A 147 km. de distancia de la ciudad de Mar del Plata por la Ruta 11 se encuentra la localidad de General Madariaga. En dicha ciudad se encuentra la Estancia Macedo, la cual ha sido protagonista de muchos sucesos históricos que se remontan hasta un pasado lejano. Conozcamos de cerca esta apasionante historia relatada por la investigadora y docente Cristina Coccari.
Comienzo de la historia
Esta propiedad original de Sáenz Valiente - Leloir fue producto de reparto por sucesión en 1870, dividiendose de la siguiente manera:
- Laguna del Maestro (actualmente estancia La Argentina): Casto Sáenz Valiente
- Macedo: Alejandro y Federico Leloir
- Arroyo Chico: Anselmo Sáenz Valiente
Thomas Faute,
sin haber trabajado nunca la tierra, la vendió a José Lastra, rico ganadero de
Chascomús, quien tampoco inició ningún tipo de explotación. Otra
versión sigue el rastro de un paraje al que se denominó “La Espuela Verde”, que
midiera en 1811 Lucio V. Mansilla,
agrimensor empírico, por encargo de Vicente Montes. Éste traspasó la tierra a
Juan Tindall y éste a José Lastra.
En 1825 el agrimensor Felipe
Senillosa es encargado de hacer una mensura a partir de un mojón al sur de la
Laguna Martín García en terrenos de Macedo. Son testigos los linderos Joaquín
Suárez, Juan Manuel de Rosas en representación de los Anchorena y José Herrera
por los herederos de Segismundo. Se amojonó de a media legua tomando como
límite los médanos.
Concluida
la demarcación, Lastra vendió a Francisco y Casto Sáenz Valiente su propiedad
de 15 leguas cuadradas ubicada en las inmediaciones de la estación Monsalvo.
Estos hacendados, con muchas propiedades ya en la provincia, inician por fin
una explotación en base a las caballadas cimarronas que durante tantos años se
habían reproducido en esa tierra virgen.
Don
Gervasio Rosas fue administrador del establecimiento Macedo durante la década
de 1840.
Hombre experimentado en organizar una estancia, gozaba de prestigio y
popularidad. Estaba vinculado a Anselmo Sáenz Valiente y su esposa, Juana
Pueyrredón por lejanos parentescos y una
gran amistad. Al fallecer soltero y enemistado con su familia, don Gervasio
legó a este matrimonio su estancia Rincón de López.
El
establecimiento Macedo llegaba hasta la costa y eran muy comunes los naufragios
en la zona donde ahora se encuentra el faro Querandíes. Los restos de los
naufragios sin sobrevivientes desaparecían en manos de los puesteros cercanos a
la costa, quienes se apropiaban de cuanto objeto arrojara el peligroso mar.
El Almirante Brown en Macedo
En
1825 se declaró la guerra entre el imperio del Brasil y las Provincias Unidas
del Río de la Plata. El gobierno de Buenos Aires confió al almirante Guillermo
Brown la defensa ante la poderosa escuadra brasilera.
En
1826, para aliviar el asedio de la escuadra brasilera sobre Buenos Aires, el
gobierno compró tres corbetas en Chile, que fueron bautizadas con los nombres
de Buenos Aires, Chacabuco y Montevideo y fueron despachadas a través del
estrecho de Magallanes. Para recibirlas el almirante Brown llegó a las costas
del Tuyú viajando en carruaje por rústicos parajes, de posta en posta hasta el
acantonamiento Kakel, en la frontera contra el indio. Allí le dieron 40 hombres
al mando del coronel Saejos. Atravesó la Laguna del Maestro, de Sáenz Valiente
y estableció su residencia en Macedo.
