan. Año 1949. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
Con
el paso de los años, continuaron escribiéndose cartas y enviándose postales,
incluso conservaba entre sus tesoros un recorte de un artículo de periódico
acerca de una exposición de pinturas de su amigo sueco, en cuyo incomprensible
texto logra leerse con claridad el nombre de Basilio Celestino. Tras un año
fuera del país, regresa a la
Argentina.
Santiago del Estero
Años
antes, en 1946, gracias a la presión ejercida por un grupo de artistas locales
de autoformación, se había logrado por Ley del Congreso de La Nación la creación de la Academia de Bellas Artes
de Santiago del Estero. Para la organización y armado de la flamante
institución se designa a Ramón Gómez Cornet como su director, quien le pide a
Celestino que forme parte de su equipo de trabajo. El pintor, que acababa de
volver de su experiencia en España, sin pensarlo dos veces acepta el
ofrecimiento. Dice Silvia Graciela Piccoli:
“En 1950 llegan a Santiago del Estero Ramón Gómez
Cornet con sus dos discípulos, Carlos Alonso y Basilio Celestino. Traían la
misión de organizar la
Academia y disponer todo lo necesario para su apertura. Gómez
Cornet solicitó el envío de útiles de trabajo, los que efectivamente llegaron a
Santiago y fueron almacenados en un depósito de la Escuela Industrial
de la Nación.
Inclusive, se iniciaron las inscripciones y se propuso a los
integrantes del cuerpo docente, pero nuevas dificultades económicas en el orden
nacional volvieron a postergarla por nueve años a pesar de los esfuerzos de la
comunidad artística santiagueña.”
A la derecha, Bernardo Ponce. Santiago del Estero, aprox. 1951. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
Cuenta
Bernardo Ponce, artista santiagueño que forma parte del grupo:
“Nunca pudo Don Ramón concretar lo que tenía que
haber sido la Academia
de Bellas Artes de Santiago del Estero. Siempre le pusieron los pies para que
tropezara, para que no la pudiera hacer, esas cosas tan de envidias
provincianas”.
La
Academia Nacional
recién pudo inaugurarse nueve años después. En octubre de 1950, Celestino gana
en el Primer Salón Anual de Artes Plásticas del Norte Argentino realizado en
Santiago del Estero el Premio Adquisición, Gobierno de la Provincia de la Rioja con la obra titulada
“El René”, realizada en témpera. Gómez Cornet, con la ilusión de contribuir con
la enseñanza del arte en su ciudad natal, decide establecer en ese mismo año de
1950 una escuela de Bellas Artes privada bajo el nombre de Arts, que se mantuvo
durante tres años. Da inicio a sus actividades en la gran casa familiar
heredada por el maestro ubicada en calle 9 de Julio 30, espacio que transforma
en talleres de dibujo y pintura. Junto con Carlos Alonso, Celestino se instala
allí mismo, adquieren dos catres y se dedican a pintar y dibujar, siempre
rodeados por sus vecinos y la riqueza de los paisajes santiagueños. Vivían modestamente
y compartían con la familia del maestro Gómez Cornet y la familia Barbieri,
donde solían ir a comer. Un gran colaborador de la Academia es el abogado
Mariano Paz, que logra integrar a los recién llegados con el ambiente cultural
e intelectual santiagueño.
En
1951 la Academia Arts
se traslada a la planta alta de una Escuela de los Hermanos Franciscanos. En
este ambiente comparte con Carlos Alonso, Antonio Berni, Bernardo Ponce y Baby
López Bustos, entre otros artistas, cuyo principal punto de encuentro era la
casa de Ernesto Barbieri, docente que abría las puertas de su espacio para
brindar acceso a su colección de arte, que incluía obras de Navazio, Daneri y
Policastro. Allí, Celestino se desempeña como docente hasta el año 1953. Su
paso por Santiago del Estero dejó un legado de obras en colecciones de
habitantes de la ciudad. De los artistas de esa generación, Bernardo Ponce
mantiene vivo el recuerdo de Celestino como pintor y como maestro, y rememora
con admiración su capacidad para enseñar más allá de la técnica:
“igual que Don Ramón, me impulsaba a hacer una
lectura permanente de todo lo que yo estaba viendo en el ambiente”.
También
recuerda las largas charlas y los paseos. Lo consideraban como un transmisor de
emociones que guiaba a sus alumnos hacia el encuentro de sí mismo y de sus
propias motivaciones. Para Celestino esa era la mejor forma de ser originales.
Como profesor destacaba por su humildad, y durante sus clases nunca hizo sentir
a sus alumnos el peso de su autoridad como gran dibujante y pintor. Al iniciar
la clase les pedía a sus alumnos que expresaran lo que naciera de su deseo más
profundo, sin dar mayores indicaciones. Podía incluso salir del recinto,
dejarlos solos un buen rato y después volvía para guiar a cada estudiante en el
proceso creativo particular, sin intervenir en los motivos.
Quizás
esta sea la razón por la cual sus alumnos pudieron desarrollar en la producción
su propia expresión. En su rol de maestro, privilegió el respeto a la
personalidad y el carácter individual de sus aprendices, y si algo quería
enseñarles era a aprehender sus propias capacidades artísticas. Mientras
desarrolla su actividad docente, continúa su presencia en otros espacios donde
su obra no pasaba desapercibida. En 1952 obtiene el Primer Premio de Dibujo en
el Salón de la Provincia
de Buenos Aires realizado en La
Plata. Tras esto último, Celestino toma la decisión de no
participar más en un Salón de Artes Plásticas, pues consideraba que estas
competencias no debían ordenar a los artistas en jerarquías:
“entre
artistas no puede establecerse una competencia que llegue a determinar primeros
o segundos puestos”, señala en su momento.
Viajó
a Mar del Plata para recibir el premio y quedó cautivado por la belleza de la
ciudad. El mar le proporcionó una sensación muy distinta: quedó encantado con
ese entorno y se instaló allí. Su vinculación con Santiago del Estero no
termina en forma abrupta, al contrario, regresa en forma intermitente a lo
largo de varios años. Al abrirse la
Academia de Bellas Artes en 1959, Celestino se interioriza
por la actividad académica, con la que se decepciona amargamente:
“No saben enseñar, no trasmiten nada...”.
