sábado, 22 de febrero de 2020

LOS DROMEDARIOS DE MEDINA

Uno de los dromedarios que trajo Francisco "Paco" Medina a Mar del Plata frente a Playa Bristol. Año 1913. Imagen extraida del Diario La Nación.


Enero de 1913. La Argentina del primer Centenario se muestra como una potencia pujante con élites dirigentes que disfrutan las mieles de un régimen que está a punto de expirar. Transcurría el epílogo de la Belle Époque europea y Mar del Plata todavía era una fiesta solo reservada para una clase pudiente que había elegido un nuevo destino de vacaciones más allá de las quintas de San Isidro. Encandilados por el brillo de una sociedad endogámica que hacía gala de sus excentricidades, comerciantes de todo el mundo arribaban al antiguo Cabo Corrientes buscando reconocimiento y fortuna.


Francisco "Paco" Medina tenía 37 años cuando llegó a la Argentina desde Palmas de Gran Canaria. Imagen extraida del Diario La Nación.

Así fue como llegó al partido de General Pueyrredón el inmigrante español Francisco Medina. Tenía 37 años y había dejado en Las Palmas de Gran Canaria a dos hijas menores al cuidado de sus hermanos, y a una mujer en el cementerio. Su temprana viudez y una idea genial lo impulsaron a cruzar el Atlántico y viajar casi diez mil kilómetros al sur, para rehacer su vida y traer a una de sus hijas una vez que hallara el éxito. Paco Medina llegó a Mar del Plata a mediados de 1912 sin otra compañía que la de una carga muy particular: una docena de dromedarios de una sola joroba.  

Cabe señalar que el número de jorobas que tiene un camello y un dromedario es la principal diferencia entre estos dos camélidos. Los dromedarios tienen una única joroba mientras que los camellos tienen dos. Francisco los había importado de Marruecos vía Canarias para comenzar una prueba piloto en el sudeste bonaerense. Perseguía un fin revolucionario, el joven Medina. Por algo solía presentarse como "innovador".


Postal de Carapacheras dromedarios Jordao Da Luz Perestrello circa 1900-1905. Las Palmas de Gran Canaria.
Arando con dromedarios en isla Gran Canaria. Archivo fotográfico Jaime O'Shanahan. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Biblioteca. Memoria Digital de Canarias
El dromedario canario en sus labores de campo. Imagen extraida de la Revista Pellagofio. Islas Canarias
Un campesino ara la tierra, en el Sur de Tenerife (principios del siglo XX).- Foto cedida por la FEDAC.- Autor desconocido. Imagen gentileza Agustín M. Gonzalez. Santa Cruz de Tenerife

Paco Medina llegó a Mar del Plata a mediados de 1912 con ideas "innovadoras" Su propósito era cambiar de raíz la producción del campo argentino, empezando por la agricultura de las afueras marplatenses. El emprendedor canario, ávido conocedor de las virtudes de los dromedarios por haber crecido en una isla frente al continente africano, pretendía reemplazar al caballo por el dromedario en las tareas rurales y lograr un boom productivo nunca antes visto. Los había traído para que trabajaran en su quinta, allí donde ahora se levanta el Hotel Provincial.

Un hallazgo histórico

Hace unos años, Mirta y su hermana María Magdalena Álvarez Medina hallaron un cajón lleno de papeles, entre los que se encontraban el carné de identidad del abuelo Paco y una serie de fotografías inéditas que tienen más de cien años. En el documento, el abuelo fijaba como residencia el epicentro de la alta sociedad marplatense: General Paz y Playa Bristol. Profesión: comerciante.


Dromedarios  en Playa Bristol, año 1913
Dromedarios  en Playa Bristol, año 1913. Detrás el Club Mar del Plata. Enviada por Néstor Sagasti a Fotos de Familia del Diario La Capital
Dromedarios en Playa Bristol, año 1913. Detrás el Club Mar del Plata. Enviada por Néstor Sagasti a Fotos de Familia del Diario La Capital
Sus nietas tenían presentes algunas anécdotas del abuelo canario que se había dedicado a la hotelería, pero las fotos les recordaron viejos relatos de la infancia. Dromedarios , jinetes y cuidadores posaban en la playa. Estaban sobre la orilla del mar. Detrás podían verse algunos edificios emblemáticos como el Club Mar del Plata. Mirta Álvarez Medina, la nieta del hombre, cuenta al Diario La Nación que debió reinventarse una y otra vez hasta que se convirtió en un empresario exitoso:

"Pero los dromedarios no se adaptaron al trabajo en el campo y entonces tuvo que ponerse a pensar qué hacer con ellos",

Mirta y María Magdalena decidieron donar el material completo al Museo Histórico Municipal Roberto Barili de Mar del Plata para preservar la memoria del abuelo Paco y tejer la historia de sus emprendimientos innovadores.

Cree en Dios, pero amarra tus dromedarios

La adaptación del dromedario al trabajo del campo argentino fue un fracaso total, aun cuando en la teoría parecía tener cierta lógica; incluso contaba con el visto bueno del Ministerio de Agricultura del gobierno de Roque Sáenz Peña, quien hacía pocos meses había entrado en la historia por impulsar la reforma electoral con la ley del sufragio secreto y obligatorio.