A
la altura del sitio donde hoy se encuentra Villa Gesell, un grupo de negros
salió en una embarcación facilitada por Casto Sáenz Valiente para encender una
enorme fogata en el Cabo Corrientes para guiar la ruta de las naves. Al no
tener más noticias de este grupo, Brown fue a Buenos Aires y se embarcó en la
Fragata Sarandí rumbo al Cabo Corrientes. Sólo llegó la nave Chacabuco. La
Buenos aires naufragó en el Cabo de Hornos y la Montevideo regresó a poco de
partir, con serias averías. A pesar de ello, como sabemos, Brown nunca se desanimó.
Hoy existe una placa en el corredor colonial de la Estancia Vieja que dice lo
siguiente:
“En esta casa vivió el ilustre almirante Guillermo
Brown esperando el arribo de una escuadra para iniciar desde las proximidades,
un crucero a las costas de Brasil durante la guerra de 1826. Homenaje de la
Dirección del Museo Histórico de Luján – 1940”
En
1855, ya en la etapa de reconstrucción nacional, los Sáenz Valiente dieron al
agrimensor Justiniano Lynch la mensura de la estancia, quien partió desde el
mojón Costilla de Ballena, colocado por Senillosa, llamado así por haber sido
marcado con una osamenta de ese animal traída de la orilla del mar. No hubo
testigos llinderos, sólo estuvo Martín de Alzaga, como vecino, el primer día,
en una soledad que define al áspero paraje de esos días. Escribió Lynch que,
por su título, pertenecían a los propietarios 12 leguas cuadradas, quedando 3
para el estado. Y comenta que los propietarios pueden concurrir a comprarlas
“si les conviene”.
Terminada
la demarcación, los Sáenz Valiente vendieron a sus familiares Alejandro y
Federico Leloir 4 leguas cuadradas y comienzan una explotación en sociedad.
En
1863 la sociedad Saenz Valiente-Leloir reclamó las 3 leguas cuadradas,
juntamente con el Sr. Lahezic, quien en 1870 las cedió a favor de los primeros.
El remanente fiscal resultó ser de 8.201 hectáreas.
Ese año de 1870 falleció Anselmo Sáenz Valiente y la sucesión dividió en tres
estancias de más de 4 leguas cuadradas el campo Macedo. La adjudicación se sacó
a suerte del sombrero y resultó:
- Laguna del Maestro para Casto Sáenz Valiente – Llamado Lote Nº1, tiene 3 leguas de frente al oeste sobre la Laguna del Maestro y legua y media de fondo, lo que hace cuatro y media leguas cuadradas.
- Macedo para Alejandro y Federico Rufino Leloir – Lote Nº2. Tiene la polación principal de la estancia Macedo – Mide una legua y media de frente por dos y media de fondo, o sea tres y tres cuartas leguas cuadradas.
- Arroyo Chico para Anselmo Saénz Valiente hijo. Lote Nº3 – Mide una legua y media de frente por dos y media de fondo, o sea tres y tres cuartas leguas cuadradas.
A
Macedo y Arroyo Chico que son fracciones menores, se agregará por partes
iguales la fracción del gobierno pedida en compra. Se dice en la familia Leloir
que la pérdida de Macedo ocasionó un gran disgusto en la familia Sáenz
Valiente.
En
1860 la estancia Macedo -compuesta por 8200 hectáreas de
médanos vivos enmarcados por guadales- fue el asiento de las autoridades
municipales a partir de ese año. Alejandro Leloir ocupa el cargo junto al de
Comandante del Regimiento 5º de Caballería de Campaña acantonado en la
estancia. Difícil tarea, ya que, por las luchas entre la Confederación
Argentina y la provincia de Buenos Aires, había continuas requisas compulsivas
de caballos con destino a las tropas porteñas en operaciones.
En
1863 asumió Emiliano Aguirre como Juez de Paz y continuó la sede municipal en
Macedo. Hay constancia histórica de que el 5º Regimiento estuvo, hasta 1866,
comandado por don Alejandro Leloir con asiento en Macedo. Ese año Macedo
contaba con 12 leguas cuadradas alambradas donde funcionaban 24 puestos
fronterizos encargados de cuidar y encerrar las ovejas, cría primordial en la
explotación. Cada puesto tenía su rancho de dos piezas, quincho y techo de
paja.
