La
historia de Tandil tiene además de los hombres por todos conocidos,
otros que pertenecen al pasado más remoto y que es de aborígenes que habitaron
este suelo, luego de haber desplazado a los pampas. Algunos adquirieron fama y
llegaron hasta nosotros por sus hazañas o antihazañas. En
este artículo -seguramente polémico especialmente para quienes no comparten los
términos- trataremos, apretadamente, de dar un panorama de lo que fue el
proceso de araucanización (araucano/a: de Arauco,
antigua región de Chile, o de La Araucanía, región actual en este mismo país.) de nuestra
llanura pampeana y la consiguiente desaparición de los verdaderos antiguos
habitantes-dueños de estas tierras.
Matando lobos marinos. Grabado realizado quizás en los talleres de T.de Bray alrededor de 1599. (Recreación por Laura Lorenzo). |
Los estudios más recientes reafirman que pobladores
provenientes de allende los Andes, del actual Chile más exactamente, invadieron
nuestro territorio y paulatinamente fueron absorbiendo a las culturas
originarias de estas llanuras, sobre cuya denominación hay varias
teorías-posturas-denominaciones- pero que en definitiva se trató de aquellos
que llegaron tempranamente del sur patagónico y aquí se instalaron como nómades
con sus costumbres, su o sus lenguas y que estaban cuando vinieron los primeros
españoles, en el siglo XVI. Son varios los autores que a ellos los denominaron
"pampas", pero que es abarcativo de varios otros, presentando prima facie una
confusión en la que todavía no hay un acuerdo definitivo, al menos que nosotros
conozcamos.
Historia
Pampa es un vocablo de origen quechua que significa llanura. Denominó a estos indígenas citados por varios de los viajeros y por los misioneros jesuitas desde el siglo XVII en adelante, que los encontraron en estas extensas tierras y más exactamente entre las sierras del Tandil y las de Ventania o Casuhati -en lengua pampa- como los aborígenes que las poblaban desde muy antiguo, denominados -según el autor- también como serranos y confundidos en algunos casos con nombres como los de borogas y otros.
Pampa es un vocablo de origen quechua que significa llanura. Denominó a estos indígenas citados por varios de los viajeros y por los misioneros jesuitas desde el siglo XVII en adelante, que los encontraron en estas extensas tierras y más exactamente entre las sierras del Tandil y las de Ventania o Casuhati -en lengua pampa- como los aborígenes que las poblaban desde muy antiguo, denominados -según el autor- también como serranos y confundidos en algunos casos con nombres como los de borogas y otros.
En azul los
Het (Pampas antiguos). Según la clasificación de Thomas Falkner. En rojo, a
principios del siglo XIX, los grupos araucanos consolidados
|
Grupos pre-araucanos (Het).
Clasificación
de Thomas Falkner
- Taluhets: Este del río Desaguadero, al norte de la llanura en la zona más húmeda. En esta división se incluyen a los Querandíes.
- Diuihets: Al oeste, en las zonas más secas.
- Chechehets: Región este de los ríos Colorado y Negro.
- Leuvuches: Región oeste de los ríos Colorado y Negro.
Grupos post-araucanos
"Pampas
del siglo XIX"
Al
comienzo, los Araucanos constituyeron núcleos aislados, a veces rivales, pero
una vez dominado el territorio, se unieron. No formaron una nación con un jefe
único, pero se distinguían los siguientes grupos:
- Vorogas: Parcialidad mapuche originaria de la zona comprendida entre los ríos Cautin y Toltén. Hacia 1825, llegaron a Argentina; tras malonear en el sur de Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe y el oeste de Buenos Aires, se asentaron en la zona de Salinas Grandes (La Pampa), Guaminí y Carhué (Buenos Aires).
- Ranqueles: Su filiación cultural se entronca con la del grupo Pehuenche, que para la época de su migración (fines del siglo XVIII) se encontraban fuertemente araucanizados. Se establecieron entre los ríos Quinto (sur de Córdoba y San Luis) y Colorado (sur de La Pampa), su centro más importante fue Leubucó (norte de La Pampa).
- Puelches: Ocuparon la parte de la cordillera y el espacio que media entre el norte del río Diamante y el Limay por el sur.
Si
nos atenemos a los valiosos estudios del más importante tehuelchista, Rodolfo
Casamiquela, la zona de Tandil fue poblada tempranamente por los tehuelches septentrionales, también denominados guénaken o günuna-kena, conocidos posteriormente también como puelches, pero ya bajo
dominación araucana, dado que el nombre en esa lengua significaba “habitantes o
gente del este” (puel: este y che: gente). Misioneros jesuitas como Falkner, a
mediados del siglo XVIII, los llamaron chechehet
(Ver “Entre los Pampas de Buenos Aires”).
En
el centro-sur de la provincia de Buenos Aires, la vieja dura lengua de los
tehuelches septentrionales fue documentada como sobreviviente (sierras de
Tandil y de la Ventana) en 1865 por el notable naturalista suizo, Claraz, y por
ende ha de haberse conservado todavía algunos años más.
Cuando
en 1875 el recordado Francisco Perito Moreno afirmaba que en su recorrida
por el norte patagónico, encontró grupos indígenas que hablaban una lengua que
no era ni mapuche ni tehuelche y que le refirieron que sus antepasados habían
habitado las sierras bonaerenses, Moreno creyó hallarse con los restos de los
antiguos pampas, que en su tiempo se dudaba si eran confundidos con los
mapuches que ya se habían instalado en Salinas Grandes. Después se supo que lo
que Moreno vio eran puelches-guénaken, descendientes directos de nuestros
pampas antiguos. La
palabra es de origen araucano chileno y significa "gente del este",
pero ellos se autodenominaban "Gumun a ken".