Los
ideales inculcados por el gran maestro Gómez Cornet quedaban totalmente
abandonados.
Celestino y Mar del Plata
Cautivado
por su “aire siempre azul”, como le gustaba recordar, embrujado por esa mezcla
entre clima frío y brisa de mar, allí se radica el artista. Se instala en un
pequeño departamento en el primer piso de un viejo edificio ubicado en la calle
San Martín 4121. Es una época de abundante actividad artística, de cambios en
su expresión plástica, y de crecimiento y maduración en la producción de sus
obras. Si el dibujo era en él un don natural, una especie de juego que manejaba
con enorme espontaneidad, la pintura, en cambio, era un arte que Celestino
deseaba dominar, y en esta etapa marplatense trabajó de manera muy ardua para
capturar las tonalidades y el aura azul que el ambiente le ofrecía.
Expuso
de manera continua en Mar del Plata y paralelamente en distintas ciudades de
Argentina, mostrando sus obras en Santiago del Estero, Rosario (Santa Fe) y
Resistencia (Chaco). Colabora con artistas de distintas disciplinas. Entre las
obras de esta época, destacan dos ilustraciones realizadas en base a dos poemas
del escritor y amigo Américo Álvarez. Durante este período también elabora
importantes murales y escenografías. Como señaló Armando Chulak en la
exposición del pintor en la Sala
de Arte de la Galería
Saint James en Mar del Plata, en 1960: “llevado por ese
cariño a lo nuestro, podemos hablar de Basilio Celestino como de un artista
marplatense”.
Allí
también trabaja con Gregorio Nachman, entrañable amigo, realizando
escenografías para algunas de sus obras de teatro, entre ellas Variaciones para
Muertos de Percusión del autor chileno Jorge Díaz. Esta obra, estrenada en mayo
de 1968, contenía una ácida crítica al mundo de los ejecutivos, de la publicidad
y de la deshumanización de las relaciones interindividuales. La crítica del
diario El Trabajo menciona:
“...tendrá a
su cargo la puesta en escena de esta obra el conocido Basilio Celestino
bocetando y realizando la escenografía, con la colaboración de alumnos del
Centro de Educación Dramática de la institución”.
La
escenografía contaba con la proyección de diapositivas que se veían durante la
función, realizadas por Mastropasqua partiendo de los bocetos creados por Celestino.
“Con elementos innovadores, algunos enrolados
francamente en una línea de avanzada y con mucha originalidad, fue realizada la
escenografía (Basilio Celestino) entre la cual se moverán los personajes de
esta obra de Díaz que hoy estrena la Comedia Marplatense”.
Eduardo Baliari, Crítico de Arte, Buenos Aires, Año 1968. Texto para Galería Rubbers. Imagen gentileza Eduardo
Nachman
|
Recorte del Diario El Trabajo. Año1968. Imagen gentileza Eduardo Nachman |
Gregorio
Nachman, director de teatro reconocido internacionalmente y uno de los
principales exponentes del teatro político en Latinoamérica, fue detenido y
desaparecido en 1976. Eduardo, hijo de Gregorio, recuerda a su padre y a
Celestino conversando y riendo, tomándose y creando ellos mismos la libertad
que necesitaban, sin hacer caso a ninguna limitación del contexto. El sentido
de pertenencia que sentía hacia Mar del Plata da como resultado que la temática
de sus creaciones de este período se viera influenciada por los paisajes
marítimos que le rodean. Así lo cuenta Graciela Di Iorio, docente de la Universidad de Mar del
Plata y quien fuera directora del Museo Juan C. Castagnino, en donde se realizó
en junio de 1987 una muestra retrospectiva de la obra:
“Celestino tiene una mirada muy personal sobre Mar
del Plata. Lo que él pinta no tiene nada que ver con lo que había antes. Tiene
una mirada original de lo que era el paisaje de arena, por ejemplo, él miraba
esa realidad con un toque muy propio, un toque reconociblemente suyo”.
Como
cuando era niño, pintaba todo lo que observaba: dunas, carritos de basura,
marinas, caracoleros, el puerto de la ciudad, los astilleros, los pescadores y
sus embarcaciones, el modo de vida de sus habitantes. Dentro de este período
podemos encontrar dibujos realizados en tinta, tales como “El pescador”, la
serie “Los Centauros”, compuesta por cuatro dibujos: “La playa”, “El
astillero”, “La Banquina”
y “Hombre al sol”. También realiza obras con técnicas mixtas, usando tinta y
pastel, tales como “El caracolero”, “El espigón”, “Charla de pescadores” y “Las
hermanas”. Se puede observar en este conjunto de obras diferentes formas de
ensayar la técnica del dibujo, consecuencia sin duda de la incesante búsqueda
ante el hecho plástico. En esta época se le escuchaba decir:
“...la pintura
para mí es un testimonio, para mí, pintar es una obligación”.
Un
reflejo de su postura ideológica y artística como testigo ante la realidad que
lo rodea se puede ver en la obra “El espigón”, donde figuras femeninas soportan
el peso de la escollera, clara representación de la condición de la mujer como
soporte de la sociedad. Siempre abocado a la promoción de la especialización en
las disciplinas artísticas, participa junto a los artistas vanguardistas
Nicolás Jiménez, Jorge Demirjián, Alberto Cedrón y el fotógrafo Juan Bautista
Pablo “Pupeto” Mastropasqua, entre otros, de la creación del Taller-Escuela de
Artes Visuales. El mismo estaba dentro del Taller Municipal de Artes Visuales
de Mar del Plata, ubicado en Hipólito Yrigoyen entre Luro y San Martín, en un
espacio cedido por la misma municipalidad y acondicionado por los propios
artistas, que hasta llegaron a tapizar las paredes con arpillera.