Postal de paseos con dromedarios en la playa, frente a la Rambla Bristol. Enviada por Lola Concepción Grienti para Fotos de Familia del Diario La Capital
Postal Rambla La Perla. Se observa personas en dromedario. Imagen enviada por Carlos Alberto de Ada a Fotos de Familia del Diario La Capital
Paseando en dromedario por playa La Perla.. Imagen gentileza Carlos Alberto de Adá

Se suponía que los dromedarios podrían aventajar a los caballos en las tareas de carga y a los bueyes criollos como animales de tracción. Los cálculos no era errados. Un dromedario puede cargar casi media tonelada y su potencia equivale a la de dos bueyes juntos; además, vive un promedio de 40 años, diez años más que un caballo y el doble que un buey. Y, sobre todo, se descontaba que su adaptación a la geografía nacional sería positiva ya que, en tiempos precolombinos, animales sudamericanos originarios como la llama, la vicuña, la alpaca y el guanaco también son parte de la gran familia de los camélidos.

Sin embargo, la rusticidad de su andar no despertaba la simpatía de los jinetes criollos que intentaron montarlos, y el mal genio de los animales a la hora de tirar un arado hicieron que la idea de emplearlo en el campo fuera abandonada rápidamente.¿Qué hacer ahora con los dromedarios?, se preguntaba Francisco Medina.

Turf playero

El 19 de enero de 1913 fue unos de los días más importantes en los casi cuarenta años de historia de la joven Mar del Plata, tras su fundación a cargo de Patricio Peralta Ramos. Aquél domingo de verano se preveía inaugurar la Rambla Bristol, el extraordinario paseo costero construido gracias al impulso de los selectos miembros del Club Mar del Plata.

El balneario estaba en plena ebullición. Se comenzaba a construir el puerto de ultramar, faltaba poco para inaugurar el primer muelle y la ciudad estaba tapizada con edificios de estilo clásico academicista inspirados en la Europa decimonónica. Aquél domingo de enero se iban a congregar los exponentes más influyentes de la época. A los carruajes se les sumarían los primeros automóviles en serie y una multitud que llegaría en tren desde Buenos Aires (durante el verano de 1913 arribaron 32.573 pasajeros desde Constitución, de acuerdo con la investigación de Santos Suárez Menéndez en "Historia de Mar del Plata").

Pileta Giacaglia y Zárate. Se puede ver de fondo los paseos en dromedario. Imagen enviada por Enrique Mario Palacio a Fotos de Familia del Diario La Capital
Pileta Giacaglia y Zárate. Se puede ver de fondo los dromedario. Imagen extraida del sitio Histarmar.

Y entre tantas personalidades, la recorrida por las obras de la Rambla Bristol sería presidida por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Don Ezequiel de la Serna, que moriría el 15 de marzo, solo dos meses después del evento. Francisco Medina sabía que ese día tenía que ser protagonista y rápidamente pensó que era el momento justo para anunciarles a los afamados visitantes que podían contar con una nueva atracción. La idea era tan genial y alocada como la anterior. Ahora los veraneantes podrían recorrer largas distancias y pasear con sus hijos en dromedario por la playa, igual que en las costas del caribe africano.

Para eso, primero debía solicitar el permiso con el que realizar los paseos y, una vez obtenido el visto bueno, realizar un evento que impactara positivamente en la promoción de su nuevo emprendimiento. Por entonces mujeres y varones visitaban la playa completamente vestidos, y quienes osaban mojarse era considerados temerarios. La costumbre de darse un baño de sol vendría dos años después, para el verano de 1915. De manera que un paseo en dromedario por las playas marplatenses era una idea genial que ningún turista de élite podía perderse.

Carrera de dromedarios en Playa Bristol con sus jinetes vestidos de beduinos. Año 1913.
. Imagen extraida del Diario La Nación.
Sres. Moreno y Bullrich recorriendo la playa en un dromedario. Fuente  Revista Caras y Caretas de marzo de 1914. El Doctor Bullrich de la foto es el Dr. Rafael Bullrich, presigioso cardiólogo argentino y padre de la escritora Silvina Bullrich. Imagen enviada por el Prof. Julian Mendozzi a Fotos de Familia del Diario La Capital
Dromedario con turistas en la playa. Imagen gentileza Daniel Soria Velazquez

Cuando obtuvo el permiso, Paco organizó una carrera de dromedarios en la playa el mismo día en el que se inauguró la Rambla Bristol. Su jinetes se presentaron vestidos de beduinos con turbantes y sus caras pintadas de negro para agregarle mayor impacto al espectáculo. Incluso se cree que hubo quienes levantaron apuestas a orillas del mar. La carrera fue un éxito y los diarios locales la retrataron como uno de los acontecimientos más divertidos que sucedieron durante la inauguración de la Rambla Bristol.

El jinete ganador, Josué Quesada, obtuvo una medalla de oro y la entrada definitiva a la fama literaria entre los círculos femeninos de la época con la publicación de una veintena de novelas semanales, siendo quizá "La costurerita que dio el mal paso" de 1919 su mayor exponente.