Creían en una alta divinidad que llamaban Tukutzual, pero no se sabe que fuese objeto de un culto cualquiera. También creían en el genio del mal: Arraken, que causaba desgracias, enfermedades o muerte; su representante era Elel, y ambos intervenían en momentos importantes de la vida: nacimiento, entrada a la pubertad, casamiento, etc. Cuando moría alguien se lo envolvía en su manto y era enterrado con sus armas y ornamentos al lado y se practicaba el sacrificio de sus animales; además, su toldo era reducido a cenizas.
La reducción del Pilar y el comercio interétnico
Toldos, de cueros de caballo, en Rancul Co, cerca de Carhue,
en 1878. Fotografía de Zeballo
|
Se
los conoce por el nombre de Patagones del Norte. Llevaron una vida nómade que
los llevó a moverse desde el norte de Chubut, por todo Río Negro, el este de
Neuquén, el sudoeste de La Pampa y el sur de Bs. As. hasta cerca de Mar del
Plata. Se distinguen dos grupos, uno los chechehet, hibridismo por het, una voz
pampa que significa “gente” y se extendía desde lo que es hoy Bahía Blanca,
hasta la desembocadura del río Negro. Al otro grupo lo llamó levuche, voz
mapuche que significa “gente de río”. También grupos nómadas llegaban hasta las
sierras de Tandil y de la Ventana, por lo cual se les llamó “serranos”.
Los
chechehet tenían como vecinos a los querandíes, en el norte, y en el sur a los
guénaken. Desde el punto de vista racial y de la lengua, los chechehet estaban
más cerca de los guénaken, que de los pampas primitivos. Los cronistas
españoles mencionan un encuentro de los puelches-guénaken con el conquistador
Juan de Garay en 1582, durante una expedición de reconocimiento en las
cercanías de la actual ciudad de Mar del Plata.).
Los mismos detalles en los toldos de este "campamento pehuenche" (Poeppig 1960, ver además d' Orbigny 1836: pag.330) |
Creían en una alta divinidad que llamaban Tukutzual, pero no se sabe que fuese objeto de un culto cualquiera. También creían en el genio del mal: Arraken, que causaba desgracias, enfermedades o muerte; su representante era Elel, y ambos intervenían en momentos importantes de la vida: nacimiento, entrada a la pubertad, casamiento, etc. Cuando moría alguien se lo envolvía en su manto y era enterrado con sus armas y ornamentos al lado y se practicaba el sacrificio de sus animales; además, su toldo era reducido a cenizas.
Su
lenguaje varía del tehuelche meridional, pero tiene muchas características
comunes, sobre todo en lo gutural; varios vocabularios recogieron la lengua
puelche-guénaken. Se ignora hasta el presente la época en que se produjo la
diferenciación de los patagónicos primitivos, en los patagones del norte y los
patagones del sur. Cuando
esto se produjo los puelche-guénaken realizaron aquellos implementos de piedras
decorados con incisiones, que fueron llamados “placas grabadas” por los
arqueólogos que los descubrieron y cuyo significado es aún desconocido
La reducción del Pilar y el comercio interétnico
En
los tiempos en que los jesuitas se instalaron en esta zona, las tierras
comprendidas entre las sierras de Tandil y el Volcán y las de Ventana o
Casuhati, se habían constituido en un centro de atracción de poblaciones,
debido a las pasturas de excelente calidad y a la presencia de numerosos
arroyos y cursos de agua de manantial que bajaban de las sierras favoreciendo
la cría y engorde de ganados. De este modo los desplazamientos indígenas se
vincularon con la conformación de un núcleo de especialización pastoril. Las
palabras de Falkner describen esta situación:
“...esta
región, en ciertas estaciones del año, hormiguea con innumerables manadas de
caballadas alzadas, razón por la cual los tehuelhets, chechehets y a veces
todas las tribus de los puelches y moluches se reúnen allí para hacerse de
provisiones. Se extienden con sus tolditos portátiles por todos aquellos
cerrillos ya citados, hacen sus correrías diarias hasta llenar sus necesidades,
volviéndose enseguida a sus respectivas tierras.”
A
lo largo del siglo se operó en las sociedades indígenas una intensificación de
la actividad guerrera que originaría profundas transformaciones en la
organización socio-política tendientes a una creciente diferenciación
jerárquica. Mientras tanto, maduraban los intercambios entre las jefaturas
indias, de ganados con destino a los mercados trasandinos, a la vez que se
realizaban intercambios protagonizados por mercaderes pampas en las
reducciones, las estancias y pueblos de frontera y en Buenos Aires.
El
intercambio de ganados entre sacerdotes e indígenas era parte de las
actividades corrientes en la reducción. En 1748, Strobel informaba que el
cacique Don Nicolás Bravo estaba esperando “50 vaquitas que se le había
prometido”. Los indígenas que los sacerdotes denominaban “forasteros” -es
decir: no reducidos-, solían obtener en los tratos efectuados en el Pilar o en
Concepción, licencias o permisos para comerciar sus textiles en Buenos Aires.