En
el estudio se realizan exposiciones pequeñas de gran calidad, que Mastropasqua
llamaría “exposiciones de cámara”. En las mismas se observan las nuevas
búsquedas conceptuales y artísticas que se gestan a finales de la década del 50’ y en la década del 60’ en Mar del Plata, una
ciudad que pugnaba por distinguir su cultura de la de Buenos Aires adquiriendo
su propio carácter plástico. El Taller-Escuela se convierte, de esta manera, en
un importante referente para el aprendizaje del diseño y del arte de la ciudad,
funcionando durante varios años. Celestino se encarga de los talleres que se
dictan en la institución. Una vez más, sus estudiantes valoran la naturalidad
con la que logra transmitir enseñanzas técnicas; la forma, el color, la línea,
los ritmos y la alianza de dichos elementos con la luz se convertían en
fenómenos de gran vitalidad ante sus ojos. Una de las frases que siempre
repetía a sus estudiantes era “la verdad está en el camino”, motivándolos a
comprender que el arte es un recorrido inagotable, un proceso de aprendizaje y
construcción permanentes.
Su
carácter de artista multifacético, poseedor de una enorme curiosidad formal se
pone de manifiesto en la presentación en 1960 de Afiches de Turismo de la Ciudad. También realizó una
muestra como parte del Grupo del Atlántico, en enero de 1961, integrado por Celestino,
Nicolás Jiménez, Celso Salgueiro y Amarú Oropeza. En 1963 se encuentra con Ana
María Ayala, a quien ya conocía de la ciudad. El pintor estaba eufórico, feliz,
volvía de la inauguración de una muestra de sus obras en el Museo Provincial de
Bellas Artes en Santiago del Estero. Sin mediar palabras le preguntó:
“¿no me dejaría que le haga un retrato?”.
A
los pocos días concretan el primer encuentro en su taller y desde entonces ella
se convertiría en su principal modelo. La personalidad enérgica de Celestino
conquista a Ana María:
“Lo que más me llamó la atención fue su inteligencia
y su vitalidad. No me interesó particularmente por ser pintor, las cosas se
dieron entre nosotros gracias a la pintura, gracias a esa circunstancia que me
llevó a ser su modelo, pero lo que realmente despertó mi interés en él fue su
espontaneidad”.
Basilio Hector Celestino junto al joven artista plástico Pablo Menicucci. Decada del 60. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
A
pesar de esta espontaneidad, al momento de pintar retratos Celestino seguía con
mucha disciplina un método de trabajo. Su modelo, recuerda Ana María, no tenía
permitido moverse, conversaban, pero no podía cambiar de posición, lo que le
permitía al artista realizar varios bocetos, elaborados con carbonilla, que
servirían de guías posteriores para continuar su trabajo en solitario. A partir
de ese momento no se separaron más, contrayendo matrimonio en diciembre de
1966. Su sensibilidad social fue uno de los rasgos de su personalidad que Ana María
reconoció desde el primer encuentro:
“Las injusticias sociales que él lograba percibir le
enojaban mucho; y además no andaba con dobleces, no se cuidaba al hablar,
siempre decía lo que le parecía y lo que sentía...”.
La
claridad y franqueza son elementos determinantes de su carácter en la vida
cotidiana, en el trato con familiares y amigos, pero son también elementos
fundamentales de su expresión plástica. Acerca de sus trabajos de este período,
de tendencia expresionista y principalmente surrealista, dirá Celestino:
“Mi enfoque básico en el surrealismo siempre fue un
modo admirativo, sensorial frente a la temática casi siempre mental, el ‘yo’
surrealista se mueve en un nivel entre real e ilusorio, y la realidad sustantiva
de la obra me dejó una respuesta en forma de pregunta...”.
En
sus dibujos, a través de trazos emotivos y enérgicos, y en sus pinturas,
mediante la experimentación lírica del color, logra figuras fantasmales que
exponen de forma satírica y honesta los crudos debates que experimenta el individuo
dentro de la siempre inestable sociedad latinoamericana. Su amigo el escritor
argentino Bernardo Canal Feijóo dice en el texto del catálogo de la muestra que
realiza en la Galería
Galatea, de Buenos Aires, en el año 1965:
“La imagen, la composición, en el arte de Celestino se
envuelven en una videncia que no emana propiamente de los ojos, que emana de la
mano. Adivino en el pincel de Celestino latiendo la yema desnuda de los dedos.
Su pintura construye, sitúa, reconoce la imagen por palpación antes que por
visión.”
Basilio Hector Celestino con su amigo Ricardo Marcangeli, a quien le daba clases de pintura y con quien lo unió una gran amistad. Decada del 60. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
Celestino
se dedica continuamente a su producción artística, aunque le era imposible
dedicarse a ella de manera exclusiva. Solía decir: “medio día para el César,
medio día para Dios”. Por el primero hacía referencia a sus mañanas, cuando se
dedicaba a la mayor parte de los trabajos que le generaban sustento económico.
Gracias a la formación académica recibida, realizaba diseños de muebles, hacía
planos y maquetas para el estudio de los arquitectos Varela, Requena, Lerena y
Traine, entre otros. Allí conoció a Ricardo Marcángeli, a quien le daba clases
de pintura y con quien lo unió una gran amistad. Diseñaba afiches para una
empresa de letreros, diseñaba y realizaba murales decorativos en salones de
edificios nuevos. “Medio día para Dios” era su parte preferida del día, las
tardes, cuando se encerraba en el taller que había creado en la casa que
alquiló y se dedicaba a trabajar en sus dibujos y pinturas.
Alcances de un artista consolidado
En
1966 gana el primer premio del Proyecto de Murales, convocado por el Centro de
Ingenieros y Arquitectos de Mar del Plata. Realiza varios murales en la ciudad,
de los que se conservan el que se encuentra en el Centro Médico de Mar del
Plata, ubicado en la calle San Luis 1978, y el mural ubicado en el Garage
Namuncurá, Bolívar 2457. El artista José Ángel Petroli recuerda que lo conoció
a sus dieciocho años y fue su ayudante en la ejecución del mural del Centro
Médico:
«“Usted está buscando trabajo, ¿no? –me decía
Celestino–. Yo estoy haciendo un mural en la calle San Luís, en el Centro
Médico. Quiero que me limpie los ladrillos de cerámica.”
Mural realizado por Basilio H. Celestino en el Garage Namuncura Bolivar 2457 de la ciudad de Mar del Plata. |
Detalle del mural realizado por Celestino en el Garage Namuncura ubicado en la calle Bolivar N° 2457 de la ciudad de Mar del Plata. |
Fui
hasta allá. Él había hecho una especie de imagen precolombina con un molde, vaciando
yeso y repitiendo la imagen en el muro. Celestino decía que quería imitar la piedra.