La población estaba formada por la casa principal con techo-azotea, tejas francesas en sus corredores, con 5 dormitorios. Dos casas para peones de ladrillo asentado en barro con techo de chapa, una de 31x5 y otra de 19x5. Dos edificios de 26x8 para carnicería y cochera y galpón de esquila de ladrillo y chapa con amplios aleros y bañadero de ovejas de mampostería. Había una quinta de 8 hectáreas con cerco vivo y alambrado.
Cuenta
Alberto Mola sobre el boliche de Macedo. En 1870 José Delantero inauguró cerca
del casco de Macedo una casa de negocios a la que concurrió toda la gente de la
zona en su baile del convite. Pasados diez años, el establecimiento, construido
de material con techo de tejas, ya constaba de 7 piezas, una pieza depósito con
techo de chapa, tres piezas de tablas y techo de chapa, una de ellas para
panadería con su horno. El despacho
tenía un grueso mostrador con rejas en previsión de peleas.
El Mayordomo don Carlos Santa Coloma frente al antiguo casco de madera circa 1901. |
En
1895 don Carlos Santa Coloma – famoso mayordomo de Macedo - se presenta al Juez de Paz Emilio Herrera,
diciendo que el señor Delantero había puesto hace algunos años, a título
gratuito, una casa de negocio a cambio de ciertas prestaciones a la estancia.
Habiéndola liquidado, solicitaba se lo desalojase, ya que había interesados en
arrendar para poner la casa de negocio que hacía falta en el lugar.
En
1887 falleció Federico Leloir pero continuó la sociedad de su hijo Federico con
Alejandro Leloir. Posteriormente esta la sociedad fue disuelta y se repartieron
los bienes. Alejandro Leloir incorporó la estancia “Arroyo Chico” de los
herederos de Anselmo Sáenz Valiente. Esta estancia había sido el escenario del
primer encuentro de Felicitas Guerrero con su vecino Anselmo Sáenz Valiente.
Recordemos que fue una historia trágica, ya que planeaban casarse cuando un
antiguo novio de Felicitas la asesinó.
En
1929 en el plano catastral del partido realizado por el Estudio de Ingeniería
Gregorio Edelberg, la propiedad se encuentra dividida en dos:
- Estancia Macedo de Alejandro y Federico Leloir.
- Estancia La Argentina de Damasia Sáenz Valiente de Muñiz Barreto
Estancia Macedo
De
Alejandro y Federico Leloir.
En
el plano catastral de Madariaga de 1929, Macedo, de Alejandro y Federico Rufino
Leloir cuenta con 28.309 has. El límite entre ambas estancias atraviesa la
estación Macedo en una línea sesgada. Macedo llega hasta el cordón medanoso del
Océano Atlántico e incluye las lagunas Arroyo Chico e Hinojales. El casco donde
se encuentra la placa al almirante Brown, se marca sobre una curva del camino
vecinal que va desde la estación de Juancho a la de Macedo, en una fracción que
en el plano catastral de 2005 figura a nombre de María Leloir de Ham.
En
1947 según el Plano Catastral del Partido de General Madariaga - Macedo, con 18.101 ha. ya no llega al
mar. En su otrora franja costera figuran los balnearios de Villa Gesell y Mar
Azul. La parte oeste que lindaba con la estación ha sido fraccionada en 5
campos que se nombran así:
- Latuf Hnos.;
- Cía. Gral. Americana;
- María Isturiz;
- Anselmo Barcia y
- Miguel Cané (en Laguna Arroyo Chico)
En
1956 en el plano de Alcuaz & Jáuregui Lorda, Alejandro y Federico Leloir
han subdividido Macedo en 14 fracciones; a Alejandro le corresponden siete de
ellas que suman 8.453 ha.
y a Federico otras tantas fracciones por un total de 9.044 ha.