Los
ponchos y la sal surgen como bienes indígenas comercializados en este espacio
de la frontera. Siendo Gobernador Ortiz de Rozas, se prohibió comprar ponchos a
los indios serranos, situación frecuente en las estancias de los alrededores de
Buenos Aires. Los castigos que se preveían eran fuertes, puesto que se
establecía una multa bajo pena de 200 pss. si fuera español, e irían a las
obras de S.M. y seis años de destierro a San Felipe de Montevideo a trabajar en
las obras de S.M. y si fuera indio, negro o mulato, 200 azotes por la calle pública
y de seis años de destierro a otro presidio (Martínez Martín, 1994).
La
competencia comercial con vendedores ambulantes y otros agentes de carácter
“privado”, se inscribe en el contexto de afán “centralizador” de los
misioneros, quienes denunciaban los males acarreados tras la venta de
aguardiente por parte de comerciantes indios o españoles, que ellos definían
como inescrupulosos. Así alertaban que habían llegado a la reducción unos aucas
con ponchos y que los indígenas reducidos habían ido a comprar esas prendas,
para llevarlas a la ciudad, y advertían que había que vigilarlos para que no
trajeran aguardiente a su regreso, y que había que estar atentos si llegaban
acompañados de algún español pulpero sin papel del Gobernador. Los
intentos de prohibición de la venta y el consumo de aguardiente, se vinculaban
con la situación de competencia comercial con los pulperos. En 1749, el
sacerdote Strobel, escribía desde el Pilar a Rejón:
“Me
dicen que Juancho Serrano y Lorenzo trajeron mucho aguardiente a Yahati al
Volcán; fue esto anteayer, y ayer estaba señalado el día en que Yahati había de
haber venido acá con sus toldos. A Lorenzo reprenderlo y perdonarlo, por ser la
primera vez; y parece, fue enviado de otro. Pero a Juancho: calentarlo y unos 8
días en el cepo!"
Evidentemente, el sacerdote esperaba la llegada de Yahati al Pilar, pero
Lorenzo y el reincidente Juancho Serrano se adelantaron, vendiendo aguardiente
a cambio de los ponchos que comercializaba el famoso cacique. Los sacerdotes
denunciaban de este modo que mientras duran los tratos comerciales, las
borracheras y peleas entre indios se hacen incontrolables (Ferreras, 1989).
“El día
antes que llegase ese Juancho Manchado, salió de aquí el Juancho Serrano de
este pueblo; trajo y vendió también aguardiente en los toldos de Marique. Es
esta la 6.a. vez, desde que estoy aquí, que han llegado estos borrachos y
pulperos Pampas acá con aguardiente. He oído también de diferentes que todo el
tiempo que ha durado el trato de ponchos, Juancho Patricio trajo e hizo traer a
escondidas aguardiente de la ciudad, vendiéndolo por ponchos. V.R. diga a estos
infames pulperos Pampas, ya que no nos ayudan en nada en la conversión de estos
sus paisanos y parientes, a lo menos no nos embaracen. ¿Qué bendición de Dios pueden
esperar estos tales ministros de Satanás?"
(En:
Leonhart C, 1924. Revista Estudios, tomo XXVII, nº 1, pp. 50)
Los
testimonios de soldados, ex cautivos y vecinos de la reducción de la Concepción
son recurrentes en las denuncias que acusan el carácter negativo de la misión
para los pobladores cristianos, dado que los indios reducidos acudían a Luján a
vender ponchos que habían comprado a indios de tierra adentro. El peligro de
los intercambios entre indios de la reducción e indios enemigos de tierra adentro,
según los informantes, radicaba en que los indios enemigos se enteraban de los
movimientos de los vecinos españoles y además, adquirían a cambio de sus
textiles, armas que luego utilizaban en ataques contra sus poblaciones.
(Néspolo, 1999).
En
setiembre de 1749 Matías Strobel, escribió desde el Pilar un informe acerca del
estado de la Reducción del Pilar. Allí, el sacerdote plantea los términos
de las negociaciones que entabla con los caciques puelches. Los líderes
tribales exigían el cumplimiento de determinados acuerdos concertados con los
sacerdotes y con el Sr. Gobernador y Maestre de Campo, quienes “les habían
asegurado repetidas veces, que estando ellos con los Padres, y llevando el
papel de la licencia, podían libremente bajar a la ciudad para sus tratos, sin
que nadie les agraviase”. Sin embargo, los caciques denunciaban que en ocasión
de acudir a realizar sus tratos 5 indios de la Reducción de la Concepción y 5
del Pilar, todos con papel de licencia, había ocurrido el asesinato de dos de
sus hombres.
Los
sacerdotes debían afrontar dificultades, no sólo para captar las ganancias
derivadas del comercio sino por su situación de debilidad frente a las
presiones de los vecinos, quienes reaccionaban negativamente frente a las
licencias para comerciar otorgadas por los misioneros, puesto que no deseaban
la presencia de indios “enemigos” en sus poblaciones de frontera. Además, los
permisos para comerciar beneficiaban concretamente a los indios de “tierra
adentro”, aquellos que permanecían “infieles”, y que sólo visitaban la
reducción para ejecutar sus tratos comerciales, obteniendo a cambio, entre
otros bienes que su economía no producía, armas.
Otras
cuestiones estaban escapando al control de los jesuitas: como punto siguiente
de la negociación con el sacerdote, dos caciques puelches -Chuyanduya y
Marique- presionaron manifestando que el Señor Gobernador y Maestre de Campo
les había afirmado que la prohibición del comercio del aguardiente no obedecía
a sus órdenes, sino a instancias de los Padres jesuitas. Esta contradicción
entre agentes gubernamentales y el sacerdote motivó a Strobel a denunciar que
el aguardiente y las borracheras:
“Todo esto estaba prohibido antes que yo y ellos
hubiesen nacido, y que los Gobernadores, los que cumplen con lo que manda Dios
y el Rey, prohíben y castigan esa venta del aguardiente sin intervención de los
Padres, que bien saben ellos su obligación”. El informe de Strobel continúa con
el planteo recurrente de que no se debía permitir a los indios la compra de
aguardiente ni de armas: “Dicen, no los venderán a los indios de tierra
adentro. Ni lo uno ni lo otro se les debía permitir; todos estos indios de aquí
están bien proveídos, ya de alfanjes y de puñales. De estos segundos hacen
también sus lanzas...”