Yo limpiaba los ladrillos y después él me permitía hacer alguna sombra en el
mural. Al terminar todo me agradecía. Teníamos una buena relación, y a partir
de allí empecé a acercarme a la gente del ámbito artístico en Mar del Plata.»
También trabajó en este mural su amigo Ricardo Marcángelli.
Basilio Hector Celestino durante la construccion del mural del Centro Medico de Mar del Plata circa 1965. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
Mural del Centro Medico de Mar del Plata sito en San Luis 1978 realizado por Basilio Hector Celestino. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
Detalle del mural del Centro Medico de Mar del Plata realizado por Basilio Hector Celestino. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
La Galería del Mar, dirigida por Elisa Borthwick de Muchnick,
fue un lugar de reunión y paso obligado de artistas e intelectuales locales y
foráneos. Además de realizar aquí varias muestras, Elisa fue su guía y amiga,
una de las personas que lo impulsó organizando exposiciones y espacios que
contribuyeron a su difusión como artista. En 1967 es seleccionado para integrar
la muestra de artistas de la Exposición Itinerante “Argentina en España”,
organizada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina y la Embajada de España. En la
misma participaron catorce artistas considerados jóvenes valores, entre los que
estaban Carlos Agüero, Alicia Benítez, Salvador Benjuya, Aida Carballo,
Maximiliano Cocca Ventura, Norberto Roque Cuttica, Jorge Iscla, Liliana Porter,
Nicolás Rubió, Tana Sachs, Hilda Sánchez, Elena Visnia y Enrique Tudo.
La
muestra recorre Madrid, Sevilla, Granada, Zaragoza, Pamplona, Bilbao,
Santander, entre otras capitales de la Península Ibérica.
Su participación en esta muestra es elogiada por el diario ABC de Sevilla en su
publicación del 20 de enero de 1967:
“Obra alucinante la de Basilio Celestino, quien
vuelca en sus creaciones una fértil imaginación, una exuberante fantasía”.
Entre
los talleres que impartió en Mar del Plata se destacó el de un grupo de médicos
entre quienes se encontraban Egon Mettler, Orlando López, Bargo e Ignacio Rozic
(odontólogo). Con ellos se establecería una afectuosa amistad que duraría en el
tiempo. Salían a pasear por la ciudad y dibujaban al aire libre, o se reunían
en el taller de su casa a pintar y conversar. Su taller era a su vez un espacio
abierto para las amistades, y en cualquier momento de la tarde, su “medio día
para Dios”, pasaban amigos y vecinos para saludarlo, para saber cómo marchaban
sus obras, para conversar un rato con él.
Basilio Hector Celestino con su esposa Ana Maria Ayala. Año 1965. Mar del Plata. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
Sabía
cultivar la amistad. Era muy sociable y conversador, y no necesitaba mantener
intercambios intelectuales, todo era para él motivo de interés. En 1968,
después de una ausencia de alrededor de dos años en la capital argentina,
realiza una muestra de una selección de sus pinturas marplatenses en la Galería Rubbers de
Buenos Aires, en la que el crítico de arte Eduardo Baliari logró captar los
principales rasgos de la obra del artista de esa época:
“Celestino es claro, límpido, terminantemente
escrupuloso para impedir que se introduzcan en la visión elementos que no sean
los que corresponden a la naturaleza del tema. Y digamos que no es precisamente
la suya una pintura de tema, pese a que los títulos inducen a una
interpretación poética. Sí, está presente la idea como producto de un proceso
intelectivo, pero a través del tamiz del pintor”.
A
pesar de tantos años viviendo lejos de Buenos Aires, continúa muy unido a su
familia y muy atado a su ciudad, a su música, a sus costumbres, por lo que
todos los años, alrededor de la segunda quincena del mes de diciembre, el
artista acostumbra a realizar un viaje a la Capital. Visita a
su familia, celebra el cumpleaños de su madre el 25 de diciembre, contacta a
sus amigos más queridos, acude a museos, ve muestras de arte, se pone al día
con la actividad artística y cultural y luego, a principios de enero, vuelve a
la tranquilidad de su hogar en Mar del Plata.
Cada
verano esperaba la visita de sus familiares que iban de vacaciones. Carlos
Oddino, su sobrino, recuerda que esperaba ansioso reencontrarse con el tío
Toto, ir con él a pescar, a ver algún partido de River-Boca, a caminar y
conocer lugares. También que cuando se le ocurría una frase la escribía en la
pared de su departamento. Reconoce la libertad e intuición con la que pasaba
por distintas etapas, con las que él se encontraba cada verano: tomaba lo que
tenía alrededor y más cercano para incursionar en cada nuevo aspecto. En
casa, Celestino comparte su tiempo de trabajo artístico con algunas lecturas de
filósofía y, sobre todo, escuchando mucho la radio. Encenderla era lo primero
que hacía al despertar y la apagaba cuando se acostaba a dormir, lo que le
permitía estar siempre informado sobre lo que ocurría en el mundo.
Solía escuchar partidos de fútbol de su equipo, Racing, y siempre sintonizaba Radio Nacional para escuchar las noticias y mucha música clásica. Era reconocido en su familia por el buen oído y memoria musical que tenía; le bastaba con escuchar solo los primeros acordes de una pieza para reconocer su nombre y su autor. Celestino sabía repartir los momentos de ocio, de trabajo y de proyectos artísticos, aunque no podía evitar sentir cierta angustia por no poder dedicar todo su tiempo productivo a su trabajo creativo.
Solía escuchar partidos de fútbol de su equipo, Racing, y siempre sintonizaba Radio Nacional para escuchar las noticias y mucha música clásica. Era reconocido en su familia por el buen oído y memoria musical que tenía; le bastaba con escuchar solo los primeros acordes de una pieza para reconocer su nombre y su autor. Celestino sabía repartir los momentos de ocio, de trabajo y de proyectos artísticos, aunque no podía evitar sentir cierta angustia por no poder dedicar todo su tiempo productivo a su trabajo creativo.