En
el año 1958, Raúl Zalguizuri, director del periódico Tribuna de General
Madariaga, visitó la “Cabaña y Estancia Macedo S.A.” propiedad de Federico
Leloir, donde se encuentra el antiguo casco. Cuenta el periodista que allí se
realiza desde 1955 el trabajo de refinación de la raza vacuna Shorthorn, puntal
del afianzamiento económico argentino. Todos los puestos de la estancia están
comunicados telefónicamente y sus campos poblados por cientos de cabezas de
ganado vacuno y ovino.
Casco principal de Macedo año 1928 |
Pero
los mayores esfuerzos del propietario, bien secundado por su conocedor
encargado, don Alberto Bianchi, están dirigidos a la cabaña. Toros de cabañas
premiadas como Chapagmalán, El Inca de Hughes y Loma Alta de Delfino, han
conformado los planteles junto a vaquillonas p.p.c. de San Jacinto de Unzué. En
breve la cabaña estará en condiciones de proveer a los ganaderos locales los
mejores toros reproductores para mejorar sus planteles.
En
1969 en el Plano Catastral de General Madariaga de ese año se observa:
- Estancias y Cabañas Macedo S.A. de Federico Leloir abarcan un total de 6.321 has., separadas por la entonces ruta 11, hoy 56.-
- Manantiales S.A. de Alejandro Leloir suma 4.469 has. También divididas por la ex ruta Nº11.-
La Estancia Macedo en la actualidad
El
antiguo casco no ha sufrido el paso del tiempo. Edificada en 1904 sobre una
construcción anterior de madera, la casa inició el siglo XX, donosa y bella.
Edificada por Federico Rufino Leloir, sigue allí, bien plantada y segura, luego
de cumplido su siglo de vida. Construida en dos pisos, remata con una terraza
con balaustres.
Casco de la estancia Macedo. Sobre las columnas se encuentra la hiedra que decora el frondoso entorno |
El
primer piso -de las habitaciones familiares- está rodeado por un balcón-terraza
a los cuatro puntos cardinales también protegida con balaustrada. El techo del
porch que rodea la casa y ofrece su frescura a los habitantes, está sostenido
por gruesas columnas que han desaparecido tras una enamorada del muro verde
brillante. Completan el aristocrático conjunto dos chalets del más puro estilo
inglés, de edificación anterior al casco, uno de los cuales fué siempre
habitado por el encargado de turno de la estancia.
Entrada al casco de la estancia Macedo |
El
otro chalet, que hoy está abandonado, fue en los momentos de esplendor casa de
huéspedes y chalet de invierno, ya que la casa grande, como aún ocurre hoy fue
siempre muy difícil de calefaccionar. Ese chalet tenía todas sus paredes
enteladas y había en él varias salamandras que funcionaban con carbón de hulla
que había que traer especialmente. Un gran parque con plazoleta, senador y
pileta ofrece sus islas de palmeras, setos de boj, pinos frondosos, magnolias
púrpura y especies florales bien cuidadas.
Espacio donde se encuentra la usina generadora |
Vivienda del encargado de la Estancia Macedo |
Esta
fracción donde se encuentra el casco de Macedo, uno de los más bellos del
partido, pertenece hoy al Sr. Máximo Leloir, sobrino y heredero de Federico G.
Leloir, fallecido sin descendencia.
Estancia La Argentina
Actualmente
de Tadeo Domingo Morillo
Las
tierras pertenecían al Cacique Nicasio Macedo, a quien se la compró el
sacerdote inglés Faute. Fueron propietarios Lastra, Anselmo y Casto Sáenz
Valiente y Damasia Sáenz Valiente de Muñiz Barreto quien vendiera a Domingo Alcuaz. Heredó su
hijo Francisco Saturnino Alcuaz, cuyos descendientes vendieron a su actual propietario, Tadeo Domingo Morello.