Mediante
los pactos interétnicos, las jerarquías indígenas accedían a bienes (yerba,
aguardiente, tabaco, armas, ropa y diversos obsequios consistentes en productos
de manufactura europea, etc.). Como contraparte, quedaban formalmente
comprometidos a garantizar tranquilidad en la campaña, controlar las propias
fuerzas guerreras y las de otros jefes étnicos en sus intentos de atacar los
poblados rurales fronterizos. Los
acuerdos se producían en un contexto de tensión interétnica, con lo cual, para
organizar los parlamentos, el estado debía disponer de los medios necesarios
para el traslado de expediciones integradas por vecinos armados, que se expresó
en la intensificación de la militarización de la frontera a la que ya hemos
hecho referencia.
El
interés de los indígenas por la adquisición de ganados, incentiva a pensar en
el carácter de la economía de las jefaturas, dado que sabemos que existieron
núcleos de especialización pastoril en el área interserrana bonaerense. El
aprovisionamiento de estos animales mediante malones o a través de los
intercambios interétnicos es una recurrencia en los documentos analizados. En
el transcurso del siglo XIII, se incrementaron los mecanismos de integracion
cultural entre las jefaturas, integración a niel simbólico y sultural, que no
impidió una dinámica unión y escisión entre comunidades, que establecían
alianzas y las rompían de acuerdo a intereses coyunturales. (Cf.Mandrini y
Ortelli, 1995. Ortelli, 1996). A comienzos del siglo, algunas parcialidades
migraban hasta la parte oriental de la pampa para ejercer el comercio y
establecer sus campamentos en este sector estratégico para el control de
ganados, como es el caso de los aucales que menciona Cardiel, establecidos en
la cordillera y sus cercanías, aliados en ese momento de los serranos. (Sanchez
Labrador, Joseph, 1936).
Intercambios comerciales. Raul Mandrini: "Las sociedades indigenas de las pampas siglo XVIII". Recreación realizda por Mercedes Brass Harriot |
De este modo, los desplazamientos indígenas hasta este
sector se vincularon con la economía pastoril y la formación de una extensa red
de intercambios que conectaba las regiones serranas, las llanuras y los
territorios patagónicos y transcordilleranos. (Cf.Mandrini, 1993, Mazzanti,
1993). Las jefaturas que llegaban al Volcán, son caracterizadas en los relatos
de los jesuitas como extremadamente móviles, pastores, habitantes de toldos,
alimentados en base a carne de potros y caballos. Jefaturas identificadas como pampas, serranos, tehuelches, chechehets, puelches, moluches, ejercieron
territorialidad, co-existiendo en el espacio que los jesuitas intentaban
moldear de acuerdo a sus objetivos políticos y evangelizadores (temporales y
espirituales), introduciendo pautas correctivas del comportamiento social.
Sabemos
que las jefaturas que controlaban espacios geográficamente alejados entre sí,
mantenían relaciones de reciprocidad que activaban movimientos de bienes de
manera bilateral, entre puntos correlativos de agrupaciones en las que el
parentesco operaba como un vínculo privilegiado. (Cf. Manzanilla, 1983. Hadjuk,
1984, Berón, 1997). Éstas estrategias aseguraban, por un lado, la subsistencia
de las distintas unidades y por otro, la distribución de bienes excedentarios
entre los integrantes de las jerarquías indígenas. (Cf. Mandrini, 1987,
Palermo, 1988, Ortelli, 1996).
La circulación de ganados, cautivos y productos adquiridos por intercambio con agentes de la sociedad hispano-criolla, se activaba a partir de una red de jefaturas que se caracterizaba por su organización segmental y por mecanismos de alianza y competencia que daban a estas unidades socio-políticas un carácter flexible, una relativa autonomía, una eficacia alta en las estrategias de resistencia étnica frente a las políticas de subordinación generadas desde el estado colonial.
El antiguo conflicto entre la orden de la Compañía de Jesús nacida en 1537 y la consolidación de los estados nacionales y las monarquías absolutas se renovó durante el desarrollo del despotismo ilustrado español en el siglo XVIII. Los jesuitas constituían un adversario para la consolidación del nuevo ordenamiento social y su expulsión se convirtió en una necesidad política que Carlos III implementó en 1767.
La circulación de ganados, cautivos y productos adquiridos por intercambio con agentes de la sociedad hispano-criolla, se activaba a partir de una red de jefaturas que se caracterizaba por su organización segmental y por mecanismos de alianza y competencia que daban a estas unidades socio-políticas un carácter flexible, una relativa autonomía, una eficacia alta en las estrategias de resistencia étnica frente a las políticas de subordinación generadas desde el estado colonial.
El antiguo conflicto entre la orden de la Compañía de Jesús nacida en 1537 y la consolidación de los estados nacionales y las monarquías absolutas se renovó durante el desarrollo del despotismo ilustrado español en el siglo XVIII. Los jesuitas constituían un adversario para la consolidación del nuevo ordenamiento social y su expulsión se convirtió en una necesidad política que Carlos III implementó en 1767.