Sin
embargo, sus principales preocupaciones están relacionadas con lo que ocurre
cotidianamente, en una Argentina regida por gobiernos militares. Esto es lo que
realmente lo entristece y lo retrae en sí mismo. Se encierra en su taller y
allí el dibujo y la pintura se convierten en válvulas de escape. Un día, un
amigo que vivía en Venezuela, Domingo Parato, llega a Mar del Plata junto a un
grupo de venezolanos entre los que se encontraba Lubín Chacón Escalante, quien
había sido Director de Extranjería en Venezuela y Embajador en República Dominicana.
Celestino acompaña a los venezolanos en sus recorridos por la ciudad y los hace
sentir como en casa. Sin duda motivado por la situación política que se vivía
en Argentina, Lubín le propone que se vaya a vivir a Caracas donde podría, le
dice, desarrollar su potencial artístico, y le ofrece su apoyo. Celestino y Ana
María tras conversarlo deciden ir a vivir a Caracas.
Los años en Venezuela
Corre
el año 1971, mes de diciembre. La luz del trópico ha cautivado al pintor.
Celestino y Ana María se mudan a una casa en el barrio de Bello Monte, donde se
instala el taller. Allí no solo se encierra a trabajar en sus proyectos
personales, el taller también sirve de espacio para dictar clases particulares
de dibujo y pintura, actividad que representaría una de sus principales fuentes
de ingreso económico en Venezuela. Basilio era muy celoso de su taller. Cuando
llegaba la hora de pintar, se encerraba allí y se sumergía en un universo
personal en el que podía permanecer durante horas. Al entrar en el mismo
–cuenta Ana María– Basilio sufría una metamorfosis, pasaba de ser ese hombre
expansivo y conversador, a ser abstraído e introvertido, algo melancólico, parecía
habitar en él dos seres con personalidades opuestas.
En
Caracas su obra sufre una transformación, pues comienza a reflejarse en ella la
influencia ejercida por una comunidad con grandes contrastes sociales y
económicos. En la producción de esta época, enmarcada dentro de la Neo Figuración,
comienza a manifestarse con más fuerza su sensibilidad social. Una sensibilidad
que estuvo siempre latente, pero que no necesariamente se exteriorizaba en su
pintura. La desigualdad social, la visible diferencia de clases y la pobreza le
causaban gran angustia. Y Caracas sirvió como detonante: observar los cerros
llenos de viviendas humildísimas, niños y jóvenes en la calle, zonas de pobreza
extrema inocultables junto al dramático contraste: otras zonas de gran
opulencia. Esta polaridad social, esta visible injusticia, le causaba un
profundo pesar.
“Mientras no estén bien todos –solía decir– yo no
podré estar bien”.
Una
pintura más dramática, de expresión cruda y visceral, surgió de aquella
temporada en Caracas. Como señala el crítico Osiris Chierico:
“Celestino logró imponer una personalidad de intenso
contenido lírico”
Eso
lo llevó a representar escenas de la realidad, pero siempre teñidas por esa
angustia que lo atravesaba. Lo dice Celestino con sus propias palabras:
“captar la realidad no es una labor, es una sorpresa,
una condición”,
Una
capacidad de expresión de la que el artista no podía huir. Estos rasgos pueden
observarse en un dibujo en el que una figura cadavérica se muestra altiva y
soberbia a pesar de estar hundida en el barro. O en la serie de tres dibujos
titulados “Durmiendo la rasca” (que quiere decir borrachera en el argot
coloquial venezolano), donde se registra la desesperanza de la miseria y la
vida que surge en los márgenes de la sociedad. O en la obra “Las grandes
conversaciones”, sobre la cual dice Graciela Di Iorio:
“Contiene un complejo nivel crítico, donde la mirada
del artista despliega su estética en el patetismo. Es la belleza dándote un
golpe en el estómago; una obra maravillosa y tremenda a la vez.”
Los Poemas del ültimo año de Maria Wernicke año 1970 Bs.As..Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
A
finales de 1972 nace su hija Paula en Caracas, la alegría de su vida, y en 1973
los tres se trasladan a París, cumpliéndose así el sueño de juventud del
pintor. Allí convivían con sus viejos y grandes amigos, el matrimonio de Laura
Dupetit y Luis Ballesteros, con quien Celestino trabaja elaborando artesanías. Maravillado
con los ocres de su otoño visita museos, camina por sus bulevares y subsiste
como artesano trabajando carteras de cuero. Pero no se dio tiempo para
adaptarse a la ciudad y se inclinaba por volver a Buenos Aires.
Sin
embargo, recibían noticias dramáticas de Argentina y deciden regresar a
Caracas. Llegan en 1974 y residen por unos meses en la Avenida Las Palmas,
finalmente se instalan en una casa en la Avenida Buenos
Aires. De inmediato Celestino retoma la docencia como profesor del Centro Artístico
Villasmil de León, en donde da clases de dibujo y perspectiva. En el taller que
instala en el fondo de su casa retoma las clases particulares y grupales de
dibujo y pintura.
Durante
este segundo período en Caracas la vida social no es una de sus prioridades.
Por recomendación de su amigo, el escritor argentino Bernardo Canal Feijóo,
conoce a Ángel Rosenblat, filólogo argentino fundador de la Cátedra de Filología de la Universidad Central
de Venezuela, a través del cual empieza a tener una relación más cercana con
argentinos que vivían en Caracas, intelectuales pertenecientes a la comunidad
de la Escuela
de Letras de esta universidad. En esta etapa de tranquilidad emocional y
económica, de bienestar que le ofrece Caracas, el artista encuentra el espacio
y tiempo necesarios para dedicarse a la pintura. Su prioridad es su trabajo
personal, y su esposa Ana María recuerda así esta época:
“Basilio nunca tuvo grandes pretensiones económicas. No
pretendía ganar millones con su arte, y prefirió no tener galerista ni
intermediarios. Era celoso con su trabajo, él pintaba porque esa era su pasión.
Si alguien deseaba comprarle y esa persona tenía el dinero, se lo pagaba, pero
si la persona no tenía el dinero completo en el momento, Basilio le ofrecía
pagar en cuotas, y si no tenía dinero, ‘bueno, no me lo pagues’ decía él, y se
lo regalaba. Era tanto lo que dibujaba y pintaba, tanto lo que producía en esa
época que siempre estaba regalando sus cuadros.”