Tranquera de la estancia La Argentina |
Esta
extraña y romántica historia que sabe de abandonos e indiferencias, de trueques
y negociados, de disimulados parentescos, comienza -me cuenta Tadeo Morello,
actual propietario de La Argentina- con una compraventa de tierras entre un
sacerdote y un indio, allá por 1700.
El
cacique Macedo, de la nación Pampa, había venido de Brasil, del pueblo de
Maceio. Nicasio Macedo se decía hijo de cristiano y hermano de Juan Manuel de
Rosas. La región donde habitaba con su tribu recibía el nombre del cacique,
como fue habitual entre los pueblos aborígenes. Hemos heredado mucha toponimia
que evoca a famosos caciques y sus pueblos.
Huesos de ballena en la estancia La Argentina |
Vista de la fachada principal de la estancia La Argentina |
Thomas
Faute era un sacerdote de origen inglés, quien abonó a Macedo por las 33.000 hectáreas
con diversos valores, como por ejemplo llamativos objetos de vidrio, ese
misterioso material tan admirado y deseado por los pampas, que desconocían los
misterios de su fabricación. Eran tratos desparejos e injustos que se usaban en
esos años en que la tierra era inacabable y los pueblos nómades.
Pero
el nuevo dueño no adquirió la tierra para trabajarla. Nunca fue su intención.
Pasaron algunos años y Faute vendió la propiedad a Lastra, un hacendado de
Chascomús. La tierra siguió aparentemente improductiva, ya que Lastra tampoco
le dedicó ninguna atención. Mientras tanto, los hermosos caballos traídos por
los españoles, libres en la llanura, se reproducían a sus anchas generando una
riqueza silvestre que fue objeto de discordias, malones y guerras en cuanto se
la descubrió. Lastra vendió Macedo años después a Sáenz Valiente, un rico
estanciero poblador y pionero con varias propiedades en la provincia.
Edificio en ruinas en la estancia La Argentina |
Es
en el año 1820, luego de un siglo de pasar de mano en mano, que Francisco y
Casto Sáenz Valiente comienzan a trabajarla, en conjunto con los hermanos
Alejandro y Federico Leloir. Gervasio Rosas participó en el poblamiento de
tierras y servicio de postas administrando Macedo desde 1839 a 1851. Tenía un lejano
parentesco y amistad con Casto Sáenz Valiente, hijo de Anselmo y Juana
Pueyrredón. Al morir don Gervasio soltero y sin descendencia, legó a Casto su
fracción del Rincón de López conocida como Laguna del Maestro (La Argentina).
De Casto lo hereda su hijo Antonio Sáenz Valiente y a la muerte de éste su
hermana Damasia, quien en 1870 se casa con Jarbas Muñiz Barreto, de origen
portugués. En
1870 falleció Anselmo Sáenz Valiente y la sucesión dividió en tres estancias de
más de 4 leguas cuadradas el campo Macedo. La adjudicación se sacó a suerte del
sombrero y resultó así:
- Laguna del Maestro (La Argentina) para Casto Sáenz Valiente
- Macedo para Alejandro y Federico Leloir
- Arroyo Chico para Anselmo Saénz Valiente hijo.
La
fracción conocida como Laguna del Maestro – hoy La Argentina – al morir Casto
Sáenz Valiente la hereda su hijo Antonio y posteriormente su hermana Damasia.
Ese año Damasia se casó con Jarbas Muñiz Barreto, de origen portugués. En las
inmediaciones del año 1876, Muñiz Barreto desaloja por medio de un juicio al
arrendatario del puesto La Argentina y comienza la explotación bajo su
dirección. El 7 de junio de 1925 leemos en el periódico “El Argentino” la
siguiente nota:
“La Dirección General de Escuelas creó una escuela en
el campo La Argentina, de Muñiz Barreto, en las inmediaciones de la Estación
Macedo. Se ha hecho cargo la maestra infantil Srta. María Fernández”.