La expulsión de la orden en el Río de la Plata se ejecutó
entre julio y setiembre de ese año, las misiones guaraníes (diecisiete sobre
las márgenes del río Uruguay y trece sobre el Paraná), más las de mocovíes y
abipones en Santa Fe y lules y vilelas en Tucumán, se disgregaron rápidamente,
pasando sus temporalidades a ser administradas por las autoridades hispanoamericanas
y sus funciones espirituales a cargo de franciscanos y mercedarios. (Martínez
Martín, 1994).
Según una abundante literatura, el cacique tehuelche Nicolás Cangapol, llamado por los españoles “El Bravo”, atacó y destruyó la misión de Nuestra Señora de los Desamparados en febrero de 1751. Poco tiempo después, tras las amenazas de invasión del poderoso jefe indígena, los jesuitas abandonan el Pilar. Los misioneros trataron de fortalecer la reducción de Concepción, pero otro cacique, Yahati, la destruyó y en enero de 1753, fue abandonada. (Se puede estudiar la vida de este cacique en este blog en el siguiente enlace: CACIQUES DE LA REGIÓN: NICOLÁS CANGAPOL)
Según una abundante literatura, el cacique tehuelche Nicolás Cangapol, llamado por los españoles “El Bravo”, atacó y destruyó la misión de Nuestra Señora de los Desamparados en febrero de 1751. Poco tiempo después, tras las amenazas de invasión del poderoso jefe indígena, los jesuitas abandonan el Pilar. Los misioneros trataron de fortalecer la reducción de Concepción, pero otro cacique, Yahati, la destruyó y en enero de 1753, fue abandonada. (Se puede estudiar la vida de este cacique en este blog en el siguiente enlace: CACIQUES DE LA REGIÓN: NICOLÁS CANGAPOL)
Mapa de la provincia de Buenos Aires y localizacion de las misiones jesuíticas. |
Los intentos de instalación permanente de las misiones en las tierras al sur del Salado debieron enfrentar las recurrentes incursiones indígenas organizadas por líderes étnicos como Yahati y Cangapol con el objetivo de capturar ganados en territorios que consideraban propios. Los misioneros debieron convivir con el peligro y la inestabilidad. Cotidianamente, llegaban a las reducciones partidas indígenas, encabezadas por los caciques u otros miembros de la jerarquía indígena, con el doble objetivo de ejecutar intercambios de productos (en los cuales los ganados tienen un rol principal) y de obtener información respecto de las posibilidades bélicas de los misioneros y agentes militares de la frontera.
Desde el Pilar, escribía Strobel en 1748 que un grupo de aucas armados en el Tandil había avanzado hacia el Saladillo, con la intención de robar, que no se habían atrevido a atacar la reducción porque había mucha gente. Que habían llegado indígenas serranos, que estaban en complicidad con los aucas, emparentados con el cacique Bravo para espiar y obtener información, y que también se había acercado un indio de la tribu del mismo cacique, que había robado en la estancia denominada “de los Riojanos”, para conocer qué recursos había en las reducciones, que sabían que había mucho ganado y que en el invierno se corría mayor peligro.
Grupo familiar Aoninkenk, junto a un toldo (Princeton,
1896-1899)
|
Pasarían
varias décadas hasta que en el período posterior a las guerras de la
independencia, el estado provincial y nacional, lograra el control efectivo de
estos territorios, procesos vinculados con una reorientación de los intereses
de los grandes comerciantes hacia la propiedad de la tierra y la producción de
bienes pecuarios para la exportación, y con factores geopolíticos que
requirieron la incorporación definitiva de las tierras pampeano-patagónicas al
nuevo ordenamiento estatal.
Los medios utilizados fueron diversos, las situaciones de contacto variaron de acuerdo a los intereses coyunturales de las jefaturas y a las prioridades políticas del Estado que nacía con eje en Buenos Aires. Se desplegaron políticas de alianzas y búsqueda de adherentes al nuevo régimen social y político, se fundaron pueblos, guardias y fortines, y se organizaron sucesivas campañas de exterminio contra los indígenas de pampa y patagonia. Todavía queda pendiente visibilizar, denunciar, el ocultamiento y la negación de aquél genocidio. Ese silencio, esa crueldad, que duele todavía.
Los medios utilizados fueron diversos, las situaciones de contacto variaron de acuerdo a los intereses coyunturales de las jefaturas y a las prioridades políticas del Estado que nacía con eje en Buenos Aires. Se desplegaron políticas de alianzas y búsqueda de adherentes al nuevo régimen social y político, se fundaron pueblos, guardias y fortines, y se organizaron sucesivas campañas de exterminio contra los indígenas de pampa y patagonia. Todavía queda pendiente visibilizar, denunciar, el ocultamiento y la negación de aquél genocidio. Ese silencio, esa crueldad, que duele todavía.
Tehuelches y autoridades provinciales celebrando el 25 de Mayo en Río Gallegos, Santa Cruz, Año 1900. |
Lo cierto es que desde Sánchez Labrador en su Paraguay Católico y otros misioneros contemporáneos suyos, los pampas aparecen como los pobladores indiscutidos de esta zona. Ya el padre Ovalle (1643) citaba a los pampas y algunas de sus costumbres y hasta sus armas: boleadoras, arco y flecha, describiéndolos además como grandes caminadores por sus características nómades, al igual que lo hicieron los padres Falkner y Lozano.