Es
una época muy productiva en la que expone sus obras en galerías de la ciudad
como La Isla o
Galería G. En una carta manuscrita dirigida a Napoleón Pisani, artista y
crítico venezolano, fechada el 9 de noviembre de 1975, Celestino dice sobre su
propia producción artística de esta época:
“La temática que trabajo es la del ‘yo’. Mi reacción
como testimonio son las tensiones. Las tensiones, en muchas de mis obras logran
definir escenas o temas tangibles, pero creo que pueden existir esas tensiones
sin necesidad de definir el tema. Como toda pintura contemporánea, la mía
también vive pidiendo disculpas.”
Basilio Hector Celestino junto a su esposa Ana Maria Ayala y su hija Paula. Caracas, Venezuela. Año 1973. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
Celestino
conoce al poeta chileno exiliado en Caracas Mahfúd Massís, quien tenía un
programa en Radio Nacional de Venezuela llamado El hombre y sus circunstancias.
Escuchaba siempre sus programas y decide invitar al poeta, a través de una
llamada telefónica, a conocer su obra. Así se expresa Massís sobre su primer
encuentro:
“La voz era joven y fraternal, con algo del énfasis
de mis vecinos trans-cordilleranos. En su casa me encontré con un hombre ágil,
maduro, sobre cuya cabeza el tiempo había dejado caer su paleta gris. Ningún
cenicero, era al parecer un rasgo consuetudinario y personal, que nos obligó a
tirar las colillas en el piso. Quizás una manera de hacerlo sentir a uno en su
propia casa. Había una mujer hermosa y joven a su lado. Una niña pequeña: su
hija”.
Al
entrar Massís en el taller del artista se sorprende al ver sus cuadros y
dibujos desperdigados:
“Las obras en el taller estaban en el suelo. Esto explica
el proceso de su pintura, rico y accidentado, experimental, con cuajos
sorprendentes. Premios, estudios, distinciones, en su país y en el extranjero,
¡la cosa del currículum!, como si no fuera suficiente contemplar esos dibujos y
esas pinturas para suponer que no había inventado la casualidad aquellos
colores personales y a veces violentos, cuando no viscerales, ni ese conjunto
de líneas de sus dibujos, finas o barrocas, pero siempre con fuerza viril
identificadora.”
El
escritor chileno pudo sentir, en este primer encuentro, que estaba descubriendo
la obra de un artista con un mundo contradictorio, intenso, intelectivamente
feroz, que se manifestaba bajo el signo de la angustia y la voz de la denuncia:
“Queriéndolo o no, Celestino es un agudo crítico de
nuestra existencia social”.
Tapa del libro "Leyendas del Cristo Negro" de Mahfud Massis realizado en Caracas, Venezuela. Año 1976. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
Tan
impresionado y conmovido ha dejado a Mahfúd Massís la capacidad expresiva y la
propia personalidad de Basilio que, en noviembre de ese mismo año, le pide que
ilustre su libro Leyendas del Cristo Negro, publicado por la editorial Lisbona
en Caracas. En la portada de esa edición puede leerse:
“Portada de BASILIO CELESTINO, sorprendido por la
muerte durante la impresión de esta obra”.
Naturalmente,
a pesar de encontrarse el pintor en una agradable etapa de su vida, extrañaba
su país, y el deseo de volver a radicarse en Argentina persistía. En una carta
que su amigo Bernardo Canal Feijóo le envía a mediados del año 1975 le insiste
que se quede en Caracas:
“es preferible que usen ese dinero para comprar pasajes
para que sus familiares los visiten en Venezuela. La situación aquí es muy
compleja, es muy dura”.
Basilio Hector Celestino en su taller de la calle San Martín. Mar del Plata, Año 1971. Imagen gentileza Paula Celestino Ayala |
A
pesar de eso, en diciembre de 1975 Celestino viaja a la Argentina para visitar a
su familia, encontrarse con antiguos amigos y programar una exposición que se realizaría
en la Galería
del Mar, en Mar del Plata en 1977, y vuelve a Venezuela en enero de 1976, a trabajar con la
pasión que lo caracterizaba. Estaba preparando una próxima muestra en la Hermandad Gallega,
el club español cercano a su casa, y una en la Galería Viva México
que fue suspendida. Basilio fallece de un infarto fulminante en el Hospital
Universitario el 6 de febrero, entregando su vida de la misma forma en que la
vivió.
Sus
restos descansan en el Cementerio del Este, ubicado en La Guairita, Caracas, la
ciudad a donde el destino lo llevó rechazando la violencia política argentina,
la tierra donde nació su hija Paula y el espacio vital, lleno de excesivas
contradicciones sociales, donde desplegó la última y quizás más potente etapa
de su obra. Celestino muere joven, en plena madurez creativa, entregado a su
trabajo de explorar la condición humana y hallar respuesta a sus propios
laberintos existenciales. Dejó una importante obra multifacética, en diversos
formatos y técnicas, con la que podemos reconstruir nuevos aspectos de la
sensibilidad de una época. Un artista destacado de su tiempo, con un espíritu
creativo, sensible, poco conocido por las nuevas generaciones. Su vida estuvo
marcada por los viajes y las mudanzas, por el compromiso con el arte y la
libertad y el malestar ante las desigualdades sociales. Por suerte nos queda su
obra para valorarla y celebrarla: más de tres mil dibujos y pinturas que
encarnan su “respuesta –como él mismo dijo– en forma de pregunta”.
EXPOSICIONES INDIVIDUALES
1949 – Exposición de óleos –
Madrid – España. Auspiciado por la Embajada Argentina
en España.
1950 – Santiago del Estero –
Santiago del Estero – Argentina.
1950 – Ateneo del Chaco –
Resistencia – Chaco – Argentina.
1951 – Exposición en
Resistencia – Chaco – Argentina.
1951 – Presidencia Roque
Saenz Peña – Chaco – Argentina.
1952 – Galería “Velázquez” –
Capital Federal – Argentina.
1952 – Santiago del Estero –
Santiago del Estero – Argentina.