Vemos
en el plano catastral de 1929 que La Argentina pertenece a Damasia Sáenz
Valiente de Muñiz Barreto con 12.089 has., cuyo casco se marca al norte de
Arroyo Chico y al este de Laguna del Maestro, la que ya no se encuentra dentro
de la propiedad.
En
1930 La Argentina se arrienda a Domingo Alcuaz, un amigo de las familias propietarias. La tierra en ese momento tenía
un valor de $60 la hectárea. Finalmente, en un remate judicial, fueron
adquiridas por Domingo Alcuaz en 1938. Alcuaz comenzó en La Argentina con una
producción moderna a gran escala, llegando a tener 50.000 yeguas, 18.000
lanares y más de 30.000 vacunos. Fue el precursor en la zona de la siembra de
papa.
La estancia comenzó otra producción novedosa: Alquiló durante 5 años unas 3.000 yeguas, cuya orina se utilizaba para producir la Foliculina, medicamento con el que la medicina trataba la estenosis pilórica u obstrucción del duodeno. Esta droga se comercializaba en el exterior. El arrendamiento de las yeguas costaba $30, por lo que comenzó a comprarlas a 4.5 con potrillito de un año al pie. Pero sucedió que, durante la primera presidencia de Perón, a este medicamento se le aplicó un impuesto muy elevado lo que motivó el cese de la producción y la comercialización de las yeguas en Chile y Uruguay.
La estancia comenzó otra producción novedosa: Alquiló durante 5 años unas 3.000 yeguas, cuya orina se utilizaba para producir la Foliculina, medicamento con el que la medicina trataba la estenosis pilórica u obstrucción del duodeno. Esta droga se comercializaba en el exterior. El arrendamiento de las yeguas costaba $30, por lo que comenzó a comprarlas a 4.5 con potrillito de un año al pie. Pero sucedió que, durante la primera presidencia de Perón, a este medicamento se le aplicó un impuesto muy elevado lo que motivó el cese de la producción y la comercialización de las yeguas en Chile y Uruguay.
En
el Plano Catastral de Partido de General Madariaga de 1947 la propiedad La
Argentina en su totalidad, 12.089
ha., ha pasado a manos de Domingo Alcuaz. En 1947 murió
Domingo Alcuaz y las tierras fueron heredadas por sus tres hijos, de los cuales
dos fallecieron en los siguientes cinco años.
Siguió con la administración el menor,
Lucio Alcuaz, quien se dedicó a
la cría y engorde de novillos.
El
plano catastral del partido de 1956 muestra las nuevas fracciones, que
pertenecen ahora a Alban-Calmejane, Dorado, Rospide y Luchini. Rodeo Chico y
Durazno, al sur de Arroyo Chico, con 2.076 ha., pertenecen también a la firma
Alcuaz. En
el mapa del partido de 1969, se observa que la fracción de Domingo Alcuaz se ha
dividido. Recibe Haydee Martino de Alcuaz e hijos 2.076 has. al sur de Arroyo
Chico, en sucesión de Francisco Saturnino Alcuaz, quien al momento de su
fallecimiento era intendente de General Madariaga.
Los
vecinos de Madariaga recuerdan las maravillosas reuniones políticas, que eran
fiestas con asado y bailes, realizadas por el generoso y alegre caudillo.
Persona original y muy apreciada, cada Navidad demostraba su buen corazón
llenando un enorme camión jaula con corderitos, que bajaba por cientos en casa
de sus amigos. Sin esperar ni decir una palabra, lo ataba al árbol de la vereda
para que la familia lo encontrase al salir. Una hermosa broma que nos hacía
sentir bien. Alcuaz mostraba a sus visitantes un enorme y añoso eucalipto, para
rodear cuyo tronco debían reunirse cinco o seis personas.
En
1994 la estancia es adquirida por Tadeo Domingo Morello, su actual propietario.