En una ponencia presentada en 1986, Raúl J. Mandrini del Instituto de Estudios Histórico Sociales, UNICEN de Tandil caracterizó, con base en la documentación escrita, el proceso de formación en la región de un importante núcleo de economía pastoril. A partir de esa primera formulación y uniendo el análisis de las fuentes con su experiencia de campo, Diana Mazzanti estableció para el extremo oriental de las serranías de Tandilia -la llamada Sierra del Volcán- a mediados del siglo XVII, el uso por parte de los indígenas de técnicas destinadas a la concentración, custodia y engorde de los ganados (uso de potreros en mesetas y valles interserranos; construcciones de piedra destinadas a hacer esos sitios más seguros y fáciles de vigilar).
Estas
estructuras de piedra, llamadas por los lugareños "corrales de
indios", son enormes construcciones que probablemente están vinculadas el
control de ganados en el ámbito serrano de Tandilia. Imagen gentileza de http://desdeamericapampa.com.ar
|
Corrales
de indios en el cerro Amarante. La cría y engorde de ganados, constituyó una
actividad fundamental en el ámbito serrano de Tandilia., que constituyó un
núcleo de especialización pastoril. Imagen gentileza de http://desdeamericapampa.com.ar
|
Vista de los pastizales que ocultan la pared de pirca de la construcción de Sierra Alta de Vela, Tandil. Imagen gentileza Leire Carrascosa Estenoz y Victoria Pedrotta. |
Los
recintos pertenecen a distintas épocas y debieron tener diferente
funcionalidad, pero algunos parecen claramente obra de los indígenas y haber
cumplido la función de corrales. Un sondeo realizado en el denominado La
Rinconada A (CP.LRA.19) proporcionó restos faunísticos interesantes: la
presencia de oveja (junto a guanaco) desde el nivel inferior demuestra su uso
post-hispánico; pero el tipo de construcción no responde a la técnica empleada
por los colonizadores blancos de la región 2 .
Algunos
autores -incluidos locales- han insistido hasta el cansancio en ensalzar a los
araucanos o mapuches, como los habitantes más importantes de nuestra zona,
dejando de lado cómo fue que llegaron a dominar estos territorios y
posteriormente imponer lo más destacado de cualquier conquista: su cultura y su
lengua. La
más antigua referencia en la zona sobre relaciones entre pampas y araucanos la
hizo Juan de Garay cuando en 1582 recorrió la zona bonaerense hasta lo que es
hoy la actual Mar del Plata y dejó testimoniado el comercio de intercambio.
Si bien son muchos los autores que hablan de una gradual y pacífica dominación por parte de los araucanos -a los que luego y más recientemente, comenzó a denominarse mapuches (gente de la tierra)-, los hay en contraposición, quienes refieren sus cualidades guerreras y su apropiación de las tierras de la zona pampeana por vía de la conquista, posterior mestización con las mujeres pampas y la cuasi desaparición de los hombres de ese origen.
Si bien son muchos los autores que hablan de una gradual y pacífica dominación por parte de los araucanos -a los que luego y más recientemente, comenzó a denominarse mapuches (gente de la tierra)-, los hay en contraposición, quienes refieren sus cualidades guerreras y su apropiación de las tierras de la zona pampeana por vía de la conquista, posterior mestización con las mujeres pampas y la cuasi desaparición de los hombres de ese origen.
Lo cierto es que aquí quedó plasmado lo que en la historia universal se considera como el signo de la dominación total: la impronta de su cultura y especialmente de su lengua, y en ese sentido debemos aceptar que prácticamente casi todos los topónimos que hoy se usan son mapuches. De la lengua de los primitivos pobladores casi nada quedó, sólo algunas pocas palabras tales como: casu, cerro; gleter, padre; meme, madre; het, gente; kel, zorrino; chui, país; ya, cacique; tehuel, sur; auenk, lengua; yagep, agua; apubiuk, sol; atek, tierra; kua, yo y keman, tu, entre otras pocas.
Lo cierto es que en el siglo XVIII y más decididamente en el siguiente, fueron los mapuches absolutos dominadores de nuestras tierras hasta el oeste y norte patagónicos, llegando hasta las proximidades de la misma Buenos Aires. Así las cosas, resulta difícil sostener que los primitivos habitantes de nuestras tierras fueron los araucanos-mapuches, cuando en realidad fueron -a la luz de los siglos- los recién llegados, casi como los blancos, con quienes se enfrentaron y se aliaron en vaivenes socio-políticos militares. Fueron en realidad el último elemento indígena que se estableció en el país, en un proceso aún no acabadamente estudiado y sujeto a polémicas.
En
estas consideraciones no faltan las posturas extremas de uno y otro lado y
desde exaltar a Calfucurá como un genio estratega, en una sesgada visión de los
malones -por ejemplo- a tratar de genocida a Roca, contra la posición de
quienes sostienen que fue quien geopolíticamente actuó por razones de estado en
la necesidad de preservar la Patagonia bajo soberanía argentina, ante la
posibilidad cierta de su chilenización por arte del agresivo poblamiento
araucano o chileno.
Un
estudioso, científicamente el más importante, en materia de los aborígenes
patagónicos, el ya citado Rodolfo Casamiquela (paleontólogo, arqueólogo,
historiador, escritor y docente argentino, conocido por haber descubierto el
dinosaurio Pisanosaurus mertii en 1967), se ubica decididamente en esta
tesitura, lo que le valió numerosos encontronazos con la dirigencia mapuche
actual de la zona patagónica. En tanto, ideologizados autores como Osvaldo
Bayer, quieren borrar de la historia a Roca, que no hizo sino cumplir con el
mandato de la Ley Nº 215 dictada por el Congreso Nacional de la República
Argentina.