1953 – Galería “Rosemarie” –
Capital Federal – Argentina.
1955 – Mar del Plata – Prov.
de Buenos Aires – Argentina.
1956 – A.E.E.B.A.
“Temperasoleosmonocop” – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1957 – “Fogón de los
Arrieros” – Resistencia – Chaco – Argentina (Realiza varias exposiciones en
este espacio hasta el año 1965).
1958 – “Ateneo del Chaco” –
Presidencia Roque Sáenz Peña – Chaco – Argentina.
1959 – Galería “Carrillo” –
Rosario – Santa Fe – Argentina.
1959 – Galería “Galatea” –
Buenos Aires – Argentina.
1960 – Galería “Saint James”
– Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1962 – Agencia Diario “La Nación” – Mar del Plata –
Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1963 – Museo Provincial de
Bellas Artes – Santiago del Estero (Capital) – Argentina.
1965 – “Galería del Mar” –
Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1965 – “Club Pueyrredón de
Mar del Plata” – Mar del Plata – Provincia de Buenos Aires – Argentina.
1966 – Realiza varios
murales en Mar del Plata, entre otros, el que se encuentra en el Colegio
Médico.
1967 – “Galería del Mar” –
Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1967 – Realización de la
escenografía de “Variaciones para muertos de percusión”, obra teatral de Jorge
Díaz, protagonizada por el elenco de la Comedia Marplatense
“Sala de Cartón” – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1967 – Galería “Nueva
Visión”: Dibujos – Buenos Aires – Argentina.
1968 – “Galería del Mar” –
Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1968 – “Jockey Club” –
Santiago del Estero – Argentina.
1968 – Galería “Nexo” –
Buenos Aires – Argentina.
1968 – Galería “Arte Nuevo”
– Buenos Aires – Argentina.
1968 – Galería “Rubens” –
Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1969 – Galería “Mar del
Plata” – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1969 – “Jockey Club” – Mar
del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1970 – “Galería del Mar” –
Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1971 – “Galería del Mar” –
Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1971 – “Lirolay” Galería de
Arte Moderno – Buenos Aires – Argentina.
1971 – “Galería del Mar” –
Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1972 – Círculo Militar –
Caracas – Venezuela.
1972 – Galería “La Isla” – Caracas – Venezuela.
1975 – Galería “G” – Caracas
– Venezuela.
1975 – Galería “La Isla” – Caracas – Venezuela.
1976 – Fallece en Caracas –
Venezuela.
1977 – “Galería del Mar”
Exposición Homenaje – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1987 – Museo “Juan Carlos
Castagnino” – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1988 – Centro Cultural Islas
Malvinas (ala Córdoba) – Galerías Pacífico – Buenos Aires – Argentina.
2000 – Centro de Gestión y
Participación Nº 13 – Buenos Aires – Argentina.
2004 – 1° al 31 de octubre –
Centro Cultural Victoria Ocampo – Mar del Plata – Argentina.
EXPOSICIONES
COLECTIVAS
1943 – Salón Colectivo de la Mutualidad de Bellas
Artes – Buenos Aires – Argentina.
1950 – Salón del Norte –
Santiago del Estero – Argentina.
1951 – Salón Tandil – Prov.
de Buenos Aires – Argentina.
1952 – Salón de la Provincia de Santa Fe –
Santa Fe – Argentina.
1952 – Salón de la Provincia de Buenos
Aires – La Plata
– Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1952 – 2º Salón Nacional de
Dibujo y Grabado
1953 – Salón de la Provincia de Buenos
Aires – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1960 – Concurso “Afiches de
Turismo” – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1961 – “Grupo del Atlántico”
– Sala de Exposiciones Diario “La
Nación” – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires –
Argentina. Auspició: Museo de Arte
Moderno de la
Municipalidad de la
Ciudad de Buenos Aires – Argentina.
1966 – “Proyectos de
Murales” – Centro de Ingenieros y Arquitectos de Mar del Plata – Prov. de
Buenos Aires – Argentina.
1966 – “Mercado de Arte de la Municipalidad” –
Municipalidad de la Ciudad
de Buenos Aires – Argentina.
Presentación de la muestra itinerante para España.
1967 – 1º Exposición
Itinerante Argentina, auspiciada por el Ministerio de Relaciones Exteriores y
Culto de la
República Argentina, la Embajada de España en la Argentina y de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Colaboraron: Instituto de Cultura Hispánica de Madrid y la Asociación de
Exbecarios de Argentinos en España – Club “La Rabida” – Sevilla – España.
1967 – Biblioteca Central –
Barcelona – España.
1967 – Hospital de la Santa Cruz y San Pablo
– Barcelona – España.
1967 – La exposición
continuó en Zaragoza, Pamplona, San Sebastian, Bilbao, Santander, Santiago de
Compostela y Madrid – España.
1967/68/69 – Concurso de
“Poemas Ilustrados” – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1971 – “Homenaje a Enrique
Policastro”. Muestra de “Artístas Marplatenses a la Memoria del Pintor” –
“Galería del Mar” – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1973 – Muestra colectiva de
artistas argentinos en “La
Vieja Panadería” – París – Francia.
1997 – “Los que están pero
se fueron” – Muestra Homenaje – Museo Municipal de Bellas Artes “Juan Carlos
Castagnino” – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
2009 – Grandes Dibujantes
Argentinos – Homenaje a la
Escuela de Tucumán – Centro Cultural Victoria Ocampo – Mar
del Plata – Argentina.
PREMIOS
1943 – SEGUNDO PREMIO –
Salón Colectivo de la
Mutualidad Estudiantes de Bellas Artes. Buenos Aires –
Argentina.
1946 – MEEBA (Oleo).
1950 – SEGUNDO PREMIO
(Pintura) – Salón de Norte – Santiago del Estero – Argentina.
1952 – PRIMER PREMIO
(Dibujo) – Salón de la
Provincia de Buenos Aires – La Plata – Prov. de Buenos
Aires – Argentina.
1952 – “Poema Ilustrado” –
Catamarca – Argentina.
1953 – PRIMER PREMIO – Salón
de la Provincia
de Buenos Aires – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1960 – PRIMER PREMIO –
“Afiches de Turismo” – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires – Argentina.