Reinventarse, una y otra vez

Durante ese primer verano, el negocio de los paseos por la playa a bordo de dromedarios resultó redituable; pero a Paco Medina no le renovaron el permiso para seguir haciéndolo en la Bristol por considerar que la actividad resultaba antihigiénica. Los dromedarios hacían sus necesidades en el mismo lugar donde las personas y sus familias reposaban y a esto se sumaba un olor muy fuerte durante los días de calor.


Año 1917. Tradicional paseo de la época a lomo de dromedario en inmediaciones Playa de los Ingleses. Imagen gentileza Prof. Julian Mendozzi para Fotos de Familia Diario la capital
Dromedario en un alto de sus operaciones. Foto colección privada Sr. Eduardo Arduino.Imagen extraida del sitio Histarmar. Gentileza Julian Mendozzi parea Fotos de Familia Diario La Capital
Los paseos en dromedario por la playa fueron un éxito durante una sola temporada.
. Imagen extraida del Diario La Nación.

Además, mientras Paco mudaba su emprendimiento hacia las playas del sur, los dromedarios no solo no se reproducían, sino que se iban muriendo. Y a esto se sumaba el temperamento de los animales, al punto que debían pasear con bozal ya que solían morder violentamente a turistas y camelleros desprevenidos. Rememora Mirta Álvarez Medina

"Mi abuela siempre contaba que una vez un dromedario le arrancó a un cuidador que lo había maltratado, los cuatro dedos de una mano, de un solo tarascón",.

Así fue como Paco Medina debió diversificar su negocio una vez más. Con el dinero que había logrado ahorrar y la venta de algunos dromedarios, puso un Tambo Modelo y canchas de tenis en el Paseo General Paz, que inauguró en 1921. Por entonces Paco ya era un personaje conocido en la sociedad marplatense y el negocio no tardó en prosperar.


Luego del emprendimeinto con sus dromedarios, Francisco Medina vendió algunos dromedarios y puso un Tambo Modelo y canchas de tenis en el paseo Gral Paz. Año 1921. Imagen extraida del Diario La Nación.


Señoritas y señoritos de la época debían sacar turno para jugar tenis, haciéndolo completamente vestidos de blanco y, una vez terminado el partido, solían reunirse a beber leche fresca al pie de la vaca. Se cree que también de aquí nace la expresión "gil de lechería". El negocio fue tan redituable que se sostuvo hasta 1935 y le permitió a Medina convertirse en un empresario hotelero exitoso, primero con el Hotel Pueyrredón de Alberti y Tucumán, y luego con el Metropol, ubicado en la calle Falucho 2056.

 
Publicidad Hotel Pueyrredon de Alberti y Tucuman. Temporada 1927-1928. Este establecimiento siguió con el mismo nombre hasta comienzos de los años 40, luego no se registra en guías hoteleras hasta que el década del 50 figura en la misma dirección como Hotel Donanir y a mediados de los años 60 se llamó San José de Flores. Imagen gentileza Lic. Angel Somma


La última atracción del golf

Francisco Medina murió en Mar del Plata en 1947, a los 72 años. En su expresión podía notarse la alegría de haber podido formar una nueva familia con la que crió a su hija Matilde Dora Medina, y con la satisfacción de haber repatriado a su otra hija, fruto de su primer matrimonio, María Antonia Medina, que lo esperó en las Islas Canarias hasta los 18 años.

Quienes lo conocieron dicen que Paco era muy amigo de sus amigos, un emprendedor que disfrutaba la buena vida y un fanático del dulce de batata, aun cuando sus últimos años padeció diabetes. Su piel de canario curtida por el sol del Atlántico le otorgaba un aspecto bon vivant que solía resaltar con sus trajes blancos. Jamás bebía alcohol y, salvo el de relacionarse con mujeres de la alta sociedad, no se le conocieron otros vicios.

El dromedario dentro de un bunker del Golf Club Mar del Plata junto a su cuidador Francisco Medina y su cuidador, descargando arena que habían traído de Playa Grande.

Los dromedarios de Francisco Medina transportando arena. Imagen gentileza Miguel Adalberto Jakubiec


Los dromedarios de Francisco Medina transportando arena. Imagen gentileza Miguel Adalberto Jakubiec

 
Sobre el final de los dromedarios, poco se sabe. Salvo el destino de aquél dromedario justiciero que le arrebató cuatro dedos de un tarascón a su cuidador. Cuentan que terminó sus días arrastrando carretillas de arena de un link a otro en el Golf Club de Mar del Plata y que cuando murió fue enterrado sin mucha ceremonia en una de sus lomadas. El amigo Julio Lago relata que Juan Castañon, (abuelo del Sr. Mario Castañon) era el encargado de conducir los dromedarios y le contó que uno de esos fue enterrado en la Plaza Colon.

Fuentes:
Diario La Nación. // "El millonario español que llenó Mar del Plata de camellos y dilapidó su fortuna". Crédito: Gentileza Familia Álvarez Medina
Roberto T.Barili – Archivo Histórico de la Provincia. Año 1962

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