Una curiosidad de la zona es el descubrimiento de innumerables huesos de
ballena en varias estancias desde Macedo hacia el sur y hasta la costa.
Recordemos que Senillosa, el agrimensor de Rosas en 1830, colocó mojones con
costillas de ballena que hallaba en los campos. Varias estancias tienen
asientos hechos con vértebras de este animal y costillas formando arcos de
entrada. La teoría es que en la antigüedad el mar cubrió toda esa zona y luego
se fue retirando.
ESTANCIA VIEJA
De
Agustín García Balcarce
El
casco de esta estancia, que formó parte de las extensas posesiones originarias
de los Sáenz Valiente-Leloir en Macedo, fue la residencia del Almirante
Guillermo Brown durante el sitio de Buenos Aires impuesto por la escuadra
brasilera. Hoy y existe una placa en el corredor colonial de la Estancia Vieja
que dice:
“En esta casa vivió el ilustre almirante Don
Guillermo Brown esperando la arribada de una escuadra para iniciar desde las
proximidades, un crucero a las costas del Imperio del Brasil, durante la guerra
de 1826. Homenaje de la Dirección del Museo Histórico de Luján – 1940”
La
placa es un homenaje merecido al creador de la Armada Nacional. El Almirante
Brown dio lugar al nacimiento de nuestra marina de guerra. Fue asombrosa su
acción en la época heroica y dolorosa de la gestación de nuestra nacionalidad.
Estancia
Vieja tiene hoy 1090
hectáreas. La casa colonial, pintada de color rosa, con
sus ventanas enrejadas, se encuentra amorosamente conservada y nos comunica el
encanto de las tradiciones patrias que son guardadas. Rodeada por una verja de
hierro, en uno de sus pilares vamos se puede ser la placa. Su capillita atesora
un Cristo tallado en el norte Argentino,
joya de la imaginería indígena. Cuenta una historia de la familia que ha pasado
de boca en boca, que en esta casa falleció la madre de Federico y Alejandro
Leloir.
ESTANCIA EL DESCANSO
De
los sucesores de Carlos Asmar
En
1951 adquirió en remate a la familia Leloir este campo perteneciente a Macedo,
don Elías Asmar. A su muerte fue heredado por su sobrino Carlos Asmar.
Casa actual de la estancia El Descanso |
Casa actual de la estancia El Descanso |
Hoy
es propiedad de los sucesores de Carlos Asmar: Mariano, Mauricio, María Marta y
Carolina. La casa principal data de 1907,
año de fundación del Pueblo y Colonia Divisadero (General Madariaga).
Reciclada por Mariano Asmar, quien hoy administra la propiedad, luce encantadora
porque ha conservado los rasgos originales de las edificaciones de principio
del siglo XX que la inteligente restauración ha sabido conservar.
Moldura de la fachada indicando el año de la construcción de la vivienda |
Fachada principal estancia El Descanso |
Con
su techo de chapa, esquineros con molduras, altas ventanas, es hoy, como su
nombre lo indica, el lugar de descanso y retiro para los fines de semana de la
familia, que radica en la ciudad.
ESTANCIA ARROYO CHICO
De
Juan Santamarina
Al
fallecer Anselmo Sáenz Valiente, heredan su viuda, doña Juana Pueyrredón y sus hijos Anselmo, Samuel, Anita, Laura,
Eduardo y Luisa. Eduardo es quien administra Arroyo Chico. Hoy Arroyo Chico
pertenece a Juan Santamarina. Es un casco cuidado con amplio parque, y una
moderna explotación rural.