¿Cuál es la verdad?
Puede
haber interpretaciones, visiones diferentes, lo que no puede haber en ciencias
es dos verdades sobre un mismo tema. Como decía Unamuno “no me dividan la
verdad”, verdad hay una sola….interpretaciones puede haber varias, sobre todo
tratándose de ciencias sociales. Rodolfo Casamiquela sostiene lo siguiente:
“Estudié y aprendí que primero vino el mundo
tehuelche paleolítico, muy antiguo. Los antepasados de sus antepasados se
remontan a 10 mil o 12 mil años atrás y evolucionan en la Patagonia. Mucho
después de la llegada de los españoles, alrededor de 1600, el caballo permite
que los tehuelches copen todo el ámbito pampeano y Neuquén. En esa misma época
empieza la mapuchización”.
“Hubo un sincretismo religioso y. lo tehuelche se
mapuchizó. Pero el mapuche como pueblo estaba del otro lado de la cordillera.”
“En 1960 como un homenaje, el Primer Congreso del
Área Araucana Argentina propuso que a los araucanos se les dijera Mapuche como
en Chile”
”Los primeros se radican en el centro de La Pampa en
1820 y en 1890, al sur del río Limay Negro, los primeros pobladores de origen
chileno fueron los mapuches.”
Por
su parte Martínez Sarasola sostiene que los araucanos acceden al poder de la zona pampeana
por la extinción de los caciques tehuelches en La
Pampa y Río Negro y las victorias militares, procesos que culminarán
ya en el siglo XIX con la llegada de Calfucurá a Salinas Grandes que señalará
le hegemonía definitiva de los araucanos.
Cacique tehuelche Chumjal(u)wun, apodado Mulato, posa en un estudio fotográfico de Punta Arenas, Chile, en 1895. Archivo General de la Nación. |
Habían pasado los tiempos del gran cacique Cacapol y de su hijo Cangapol o Cacique Bravo, citados por los misioneros jesuitas de la Reducción de Nuestra Señora del Pilar (en la actual Sierra de los Padres). Más adelante, antes y después de la fundación de Bahía Blanca (1828), hubo otros caciques destacados de ese origen como Tretuel, Lepil, Curitripay y otros como Chanil, en el Río Colorado.
“Los pampas y tehuelches que aún resistían caer bajo
el dominio de los mapuches quedaron apresados entre éstos y los blancos, su
ubicación en el sur bonaerense era muy expuesta y la disponibilidad de recursos
comestibles y de .ropas era cada vez mas difícil de superar pasando periodos de
francas hambrunas. La experiencia que tenían de muchos años sobre el tema les
enseñaba que serían los más castigados. Seguramente en la tradición oral el
recuerdo de caciques como Mayupilqui Ya, Yahati y otros era suficiente como
para tenerlos sosegados.”- afirma Ras.
Huake, el ultimo cacique de la tribu aónikenk de Camusu Aike |
el cacique Casimiro y su hijo Sam Slick (1846-1877) |
Copacho, el último tehuelche de la patagonia austral del lago Cardiel. |
Inacayal, un lonko de la etnia tehuelche.(1833-1888) |
Cacique Modesto Inacayal (1833-1888) cacique tehuelche aunque de orígenes diversos que vivió en
el siglo XIX en la zona norte de la Patagonia argentina. |
Cacique tehuelche Mulato montado a caballo |
Representantes de algunas
tribus que concurrieron al Congreso de Aborígenes en 1920. Congreso de
Aborígenes, julio de 1920.AGN. Dpto. Doumentos. Fotográficos. Fondo Caras y Caretas.
Inventario 138958
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Copacho, el último tehuelche
de la patagonia austral, agosto de 1939. 39AGN. Dpto. Documentos Fotográficos. Fondo
Caras y Caretas. Inventario 153248
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Por su parte, estudiosos como Julio Vezub (2005) y otros prestigiosos como Marta Bechis, Boccara, Mandrini y Villar, sostienen que:
“...el proceso
de construcción de una forma genérica de la identidad se remonta por lo menos
al siglo XVIII. A principios del siglo XIX estaba consolidado en la Pampa y en
el norte de la Patagonia, y pocas décadas después, siempre antes de las
campañas militares, el mestizaje y la hibridación cultural alcanzaban la actual
provincia de Chubut, fruto de los enfrentamientos por la territorialidad, la
toma de cautivos, las alianzas cambiantes, el comercio de media y larga
distancia, los canjes de mujeres y los matrimonios interétnicos con fines
políticos”
La
supremacía mapuche en todos estos hechos descriptos por Julio Vezub, ponen de
manifiesto la absorción de las etnias pampas hasta su casi desaparición. Siguiendo
ahora a Rubén Guaman Carrasco sobre el tema de la araucanización, este autor
comenta:
”Sucedió que a principios de 1800 la antigua población
pampa que hasta entonces dominara la inmensa llanura comenzó a desaparecer,
siendo reemplazada por otra de caracteres distintos y de estirpe araucana o
mapuche”.
El
investigador chileno Álvaro Bello, por su parte, en su trabajo:” El viaje de
los mapuches de Araucanía a las pampas argentinas...”, Santiago de Chile, 2000, sostiene
lo siguiente:
“Diversos autores se han referido a los procesos de
movilidad espacial mapuche durante los siglos XVII al XX. La araucanización de
las Pampas, el intercambio comercial y las alianzas militares y las malocas son
temáticas relevantes en el estudio de los procesos históricos del pueblo
mapuche y en los estudios denominados “de frontera”.