1966 – PRIMER PREMIO – “Proyecto
de Murales” – Centro de Ingenieros y Arquitectos de Mar del Plata – Prov. de
Buenos Aires – Argentina.
1967/68/69 – Varios premios
en Concursos de “Poema Ilustrado” – Mar del Plata – Prov. de Buenos Aires –
Argentina.
Algunas de sus obras
Dentro
del corpus de la obra de Basilio Celestino, el dibujo recoge en particular, su
afinada percepción de la realidad, volcada a una expresión que conserva las
marcas del expresionismo y surrealismo propios de la época. La descarnada
sátira de sus imágenes fantasmales trasunta una dramática necesidad de
trascendencia. Los dibujos de línea variada, densa o más liviana acentúan la
emotividad, mientras que el trazo enérgico se encuentra en oposición a zonas
oscuras que se potencian entre sí. Estas obras, insertan la producción
dibujística de Basilio Celestino en la generación de importantes artistas que
como Spililmbergo, Castagnino o Berni han construido una señera e ineludible
etapa en la construcción del arte argentino.
"Niño sentado" -carbonilla-30 x 40 cms. Año 1945 Santiago del Estero. Obra de Basilio Hector Celestino |
"Fatima" -carbonilla- 30 x 42 cm.- Tetuan. Año1949. Obra de Basilio Hector Celestino |
El vendedor de caracoles -tinta y acuarela- 44 x 55 cms. Mar del Plata. Año 1964.Obra de Basilio Celestino |
Camion de basura -dibujo- 50 x 70 cms. Mar del Plata circa 1963-1967. Obra de Basilio Hector Celestino |
Retrato de su esposa -esmalte- 30 x 40 cms. Mar del Plata Año 1963. Obra de Basilio Hector Celestino |
El espigón -tecnica mixta- 70 x 50 cm.s Mar del Plata año 1965.Obra de Basilio Hector Celestino |
Centauro peinándose - Serie:
Los Centauros. Medidas: 33 x 41 Tinta Mar del Plata, Argentina 1967/68. Obra de Basilio Hector Celestino
|
Centauro vistiendose. Serie Los Centauros.Tinta y pastel Medidas 53 x 71 cm.Mar del Plata, Año 1967.Obra de Basilio Hector Celestino |
La nave -tinta- 63 x 44 cms. Mar del Plata Año 1969. Obra de Basilio Hector Celestino |
La muerte del torero -serie El Toreo -tinta 32 x 47 cms. Caracas. Obra de Basilio Hector Celestino. |
La noche del torero-tinta- Serie El Toreo 32 x 47 cms. Caracas año 1972.Obra de Basilio Hector Celestino |
sin titulo Serie aburrimiento -tinta- 32 x 46 cms. Caracas Año 1973. Obra de Basilio Hector Celestino |
El aburrimiento -tinta- 32 x 46 cms. Caracas Año 1973.Obra de Basilio Hector Celestino |
Estudio fotográfico. 55 x 42 - Tinta Caracas, Venezuela 1974. Obra de Basilio Hector Celestino |
Hombre vale. 55 x 51 - Tinta Caracas, Venezuela 1974.Obra de Basilio Hector Celestino |
Los premios - tinta- 82 x 63 cms. Caracas 1975. Obra de Basilio Hector Celestino |
sin titulo 56 x 44 cm. Caracas. 1973. Obra de Basilio Hector Celestino |
sin titulo Serie Los Rojos -acrilico-70 x 84cms. Caracas 1974. Obra de Basilio Hector Celestino |
El último Serie Los Rojos -acrilico-98 x 70 cms. Caracas 1976. Obra de Basilio Hector Celestino |
Desayuno del motorizado -acrilico- 47 x 63 cms. Caracas 1975. Obra de Basilio Hector Celestino |
Chica en cabina telefonica -tinta y acuarela- 41 x 45 cms. Caracas 1975.Obra de Basilio Hector Celestino |
Fuentes:
Biografia extractada del libro "Celestino" de Paula Celestino Ayala. Texto Biográfico: Gustavo Valle. Dirección: Pelusa Borthwick
/ Coordinación general y compilación: Paula Celestino Ayala / Texto Biográfico:
Gustavo Valle / Fotografía y restauración digital de obras: Ariel Vilches /
Diseño: Daniel Wolkowicz / Corrección: Valeria Sorín. Wolkowicz Editores 2019.
ISBN 978-987-4117-31-1.https://drive.google.com/file/d/16KjvVSEuwYU1fub7HJjEqz3TamO3xaCv/viewCharlas e imagenes con la hija del artista Paula Celestino Ayala.
Sitio oficial del Basilio Celestino
https://www.basiliocelestino.com/
“Enciclopedia del Arte en América” Tomo I: colaboración en Biografías: Héctor Adolfo Cordero, Nina de Kalada, Manuel Villar. Impresión: Bibliográfica OMEBA. 10 de Enero de 1969, Buenos Aires.
Biografía de Basilio Hector Celestino. Del sitio www.arte-on line.net https://www.arte-online.net/Artistas/Celestino_Basilio_Hector/(section)/Biografia
“Diccionario de Artístas Plásticos de la Argentina” (Pág. 84). Autor: Adrián Merlino. Impresión: Buenos Aires, 1954.
“80 Años de Pintura Argentina del pre-impresionismo a la novísima figuración”. Autor: Córdoba Iturburu.
“Enciclopedia del Arte en América”. Autor: Vicente Gesualdo y colab.. Omeba 1968.
Yo soy el que encontró. Exposición en Buenos Aires. Argentina.
https://www.arteinformado.com/agenda/f/yo-soy-el-que-encontro-96383
Estoy en mar del plata y pase por centro medico a mirar el mural y es una lastima que no tenga mantenimiento por que su gran obra se va a perder.por el paso del tiempo y el abandono.no tiene una placa en su entrada principal para recordarlo y fecha de su obra.saludos
ResponderEliminarHola, tengo un retrato en carbonilla, hecho a mi Madre Ana María en su estancia en Mar del plata, de los años 60, su domicilio era en la costa Boulevard Marítimo 231, dónde vivió por un corto periodo de 40 x 60 cms
ResponderEliminarMi correo es lpascual600@gmail.com
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