estancia Arroyo Chico |
Exterior del casco de la estancia Arroyo Chico |
Casco de la estancia Arroyo Chico |
Galería de la estancia Arroyo Chico |
Parque exterior de la estancia Arroyo Chico |
Leyenda en campos de los Sáenz
Valiente:
La Muerte de Santos Vega
Sucedió
en el año 1825 y fue narrada por Nicolás Granada, un testigo presencial. La
encontramos transcripta por Rafael Velásquez en su libro “Ensayos de Historia y
Folklore Bonaerense”. En la estancia era capataz don Pedro Castro. Hacía tiempo
que el popular cantor se había eclipsado. Mil conjeturas fantásticas corrían a
raíz de esta misteriosa desaparición. Una
tarde, estando tomando mate en la cocina de la estancia Boca del Tuyú de don Casto Sáenz Valiente (hoy de
Leloir), vimos llegar a un viejo flaco y achacoso acompañado por un peoncito,
un niño, que traía un peludo muerto, cogido por el rabo. El viejo saludó y, con
acento opaco y palabras entrecortadas, pidió permiso para arrimar al rescoldo
el silvestre animalejo, cuya carne era la única que comía.
Quién
sabe por qué secretos indicios, el capataz y los peones ya se habían dado
cuenta que el huésped aquél era el famoso Santos Vega y acordaron con respeto
el permiso. El viejo se acomodó en el rincón más oscuro de la cocina,
sintiéndosele gemir bajo el rebozo de su poncho. La noticia de su presencia
empezó a cundir y pronto una muchedumbre
silenciosa y admirada empezó a rodear el rancho, introduciéndose los más
audaces en su interior negro y ahumado. Allí
cerca el mar batía su imponente sístole y diástole, trayendo lejanos murmullos
de tempestades dominado por el grito agudo de las gaviotas. Un
pobre loco hermano del capataz que se albergaba en la casa de los señores Sáenz
Valiente, vagaba en los alrededores del rancho escuchando como indiferente los
comentarios de esta extraña aparición y el estado agónico del poeta nómade.
En
la playa el río Tuyú se precipita al océano formando islotes poblados de talas.
Allí el mar aglomera restos de naufragios, mil despojos de terribles
siniestros. En el medio del rancho el fogón dora lentamente el asado y hace
rezongar el agua que hierve en las calderas. Peones viejos con barba y piel
curtida mantienen la actividad del fuego. El
niño acompañante de Santos Vega da vueltas sobre las brasas al armadillo. En
la puerta, siluetas de paisanos en actitud contemplativa y respetuosa. En el
rincón más apartado del rancho, un bulto que se contrae sobre sí mismo en medio
de rápidos estremecimientos como a modo de quejidos. Nadie se anima a acercarse
al misterio aquél, a interrogarle, a ofrecerle una ayuda, que les parece
irrisoria, tratándose de aquella entidad súper humana. De repente el bulto
vacila y se desploma en silencio.
¡Santos
Vega acaba de morir! Los hombres del desierto se descubren como en un templo y
de sus pechos rudos surge el murmullo de una oración. Viene de lejos, de la
desierta playa, una canturria monótona y los golpes de un martillo. Es el loco
que fabrica un cajón con los despojos de las naves náufragas para sepultar los
restos del Cantor de la Pampa. Es
ese ataúd lo entierran bajo un tala frondoso en la isla mayor de las que
cierran la barra del Tuyú. Sobre el Atlántico. Allí donde muere la pampa en la
amarga caricia del océano, duerme eternamente el paisajista oral de nuestras
majestuosas bellezas naturales, representante genuino de la nueva raza.
Fuentes:
Publicado
por CRISTINA COCCARI de su sitio
Sr.
Máximo Leloir, actual propietario del casco Macedo.
DICEN QUE EN SU ÚLÑTIMA PAYADA LO DERROTÓ UN TAL DORREGO, TAL VEZ APRIENTE DEL PROCER, QUIEN LUEGO TUVO QUE EXILIARSE EN CHILE.
ResponderEliminarFE DE ERRATAS, PARIENTE DEL PROCER
ResponderEliminarMí abuela nació allí. La familia era de apellido Zuchelli. Muy buen artículo.
ResponderEliminar