“La llegada de los mapuches al Puelmapu (tierras del este) tenía especial significado y les daba un status especial a quienes aquí venían”
“La llegada de los mapuches al Puelmapu (tierras del este) tenía especial significado y les daba un status especial a quienes aquí venían”
“Las Pampas, son para los mapuches de la Araucanía,
un espacio de confluencia de múltiples disputas e intereses”.
En
la “Proclama Mapuche-Tehuelche” del 15 de julio de 2004, datada en Puelmapu
(territorio mapuche en el Chubut), se hace referencia al Wallmapu como sus
territorios y a “nuestro mapuzungun, el habla de la tierra, nuestro idioma...” Allí
definen claramente su postura respecto a su visión como pueblo y dicen:
“No somos ni chilenos ni argentinos, ni neuquinos, ni
chubutenses, somos Mapuche, gente de la tierra” y sostienen que al nacer los
Estados dividieron “nuestro territorio en dos”, no reconociendo en forma
implícita, que originalmente fueron del oeste chileno”.
Cuando
se fundó el Fuerte de la Independencia en 1823, ya la mapuchización era
evidente y los años posteriores acentuaron ésta, que fue una conquista, aunque
a algunos les cueste aceptarlo. En
esta apretadísima e incompleta síntesis por obvias razones de espacio, queda
claro -así lo creemos- que en estas tierras de la llanura pampeana donde está
enclavado Tandil, los antiguos, primitivos, originarios habitantes
descendientes de aquellos prehistóricos pobladores, fueron lo llamados “pampas”.
Sin embargo de ellos no nos quedó prácticamente nada porque, por la vía que se prefiera, la araucanización o mapuchización de ellos llevó a su casi desaparición en menos de dos siglos…entonces: ¿no sería prudente, justo y legítimo reivindicar a aquéllos y no tanto a quienes los conquistaron, cualquiera haya sido la vía o el método hasta hacerlos desaparecer?
Las
modas también se dan en las consideraciones de carácter histórico y hoy parece
que es tiempo que en estas tierras, éstas y no otras, se viva reivindicando a
los araucanos-mapuches, aquéllos que llegaron hasta aquí tardíamente e
impusieron su forma de vida y su lengua, que es la manera más perdurable de una
verdadera conquista, como ya lo hemos expresado.
Referencias:
1 Diana L. Mazzanti, "Aspectos
económicos de la sociedad indígena bonaerense. Un aporte a los estudios
etnohistóricos del borde "Oriental de las serranías de Tandilia, siglo
XVIII", ponencia presentada en las PRIMERAS JORNADAS INTER-ESCUELAS/DEPARTAMENTOS
DE HISTORIA, La Plata, octubre de 1988.
2 Patricia Madrid, ESTRUCTURAS DE
PIEDRA EN LAS SIERRAS DE PILLANUINCO, PROV. DE BUENOS AIRES (informe
mecanografiado), La Plata, 1990; e "Infraestructura indígena para el
mantenimiento y traslado de ganado introducido: el caso del sistema serrano de
Pillahuinc6, provincia de Buenos Aires", BOLETIN DEL CENTRO, 3, La Plata,
CERPAP, noviembre de 1991, pp. 65-71.
Fuentes:
Estudio basado en el trabajo "La
mapuchización de las pampas. La araucanización de las pampas". Por Daniel
Eduardo Pérez
"Los mapuches son chilenos". por Rodolfo Casamiquelahttp://losmatuastos.blogspot.com.ar/2012/09/casamiquela-los-mapuches-son-chilenos.html
"A que llamamos mapuches?" por Rodolfo Casamiquela http://casamiquelablog.blogspot.com.ar/2013/08/a-que-llamamos-mapuches-1985.html
http://tefros.equiponaya.com.ar/revista/v3n1p05/completos/juegosdrama.pdf
“Avances metodológicos en el
estudio de las construcciones de pirca de las sierras bonaerenses: las técnicas
de aerofotointerpretación” por Laura Duguine de LEMIT/Comisión de
Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires y Victoria Pedrotta
y Vanesa Bagaloni de CONICET-INCUAPA, Facultad de Ciencias Sociales de la
UNCPBA - http://www.comechingonia.com/Numero%201-%20Vol%203/Duguine_et_al_2009.htm
"Estado
actual de las investigaciones arqueológicas en el sitio Santa Inés IV (Sistema
de Tandilia, región Pampeana)" por Leire Carrascosa Estenoz y Victoria Pedrotta.
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1850-373X2010000200003
http://desdeamericapampa.com.ar/libros/indios-y-jesuitas/6
http://desdeamericapampa.com.ar/libros/indios-y-jesuitas/8
http://www.geocities.ws/damiancardozo/puelches.htm
http://www.geocities.ws/damiancardozo/puelches.htm
Temas
patagónicos de interés arqueológico VI. Análisis etnográfico de la morfología
del toldo tehuelche y sus derivaciones etnológicas (hacia una 'retroetnología')
por Rodolfo Casamiquela http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1850-373X2000000100002
Muy interesante y documentado artículo. Hay mucho para debetir e investigar en estos temas.
ResponderEliminarMuchas gracias! Me interesa la historia de los pueblos originarios, yo tengo 31 años y no sé absolutamente nada de ellos. Vivo en mar del plata pero mi mama es de cordoba, mi abuela es de origen henia camiare. Me da pena que todo esto haya quedado olvidado. Me gustaria saber como eran, como vivian, en que creian, como llegaron aqui esas personas que vivieron aca antes que yo.
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